Oh cruel destino ¿Por qué eres tan sabio? ¿Por qué te manifiestas cuando menos lo esperamos? No es casualidad que bajo el manto de una noche de verano, aquellos jóvenes, descubrieran la importancia del amor, y lo peligroso que este podía llegar a ser.

En una mansión ubicada en las afueras de Wiltshire padre e hijo discutían por la relación prohibida del muchacho.

Éste no se veía dispuesto a renunciar a la mujer que amaba. Era cierto, no estaban destinados a estar juntos, pero como dije anteriormente ¿Acaso el destino no es sabio? Por supuesto que lo es. A pesar de las diferencias, entre personalidades, niveles sociales y hasta sangre, se amaban. Y no les importaba admitirlo. Su amor era prohibido, si, pero no imposible. Incluso si tuviese que luchar con medio mundo, para estar juntos, lo haría. Tarde o temprano, sus padres lo aceptasen o no, volvería a verla, y cuando ese día llegase, no la dejaría escapar. La cuidaría sin importarle las barreras de la muerte, por que ella era la extensión de su alma, ella era todo lo que amaba, ella le dio una vida. Ella, ella, ella. Eso era lo único que rondaba en su cabeza.

-Desde siempre lo supiste Draco ¡Pactamos con los Greengrass que te casarías con Astoria a tus 20! ¡No permitiré que por una maldita sangre sucia…! -Pero Lucius no pudo continuar ya que se vio amenazado por la varita de su hijo, la cual apuntaba directo a su corazón.

-Nunca…te atrevas…a referirte a ella… de esa vulgar manera –amenazó colerizado, tratando de modular lo más que pudo la anteúltima palabra, con fin de avergonzar a su padre, cosa que por más que trató, lo único que consiguió fue aumentar la ira de su progenitor.

-Y la defiendes como si fuese digna de ti, que bajo has caído hijo mió.

-De hecho, he salido del pozo en que tú me hundiste, con su ayuda.

-Cada vez me das más asco.

-¡Lucius! –Intervino Narcisa - ¡No creo que sea necesario ser tan drástico con él!

-¿Lo defiendes Narcisa? ¿Lo defiendes después de su traición? Bien sabes que detesto a los traidores a la sangre, y eso es en lo que se convirtió tu hijo, es un asqueroso traidor.

Las palabras de su marido se clavaron cual puñales en su corazón. Se encontraba entre la espada y la pared. Entre el amor a su marido y el amor a su hijo. Pero... ¿Hace cuanto tiempo ya que solo estaba con su marido por comodidad? Desde aquella noche en la casa del mortífago que vivía en la calle de la hilandera, su mundo había dado un vuelco.

Draco no se había movido ni un centímetro, seguía apuntando con odio hacía su padre. Siempre lo había admirado por su astucia y poder, pero cuando la conoció a ella, aprendió muchas cosas sobre los valores, como por ejemplo, que la valentía es más que la astucia, y el amor es más que el poder. Se preguntaba ahora, con sus diecinueve años; si fuese ahora la ceremonia de selección ¿Terminaría en slytherin otra vez? No, eso era seguro. Seguía siendo astuto y algo ambicioso, pero había entendido que las diferencias con los demás no estaban para hacer superior o inferior a alguien, si no para aprender de la otra persona.

Otro mérito de ella ¿Por qué había llegado a su vida? Por una simple casualidad. Y asi volvemos al principio, nombrando al destino y la inteligencia del mismo.

Estaba en su sexto año de hogwarts. Había mentido sobre su salud, alegando que estaba enfermo, para poder pensar y no tener que asistir a ese estúpido partido de Quidditch. Tenía que matar a Dumbledore… tenía que hacerlo. Pero no quería. Claro que no, no quería manchar sus manos con sangre. El viejo nunca le había caído bien, pero nunca llegaría al extremo de asesinarlo. Odiaba a su padre, por haberlo metido en eso. Seguro que si él no se hubiese metido en ser mortífago, tampoco tendría que serlo él. Maldito su padre, maldita su vida, maldito él, maldito todos.

Quien sabe cuanto tiempo se paso pensando maldiciones e insultos, cuando escucho que abrían la puerta del aula en la que estaba refugiado.

