Ok, a pedido de algunas chicas, posteo acá esta historia, o técnicamente, mi sueño (porque esta historia en parte la soñé lol).

La historia es un mundo paralelo de la historia "global mpreg", en la cual los hijos de Scarlett sí están vivos.

Para los que no conocen esa historia, pues, yo al menos les sugiero lean al capítulo 30: "El juego de Scarlett" de VeroVortex para entenderla —aunque he intentado explicar lo mejor posible todo—.

Ojala les guste. Me enamoré más de Scarlett escribiendo esto. La amo, es mi personaje favorita ;w; así que si hay alguien que también le gusta la chica, además de leer esto, puede leer mis otros fics de ella.

Finalmente, ¡que lo disfruten!


Anterior a un sueño

Mucho tiempo había transcurrido desde que Scarlett, la princesa cautiva en una jaula de oro, había empezado a ayudar a Aurora con sus viles planes. Vengarse de los Kirkland era algo que ella anhelaba más que cualquier sueño impalpable de amor no correspodido; y ahora, con ayuda de la bruja milenaria, sabía aquello pronto sería una realidad.

Como el títere que había sido de sus hermanos, ella por primera vez y por voluntad propia, había decidido que ya no deseaba ser gobernada por los hilos de brujos y caballeros, con libre albedrío ella era la nueva gobernante.

Su meta sincera era el volverse una persona y no lo que le habían impuesto desde su nacimiento: un triste y hueco "ente", una muñeca sin corazón donde sus hermanos podían colocar todo su poder y cariño cuando lo deseasen; ignorando sus verdaderos deseos de ver el mundo que se abría ante sus ojos.

"¡Demostraré que valgo!"

Pero, extrañamente las cosas cambiaron con el tiempo. ¿Cuánto podía cambiar una hueca muñeca? La vida que le parecía dura y agobiante de repente había tomado un giro impredecible.

Poco a poco sentimientos y sueños se embarcaron hacia su corazón; aflorando y materializándose como si fueran rosas en un basto Edén eterno el cual no sufriría el destino del dolor y la soledad de no obtener lo que se le prometió, ser el mundo de los elegidos.

Mutó por sí misma y olvidó las promesas pasadas. No supo cuándo pasó si quiera, pero en su corazón ya habían entrado tres pequeños seres los cuales sin la necesidad de hablar, podían expresar muchas cosas; entre ellas, cuanto la amaban.

Y quizás sabía que no eran aquellos chicos a quienes a pesar de todo seguía amando con devoto cariño —porque así había sido ideada—, mas un nuevo tipo de amor se alojó en su corazón rápidamente para nunca más ser alejado, incluso aun si la muerte cruel llegaba.

Eran sus "tres regalos" los cuales el mundo con un poco de cariño o maldad, le había otorgado

Sus amados hijos.

Desde hacía mucho tiempo que había tenido al primero, formando al principio parte del cruel plan de Aurora.

Era idéntico a Scott, con unos intensos ojos verdes y con sus pequeños cabellos rojos haciendo una perfecta combinación; como si miles de flores fueran pintadas y lo decoraran sólo a él. "Wallace", el nombre heroico que después de largo tiempo se dignó a darle, se volvió su primer gran amor atesorado.

—Salvador del odio—

El segundo fue el hijo de Thomas. Tenía el cabello caoba con un menguante tono rojizo, unos bellos ojos verdes como los de ella, y en estos, un pequeño tono celeste aguamarina, justo y exacto a los ojos de padre. Le puso "Llewellyn", pero notando lo difícil de la pronunciación, y pensando a futuro cuando su hermano mayor tuviera que llamarlo para que no se escape de los jardines donde jugarían, le empezó a llamar "Saith" con el mismo cariño y amor que cuando le puso su primer nombre.

—León de la suerte—

Muy pronto iba a llegar el tercero, el hijo de Dylan. Ya hasta tenía un nombre que añoraba desde el primer segundo decirle: Ian. Bastante parecido al nombre de su padre; y a la vez, mientras acariciaba con cariño su vientre, pensaba demasiado en lo diferente que podrían ser.

—Regalo de Dios—

Pero, a poco menos de un mes del nacimiento de su último bebé, hubo un dilema en su cabeza. Como si dos reyes lucharan, sus ideales y sueños antiguos, perseveraron en la guerra contra los nuevos amores. Un rey rojo, malvado, diabólico y tan fuerte como su maestra, sufragaba contra uno más joven y de apariencia débil; pero este tenía una clara ventaja, llevaba sobre sí la armadura de un amor sincero e imperecedero.

Hubo un ganador sin siquiera dudarlo. Ella sabía la opción a tomar; pues, la cruda verdad ante el hecho de ser traidora, era el pago que sabía debía hacer, y ese pago, no estuvo ni un segundo más dispuesta a hacerlo.

Lo supo con su segundo hijo; si deseaba derrotar a sus antiguos amantes, debía matar un pedazo de ellos. Y, si ellos tenían como bien sabía, una coraza sobre sí la cual los volvía casi perfectos y sin debilidades, ¿qué mejor que crear una nueva parte de ellos? Una parte la cual fuera imperfecta y se pudiera matar.

El plan el cual fue estrategizado tanto tiempo atrás por su maestra Aurora, no era más que matar a los hijos de sus hermanos.

Cruel destino de los padres al ver un producto de ellos muertos, pero, ¿acaso no también alguien debía llorar por la madre?

Aurora sabiendo lo cruel y déspota de una Scarlett con el corazón roto, esperó nunca le fallase y jamás, jamás, los amase. Mas el corazón de la madre fue finalmente alcanzado por sus tesoros, y no hubo marcha atrás. Aun con la muerte reinante, Scarlett sabía debía salvar a sus hijos.

Ignoró el cruel testamento y la profecía del árbol de la vida; la cruel verdad que Aurora recitó por largo tiempo, hablando de que sus hijos serían buscados por toda la humanidad, y aquello lo olvidó o lo guardó en un baúl con la llave perdida. Recitó entonces incontables veces que no desistiría ante su misión.

La bruja por su parte, ¿qué ganaba ante la muerte de los pequeños? La pelirroja lo entendió con el tiempo y miles de pensamientos; lograba una inmortalidad casi perpetua, y los padres, enemigos suyos desde siempre, morirían lentamente y no podrían enfrentarla nunca más. El mundo se cernería ante sus pies, y resultaba que ella, Scarlett, no había sido más que un títere desde siempre.

Horrible plan el cual juró cumplir, pero ahora de sólo pensarlo, entristecía pensando en que se volviera realidad.

Pensó, estudió y finalmente, sin que nadie lo esperase, Scarlett formó su propio plan.

Me caso. Con cariño: Scarlett."

Aún con el poco tiempo contra reloj que tenía, logró indagar entre viejos archivos, viejas anécdotas y miles de libros para comprender cómo era que alguien como Atlántida, continuaba viva sin población. Comprendió así que a pesar de lo que aparentaba su maestra, ella en realidad debía estar débil y moribunda. Las máscaras las cuales mostraban fortaleza y poder, eran mentiras, y todas pronto las rompería. La vida de sus antiguos pobladores había muerto y al fenecer cada uno de ellos, también debió hacerlo Aurora. Scarlet, sabía ese era su destino, despojar al mundo de un ser implacable como aquella bruja.

El misterio de la vida larga, la cual no tuvo respuesta por mucho, finalmente se le fue revelado al ir a una de las bodegas prohibidas de la morada de su líder. Miles de fetos en frascos le hicieron comprender la magnitud del poder que necesitaba su maestra para sobrevivir. Robar el alma de bebés, seres los cuales aún no tenían la oportunidad de vivir, la hicieron sentir terror; tanto como para huir y al volver al castillo donde seguía encerrada, vaciar su estómago.

