Notas de traductora: el fanfic original se llama "Seduction", está en inglés, y podéis encontrarlo en mi lista de favoritos. Obsequiouslover, la autora, se ha portado muy bien conmigo y me ha dejado traducir su historia, aunque ella al principio no se lo creía de la emoción. ¡Yo también estoy muy emocionada, la verdad! El fic es muy divertido y a mí, personalmente, me encanta. ¡Espero que a vosotros también!
Notas de autora: debo admitir que no soy japonesa ni he ido a ninguna escuela japonesa, así que mi conocimiento se basa en la información que he ido encontrando en Internet. Por eso, si me equivoco en algo, me gustaría que me corrigierais.
En realidad, sólo sitúo la historia en Japón porque suena mucho mejor Uchiha-sensei o Sasuke-sensei que Mr. Uchiha. ¿A vosotros qué os parece? No voy a introducir frases en japonés, únicamente los pronombres honoríficos (ya que son muy importantes), así que no os preocupéis. ¡Gracias!
Datos relevantes:
Localización – Shibuya, Yoyogi Uehara y una escuela privada japonesa cercana a Shibuya.
Edades – los estudiantes tienen de 16 a 17 años, Sasuke tiene 24 y Kakashi y compañía están entre los 24-26.
Advertencias – esto es un AU (Universo Alternativo), lo que significa que los personajes pueden recaer en OCC (Out of Character, cambio de personalidad), aunque voy a intentar que no ocurra muy a menudo. También lenguaje ofensivo.
S e d u c c i ó n
por obsequiouslover
Naruto © 1999 por Masashi kishimoto
Lección primera
Era un estirado.
Uchiha Sasuke caminó en silencio por los pasillos de la escuela en dirección a su aula. Era el comienzo de otro año escolar más, el comienzo de otro año infernal. Bueno, por lo menos él no iba a ser el único que lo pasara mal.
El ruido de los jóvenes hablando a gritos y moviéndose de un lado para otro se fue haciendo más y más notable a medida que se acercaba a su destino. Al final se dio cuenta de que todo aquel ajetreo provenía de su propia aula. Pero, ah, no, no iba a permitir ninguna niñatada de ese tipo en su clase. Tuvo el presentimiento de que tampoco iba a tener ningún problema después de que sus alumnos lo conociesen.
Cogió aire en los pulmones, deteniéndose frente a la puerta. No le gustaba la gente, para qué negarlo; sin embargo, tenía que hacerlo, no le quedaba otra.
Uchiha abrió la puerta con brusquedad y cruzó la sala callado hasta su mesa. Las paredes eran de color blanco neutro y las baldosas combinaban ese mismo tono con un azul en un motivo de cuadros semejante a un tablero de ajedrez. La amplia pizarra de verde oscuro ocupaba la mayor parte de la pared frontal, justo delante de las filas perfectamente alineadas de los pupitres. A lo largo de las paredes había unas cuantas estanterías del mismo color blanco con libros, cuadernos, pilas de folios,… todo lo que necesitaría para sus clases. El ruido había desaparecido justo tras su entrada, con el mero poder de su aura haciendo temblar a todo el mundo. Sasuke dejó sus cosas sobre la mesa y se volvió hacia los estudiantes, fulminándolos con la mirada. Los odiaba, y aún así pensó que algún día tendría que cambiar su comportamiento. "Tengo una clase que dar", se animó internamente.
—Escuchad bien, porque sólo lo voy a decir una vez.
Uchiha Sasuke permaneció inmóvil al frente del aula mientras su fría voz bajaba la temperatura del ambiente. Cada alumno se quedó quieto en su asiento, con el ligero zumbido de la calefacción y los golpes de la manecilla del reloj como único acompañamiento a las palabras de Sasuke. Sus ojos se ocuparon de amenazar a los adolescentes con el único fin de hacerles saber que no era amigo de bromas.
—Mi nombre es Uchiha Sasuke y por desgracia estáis en mi clase. No va a ser fácil para vosotros y no tiene nada que ver con que tengáis problemas de aprendizaje: simplemente, todos sois estúpidos. Aquí las cosas se hacen bien, y no hay lugar para las payasadas ni para los errores. Vuestros fallos serán la evidencia de lo estúpidos que sois. No me importa lo idiotas que seáis fuera de mi clase, dentro de ella debéis ser perfectos —se aplaudió mentalmente a la vez que desaparecía la sonrisa de la cara de sus estudiantes.
Ya podía asegurar que su clase era relativamente estúpida.
