Sombras del pasado (Parte 1)
La Princesa Celestia entró a la gran biblioteca del palacio, en donde una potrilla unicornio de no más de cinco años de edad leía muy concentrada uno de los últimos tratados de Star Swirl. La Princesa sonrió enternecida y triste a la vez, pues sabía muy bien que por mucho que se viera como una niña... en realidad ella era la poni más cruel y despiadada que alguna vez haya nacido; responsable de múltiples masacres las cuales llevaron a los minotauros, grifos y búfalos hasta casi la extinción. Sin embargo el juez del Tartarus le dio una segunda oportunidad y en lugar de una eternidad de tormentos atrapó a ella y su igual de retorcido y cruel marido en una forma infantil hasta que se reformaran.
—Este... ¿te interrumpo? — Preguntó la Princesa caminando hacia la potrilla.
—No te preocupes, estaba a punto de terminar de todos modos — dijo la potrilla soltando un bostezo. — Después de todo es casi hora de la siesta para esta débil forma infantil. ¿Qué se te ofrece Celly?
Celestia sólo sonrió como quien no quiere la cosa.
—He estado pensando mucho... y creo que es el momento que vayas a la escuela, al jardín de niños para ser más exactos. Será justo en mi escuela personal para unicornios superdotados... y alguien con tu poder seguramente encajará ahí y...
—Más te vale que sea una broma; pero aun así a mí no me da risa — dijo en tono amenazante la potrilla.
Celestia sólo sonrió con calidez. Sabía que la chiquilla seguía teniendo un poder monstruoso a pesar de su forma infantil; pero no se preocupaba por que ella le hiciera algo. Primero era una asesina despiadada pero jamás mataría a algún poni. Segundo...
—Vamos, todos los potros de tu edad deben comenzar por el jardín de niños — dijo Celestia con calma.
—Recuérdame eso cuando cumplas los cinco mil trescientos noventa y dos — respondió la potrilla con furia. — De todos modos, ¿qué esperas que haga ahí, Celly? Sé magia mucho más avanzada que ningún unicornio podría aprender jamás... incluso sé muchos hechizos que tú y tu hermana jamás se atreverían a aprender por mucho que yo esté aquí para enseñárselos.
Celestia se encogió de hombros.
—Recuerda lo que te dije cuando despertaste en tu nueva forma. A pesar que seas una yegua adulta es el deber de Luna y mío el educarte cual potrilla y enseñarte desde cero los valores de la paz, la amistad y la armonía que reinan ahora en Equestria. Debes acostumbrarte a que ya no estás en el Imperio y que ya no eres una general. De hecho, parte del trato para sacarte del Tartarus era que no debías de formar parte del ejército nunca más.
La potrilla no dijo nada, sólo rechinó los dientes.
—Además es en esta etapa del desarrollo en donde los pequeños ponis comienzan a formar vínculos de amistad, y la amistad de los pequeños es la más pura y hermosa que alguna vez tendrás; por muy poco que ésta dure.
Entonces la niña ladeó la cabeza. Visto desde ese punto, ya no sonaba tan malo.
—¿Hacer amistades en la escuela, dices? — Preguntó con una tímida sonrisa. — Bueno, captaste mi atención Celly. Mi padre jamás me dejó hacer tal cosa, él quería formarme para convertirme en el arma más temible del ejército poni y aquí me tienes. Para él las amistades sólo serían un estorbo en mi aprendizaje de magia y combate.
Celestia sonrió aliviada.
—¿Entonces estás de acuerdo?
—No es que tenga demasiadas opciones — dijo ella comenzando a caminar fuera de la biblioteca, — pero es bueno que experimente eso; pues admito que siempre tuve curiosidad qué se sentía. Y en todo caso puedo tomarlo como una nueva misión para la General White Nightmare.
Siguió caminando, cuando fue inmovilizada por la magia de Celestia.
—¿Ahora qué? — Preguntó fastidiada mientras Celestia la elevaba para que se vieran frente a frente.
—Mamá, ya hablamos de esto. Para que esto funcione debemos dejar atrás el pasado, comenzando por ese horrible nombre.
La niña rodó los ojos.
—Anda, dime cómo te llamas ahora — animó Celestia con una sonrisa.
—Vete a fastidiar a otro.
—Mamá...
—Aurora — respondió sin muchas ganas la potrilla.
Celestia sonrió y la puso con cuidado sobre su lomo, en donde White Nightmare se acurrucó cómodamente.
—¿Sabes? Es humillante ser tratada así por mi propia hija...
