LAS VACACIONES DE ARTHUR.
Arthur se bajó del avión. Estaba expectante, era la primera vez que visitaba España por un asunto no laboral y no sabía lo que se encontraría. Aunque tenía fama de ser uno de los mejores destinos turísticos. Además, antes de salir de casa se había documentado sobre las precauciones que debía tomar para que sus vacaciones no sufrieran ningún contratiempo. Total, que lo había planeado todo para disfrutar de un merecido descanso en las tierras del sur, lejos del ajetreo y la lluvia de Londres. Cogió su maleta y se dirigió al hotel, rezando para no encontrarse con España ni alguno de sus irritantes hermanos. Cuando llegó cogió la llave de su habitación y corrió a instalarse. Quería disfrutar de las últimas horas de sol del día, cuándo el agua del mar estaba más caliente. Se puso el bañador y cogió una toalla, pensando en lo cachas que se había puesto en los últimos meses (ya quisiera el estúpido de Francia tener mi aspecto…), y salió a la calle. Como el hotel estaba en primera línea de playa no tuvo que andar mucho. El agua estaba muy buena y el inglés estuvo en la playa hasta la hora de cenar. Volvió al hotel a ducharse y ponerse algo más elegante. Sus hermanos le habían advertido de que no se arreglara demasiado ya que así pasaría desapercibido y no quería encontrarse con Alemania, que acostumbraba a veranear por España. Cogió dinero y salió a buscar un restaurante. Había muchas tascas con carteles luminosos y luces de neón pero se decidió a entrar a un restaurante dónde servían comida típica del país. Se sentó en la terraza y la camarera salió a atenderle.
-Buenas noches señor, ¿en qué puedo atenderle?
No hablaba inglés… Pero Arthur era un hombre inteligente y ya había previsto ese contratiempo. Así que había hecho que Antonio en persona le diera clases particulares.
-Good night too, señorita. Me gustaría probar la gastronomía típica española.
-Oh, claro. ¿Algo en particular?
-Mmm… Lo que a usted le parezca.
-Muy bien.
(Bien jugado Arthur, hasta pareces un turista normal y corriente. Nadie sospecharía quién eres en realidad…)
La camarera volvió a aparecer con una copa y una botella.
-Un vaso de aguardiente de parte de la casa para el caballero extranjero-dijo guiñándole un ojo.
(Realmente soy irresistible)
-Muchas gracias señorita. You´re very nice.
La camarera sonrió, dejó la botella y la copa en la mesa y se marchó.
(Me han advertido de que las bebidas españolas son algo más fuertes que las inglesas… Bah, seguro que esto no es peor que el wisky.)
Arthur se llenó la copa hasta arriba de aquel líquido que la camarera había llamado aguardiente. Le dio un sorbito. Y otro. Y otro. Y otro...
Arthur se despertó en una cama extraña. Lo primero que sintió fue sorpresa. ¿Dónde estaba? No recordaba nada… Después se fijó en que estaba agarrando con fuerza una botella de aguardiente. La boca le sabía a vómito y le dolía muchísimo la cabeza. Lo segundo que sintió fue espanto al reconocer la multitud de rostros que entraron en ese momento por la puerta.
-Se ha despertado.
-¡Bien!
-Anoche le diste al orujo ¿eh, inglés?- comentó la asturiana.
-¿¡QUÉ ESTOY HACIENDO AQUÍ! ¿¡QUÉ HA PASADO! ¿¡DÓNDE ESTÁ MI ROPA!
- La tuvimos que quemar, apestaba a alcohol.
Entonces Antonio entró por la puerta.
-¿Disfrutando de tus vacaciones, Arthur?
-¡NO!
Dos horas más tarde el inglés estaba cogiendo un avión de regreso a Londres. Tendría que soportar las burlas de sus hermanos, si, pero no serían peores que las de los de Antonio. Desde ese día Arthur no ha vuelto a ir de vacaciones a España.