—Antes de que finalice la semana odiaré algo de cada uno de vosotros —Lo supo inmediatamente, mientras les echaba una rápida ojeada. Ni siquiera le gustaban físicamente, así que tampoco sería muy difícil odiar algo de sus personalidades—. Si creéis que existe alguna remota posibilidad de que seáis la excepción, olvidadlo. Y si esto sirve para desanimaros un poco más, sois todos feos.
Empezaron los murmullos entre los alumnos, que se giraban hacia algún amigo –o quizás un desconocido- para quejarse. Uchiha no tuvo que molestarse en mandarlos a callar, fue su propia mirada la que lo hizo. Detectó un par de odiosos chicos en la esquina delantera de la derecha, uno rubio y otro moreno. Algo le decía que no se lo iban a poner fácil.
De todas formas, no es como si eso le supusiese algún problema. Él podía intimidar a cualquiera.
—En mi clase, sólo hablaréis cuando yo os lo diga. Debéis escoger cuidadosamente cada una de vuestras palabras a la hora de dirigiros a mí y no me interrumpiréis en ningún caso. Si lo hacéis, lo mejor que podéis hacer es corregiros a tiempo o desearéis no cruzaros nunca conmigo fuera del colegio, porque os daré una paliza. No voy a tolerar ningún tipo de desobediencia.
La conmoción inundó el aula una vez más, aunque ahora en silencio. Sasuke tuvo que reprimir una sonrisa de satisfacción antes de continuar:
—Diré lo que me dé la gana dentro de estas cuatro paredes, y no me importa lo más mínimo si hiero vuestros sentimientos. Mi propósito no es caeros bien, sino enseñaros. Estáis aquí para aprender.
Una chica menuda de cabello castaño levantó la mano con cautela y Sasuke se quejó mentalmente. Se apostaba cualquier cosa a que iba a decir alguna tontería.
—¿Qué?
—Eh, Uchiha-sensei… Mi madre s-siempre dice que, eh, na-nadie es perfecto.
La miró desde arriba tan fijamente que no pudo evitar encogerse en su asiento, medio escondida bajo su pupitre. Una sonrisa arrogante amenazó sus facciones.
—En mi clase, más os vale demostrar que eso no es cierto.
• • •
—Tío, este curso va a ser un verdadero asco –protestó Uzumaki Naruto—. ¡Joder, nos ha tocado de tutor el peor profesor de toda la escuela!
Suspiró al unísono con su amigo, Inuzuka Kiba, hundiéndose en su asiento. De toda la mala suerte que Naruto podía llegar a tener, le había tocado la peor: el profesor más duro iba a enseñarle las asignaturas más difíciles. Vale que estuviese con sus mejores amigos, pero, ¿no podía haberle tocado aquel profesor tan vago de tutor?
Por lo menos tenía su talento.
—Tiene reputación de ser un completo estirado. Dicen que te mata a trabajar —dijo Kiba con una espeluznante voz, sus ojos abriéndose más a cada palabra y haciendo ademanes con los brazos para dar énfasis—. ¡Y cuando estás tan cansado que no puedes ni pestañear te pone tremendo examen que suspendes inevitablemente! Entonces, te atrapa en sus malignas garras y…
—Sabes que eso es ridículo, ¿verdad, Kiba? –inquirió Nara Shikamaru, un perezoso y autoproclamado genio y uno de los amigos íntimos de Naruto—. No dudo que sea un estirado, pero no creo que ninguno de nosotros llegue a estar atrapado en esas "malignas garras".
—Espero que al menos no sea difícil de mirar, colega. —El rubio inspiró sonoramente, cruzándose de brazos.
—¡Pues yo espero que sea un cardo! ¡Como si un camión le hubiese aplastado la cara! —afirmó Kiba, mirándolo mal. Asintiendo como si estuviese de acuerdo consigo mismo, empezó a morder la esquina de su lápiz.
—Si su cara hubiese sido aplastada por un camión, ahora estaría muerto. El peso le habría destrozado el cráneo —dijo con simpleza otro de los amigos de Naruto, el introvertido Aburame Shino.
—Ojalá, tío. Ojalá.
—De todas formas, ¿por qué quieres que sea feo? –curioseó Naruto, volviendo al tema inicial sobre la apariencia del hombre.
Kiba le señaló con el lápiz en su boca y exclamó:
—¡Porque si resulta que es guapo no dejarás de hablar de él! ¡Hiciste lo mismo cuando te emperraste con Kurenai-sensei, idiota!
—¿Y qué? ¡Estaba buena! Además, tampoco me duró mucho.
—¡No me importa, joder! ¡Decídete de acera, capullo!
—Me quedo con las dos, en ambas se puede follar.
—¿Alguna vez os cansáis de decir las palabras "joder" y "follar"? —intervino Shikamaru, mirando por la ventana.