Era una muchacha, de pelo rizado y castaño. La conocía perfectamente. Era la asquerosa sangre sucia amiga de Potter y Weasley, Hermione Granger. La estúpida que se había creído lo suficientemente importante como para golpearle en tercer curso.

Iba a salir de su escondite para gritarle toda una sarta de insultos, para desquitarse en ella, cuando notó que estaba llorando. Sintió una punzada en su pecho. Nunca antes la había visto llorar. Sacó su varita y pronunció un hechizo, luego aparecieron varios canarios. Entonces entró potter.

-¡Hermione!

¿Qué rayos sucedía? No pudo evitar preguntarse Draco. Decidió no permitir que notasen su presencia, asi podría saber por que Granger lloraba.

-¡Hola, Harry! –Lo saludó ella con voz crispada –Solo estaba practicando.

-Si, ya veo…son…muy bonitos.

Vamos Potter, no seas tan estúpido por una vez en tu vida, y pregúntale que le sucede.

-Ron lo está pasando de maravilla en la fiesta –dijo ella.

¿Ron? ¿Se refería a Weasley? ¿Qué tenía que ver ese infeliz con que ella llorase?

-hum… ¿Ah, si?

-No finjas que no lo has visto. No puede decirse que se estuviera escondiendo, ¿No?

Definitivamente, el pobretón tenía que ver con su llanto. ¿Cómo se atrevía a hacer llorar a Granger? Se suponía que era su amiga. Estaba decidido, le haría la vida imposible a la comadreja, por darse el lujo de hacer derramar lágrimas a una mujer tan rígida como la que era Granger.

En ese instante se abrió la puerta, dejando entrar a Weasley riendo y arrastrando a Brown de la mano. Fue entonces que entendió todo.

-¡Oh! –dijo el muchacho, y se paró en seco al ver a sus amigos.

-¡Uy! –Exclamó Lavender, y salió riendo del aula. La puerta se cerró detrás de ella.

En ese momento, se impuso un silencio tenso e incómodo. Granger miraba fijamente a Weasley, mientras éste eludía su mirada.

-¡Hola, Harry! –Dijo ignorando a la muchacha -¡No sabía donde te habías metido!

Yo que tú Granger, le lanzó un imperdonable por tal descaro. Pensó el rubio.

Como si hubiese escuchado los pensamientos de Malfoy, Hermione bajó del escritorio donde estaba sentada, con un movimiento lánguido. La pequeña bandada de pájaros dorados siguió gorjeando y describiendo círculos alrededor de su cabeza, dándole aspecto de una extraña maqueta del sistema solar con plumas.

-No dejes a Lavender sola ahí afuera –dijo con calma-. Estará preocupada por ti.

¡Vamos, Granger! ¿Es todo lo que tienes?

Caminó despacio y muy erguida hasta la puerta. Weasley parecía aliviado de que no hubiese ocurrido nada peor. Por que aún no te me has enfrentado Comadreja, no sabes lo que te espera…

Fue entonces cuando Hermione exclamó:

-¡Oppugno!

La bandada de pájaros salió disparada como una ráfaga de balas doradas hacia Weasley, que soltó un grito y se tapó la cara con las manos, pero aún así los pájaros lo atacaron, arañando y picando cada trocito de piel que encontraban.

¡Eso es a lo que me refería, Granger!

-¡Hermione, por favor! –suplico el pelirrojo.

¡Das lástima, pobretón!

La muchacha, lanzándole una última mirada rabiosa y vengativa, se fue del aula.

Sintió el impulso de seguirla, pero Potter y Weasley seguían allí. Esperaría a que se fueran y la buscaría. No sabía por que, pero la ira que hacía un rato sentía despareció, y fue reemplazada por… ¿Compasión? ¿De una sangre sucia? No, no podía. No debía. Al diablo con lo que debía hacer o no, ya estaba tan harto de sus deberes como sangre limpia, como un Malfoy, como un mortífago. Al diablo todo, ¿Quería hacer sentir mejor a una sangre sucia? Lo haría.

Y gracias a ese arrebato, nuestra historia tomo color.

Potter y Weasley salieron del aula. El estúpido del pobretón seguro seguiría con Brown. Potter iría a su sala común, seguro estaba de ello. Pero, Granger estaría en la biblioteca, ese sería su refugio.

Salió con disimulo, y se dirigió a la biblioteca. Como había previsto, Granger estaba ahí. Sentada en una de las mesas, con un libro abierto, disimulando leer, aunque una que otra lágrima furtiva se le escapaba.

