Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece. Salió todo de la imaginación de J.K Rowling.
Este fic participa en el reto temático de octubre Casa Slytherin del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Ha sido corregido por mi hermanita Adhy Rosier Moon Barigliessi
"Toujours Pur" El lema de su familia. Siempre puros, siempre mágicos. Sangre limpia desde el principio de su dinastía. Siempre Slytherins.
Pero ya no era así. Su primo Sirius no era Slytherin y era un Black. Sin embargo, Andrómeda sabía que lo que ella había hecho haría palidecer ese hecho. Se había enamorado… de un sangre sucia.
Se mordió los labios mientras recorría apresuradamente los pasillos oscuros del colegio. Siempre había tenido muy claro lo que era, se lo habían inculcado desde niña. Era una Black, una descendiente de una de las familias de sangre limpia más antiguas de Gran Bretaña. Era una Black, una miembro de Slytherin elegida desde la cuna, orgullosa de su magia, de sus raíces y de su familia. Era una Black, alguien que no podía acercarse a los muggles y a los sangre sucia, porque eran inferiores.
Y seguía siendo una Black mientras se dirigía al aula donde había quedado con Ted. Una Black, una Slytherin enamorada de un Hufflepuff descendiente de muggles, sin una gota de sangre mágica recorriendo sus venas.
Daba gracias por que Bellatrix no estuviera ya en el colegio y por que Narcissa estuviera tan absorta en sus TIMOS que no notara las ausencias de su hermana mayor. Daba gracias por ser una Black porque eso significaba algo en la sala común de las serpientes, porque nadie se atrevía a preguntar a Andrómeda adónde se dirigía todas las noches.
Y aunque agradecía ser una Black en esos momentos, agradecía no tener que dar explicaciones y poderse mover a su antojo por el castillo. También agradecía ser una Slytherin, contar con la inteligencia y astucia de las serpientes para salirse con la suya, aunque solo fuera en el colegio.
Pero al mismo tiempo odiaba ser una Black cuando Narcissa miraba por encima del hombro a Ted por ser un sangre sucia. Odiaba ser una Slytherin cuando alguno de sus compañeros insultaba a Ted por ser un Hufflepuff.
Y todo por tener que estar encasillada. Por ser una Black y no solo Andrómeda. Por ser una Slytherin y no solo una bruja. Las etiquetas discriminaban, a veces de forma atroz.
Abrió la puerta del aula y allí estaba él, esperándola. Ted, que con una sola mirada de sus ojos castaños podía calmar cualquier estado de ánimo que tuviera. Ted, que con solo llamarla Drómeda conseguía que ella se derritiera hasta en lo más profundo de su ser.
Y se refugió entre sus brazos, porque mientras se abrazaban no eran Hufflepuff y Slytherin. No eran Tonks y Black. Solo eran Ted y Andrómeda, Drómeda. Solo eran dos jóvenes enamorados que se entregaban el uno al otro, sabiendo que no los podían descubrir, no todavía.
Ted comprendía a Andrómeda. Sabía la lucha interna que libraba entre lo que amaba y lo que había amado toda su vida. Y entendía que no estuviera preparada aún para dar la cara. Porque era difícil librarse de las enseñanzas de toda una vida, de las normas que la habían regido hasta ese momento. No les importaba, a ninguno, lo que cualquier compañero pensara de ellos. Eso podían superarlo. Pero Andrómeda se tenía que hacer fuerte para superar el rechazo de su familia. Para aprender a vivir sin ellos. Ella aún no lo había asumido, pero Ted lo tuvo claro desde un principio. Porque al aceptarlo a él, Andrómeda renunciaba a su familia.
"Toujours Pur" Siempre puros. Porque no había nada más puro que el amor.