Y el tiempo transcurrió, fluyó como el agua y los ríos indetenibles, y el tiempo de su reloj de arena finalmente se acabó.

Los chicos llegaron como se esperaba a su trampa disfrazada. Siguieron al pie de la letras su carta y llegaron a la iglesia en medio de algún prado irlandes. Estaban enojados, asustados y deseando ver a su Scarlett. Cuestionaban sin sospechar porqué había huido; mas ella, en aquella capilla perdida de los ojos de dios, sólo se burló.

Al entrar y mirar su grácil figura que vestía un vestido blanco como la nieve, siendo rodeada de rosas blancas las cuales relucían aún más su belleza pura, quedaron embelesó. La vista seducía sus ojos.

—Scarlett… —llamó Scott— ¿Qué significa esto? —pronunció.

—¿Tienes idea de cuánto te buscamos? —reprendió Thomas con un extraño tono cariñoso.

—Regresemos a casa… Scarlett. —pidió Dylan acongojado por la situación.

Mas no se inmutó, a la par de la llovizna que iniciaba, la risa de Scarlett se oyó.

—Pero si los he esperado tanto… —expresó ella— ¡Hoy es el día de mi boda! Y quería que ustedes estuviesen aquí.

Nadie pudo no inmutarse ante esas crueles palabras. ¿Quién era el odiado novio? Los hombres asustados de perderla continuaron cuestionando.

—Explícanos eso —soltó en un susurro Scott.

—¿No es claro acaso a caso? ¡Me casaré con ustedes tres!

Scarlett era la mejor actriz que verían los hermanos alguna vez. Inalcanzable para cualquiera, colocada en su propio pedestal de talento y cariño.

Los hombres hablaron, gritaron y suplicaron, pero ella tomando la decisión de que era el momento de comenzar con su temeroso plan, no pudo hacer más que perderse en su mente. Cerró los ojos y mediante las rosa estampadas en todos los lugares de la iglesia, pudo ver a Aurora y a Ardashir; ambos distraídos y discutiendo el momento perfecto en el cual entrar en escena.

Era el temido momento de actuar.

—Saben, durante muchos años he vivido como una muñeca. ¡Siempre a su disposición! ¡Sin corazón ni nada con que saber si es que era realmente una persona! ...o si solo era una ilusión... Pero hoy ¡hoy día les demostraré que no soy solo un maldito estante donde poner su poder! …O alguien a quien pueden utilizar para vengarse…— Y Scarlett a propósito miró hacia la dirección de Aurora en la habitación continua. Las palabras filudas anunciaron el inicio de aquella guerra.

Aurora enojada y sorprendida de que su fiel seguidora estuviera dispuesta a traicionarla a pesar de todo lo obrado por ambas, vociferó en su mente que era una maldita y que sin ella nunca habría sido nada —algo que decía con razón—, y se preparó para terminar con el plan y tomar la vida de los hijos de ella.

Los tres chicos por su lado continuaron atónitos ante aquellas palabras lanzadas. El dolor jamás dicho por la mujer, calaba el alma. Ellos le habían dado todo, pero, habían obrado mal; la habían hecho sentirse así de miserables como ellos se sentían en aquel instante. La habían encerrado, nunca le preguntaron si quiera si deseaba existir, y cada uno le había mentido a sus hermanos sobre el amorío que tenían con ella.

Era extraño, pero a diferencia de todo lo que esperó, los hombres no la repudiaron; la comprendieron y sintieron la culpa de haberle hecho daño, mantenerla encerrada y al haberla amado tanto ante el pecado de la mentira y el egoísmo.

Pero, nada importó para ellos, las disculpas fueron olvidadas al ver como ella miraba hacia la pared derecha del recinto, preocupada y asustada; con un rostro tácito el cual expresaba miedo. Se percataron que sin lugar a dudas algo pasaba.

Algo incluso, mayor que ellos.

—Traidora... —murmuró Aurora en el cuarto contiguo mientras sentía que su sangre hervía en fuego y Ardashir reía.

Empuñó su mano, preparada para tomar el alma de quien fuera. Pero, cuando su palma estuvo por tomar la inmortalidad de alguno de los tres bebés, gruesas ramas espinadas de rosas empezaron a atacarla. La atravesaron mientras Persia las esquivaba y retrocedía. Aurora ante esto no se inmutó; con las rosas atravesando dolorosamente su cuerpo o sus órganos lacerándose, continuó. Si mataba a alguno de los hijos de Scarlett, la recompensa ciertamente iba a ser eterna.

Scarlett mientras controlaba de manera frenética las rosas que estaban detrás de la pared, creó con rapidez un cuchillo hecho a partir las ramas espinudas de las rosas blancas bajo sus pies. Con la ayuda de la improvisada navaja cortó la parte baja de su vestido y empezó a correr, dirigiéndose hacia el cuarto donde estaban Atlántida y Persia.

—¡Maldita sea, no se queden parados ahí! Si van a ayudar ¡comiencen! —gritó a los tres confundidos hermanos.

No había tiempo para explicaciones, menos aún para disculpas. La prioridad eran sus hijos y el temor de que Persia estuviera intentando destruir las rosas junto a Aurora.

Scott, Thomas y Dylan sin saber que hacer realmente, solo la siguieron respondiendo a sus corazones enamorados. La amaban como para no cuestionar.

Scott empezó a manipular los rayos de la lluvia la cual, pronto se volvería una tormenta; Thomas, dejó en su camino pequeñas minas explosivas; y Dylan, mientras corría, empezó a cambiar el color de sus ojos, notando así que lo que había tras la pared no era más que una cesta, y en esta, habían tres pequeños bebés que lloraban.

Scarlett rompió la débil pared corroída por el tiempo con sus rosas, dejando ver así a la antigua enemiga de sus hermanos.

Los jóvenes se sorprendieron al verla. Lamentable al tener la ramas en su cuerpo y sangrar, eso no evitó un miedo antiguo los recorriera.

—¡No te atrevas! —gritó desesperada Scarlett.

Aurora al verla dio un pequeño bufido y se enojo desde lo más profundo de sus entrañas.

—Escúchame bien traidora —se levantó del piso ignorando tontamente a los bebes que estaban ya a su merced—Aquí nadie se atreve a traicionarme. ¡¿Me oíste?!

Y sin que Aurora oyera una respuesta, ramas de rosas, más grandes y gruesas que las anteriores, la golpearon y lanzaron su cuerpo lejos; fuera del recinto.

—Y a mí nadie me utiliza, ¡¿me oíste bien maldita perra?!

Aurora alejó todas las ramas que se marchitaron al sólo ser tocadas y de inmediato se levantó. No iba a dejarse llevar por sus impulsos esta vez. Y por fin iban a iniciar la batalla por aquellos tres seres imprescindibles para aquellas mujeres.

—¡Son míos!—exclamó Scarlett como si fuera un grito de batalla. Se acercó a la cesta de sus hijos, y estuvo lista la leona para salvarlos del mal.

Los enemigos hicieron lo propio y se acercaron entre sí. Persia socavó toda la arena que pudo del suelo y pensó en un pequeño plan, mientras Aurora de un simple chasquido de sus dedos, hizo el agua de lluvia cerca a ella se detuviera y pronto, empezase a juntarse en aquellos dedos.

Y sin que nadie lo esperase, una extraña explosión se suscitó para sorpresa de quien fuera. Rayos y humo se formaron, y de entre estos, Persia esquivándolo todo se alejó.

Scarlett, quien disimuladamente había cubierto a sus hijos con ramas, de repente volteó hacia estos con un rostro de miedo, viendo ahí sólo había arena que salía por entre las espinas.

—¡Son falsos! —gritó aterrada y desesperada como nunca nadie vería. En su distracción y la de todos, Aurora sin aviso ni piedad, tiró un chorro de agua que la lanzó hasta la capilla, donde sus ramas la atraparon.