Los jóvenes en cuestión lo observaron con el ceño fruncido, pero se callaron. No dijeron nada hasta que el silencio se le hizo insoportable a Kiba y tuvo que hablar.
—Oye, ¿dónde está Chouji? —le preguntó a Shikamaru, pinchándole con el lápiz.
El joven suspiró cansado, como si responder a la cuestión fuese tan duro como recorrer todo Japón.
—Está en casa. Tiene gripe, creo. Pero también le ha tocado en nuestra clase.
—Oh, pobrecito —musitó Naruto con una sonrisa de oreja a oreja dirigida a Kiba—, enfermo en casa y sin poder ver a nuestro nuevo y guapo tutor.
—Va a ser feo —contradijo, enfrentándose al rubio con los ojos entrecerrados.
Naruto negó con la cabeza.
—Guapo.
—Feo.
—Guapo.
—¡Será horrible!
—¡Estará buenísimo!
Shikamaru resopló escéptico cuando Kiba empezó a atacar a Naruto con el dichoso lápiz y volvió la vista a la ventana. ¡Qué tontos eran!
Repentinamente la puerta fue abierta y entró por ella un aura asesina que silenció a todo el mundo, incluso a los dos tontos. Naruto y Kiba se sentaron correctamente mientras el hombre, de unos veintipocos, avanzaba con elegancia hasta su mesa. Colocó sus cosas sobre la superficie y luego se dio media vuelta, observando a los alumnos con irritación.
El profesor era un tanto pálido, con ojos negros a juego con el pelo. Su rostro parecía hecho de roca y sus pupilas carecían de sentimiento humano –en realidad, carecían de sentimiento, a secas. Era la perfección en persona: ni un solo mechón despeinado, ni una sola arruga en su indumentaria. Llevaba un traje azul oscuro con una camisa blanca debajo, abierta en el primer botón. Su mirada era dura y exigente, su presencia intimidante. Únicamente con mirarlo sabías que los rumores eran ciertos.
A Naruto, sonriente y erguido en su asiento, le brillaban los ojos. ¡Dios, el tío estaba más bueno de lo que había imaginado! Que le diesen a su mala reputación, su físico le compensaba.
—Escuchad bien, porque sólo lo voy a decir una vez.
El tono frío del hombre consiguió atenuar la expresión encantada del rubio de forma considerable y eso que no había prestado mucha atención a lo que acababa de decir. ¡Aquella voz podía congelar el mismísimo Infierno! ¿Es que estaba intentando darles miedo o qué? ¿No se supone que si eres profesor de instituto te gustan los adolescentes, especialmente si acabas de salir de la Universidad?
—Mi nombre es Uchiha Sasuke y por desgracia estáis en mi clase. No va a ser fácil para vosotros y no tiene nada que ver con que tengáis problemas de aprendizaje: simplemente, todos sois estúpidos. Aquí las cosas se hacen bien, y no hay lugar para las payasadas ni para los errores. Vuestros fallos serán la evidencia de lo estúpidos que sois. No me importa lo idiotas que seáis fuera de mi clase, dentro de ella debéis ser perfectos.
Fue entonces cuando Naruto empezó a preocuparse y, echándole un rápido vistazo a Kiba, supo que no era el único. No es que fuesen estúpidos, pero sí un poco… lentos. El rubio solía pasar de curso a duras penas, ¿y ahora alguien le exigía la perfección? Definitivamente, iba a tener que utilizar su talento.
—Antes de que finalice la semana odiaré algo de cada uno de vosotros. Si creéis que existe alguna remota posibilidad de que seáis la excepción, olvidadlo. Y si esto sirve para desanimaros un poco más, sois todos feos.
—Parece que a tu tutor favorito le han metido un palo de escoba por el culo —susurró Kiba, inclinándose hacia su amigo.
Intentando calmarse a sí mismo, Naruto sonrió con astucia y murmuró:
—Yo seré el próximo que le meta un palo, ya me entiendes.
—¡Qué asco, qué asco! –El moreno se alejó, agarrándose la cabeza con las manos—. ¡Joder, Uzumaki, no quiero saber esas cosas!
—Te está mirando, Kiba —dijo Shikamaru con pereza, y Kiba se calló inmediatamente.
Desalentado por las palabras del profesor, Naruto decidió ignorar el resto del discurso y dedicarse a mirarlo. El hombre era realmente atractivo, el problema era que Naruto no era precisamente "perfecto" en la escuela. Estaba lejos de serlo.
Aunque… El rubio curvó sus labios en una sonrisa perversa.