-Granger. –Le llamó.

Ella levantó su mirada hacia él, y se incorporó de inmediato. Se secó las lágrimas, cerró el libro y se levantó decidida.

-¿Qué haces aquí Malfoy? –Le espetó con furia.

-¿Lloras por Weasley? –dijo alterando totalmente a la muchacha.

-¿Qué? –le miró confundida –Como es que…tu…Ronald estaba… ¿Cómo? –tartamudeo.

-Te vi, llorar en el aula, estaba ahí, escondido.

-¿Qué? ¿Estuviste espiando? ¡Maldito seas Malfoy! –Gritó furiosa.

-No desperdicies tus lágrimas en él, créeme, no vale la pena. –Dijo Malfoy dándose la vuelta para irse.

Hermione estaba aturdida. ¿Qué le acababa de decir?

-¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que él no vale la pena? –Aún enfadada.

Draco sin molestarse en darse la vuelta, contestó:

-Una chica valiente, inteligente y linda como tú, no tiene que llorar por una estúpida comadreja.

Apenas soltó esas palabras, se arrepintió de decirlas. ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba reconfortando a Hermione Granger? Oh merlín, ella era la amiga de potter, era sangre sucia, una insufrible sabelotodo, un ratón de biblioteca, una hermosa muchacha…Espera, no. Debía irse de allí, esas punzadas en su pecho no le agradaban para nada.

Hermione, conmocionada por las palabras del rubio, sin importarle su ego, susurró:

-Gracias.

Sintió una euforia tal al escuchar el susurro de la chica, que se hubiese puesto a saltar como un frenético. ¿Por qué le agradaba tanto que ella este agradecida de él? No lo sabía.

Pobre iluso, ¿Acaso no notaba que el destino estaba mostrándole un nuevo camino, una escapatoria, un final feliz? Lo notaría de una forma u otra.

Se volteo a mirarla de arriba a abajo. Era tan hermosa. Se fue acercando poco a poco a ella.

-Malfoy, ¿Qué haces? –Al notar la cercanía del chico.

Draco hizo caso omiso a la pregunta de la castaña, y se siguió acercando. Cuando tan solo estaban a un paso de distancia, la rodeo con un brazo por la cintura y la atrajo hacia él. La observó unos segundos. Tenía los labios entre abiertos de la sorpresa. Con su otra mano acarició su mejilla, y cerca de su oído le susurro.

-Buscó un nuevo camino, una escapatoria. Mi final feliz. – Habló por el destin, y sin más rodeos la besó.

Apenas sus labios se rozaron, hermione se petrifico. Malfoy, aquel Malfoy que la odiaba por ser sangre sucia y por ser amiga de Harry ¿Besándola? ¡Oh, Merlín! ¡Que mal sonaba aquello! Pero… que bien se sentía. ¿Por qué logró que olvidase a Ron por unos instantes? ¿Es que acaso Malfoy sentía algo por ella? O aún pero, ¿Ella sentía algo por Malfoy? No lo sabía, pero estaba dispuesta a descubrirlo. Correspondió su beso. Y por el largo rato que se estuvieron besando, dejaron atrás el mundo. Dejaron atrás a los mortífagos, a Voldemort, a Dumbledore, sus misiones, sus amigos, Hogwarts, y todo aquello que significase algo en sus vidas, desapareció.

Estuvieron un largo rato, juntos, pero se separaron para respirar, y volver a la realidad.

¡Que Merlín la protegiera! ¡Acababa de besar a Malfoy! Si tan solo Harry o Ron se enterasen, no se lo quería imaginar. Aunque, poco le importaba lo que Ronald opinase, todo lo contrario, amaría que la viera besandose con Malfoy. Asi sentiría aquel veneno que invadió su corazón, al verlo en brazos de otra mujer. Aunque Harry era otro tema. Ese año se había mostrado bastante interesado en lo que hacía o no Malfoy, realmente la asesinaría. Pero no tenía porque contárselo. Solo había sido un impulso, y ella se vio correspondiendo. Eso era todo, y ahí había terminado.

Oh cruel destino, ¿Por qué engatusaste de tal manera a esta pobre joven? ¿Acaso creía que ese era el fin de su historia con el muchacho? ¡Oh, que equivocada estaba!