Los hermanos enfurecieron y la odiaron, pero entonces apreció el hombre moreno con alegría triunfante.

—Sigues siendo mi alumna tonta: La peor —dijo triunfante Ardashir mientras de la arena que salía del suelo, se podía entrever la preciada cesta. La había usurpado desde el suelo sin que Scarlett se lo esperase.

Dylan y Thomas se apresuraron a capturarlo entonces. Su misión: Salvar a aquellos tres bebés importantes para su amada, sin saber el pecado de que, eran a la vez sus hijos.

Y finalmente la pelea se partió en dos: Scott y Scarlett contra Aurora. Thomas y Dylan iban contra Persia.

Scarlett se levantó de entre las ramas. Scott no pudo hacer más que socorrerla.

—¡Déjame! No importo yo, ¡tengo que salvarlos! —gritó separándose de sus manos. ¿Cuánto había cambiado? Parecía una persona totalmente diferente.

Scott al ver su rostro enojado, comprendió lo grandioso que debía haber en esos tres niños, ¿serían a caso experimentos? ¿Hijos de Aurora? La verdad estaba muy remota a sus ideales.

Aurora por su parte, continuaba con un enojo que cegaba, y para cuando se dio cuenta, Scarlett había mandado un hechizo con sus rosas intentando capturarla desde el suelo. Deseaba notoriamente detenerla para ir con sus bebés.

—Inútil—expresó sutilmente mientras las rosas se secaban y morían ante la vista encarecida.

Scarlett estaba en desventaja, el agua en sus rosas, podía utilizarlas su mortal enemiga; lo que le hacía temer.

—Aún eres débil— y entonces dio un suave toque a estas flores y todas cayeron, como si de polvo se tratase.

Eso fue una muestra de su poder ante el de ellos, como si de una nueva forma de cortejo de la muerte se tratase. De repente, las gotas suspendidas del cielo empezaron a congelarse y el clima del lugar se enfrío en un segundo hasta los gélidos 0 C. Aurora las lanzó hacia ellos las dagas de hielo, separándolos en el proceso.

—Aunque, no eres una mujer si quiera, ¿quien desearía estar con una mentira como lo eres tú? No eres una persona. Sólo eres un ente.—exclamó con tanto placer que parecía degustar cada palabras. Scarlett enfureció y apretó cuanto pudo los puños recordando que esa era la única verdad.

—¿Así? ¡Pues veamos que tan irreal es mi ataque!—se oyó un grito y luego un rayo que era despedido del cielo.

Era Scott quien enojado, no iba a permitir le hicieran daño a su dama.

Aurora intentó esquivarlo huyendo hacia su derecha, pero el hombre veloz, empezó a usar las mismas gotas de lluvia usadas por ella, para conducir la electricidad. El rayo dio un giro hacia arriba y luego cayó hacia donde estaba posicionada Aurora rápidamente. La estaba persiguiendo como si fuera una sombra luminosa.

Aurora, a menos de un segundo de tocarla, lo esquivo. El rayo cayó en el suelo, impactando y haciendo que la madera vieja se rompiera en miles de añicos.

El duelo recién empezaba.

Fuera de la iglesia, por su parte Ardashir luchaba contra Thomas y Dylan.

El hombre a pesar de que estaba débil y necesitaba un alma para sobrevivir, creía demasiado en sí mismo y tenía la confianza egocentrista de que podría matar a los dos hermanos.

Thomas y Dylan sin hacerse esperar hicieron el primer movimiento. Dylan, quien principalmente tenía poderes dirigidos a la medicina, sabía bien donde debía atacar. A pesar de que sabía que la lucha cuerpo a cuerpo era peligrosa, se enfocó en patadas y golpes contra su enemigo. Thomas podía hacer explotar todo a su vista, pero preocupado su hermano sufriera algún accidente por sus explosiones mal dirigidas, se le unió en la lucha a golpes.

Quizás no se sentía tan a gusto como con Scott, con quien podía hacer ataques a distancia, pero vaya que sabían trabajar en equipo. Tenían que turnarse para distraer al adversario. Un golpe desde la derecha, luego atrás; izquierda, y atrás una vez más, dejaba distraído al oponente.

A pesar de la lluvia, Ardashir aún podía manipular muy bien la arena. El de ojos plomizos los atacaba a libre albedrío mientras intentaba pobremente defenderse y a la vez, intentaba defender la cesta la cual los hombres intentaban recuperar.

Al notar Thomas estuvo tan cerca de la cesta, no dudó y al primer intento, lanzó un pequeño tornado que cubrió a Dylan y acercó las púas que cubrían a los bebés hasta el castaño.

Thomas en el impulso se lanzó hacia atrás; Dylan al caer al piso notó entonces que el tornado pronto lo tragaría y lo acercaría a las púas. Tuvo temor y decidió sacar su arma antes de tiempo.

Del cielo se oyó un silbido y entonces una bala de cañón apareció detrás de Thomas. Había caído de la manera más rápida vista.

—¡¿Qué?! —preguntó el hermano del medio al notar tal pedazo de metal enorme a menos de un metro de él.

—Wow, vaya que te has puesto bravo, Dyl.—Canturreó Ardashir sabiendo que el enemigo se había "puesto serio", y molestándolo en el proceso.

—No me llames así...

Tres remolinos la acorralaron, pero ante esto creó un portal frente a sí misma.

—Mira como usas las técnicas las cuales yo te otorgué.—murmuró Aurora indignada.

Un rayó cayó una vez cerca al suelo. Lo había esquivado y el piso estaba destrozado ya.

—¡¿Qué acaso no lo sabes?! Yo se lo enseñé para que viajara de tu estúpida jaula de oro hasta mis palacios!

Tres rayos seguidos cayeron cerca a ella y no se detuvieron. Se sintió acorralada y encerrada tal cual como en la jaula que estuvo Scarlett.

Intentó entonces distraerlo y crearle dudas. Estaba segura no podría vencer a Scott si seguía así; por lo cual, le gritó las verdades de la mentira cruel de Scarlett.

—¡¿Qué no lo sabes?! ¡Ella se acostó con tus hermanos!

Eso hizo dudara ante el hecho. Y quizás fue una distracción tan superficial, pero aún así Aurora con maestría tal, supo como aprovecharla. Creó una burbuja que la rodeaba y crecía. Ante esto Scott lanzó más rayos sobre ella; pero aquello no pudo evitar, aún con el calor de los rayos, que esta esfera creciera y finalmente, se congelase; salvaguardando así a su creadora del pelirrojo.

Scarlett de inmediato creó un agujero negro. Era verdad, era la técnica Aurora le enseñase hace tanto para huir de sus hermanos y la cual ahora, la usaba ante su antigua dueña. Apareció entonces frente a ella luego de pasar obscuridad por donde se viese.

—Scarlett, vaya que siempre fuiste inútil.

Los ramales de rosas rompieron la cápsula. De inmediato la pelirroja se ocultó y huyó a su lugar de origen. Scott estuvo dispuesto a matar a Atlántida, más las apalabras de ella fueron más rápidas que aquel rayo que deseaba usar.

—¡¿Por qué me sorprendo que realmente tú no pudieras matar a tus hijos?!

Scott se sorprendió y miró a Scarlett. Scarlett le devolvió una mirada de miedo y tristeza sin fin.

—Lo lamento mucho...

Scarlett, realmente se sentía impotente ante el horrible presente que vivía y la mataba.

La verdad dolorosa estaba próxima a ser develada, y el destino y final feliz de Scarlett, a su vez se veía menguante y distante.

Luego de un rato de pelear inútilmente, Dylan había analizado lo suficiente como para tomar una decisiíon. El genio con las ideas reboloteando en la cabeza, había vislumbrado la idea más simple y a la vez, la que mejor creía resultaría.