Siempre había sido bueno en el arte de la seducción. Su encanto no funcionaba con las mujeres —había tenido reparo en admitirlo cuando falló con Haruno Sakura y Kurenai—, sin embargo, arrasaba entre los hombres. Con su coqueteo había conseguido innumerable cosas: entradas gratis para el Parque de Atracciones de Odaiba y para conciertos en Harajuku, montones de CDs y camisetas gratis en las tiendas de Shibuya 109, y mucho más. Nunca antes había seducido a un profesor, pero dudaba que fuese diferente.
Además, ¡era Uzumaki Naruto!, el chico rubio y de ojos azules al que ningún hombre podía decir que no. ¿Y qué si el dios del sexo al frente de la clase mostraba tantas emociones como una pared? ¡Podía hacerlo!
—Eh, Uchiha-sensei… —comenzó una tímida chica de melena castaña—. Mi madre s-siempre dice que, eh, na-nadie es perfecto.
Naruto contempló cómo Uchiha la perforaba con la mirada hasta que se encogió en su asiento, medio escondida bajo el pupitre. Podía jurar haber visto el rastro de una despectiva sonrisa mientras contestaba.
—En mi clase, más os vale demostrar que eso no es cierto.
—¡¿Qué coño?! ¿Está hablando en serio? —soltó Kiba, incapaz de guardárselo para sí. Zarandeó a Naruto por los hombros, lleno de pánico—. ¡Estamos muertos, tío! ¡Muertos!
No tenía que repetírselo dos veces.
• • •
—Mira, no me importa lo bueno que creas que está, ¡es un jodido monstruo! —se quejó Kiba, apuntando a Naruto con sus palillos.
Era la hora del almuerzo y, por miedo a regresar tarde al aula, el grupo había decidido comer en ella en vez de en la azotea. Kiba había estado hablando del profesor desde que éste se había marchado por la puerta para ir a comer e incluso Shino y Shikamaru habían sentido la necesidad de dar su opinión sobre el tema.
—¿No estás por lo menos un poco intimidado por lo que ha dicho?
—Dudo que Naruto haya escuchado la mitad de la charla —terció Shino mientras el aludido se llevaba a la boca un trozo de sushi—. Por la cara que tenía, yo diría que estaba en las nubes. Por eso ahora está así.
—¿Cómo iba a ser capaz de escuchar lo que decía? –exclamó Naruto después de tragarse la comida—. ¡Es la personificación del sexo! Además, aunque su voz es sexy, también es bastante distante. No le pega.
—A ese capullo le pega perfectamente —contradijo Kiba.
Shikamaru asintió.
—Por primera vez, estoy de acuerdo contigo.
—Nah, estáis ciegos —respondió el rubio, agitando sus palillos en el aire como para descartar las palabras de sus amigos-. Si miráis su cara atentamente, os daréis cuenta de que la voz no le va nada.
—Y claro, tú la miraste muy atentamente.
Naruto asintió mientras Kiba lo observaba con suficiencia.
—¡Por supuesto! Tenía que memorizar su rostro perfectamente para cuando me la sacuda más tarde. Así podré imaginar su cara contraída por el placer mientras le embis—
—¡Qué asco, qué asco! ¡Cierra el pico, idiota, estoy comiendo!
—Mm, y yo lo único que quiero comer es una deliciosa ración del atractivo Uchiha-sensei —indicó Naruto, emitiendo un gemido mientras Kiba parecía apunto de tirarle una silla a la cabeza.
En vez de eso, el moreno se giró hacia sus otros dos compañeros y gritó:
—¡¿Por qué estáis tan tranquilos?! ¿No lo habéis escuchado? ¡¿No habéis escuchado lo que ha dicho?!
—Nosotros sabemos cuando dejar de prestarle atención —contestó Shino.
—Ah, ¿por qué no nací yo con esa habilidad? —se lamentó, arrugando la frente ante la expresión feliz del rubio.
Naruto se recostó contra el respaldo de su silla, con su fiambrera completamente vacía, y suspiró con satisfacción. Cerrando sus ojos lentamente, habló bajito, demasiado vago para hacerlo más alto.
—Hoy deberíamos ir a Shibuya.
Shikamaru arqueó una ceja ante la tranquilidad del chico, cruzó los brazos sobre la mesa y apoyó su cabeza en ellos como si se tratasen de una almohada. Preguntó:
—¿Por qué?
—¿Es que se necesita un motivo? Es mejor que sentarse sin hacer nada todo el día.
—Naruto, hasta yo me doy cuenta de que hay algo más –declaró Kiba.
Se acercó a Naruto y entrecerró los párpados como si estuviese examinándolo. Él abrió uno de sus ojos con desgana, dándole un vistazo rápido, y luego volvió a cerrarlo, disfrutando del calor de los rayos de sol que se colaban por la ventana.