—Thomas… ya sé que hacer para derrotarlo —dijo Dylan en un susurro, lejos de Ardashir y vigilando no hiciera daños a los bebés.

—¿Cómo lo vencemos? —preguntó Thomas ya sabiendo que deseaba hacer. Tantos años juntos les había hecho entenderse a lo tres lo que pensaba el otro sin necesidad del uso de palabras.

—Medidas drásticas para momentos drásticos.

Aquella fue la clave que le decía que debían usar un movimiento coordinado.

—Es fácil. Le quitamos la canasta y luego hacemos que agote su energía tratando de manipular la arena. Mira bien, él al parecer está débil, y no creo que sea por la pelea. Es probable que desaparezca si hacemos que se agote su energía —añadió por último Dylan, dándole inició a todo el plan. Justo como se había planeado, él daba una última examinada a la situación.

Thomas miró fijamente a Persia. Quizás no se notaba mucho, pero estaba cansado. No podía ser por la pelea, era imposible eso, él ya había estado débil desde el principio. Sabía que todo se les haría más fácil y rápido, o al menos eso esperaba. Ambos deseaban mucho ir a ver a Scarlett, la cantidad de rayos que caían, cortesía de Scott, los preocupaban.

Persia decidió cambiar de plan, primero consumiría el alma inmortal de alguno de esos bebes. Realmente desea poder consumir sus almas, no importaba si no respetaba las reglas de Aurora, quería una de esas almas inmortales. Debía de librarse de esos chicos rápidamente. Estorbaban demasiado.

Dylan empezó a atacar en serio, como su poder era crear trampas que caían del cielo, empezó a usarlas; del cielo empezaron a caer bolas de hierro, parecidas a bolas de cañón de los barcos piratas, solo que estas eran gigantescas. Todas y cada una en dirección de Persia.

Mientras Dylan miraba cuidadosamente la dirección del aire, la intensidad de esta, los posibles movimientos de arena de Persia, e intentaba calcular la trayectoria de las bolas de metal, todo con sus ojos de color ámbar; Thomas corría hacia Persia. A cada paso, sin que lo supiera Ardashir, dejaba minas y pequeñas bombas. Cuando la arena lo intentaba detener, de inmediato la esquivaba o las golpeaba. Siempre dejando bombas y minas.

Entre cada ataque que hacían los dos hermanos, Persia se distraía. La lluvia mojaba la arena que manipulaba, lo cual hacía que todo fuera más complicado; las bolas de metal que caían del cielo eran difíciles de esquivar pues el hermano menor se atrevía a moverlas a veces en los últimos segundos, cambiaban de dirección ligeramente, pero eso bastaba para crear mucho daño. Velar también que no les robara a los bebes se le hacía cada vez más difícil. Luego de algunos ataques del segundo hermano, de repente el chico se alejó. De inmediato la arena explotó. ¡Estaba perdiendo el control de la batalla!

Luego de la explosión la arena se dispersó por todos lados. Persia había perdido el control de esta y entonces Thomas aprovechó para coger la cesta; Persia se dio cuenta de aquello y cubrió con arena la cesta. La arena que rodeaba la cesta de inmediato formo púas que hirieron a Thomas quien había estado a pocos milímetros para tomarla

Dylan atacó a Persia lanzando una gran cantidad de pequeñas bolas de cañón. Estas eran más pequeñas, pero más rápidas. Persia creó un escudo de arena justo antes de que cayeran y lo hirieran. Había estado cerca de morir fusilado. Las pequeñas bolas cayeron hacia el suelo y chocaron entre ellas creando distintos sonidos.

Thomas se alejó hacia donde estaba su hermano y se tomó la mejilla derecha. Le dolía, pero lo sabía, era un raspón nada más. Irónicamente esa herida le dolía más que todas las que habían en todo su cuerpo.

-¿Estás bien?

-Sí, es solo un rasponcito, no importa.-Thomas alzó el pulgar en señal de que no se preocupara.

-Ya veo…-respondió Dylan entendiendo todo el código que había detrás. El plan daría frutos en ese momento. Dio un paso hacia atrás y comenzó con esa parte del plan.

Persia sentía que estaba en las últimas. Si seguían así era probable que le quitaran la cesta. Empezó a acercarse a esta con su arena, era el momento, los chicos también habían gastado su magia por lo cual estarían débiles. Cuando la cesta llegó hasta donde él. No lo dudó, entre el llanto de los bebes cogió al primero, el hijo de Scott, y lo atravesó.

Pero entonces se dio cuenta, todo había sido una trampa.

Lo que había atravesado no era uno de los bebes, lo que había atravesado era una ilusión de rosas blancas, como las que había usado Scarlett anteriormente para atacar ¡Eran rosas!

Las ramas llenas de espinas lo cubrieron de un segundo a otro y cuando Persia creía que podría destruirlas con la arena, vio una de las bombas que usaba Thomas, apareció frente a él. La bomba con forma de dragón había volado hasta llegar a estar en frente del persa. También, aunque él no lo notara, había un conjunto de pequeñas bombas más sobre las ramas. La que estaba frente a Ardashir explotó rápidamente e hizo que las demás también explotaran.

Boom

-¡Lo logramos Dylan!-gritó de felicidad Thomas. Su plan, el plan que habían creado él y sus hermanos un día hacía ya tantos años por fin lo usaban ¡y era todo un éxito!

Cuando Dylan había atacado con las pequeñas bombas de cañón, había dejado dentro de estas pequeñas semillas de rosas en ellas. Thomas cuando había intentado ir por los bebes, en sus puños había llevado semillas de rosas; cuando las púas de arena cubrieron la cesta él abrió su palma y dejó caer algunas cuantas bombas y semillas en la arena. Las semillas de Dylan y Thomas, sin que Persia se diera cuenta, de inmediato, se metieron por entre la arena y la tierra y empezaron a crecer. Las ramas espinosas de las bombas de Dylan viajaron hacia donde estaban los bebes, las ramas rodearon la cesta y la jalaron hacia lo profundo de la tierra. Dylan formó rosas para que los bebes no lloraran y así no alertara a Persia. Las ramas de Thomas por su parte viajaron encima de la cesta de los bebes y empezaron a tomar la forma de aquella canasta creando una ilusión para Persia. Cuando Persia había tomado a uno de los bebes, el hechizo ya había estado hecho. El bebe era solo una ilusión de ramas.

Ambos hermanos en su mente podían sentirse más tranquilos pues por fin, después de tantos problemas, lo habían conseguido, la tenían, ¡tenían la cesta!

Thomas la cogió fuertemente y corrió hasta donde estaba su hermano.

-Bien, Thomas, yo me encargo, yo me ocuparé de lo que queda de él.-dijo Dylan. Thomas se sorprendió al principio, pero lo notó, la fuerza de Ardashir aún se sentía, era débil, pero estaba ahí. A pesar de todo Dylan estaba seguro de que él tenía que terminar con toda la batalla, él era el único de sus hermanos en controlar por completo sus poderes, y sentía que él era el único indicado para acabar con Persia. Cansado o no él tenía que ser su oponente.

-O no, yo te ayudo ¡Somos hermanos! Para eso estamos -Dijo Thomas queriendo ayudarlo. Él era su hermano mayor después de todo. Tenía que cuidarlo y protegerlo, quisiera o no.

-…Está bien…-dijo con resignación Dylan. La ayuda nunca hacía daño.

Persia apareció por entre la arena, toció por los humos de las bombas que a poco se dispersaban. Se había enojado, le había engañado por completo. Y estaba seguro que no sobreviviría si seguía así. Necesitaba esas almas.

No le importó que estuviera ya casi acabado y entonces decidió usar "ese hechizo". Ardashir frente a los ojos de Thomas y Dylan empezó a juntar la arena y empezó a cubrirse con ella. Los acabaría con ese ataque, quizás gastaba mucha magia y ponía su vida en peligro, pero no había opción, no le importaba nada en ese momento más que obtener una de esas preciadas almas, no le importaba siquiera el hecho de que rompía las reglas de Aurora.

Dylan y Thomas simplemente se quedaron viendo, sabían que si Persia usaba toda su magia se agotaría y moriría, como Persia estaba usando una táctica no antes usada, era probable que ese ataque usara mucha magia. Era una última carta. Una táctica desesperada. Para cuando se dieron cuenta la arena lo había cubierto por completo y parecía algo así como un hombre gigante de arena con unos enormes puños y una altura de quien sabía cuantos metros.

Dylan trató de buscar algún punto débil. Esa armadura de Arena iba a ser difícil de detener, así que luego de analizar decidió que lo único que tenían que hacer era entretenerlo para que se agotara toda su energía y magia, quizás era aburrido el esperar a que muriera, pero no importaba.

Ardashir empezó con su ataque, los iba a aplastar con un solo puño. Dylan lo esquivó mientras que Thomas con la canasta también hacía lo mismo.

Thomas llevó la canasta hasta un árbol cercano y los dejó ahí. Colocó una pequeña bomba en forma de dragón la cual además de protegerlos los entretenía al bolar por todos lados. Eso los protegería mientras ellos luchaban. Justo cuando estaba por irse de repente uno de los bebes le sonrió e intentó alcanzarlo. No lo sabía pero era su bebe. Thomas al verlo, se llenó de alegría, fuerza y coraje por alguna razón que él no entendía. Le devolvió la sonrisa y con más entusiasmo empezó a correr en dirección a la batalla.

Mientras el corría para pelear, un tanto lejos de ellos, en la capilla, también había una batalla.

Scarlett sabía que las ramas no servían. Trató de pensar lo más rápido que pudo, pensó en sus opciones hasta que recordó uno de sus tantos hechizo trampas. El hechizo de transportación le había ayudado a transportar lanzas la primera vez que lo había usado en una de sus prácticas, quizás podía funcionar, ¡era casi un ataque sorpresa! Sabía que gastaba demasiada energía, pero valía la pena.

-Vamos- Dijo de nuevo Scarlett. Scott creyó que atacaría, pero cuando vio como de un segundo a otro aparecía un hoyo negro frente a la chica y ella se metía dentro de este y desaparecía, se alarmó. Su rostro miró en dirección a Atlántida y cuando se dio cuenta, el mismo agujero había aparecido frente a Aurora y ahora Scarlett aparecía de ahí con un cuchillo ensangrentado, tratando de matarla. Era algo avanzado, eso lo sabía.

Scarlett salió del agujero y empezó a atacar. Ninguna estocada daba. Se sentía frustrada y presionada. Deseaba matarla.

En medio de sus ataques, de repente lo sintió, magia de Scott la cual venía desde el cielo. ¡Un rayo! Gritó en su mente y con la mayor rapidez se alejó de Aurora.

La lucha había tenido un nuevo giro. Scarlett atacaba desde cualquier parte con la finalidad de sorprender a Aurora. Su magia por suerte no era detectable pues ella no tenía corazón, así que Aurora no sabía desde donde vendría un nuevo ataque. Y entonces Scott atacaba con sus rayos.

Aurora trataba de atacar a Scarlett, aparecía y desaparecía por lo cual se le hacía difícil saber su siguiente paradero. Scott también atacaba fuertemente, le estaba mandando muchos rayos. Aurora lo quería matar a él también.

-¿Por dónde aparecerá?-se preguntó mentalmente mientras esquivaba un rayo.- ¿Suelo? ¿Por entre el agua? ¿Encima de un rayo o a sus espaldas?

Y entonces, Aurora se dio cuenta de donde aparecería, la sintió levemente, ¡pero ahí estaba! Atacó con el agua hacia el cielo y le dio. Scarlett cayó dentro del hoyo y este se cerró, no volviendo a aparecer.

Scott al ver que Scarlett no salía por algún nuevo agujero, se desesperó y empezó a mandar más y más rayos.

-¡Maldita! ¡Devuélveme a Scarlett! – Scott empezó a gritar más y más mientras rayos más grandes y rápidos aparecían.

Thomas y Dylan había logrado entretener a Persia con el tiempo. Este había trasladado toda la arena a su disposición hacia sus puños para hacerlos más largos y así, intentar derrotarlos. Pero ellos lo sabían, faltaba poco para que perdiera todo su poder.

El cielo poco a poco perdía el cielo gris, la lluvia paraba y el sol se asomaba de nuevo.

Todo estaba yendo bien, pero entonces se dieron cuenta, un montón de rayos, más que antes, empezaron a caer del cielo hacia la capilla. El sonido de estos se oía a lo lejos e hizo llorar a los bebes.

Entonces, se preocuparon. Algo había pasado con Scott. Algo andaba mal. Pero aunque deseaban ir a ayudar a su hermano, no podían, tenían que acabar primero con Persia.

Faltaba ya muy poco…

Persia volvió a atacar. Los enormes puños de la armadura caían sobre los chicos quienes antes de ser aplastado los esquivaban.

Entonces, al saltar uno de los ataque, corrieron sobre sus grandes brazos. Como en los ataques anteriores a la armadura, Thomas a cada paso dejaba bombas en la arena, mientras Dylan al pasar por la arena, buscaba algún punto flaco, algún lugar donde un buen golpe desde el cielo lo hiriera.

Luego de correr y al ver que serían atacados por Persia ambos hermanos saltaron hacia distintos lados, y de inmediato, tuvieron que correr nuevamente pues Persia los intentaba enterrar con uno de sus golpes de arena.

Entonces Dylan se dio cuenta, cuando hacia eso la arena que estaba en la zona de su estómago iba hacia sus puños. La cantidad de arena se reducía drasticamente en aquel lugar. Ese era el punto débil que tenía que ser atacado. Miró hacia su hermano y con la mirada le señaló el estomago del monstruo. Thomas entendió y dejó de estar en pose de ataque, intentó respirar lentamente a pesar de cansancio, separó las piernas ligeramente para tener buen balance, cerró los ojos y empezó a extender las manos, tenía que usar una de sus tantas tácticas de nivel superior; esta era para crear explosiones a antojo, sin bombas ni trucos.

Dylan de nuevo corrió hacia Persia, él sería el señuelo. Se dirigió hasta una distancia prudente de Persia, tenía que distraerlo y a la vez entretenerlo pues si detenían a Thomas, Thomas podría morir. Esa era el gran peligro de ese ataque, si el hechicero era distraído a la mitad de uno de los ataques prohibidos, moría.

Empezó con sus ataques. Como la vez anterior empezó a tirar bolas de cañón desde el cielo. Sabía que no lo afectaban, pero lo entretenían. Todo iba bien, hasta que cuando cayó en el césped, en medio del polvo del ataque uno de los brazos de arena se dirigió hasta él, iba a esquivarlo y se dio cuenta, había arena alrededor de sus pies. No podía moverse. Se desesperó, pero no por él, sino por su hermano.

Entonces, fue golpeado una vez.