—Ah, tío, debo de estar perdiendo facultades si incluso Kiba puede notarlo.
—Cállate, Ricitos de Oro —refunfuñó el moreno, sonrojándose un poco—. Sí, a veces soy un poco lento, ¿y qué?
—¿Y por qué quieres ir? —inquirió Shino, dándole un codazo. De alguna manera, le había llamado la atención.
—Tengo la sensación de que voy a ver a Sasuke.
—¡Vaya, pero si ya lo llamas por su primer nombre, Naruto! —exclamó Kiba, socarrón. Golpeó la tabla de su pupitre con la palma de la mano, haciendo que el bento con restos de comida se moviese ligeramente— ¡No puedes referirte a Uchiha-sensei de esa forma sólo porque hayas desarrollado una percepción extrasensorial con él, Ricitos de Oro!
Sonrió ampliamente, abriendo sus ojos y contemplando a Kiba con un brillo diabólico en sus ojos azul cobalto.
—Únicamente lo llamaré Uchiha-sensei durante nuestras sesiones de sexo fetichista en plan profesor-estudiante.
—¡Ya empiezas! —Kiba se levantó y se sentó más alejado del rubio—. Joder, ¿es que ese cabrón no podía ser feo?
—Eh, chicos, ¿qué os contáis?
Naruto apartó la mirada de Kiba para encontrarse a Ino, Sakura y Hinata de pie observándoles con simpatía. Inspeccionando en aquel momento a la del pelo rosado, Naruto casi se preguntó por qué habría estado colado por ella. No porque Sakura fuese una mala persona, sino porque era demasiado… dulce para su gusto. Justo lo contrario que Sasuke.
—Estábamos comentando que podríamos ir a Shibuya después de clase —explicó Shikamaru.
Las tres chicas cogieron asiento alrededor de sus compañeros. Con la mención de Shibuya, Ino pareció animarse.
—¿A Shibuya? ¿En serio? ¡Qué coincidencia! Sakura, Hinata y yo también lo estábamos pensando. ¡Podemos ir todos juntos! ¡Será divertido!
—No deberíais pasar mucho tiempo con Naruto. Hacedme caso —empezó Kiba—. No deja de hablar de Uchiha-sensei. Sólo vamos porque piensa que se lo va a encontrar por el camino.
—¿A ti también te gusta Uchiha-sensei, Naruto? –cuestionó Sakura con voz edulcorada, risueña e inclinando su cabeza ligeramente.
Naruto asintió vehemente, suspirando alegre.
—Es el dios del sexo, colega.
—¡Es mi dios del sexo, Uzumaki! —rugió Sakura, atrapando a Naruto por el cuello de su camisa y sacudiéndolo como si fuese una muñeca de trapo.
El resto del grupo empezó a reír mientras el rubio intentaba, sin éxito, deshacer el agarre de Sakura. Después de que prácticamente lo hubiese aniquilado, lo soltó y volvió a su silla mostrando una mueca amable.
—De todas formas, creo que deberíamos ir todos juntos a Shibuya —dijo ella—. No tenéis nada que hacer, ¿no?
Todos negaron con la cabeza.
• • •
—Entonces, ¿cómo es tu tutoría, Sasu-chan? —interrogó el compañero y amigo de Sasuke, Hatake Kakashi, pasando un brazo sobre los hombros del más joven.
Después de haber terminado de comer, se habían sentado a esperar en la sala de profesores a que terminase el descanso para el almuerzo. Sasuke se deshizo del brazo de Kakashi, mirándolo con desagrado.
—Ni se te ocurra volver a llamarme así —refunfuñó.
—¿Tan mal te fue? —preguntó, acercando su silla y sentándose al revés, con el torso reclinado contra el respaldo.
El moreno se volvió hacia Kakashi, cruzándose de brazos.
—En realidad no. La mayoría me cogió miedo.
—Déjame adivinar —Levantó la mano—. ¿A que el resto o te adora o quiere hacerlo contigo? Por eso estás de los nervios, ¿no?
—Como si necesitase a alguno de ellos dándome guerra por fuera del colegio tan sólo para verme —soltó, airado—. Si tengo que ir a disculparme por el comportamiento de alguno de estos niñatos, te juro que voy a joderles.
—¿Vas a joderles por detrás?
El de pelo negro lanzaba cuchillos con la mirada, sus manos cerradas en puños.
—No, joder.
—¡Oye, Uchiha! —llamó Shiranui Gemma, otro profesor, deslizó su asiento hasta ellos. Se quitó el palillo de la boca y apuntó con él a Sasuke—. ¿Ya sabes en qué lado vas a batear?