Al caer, de inmediato alzó la mirada en dirección al persa con unos ojos ya casi rojos. Se había enojado; pero la preocupación por su hermano, para su suerte, evitó que perdiera el control. Al mirar a Persia un gran conjunto de bolas de cañón, pequeñas y erráticas, cayeron encima de este. Al recuperar ligeramente el sentido trató de ver si había arena en los pies de su hermano. Se asustó, pues logró verla, la arena de Persia justo en ese momento había salido por un pequeño hueco detrás de Thomas, Thomas no se daba cuenta, estaba demasiado concentrado en el hechizo. Dylan estaba a punto de gritar cuando sintió que un segundo golpe de arena se acercaba. A pesar de sentir un gran dolor se atrevió a pasar un pedazo de sus poderes hacia el lado golpeado. Era difícil y doloroso, pero tenía que hacerlo para lograr moverse y ayudar a su hermano. Corrió lo más rápido que pudo cuando de repente el golpe de Persia lo alcanzó. Dylan cayó al piso con algunos huesos rotos. Persia creyó que había ganado, pero de repente frente a sus ojos, el brazo con el cual había atacado a Dylan se empezó a volver de piedra. Se quedó atónito por un milisegundo, el rubio se había atrevido a moverse a propósito para ser solo una distracción, su meta no era ayudar directamente a su hermano, si no era el de detener a Persia y a su arena. Ahora ya no podía usar su arena; pero era una suerte la que tenía, se dio cuenta que la arena detrás de Thomas ya era suficiente para crear una estaca y poder atravesarlo. Sonrió para sí.

Dylan apenas si pudo arrodillarse cuando llegó a ver como la arena que había detrás de Thomas tomaba forma de estaca e iba dirección hacia al cuerpo de su hermano.

-¡Tho…!- Se atrevió a exclamar. Pero de repente, un conjunto de explosiones ocurrieron, la más grande explosión que hubo fue en el estómago de Persia, el hechizo de Thomas había resultado, ¡Persia había caído por el ataque!, pero una explosión fue en donde su hermano había estado.

-mas…

¿Acaso Thomas también había explotado?

Dylan al ver eso, al creer que su hermano había explotado no pudo evitar gritar su nombre.

-¡Thomas!- Lloró y no pudo evitar sentirse estúpido por no haber podido hacer más. Empezó a golpear el césped que ahí había, se desesperó y solo vio como sus lágrimas caían.

De repente, frente a él, apareció una mano, pero no le iba a hacer daño, esa mano le estaba dando ayuda para que se levantara.

¡Era su hermano!

Al principio creyó que era una ilusión, pero cuando vio la sonrisa de Thomas, no lo dudó, su hermano estaba vivo.

Thomas ayudó a levantar a su hermano y Dylan se limpió lo más rápido que pudo las lágrimas.

Ni bien Dylan se levantó, Thomas empezó a examinarlo, había recibido dos golpes, era obvio que tenía fracturas.

-¿Thomas, como es qué…?- preguntó extrañado Dylan

-¿…Sobreviví?

-Si…

-Fue algo complicado. Oye, ¿no te duele algo? Recibiste mucho daño, mucho más que yo...

-Olvídate de mí Thomas. Dime, ¿qué pasó?

-Bueno... -sabía que su hermano era testarudo, si no le respondía, no se dejaría examinar.-¿Recuerdas que había dejado una bomba dragón frente a los bebes para que no lloraran?

Dylan lo recordó.

-Sí.

-Pues, cuando Persia había creado esa estaca gigante, el dragón se dio cuenta de aquello así que voló lo más rápido que pudo para detener el ataque. Ese dragón además de distraer a los bebes tenía que protegerlos de la arena. Cuando el dragón sintió la arena cerca, se activo y se dirigió hacia la arena. La explosión no fui yo, fue el dragón.

Dylan realmente no había esperado algo así. Se alegró porque no le hubiera pasado nada a su hermano.

-No puedo creer que te hayas preocupado jaja-De repente empezó a decir Thomas, le pareció lindo que su hermano hubiera llorado por eso, al parecer, aún tenía ese lado dulce.- Jaja, que lindo.

Dylan entonces, de estar algo asombrado por su hermano, lo recordó, al igual que Scott, era un inmaduro.

-Oye, si crees que realmente me preocupe, es tú problema-miró a su hermano con algo de indiferencia.

-Jajaja- se volvió a burlar su hermano.-Oye, vamos, no te debiste preocupar, ¡soy tu hermano mayor!, créeme que de todas maneras no moriría.-Le dijo tratando de consolarlo, sabía que realmente Dylan había pasado un susto horrible a pesar que ahora estuviera ligeramente enojado.- Uff, hubieras visto el gran aleteo del dragón, ¡parecía mosquito o colibrí! Jajaja- Se burló Thomas.-Vamos Dylan, lo hicimos, vamos a buscar a Scarlett, nos debe una explicación sobre los bebes.-Dijo Thomas feliz, ignorando que algo pasaba.

Dylan miró hacia donde había estado Persia, estaba derrotado ¿no?

A pesar de que confiaba en su hermano, sentía que algo malo pasaba, las cucarachas no morían tan fácil.

De repente, entre el humo que quedaba de la explosión, vio como algo se movía.

Entonces lo supo, Persia aún seguía vivo.

-Maldita sea-dijo captando la atención de su hermano mayor.

Entonces miró hacia la canasta y se dio cuenta, un montón de arena salía por el hueco por el cual en algún momento salió arena que intentaría atravesar a Thomas. Trató de correr pero vio como su hermano se le adelantaba. Dylan vio como la arena rápidamente tomaba forma humana ¡era Persia! Lo sabía, Thomas no llegaría. De repente, justo cuando Persia estaba a punto de clavar su mano arenosa en el cuerpo de alguno de los bebes, una cosa negra que parecía un ovalo negro apareció. ¡Era Scarlett!

-Nadie…-dijo la chica pelirroja sumamente enojada y mojada desde dentro del agujero llamando su atención-…se atreve a tocar a Wallace!-le gritó mientras le cortaba con el cuchillo la yugular. Salió por completo de aquel agujero cayendo muy bruscamente y de nuevo dio una estocada.-...Adiós Persia.-Le dijo por última vez mientras la arena poco a poco se dispersaba por el aire.

-La alumna superó al maestro…idiota-Susurró mientras la arena que quedaba se quemaba a sí misma. Scarlett luego de eso se arrastró hacia la canasta. Se sentía demasiado débil, quizás había gastado demasiada energía, pero poder ver a sus hijos sanos y salvos, había valido la pena.

Por pequeños pedazos de segundo recordó como había logrado salir. El ataque de Aurora la había noqueado, se había desmayado por quien sabía cuantos minutos dentro de su propio ataque, y entonces, en medio de su inconsciencia lo sintió, sus hijos tenían miedo. Reaccionó pensando en ellos. Cogió la daga que flotaba como ella en ese mundo negro, y deseó aparecer frente a sus hijos. Cuando apareció, lo vio, Persia intentaba matar a uno de sus bebe. No lo iba permitir y lo impidió.

Por su mente divagó la idea de que quizás Persia había muerto justo antes de que le hubiera clavado la daga. Había sido un golpe de suerte, sus hijos aunque no hubiera llegado, aún así hubieran vivido.

Como la canasta estaba a su lado de inmediato trató de levantarse para ver a sus hijos.

Dylan y Thomas corrieron hacia ella.

-Wallace, Saith, Ian…estoy feliz que estén bien...-Les dijo de inmediato mientras abrazaba débilmente la canasta y las lágrimas salían de sus ojos.

Thomas y Dylan al ver esa escena se enternecieron. La chica vaya que los amaba. No entendían para nada la situación, se sentían engañados por dentro, pero no sabían que pensar, la amaban. Sus pensamientos se nublaban por sus sentimientos.

Thomas y Dylan lo recordaron al oír a otro rayo caer, su hermano, Scott, había perdido el control. Corrieron en dirección a la capilla. Sabían que estaba en problemas o algo así. Luego hablarían con Scarlett de todo lo que estaba pasando.

Dentro de la destruida capilla Scott continuaba atacando a Aurora, creía que había perdido a la persona a quien más amaba y su furia había hecho que sus ojos se tornaran rojos. No lo sabía que Scarlett estaba viva.

Thomas y Dylan trataron de entrar cuando de repente un rayo cayó cerca de ellos.

-¡Scott, casi nos matas…!- grito ligeramente enojado Thomas.

-Alto Thomas… Scott está demasiado enojado. Al tener un exceso de poder, lo está manifestando hasta el límite… Es demasiado peligroso.

-Debemos detenerlo, ¡podría matarse!

-No, recuerda que ninguno de nosotros morirá… Al menos hoy no…-recordó que solo morirían si es que la persona que estaban destinadas a ellos morían.

-Aún así, quizás deberíamos ayudarlo.

-¡Olvídenlo! Esta que hace un buen trabajo. Pronto matará a Aurora-dijo en un tono bajito Scarlett quien a pesar del cansancio había caminado hasta ahí trayendo la canasta donde estaban sus bebes, más calmados pues se sentían seguros con su madre. No lloraban ya.

-Pero Scarlett, esto ya es cruel, no debemos hacerlo….-le dijo casi susurrando Thomas. El ver como Scott atacaba de una manera tan fría y horrible a Aurora, le daba algo de pena, su hermano estaba cegado por la ira y Aurora parecía que perdía.

-Lo sé… bueno, entonces cógelos, yo me encargó.-Scarlett le dio la canasta de los bebes a Thomas.

Scarlett podía ver desde la puerta como Scott prácticamente había perdido la cordura. Estaba con el corazón roto y temeroso.

Scarlett entonces entró. A diferencia que con Thomas y Dylan, un rayo no cayó, pensó que quizás era porque ella no era humana y no tenía corazón. Con paso firme se dirigió hacia Scott.

Scott había estado atacando con una gran cantidad de rayos a Aurora. Los rayos se mezclaban con el agua por lo que Aurora no podía defenderse o atacar. Aurora deseaba atacarlo con cualquiera de sus otros poderes pero no podía. Sus otros poderes se habían ido. Ambos lo sabían, el final de la pelea estaba cerca.

-¡Scott!-gritó Scarlett haciendo que Scott se quedará en shock y que los rayos dejaran de caer, creía que la había perdido, pero ahora podía oír su voz. Se sentía asombrado y feliz de que ella estuviera bien.

El cielo empezó a aclararse.

Scott aún casi no creyéndolo volteó en dirección a ella. Entonces la vio, con ese vestido de bodas destruido, pero con esa bella sonrisa.

Scott ni bien la vio empezó a correr hacia ella. Corrió hasta llegar a ella, y entonces la abrazó. Algunas lágrimas empezaron a brotar.

-Scarlett…-le dijo con la voz ligeramente entrecortada.

-Scott... , me alegro que este bien...-le dijo de manera dulce estando feliz de sentir su abrazo. Lo amaba después de todo.

Scott al sentirse tan feliz de tenerla, la besó, sorprendiendo a Scarlett y a sus hermanos quienes de inmediato se enojaron y corrieron hacia ambos.

-¡Maldito Scott!-gritó Thomas quien en alguna de las bancas no destruidas dejó a los bebes.

Dylan se ahorró las palabras y ni bien se separaron Scott y Scarlett tiró una patada voladora contra Scott.

-¡Maldita sea Scott! Si te veo cerca de ella, ¡te mató!- dijo un muy enojado Dylan mientras lo movía de manera nada delicada.

Thomas aprovechó la pelea y se acercó a Scarlett.

-Al parecer hay mucho por explicar… vaya que eres una niña traviesa-le dijo mientras pasaba su dedo por la punta de la nariz haciendo que ella se sonrojara.

Scarlett estaba feliz de estar con ellos; pero lo sabía, esa felicidad desaparecería pronto.

Scarlett se apartó un rato a Thomas, no le dijo nada, solo se acercó hacia Aurora llamando la atención de los otros dos chicos.

-Aurora…- pronunció mientras se acercaba a la mujer que apenas si podía respirar.-Aurora…-caminó tristemente hacia ella.

De inmediato sintió un nudo en la garganta al verla. Podía verlo, eran como un reflejo; hacer cosas desesperadas por amar tanto a alguien solo para perder la cordura, querer venganza, que el mundo te juzgue por eso y te llamen monstruo, que nadie valore que te haces, que todos digan que no tienes un corazón...

Aurora trató de pararse pero no podía, sus huesos estaban débiles y ya estaba muy cansada. Lo sabía, era su final.

-A-Aurora…-le dijo viéndole con una cara de tristeza absoluta. Estaban cara a cara.

-Si te vas a burlar… no estoy para eso…- le respondió Aurora, sintiendo que moría de rabia. Había sido derrotada.

Scarlett la miró con pena y sin que nadie lo esperase la abrasó.

Scarlett empezó a temblar mientras la abrazaba y las lágrimas brotaban de sus ojos.

-A-Aurora… tú, a pesar de todo, sigues pensando en una venganza…-le dijo mientras trataba de evitar que la voz se le cortara.-T-Tú y yo…somos iguales…-Le dijo mientras temblaba más y la voz se le cortaba. Ahí Aurora, que siempre se había mostrado fuerte y poderosa, solitaria, se rompió. Por fin... no estaba sola.-Yo… a pesar de todo, sé que eras una buena persona…como yo…- se comparó con ella pues sabía que ambas eran iguales de alguna manera. Le dolía pensar que sus almas estaban rotas.

-Qui…quisiera poder haber sido fuerte… si hubiera luchado por él… quizás yo…-De repente dijo Aurora con resignación, no entendía porque de repente empezaba a confesar eso. Quizás era el abraso, no lo sabía ni entendería.

-Al parecer tú y yo somos débiles y no podemos pensar en el futuro…

-Sí, así es-Le dijo Aurora, sintiendo que su alma poco a poco moría.-Ojala tú luches, tienes la fuerza, pero no el espíritu. Lucha por eso que amas…-Le dijo por última vez mientras su cuerpo se volvía como las gotas de lluvia.

-¡Lo haré! Perdón... y... gracias. Adiós-le dijo por última vez aún abrazando y llorando.

Aurora se volvió gotas, las cuales, como la lluvia, cayeron al suelo. Había dejado por fin de existir.

Scarlett sabía lo que era estar sola. Cuando estaba con sus bebes, lo recordó, Aurora toda su vida había estado sola, ella no sabía los pormenores de su vida pasada, pero sabía lo terrible que era la soledad, el ser usada, el no tener un futuro... Era horrible y triste. Sólo con sus hijos lo supo, la felicidad. Aurora no tenía nada, ella en cambio tenía todo, era horrible el mundo así; y quizás la odiaba, y la odió por mucho tiempo, pero al recordar lo que una persona solitaria podía hacer por desesperación y locura, la comprendió, comprendió ese dolor y agonía, esa desesperación por un poco de atención... y amor... . Scarlett esperaba que Aurora se hubiera resignado a desaparecer, esperaba que por una vez hubiera sentido en su corazón dulzura, que hubiera sentido ese sentimiento cálido que le intentó transmitir. Quiso pensar que lo que había acabado con ella había sido el poder del amor y comprensión, el saber que alguien la entendía. Esperaba que eso le hubiera permitido descansar. Deseaba que su alma en ese último momento hubiera sentido esa calidez que siempre se le negó...

Se levantó y con lágrimas en la cara, miró hacia los chicos y les sonrió.

Lo sabía, era la última vez que los vería así.

Tenía una sonrisa entre dulce y triste por lo cual los tres jóvenes se sonrojaron.

-Ella es igual a mí…- su sonrisa se había desvanecido y de inmediato bajó el rostro. Se sentía sola y por momentos pensaba que su final iba a ser como el de Aurora; estar sola por siempre. Lo sabía, su destino no eran ninguno de los chicos. Vivió feliz, pero su final no era ser feliz. Su destino era la soledad, justo como Aurora. Por eso en ese último momento le mostró comprensión a aquella mujer solitaria.