—¿En qué lado? —repitió Kakashi, levantando una ceja, obviamente entretenido con las formas del moreno. Sonrió alegre y musitó-. ¡Está claro que Sasuke es gay!
Gemma rió entre dientes, con los hombros subiendo y bajando, y se volvió a meter el palillo en la boca. Uchiha le dio un trago a su té verde helado, eligiendo sabiamente ignorar a los dos idiotas.
—Bueno, siempre pensé que Sasuke parecía un mujeriego.
—¿Un mujeriego? –repitió una vez más Kakashi, consiguiendo provocar un tic en un ojo de Sasuke, ya algo enfadado—. Va a ser que no. En todo caso, perecería un chulo.
—¡Es lo mismo!
—Para nada. El chulo tiene sus propias putas, el otro…
El té de Sasuke salpicó todo el lugar y tanto Kakashi como Gemma dieron un salto de la impresión. Sostuvo la lata aplastada en su mano, con los ojos resplandeciendo de rabia al mascullar:
—¿Que parezco qué?
—Eh… ¿pareces un dios del sexo gay y quiero metértela? —intentó Gemma, con las cejas alzadas como si creyese haber dicho lo correcto.
Sasuke se puso en pie, los puños tensos y la vista fija en el moreno.
—¡Voy a partirte la cara, Shiranui!
—Me pregunto cómo será —respondió contemplativamente, cruzando los brazos sobre su pecho y examinándolo desde abajo.
Uchiha sonrió con malicia, agarrando la camisa de Gemma con fuerza.
—No te va a gustar.
—Joder, ¿qué hago? ¿Corro?
—Demasiado tarde.
• • •
—¡Shiranui-sensei! —llamó afectuosamente una chica de cabello largo y negro a Gemma, levantándose de su silla, cuando el profesor regresó a su aula arrastrando los pies con cierto aire miserable.
La miró despacio, incapaz de moverse más rápido por el dolor, y ella, asustada, lanzó un gritito.
—¿Qué le ha pasado, Shiranui-sensei? ¡Está horrible!
Él forzó una sonrisa.
—No ha pasado nada —respondió, haciendo un ademán con la mano para restarle importancia al asunto, pero sintiendo punzadas a lo largo de su brazo-. Se me cruzó en el camino un Uchiha cabreado, eso es todo.
• • •
Ni hacía falta decir que Sasuke estaba quemado cuando volvió a su clase.
No solía darle una paliza a nadie por decir algo que no le hiciese gracia. Pero, últimamente se mosqueaba más de lo normal cuando la gente lo trataba como un colega. Sólo se lo permitía a Kakashi, y de hecho era porque el de pelo plateado no dudaría en dejarlo inconsciente si se enfrentaban.
¿Es que tenía pinta de ser un tipo sociable?
...Bueno, vale, quizás esa mala impresión se debía a que precisamente era profesor. No obstante, no le gustaba su trabajo. En Japón estaba muy bien considerado dedicarse a la enseñanza, sobre todo en un colegio privado; y si había algo importante para Sasuke, era ser bien considerado. Debía ser el mejor en todo. Sería su clase la que sacaría, otra vez, la mayor puntuación de examen entre todos los demás porque era el mejor profesor que había. No era simpático, pero era el mejor. Siempre lo había sido. Era su obligación.
—Mm… ¿Sensei?
Sasuke levantó la cabeza y sus ojos se desplazaron hasta el origen del sonido. Era uno de los odiosos chicos, el rubio. Le brillaban los iris azules, como si por alguna razón estuviese complacido, y movía su mano como un idiota para captarle la atención. Su piel era morena, con un toque de color caramelo, y su pelo rebelde casi parecía rubio natural, consiguiendo que Sasuke se cuestionara si realmente habría nacido en Japón.
Las pestañas enmarcaban los intensos ojos con perfección; y el hecho de que tuviesen tal longitud podría haber resultado en una combinación extraña, pero no era así. Tenía tres delgadas líneas en cada mejilla, parecidas a cortes de cuchilla, y los labios eran de un rosado claro. Uchiha entrecerró sus ojos sin dejar de mirar al chico, advirtiendo una sensación familiar en el estómago. Lo odiaba. ¡Oh, Dios, cómo lo odiaba!
—¿Qué?
El rubio pareció quedarse un poco desconcertado por el tono frío, echándose hacia atrás involuntariamente y ya con el brillo de sus pupilas apagado en cuanto se levantó. Su rostro se mostró disgustado sin que pudiera evitarlo y al final terminó respondiendo con irritación.
—¿No va a preguntar nuestros nombres?
—Lo hice cuando pasé lista, ¿no?
—Pero no nos miró —señaló, recobrando el fulgor de su mirada—. ¿No quiere conocernos mejor?
Uchiha observó al rubio, que le miraba sin borrar se sus labios su sonrisa inocente. Ese idiota sabía perfectamente lo poco que le importaba conocer a sus alumnos. Reprimiendo el impulso de empezar una discusión con el chico, dijo:
—De acuerdo. Voy a decir esto despacio porque sé que tenemos retrasados en clase que no lo entenderían de otra forma.
Unas cuantas chicas tuvieron que taparse la boca con la mano para disimular la risa. Sasuke se metió las manos en los bolsillos.
—Iremos de fila en fila y cada uno dirá su nombre para que pueda conoceros mejor —contempló fijamente al rubio, quien frunció el ceño mientras volvía a sentarse—. Empiezas tú, esquina delantera derecha, junto a la ventana. Vamos a ir horizontalmente.
Una cabeza se alzó con lentitud de entre los brazos recogidos, tenía los párpados medio abiertos. Con la voz suficiente para ser escuchado, murmuró:
—Mi nombre es Nara Shikamaru.
Después volvió a la posición anterior, la cara apoyada contra sus brazos como si se tratasen de una almohada improvisada.
—Somos un poco perezosos, ¿eh, Nara-kun? —mencionó el profesor, encontrándole un parecido con Kakashi. Si se conociesen, seguramente se llevarían muy bien—. En fin, si eres listo, eso es lo de menos. ¡Siguiente!
—¡Me llamo Inuzuka Kiba! —exclamó orgulloso el amigo del rubio, apuntándose a sí mismo con el pulgar y sonriendo abiertamente—. Me alegro de est—
—Sí, yo también voy a odiarte —cortó Sasuke. A Kiba se le fue la sonrisa y se quedó boquiabierto—. Ya sé que no te caigo bien y, francamente, no podría importarme menos. Así que, no pretendas lo contrario, es insoportable. ¡Siguiente!
Kiba se desplomó en su asiento, resopló y susurró bajito:
—Tío, es un gilipollas.
Naruto se olvidó completamente de que era él el siguiente y, en vez de presentarse a sí mismo, respondió al comentario de su amigo sin evitar una carcajada.
—Pues, no me importaría chupársela —murmuró, formando un juego de palabras con el insulto elegido por Kiba.
—¡Dios, eres un repelente!
Apartó a Naruto con un empujón en el hombro, que se divertía con la propia reacción del moreno. La risa fue muriendo despacio, a la vez que se dibujó una sombra sobre su pupitre. Los ojos claros del adolescente subieron hasta clavarse en los negros del profesor, visiblemente enfadado.
—Oye, anormal, ¿no sabes lo que significa "horizontal"?
Naruto arrugó el ceño, enfadado, y replicó:
—Sí, significa "ir de lado, de derecha a izquierda o viceversa". ¡No soy estúpido!
—Y si estamos empezando desde tu izquierda, se supone que la persona a la derecha de Inuzuka-kun será la siguiente, ¿no?
—Sí, ¿y qué?
—¿Quién está a la derecha de Inuzuka-kun?
Dándose cuenta de repente de que no sólo era él el siguiente, sino de que no le estaba dando una buena impresión al hombre que iba a seducir, Naruto se levantó y enseñó su más encantadora sonrisa. Llevó su mano derecha hasta su frente a modo de saludo militar.
—¡Soy Uzumaki Naruto, sensei! —dijo alegre.
Sasuke curvó sus labios en una mueca siniestra mientras ojeaba a su alumno. La sonrisa del rubio era deslumbrante y esos malditos ojos… ¡cómo le habría gustado arrancárselos! Eran tan azules que parecían el cielo de algún caluroso día de junio, con aquella chispa imitando el brillo del sol. ¡Era repugnante! Odiaba al chico. Lo odiaba. Ese año lo iba a pasar bien, estaba seguro. Iba a hacer de la vida de Uzumaki un infierno.
—Muy bien, anormal, ya te odio. ¡Siguiente!
—¡Un momento! —exclamó Naruto, moviéndose para volver a estar dentro del campo de visión de Sasuke. Golpeó su mesa con la mano abierta—. ¡Te he dicho que mi nombre es Uzumaki Naruto! ¡¿Por qué me llamas "anormal"?!
—Ya lo expliqué antes —habló, perdiendo aquella media sonrisa—. No me importa si hiero vuestros sentimientos, diré lo que quiera. Ahora, siéntate. ¡Siguiente!
El rubio se cruzó de brazos en una pose desafiante.
—No me voy a sentar. No hasta que retires eso que me has llamado.