La joven pelirroja empezó a caminar hacia ellos. No sabía que vendría. Tenía miedo pues todo iba a acabar.

-Oigan, les debo una explicación…-dijo mientras se detenía.-Este…por dónde empiezo…-miró a un lado tratando de pensar que hacer. Lo que venía, vaya que iba a ser largo.

-Y bueno… la idea era esa-trataba de explicar nerviosa Scarlett.-Yo…-se puso algo seria.-Yo realmente no podía pensar en matarlos. Los amo, y a ustedes también-dijo Scarlett entre sonrojada y con un temor dentro. Sus manos le temblaban sobre el vestido blanco rasgado.-O-ojala me perdonen. No sé qué hacer… sé que ustedes me odian…yo… les entiendo… A decir verdad no pido que me comprendan, no creo que me vayan a comprender, pero me gustaría que no me odiaran por completo…-se atrevió a decir Scarlett algo asustada y deprimida.

Frente a ellos, los chicos realmente no podían aún creer que su Scarlett había salido con sus otros dos hermanos, que los había engañado para vengarse, y que ahora tenían un hijo, incluyendo claro a los otros dos hijos que la chica tenía. Era mucha información para muy poco tiempo. Scott sintió que un rayo le quemó el cerebro, Thomas sintió que su cerebro explotó en información y Dylan de solo analizar eso sentía como si alguna de sus bolas de cañón le hubiera caída en la cabeza. Los tres hermanos se sentían demasiado confundidos; traicionados y confundidos.

-Un momento, entonces nos engañaste… ¿a los tres al mismo tiempo?-preguntó Scott. No quería creer que eso había pasado.

Scarlett asintió.

-¿Realmente te querías vengar de nosotros?-preguntó Thomas tampoco creyéndolo.

Scarlett de nuevo asintió.

-¿Pero… Scarlett, a quien amas realmente?-preguntó de repente Dylan.

Scarlett alzó la mirada, esa era una de las tantas preguntas que temía que hicieran.

-yo…

-Vamos Scarlett, dinos, ¿a quién amas?-preguntó Scott. No sabía si es que lo que había sentido por Scarlett solo había sido un sueño y un juego por parte de ella. Lo angustiaba mucho el pensar eso.

-Yo… aunque suene raro, los amo a los tres...-dijo casi en un murmuro o un suspiro.-Pero… sé muy bien que yo no soy la destinada a ustedes.

Dylan lo recordó, los tres cuadros de esas tres chicas con las que estaban destinados a casarse y ser felices.

-Los cuadros…-murmuró.

-Si…-Respondió Scarlett mientras la voz se le cortaba.-Fue lindo…-la voz se oí más cortada y en sus ojos empezaban a formarse lágrimas-vivir esta ilusión…-Con su brazo derecho empezó a secarse las lágrimas mientras se paraba y se acercaba a su canasta.-Fue lindo vivir todo lo que pude con ustedes.-Miró a sus bebes, cada uno de ellos se había quedado dormidos. –Pero…es el momento de decir adiós.-Dicho eso cogió la canasta y empezó a caminar en dirección opuesta a la de los chicos, primero a paso lento, y luego aumentando poco a poco el ritmo.

Los chicos al ver eso se sorprendieron y la empezaron a seguir, tenían que solucionar todo. Sin darse cuenta hicieron lo que Scarlett quería, activaron una trampa. Un conjunto de ramas de rosas blancas aparecieron y los atraparon.

-¡Scarlett espera!-Gritó Thomas.-No quiero realmente que te vayas-le rogó.

-Olvídalo, esas rosas eran parte de los conjuros de hechizos con los que me ayudó Aurora, no saldrán y yo no me detendré. Perdón, los amo, pero sé como esto acaba.-Le respondió y continuó corriendo.

Iba a huir pero de repente los vio, un pequeño dragón explosivo pasó frente a ella. Scarlett se detuvo y miró hacia los chicos. Dylan había hecho que las ramas se esfumaran y ahora ella era la atrapada.

Apretó los puños y se dejó caer. Empezó a llorar sin remedio y miró por última vez a sus bebes. Se habían despertado y ahora alzaban sus pequeños bracitos casi tratando de alcanzarla.

-Lo siento... mami es débil.-les dijo- Ojala que ustedes no sufran lo que Aurora en algún momento me advirtió...- Les dijo llorando y creyendo que todo se había acabado.

Los tres hermanos llegaron hasta donde estaba ella. No sabían que tenían que hacer. Todo era muy complicado, ella no podía irse, la necesitaban, la amaban, y sola, sin sus poderes, ella no sobreviviría; no era un país, era solo una creación. ¿Y los bebes? No tenían culpa de nada, pero ahora estaban en medio de todo. No sabían que hacer, de alguna manera a pesar de todo querían quedarse con aquella chica, pero a la vez lo sabían, sus hermanos la deseaban de igual modo.

Entonces, Dylan comenzó a hablar, quizás había una solución a todo eso, pero iba a ser algo muy doloroso, sobre todo para él.

-Scarlett, a pesar de todo, creo que nosotros tres aún te seguimos amando, ninguno de los tres quiere dejarte o cederte. Si es que tú continuaras viviendo, solo crearías conflictos entre nosotros.-En ese momento Scarlett temió, ¿la matarían?-La única solución que se me ocurre es que dejes de existir, pero lo sé, ni uno de los tres desea eso-dijo mirando a sus hermanos quienes con la mirada afirmaban.- Así que la persona que conocimos, "Scarlett", debe morir. La chica que creamos debe de desaparecer. Pero a la vez, continuar con nosotros...

Scarlett los miró sin saber ni comprender que pasaría.

-Scarlett, desde ahora, la persona que conocimos ha de dejar de existir; pero en su lugar…. Habremos de crear a un nuevo ser, ese ser será…la división de mi reino.-Ambos hermanos lo miraron con sorpresa.-Yo te sedo el pedazo sur de mi país y además, te cedo mi nombre. Desde ahora tú serás Irlanda, yo seré "el norte de Irlanda". Tú serás ahora Irlanda y yo como el norte me revelaré ante ti. Me uniré a Gran Bretaña y formaremos un gran reino el cual no te incluirá. Tendrás tierras, serás una persona, no un ente como querías. Todo lo que habías deseado se cumplirá-Terminó de decir el ahora "Norte de Irlanda". Thomas y Scott no podían creerlo, realmente estaba renunciando a tierras solo por ella?

-¡Dylan, no puedes hacer eso!-Protestó Thomas.

-¡Es cierto! Vamos hermano ¡hay otras soluciones!-Le dijo Scott.

Scarlett solo se quedó callada, no sabía que decir.

-Es lo más justo, todos ganan. Scarlett, no lo hago porque me rinda o algo así, lo hago porque te amo, y espero que ustedes dos-le hablaba a sus hermanos-lo entiendan.-Sin más, se fue. Lo demás sus hermanos se las tendrían que arreglar.

-Bueno, si eso es lo que quiere, no podemos hacer nada-dijo Scott rindiéndose. Ese era el deseo de Dylan, él era el más listo, quizás sí tenían que cumplir con eso, quizás, como él decía, no había otra mejor opción.

Se acercó hacia Scarlett y entonces puso su palma frente al rostro de ella. Cuando ella se atrevió a mirarlo con sus ojos llorosos, sin desearlo realmente, lanzó un hechizo. La chica de inmediato cayó al suelo y los bebes empezaron a llorar.

Thomas al principio se asustó, pero su hermano le habló de inmediato.

-Sólo le borré la memoria… ahora ella es Irlanda.


Jaja, espero que lo último no se vea muy dramático...

o qué sé yo XD.

Gracias por leer -u-