La tensión del ambiente se multiplicó por diez cuando los dos se quedaron mirando en silencio. Los minutos pasaron y ambos permanecieron quietos, el resto de la clase en silencio. Un débil escalofrío recorrió la espalda de Naruto ante la intensidad de la mirada, pero se negó a volver a su silla. ¡Dios del sexo o no, nadie insultaba a Uzumaki Naruto y salía impune!
—¿Dónde vives, Uzumaki-kun?
El joven parpadeó confundido. La pregunta le había cogido con la guardia baja, sobre todo por lo tranquila y lo llana que había resultado la voz. Respondió con duda.
—En Yoyogi Uehara…
—Olvídalo. La dirección debe de estar en tu expediente —Volvió la mueca perversa mientras se burlaba—. Eres mío, Uzumaki-kun. Siguiente.
Se quedó sin respuesta, asombrado. ¿Era de Sasuke? ¿Se refería a…?
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una mano atrapó su brazo y tiró de él hasta sentarlo de nuevo. Se volvió hacia Kiba y Shikamaru, que lo miraban como si se hubiese vuelto loco, pero el todavía no veía cuál era el problema. ¡Sasuke le había dicho que era suyo! ¡Básicamente, le había confesado que se lo quería tirar! ¿Qué pega había con eso?
"Tienen que ser mis ojos", pensó Naruto con una sonrisa triunfal en sus facciones mientras se recostaba en la silla. Era el primer día y todo le salía redondo, ¡y sin apenas esfuerzo! Kiba parecía estar a punto de explotar.
—¡¿Estás loco o qué?! —exclamó con voz queda y los ojos muy abiertos—. ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?!
—Ah, ya sé —musitó Shikamaru ligeramente entretenido—. ¿Crees que quiere acostarse contigo?
—Pues claro —respondió Naruto, enarcando una ceja ante la cuestión. Se inclinó todavía más hacia atrás y subió las piernas al pupitre, ignorando la mirada asesina que le dedicó Uchiha justo después—. ¿Qué otra cosa iba a ser? Son mis ojos, colega, te lo dije. Son una bomba. Ni los más estirados pueden resistirlos.
—¡Idiota, lo que quería decir es que va a joderte! —dijo entre dientes, al borde de un ataque de nervios.
Aún así, Naruto no lo comprendió.
—Sí, sé que va a joderme, y va a ser fantástico. No lo pillo.
—¡Va a pegarte!
—¿Va a pegarme mientras lo hacemos?
Kiba dejó caer la cabeza contra su mesa en un golpe seco. Shikamaru bostezó y luego se dirigió al rubio.
—Naruto, quiere darte una paliza. Y va a ganar.
—¡¿Qué?! —pronunció en voz alta, bajando los pies del pupitre.
Fue la primera vez que se dio cuenta desde que empezó a hablar de la mirada fulminante de Sasuke, que lo hizo callar inmediatamente. Empezó a encogerse en su sitio, incluso a sabiendas de que no debía parecer intimidado. Uchiha sonrió y Naruto tuvo que admitir que, a pesar de lo malicioso que llegaba a resultar, era embriagador. Adoraba esa sonrisa.
—Ah, sí, Uzumaki-kun —repitió—. Definitivamente, eres mío.
Notas de autora: ¡y parece que hemos llegado al final del primer capítulo! ¿Qué os parece? La verdad es que las partes que más disfruto escribiendo son las de Naruto (y las de Kiba). Sasuke es más difícil, pero creo que puedo con él. Y no os preocupéis, Naruto no le va a coger miedo ni nada. Más bien al contrario. Ya veréis en el próximo capítulo, je, je, je…
Me haría mucha ilusión saber vuestra opinión, si os ha gustado o no. Si no os ha gustado, ¡decidme por qué, por favor! ¡Dadme vuestro punto de vista! Tan sólo con pensar que habéis gastado vuestro tiempo dejándome algún review… bueno, me emociona mucho.
Notas de traductora: ¡fiuu! Supongo que intimida un poco tanta jerga y tantos insultos, pero espero que nadie se haya ofendido con ello, ¡no es mi intención ni la de la autora! No sé si os ha gustado o no, pero cualquier cosa negativa, seguro que es por mi culpa –soy yo la traductora, al fin y al cabo-, así que lo siento mucho si no os agrada algo. Y si veis algún error o cualquier cosa, por favor, decídmelo.
Y ojalá enviéis reviews porque, aunque esto sea una traducción, voy a hacérselos llegar a la autora y ella va a estar supervisando todo esto. Además, contestaremos por mensajería privada (quien tenga cuenta en la página) o por e-mail.
Es muy posible que haya una actualización el próximo lunes. ¡Hasta entonces!