—Tu otra opción es una eternidad de tormentos en el Tartarus, así que deja de quejarte — dijo Celestia con una risita. — Vamos, es hora de la siesta y seguramente Luna ya esté acostando a papá.
Ella sólo se dejó llevar, pues efectivamente era la hora de la siesta para su forma infantil... y contra todo pronóstico, ese aspecto era una de las pocas ventajas que le trajo ese trato. Le gustaba mucho el quedarse dormida en el lomo de su hija mayor, para luego despertarse cómodamente arropada en una gran cama junto a su marido, igualmente atrapado en el cuerpo de un potrillo.
Finalmente llegaron a su habitación, en donde efectivamente Luna acababa de arropar a Dark Moon y él ya dormía plácidamente. Celestia intercambió una rápida sonrisa con su hermana y con su magia arropó a su madre junto a su padre; y entre sueños se abrazaron amorosamente. La escena era como una tierna imagen de postal; parecía mentira que esos niños en realidad fueran sus padres perdidos... y unos malditos sádicos sin corazón.
—Bueno, dejémoslos dormir — susurró Celestia a su hermana.
Luna asintió y comenzó a caminar hacia la salida, cuando unos gemidos llamaron la atención de ambas hermanas. Se volvieron. Su madre se retorcía y lloraba; parecía que estaba sufriendo.
—Es una pesadilla — dijo Celestia preocupada. — Creo que es tu campo, ¿verdad hermana?
Sin decir nada Luna conjuró una puerta y desapareció tras ella. Era normal que todos los ponis tuvieran pesadillas, pero algo le decía que era de vital importancia el que viera ésta...
...
Ante Luna apareció la devastación. Se encontraba en el viejo territorio de Equestria, lo recordaba bien, pero éste se encontraba siendo atacado por dragones. Dragones de todas formas y tamaños que lanzaban poderosas llamaradas carbonizando a los pequeños ponis o simplemente destrozándolos con sus garras. Era un pobre pueblo que no estaba listo para tan brutal ataque... pero entonces un zumbido llamó la atención de los atacantes.
En el cielo cientos de pegasos con armaduras negras empujaban enormes nubes negras sobre los dragones... y saltaban sobre ellas. Luna apartó la mirada, pues sabía lo que venía. Relámpagos rojos de enormes proporciones cayeron sobre la armada enemiga, reduciendo a muchos a cenizas... pero sólo era el principio.
—¡Esperamos órdenes capitán! — Gritó uno de los soldados dragón.
No hubo respuesta.
—¿Capitán?
La cabeza de un gigantesco dragón azul de espinas naranjas rodó ante el horrorizado soldado. Todo el valor de la tropa dragón desapareció de repente.
—Están aquí — gruñó alguien.
De las sombras un pegaso color azul, igual a Luna a excepción que él no tenía cuerno, avanzó lentamente con sus cascos aun goteando sangre.
—¿De casualidad esto es suyo, lagartijas? Lo decapité yo mismo.
Otro dragón cayó muerto, este partido limpiamente a la mitad por un hacha envuelta en llamas. La suave pero escalofriante risa de una unicornio igual a Celestia hizo que todos los dragones se pusieran en alerta.
—Así que un dragón. Es un nuevo récord de lo que decapitas sólo con tus cascos, Dark Moon — dijo White Nightmare relamiéndose los labios. — Pero en fin, ¿no te parece tierno? Apenas nos ven pasan de ser una temible tropa a una banda de niños asustados.
Dark Moon sonrió siniestramente.
—Nuestra fama nos precede. Después de todo nosotros tenemos más sangre en nuestros cascos que todos ellos juntos. Y míralos, ni aunque fueran inmortales como nosotros podrían derramar tanta sangre como nosotros en un año.
Los dragones no decían nada, pero claramente podía escucharse el sonido de sus garras al chocar mientras temblaban de miedo.
—No teman a la muerte queridos — se burló White Nightmare. — Cuando terminemos con ustedes, digamos que la verán como un alivio y nos suplicarán que se las demos.
—Y como somos tan buenos ponis, se los concederemos sin pensarlo dos veces.
White Nightmare miró a su marido y le guiñó un ojo.
—Asegúrate de matarlos despacio, sabes cómo me encanta verte despedazar víctimas. Y quién sabe, tal vez le hagamos a Celly y a Luna un hermanito.
Comenzaron... o eso intentaron, pues uno de ellos extendió sus alas y soltó una gran torre de fuego hacia el cielo. Los generales no entendían nada... hasta que vieron una enorme montaña moverse hacia el Palacio Imperial.
—¡Es Lumbre! — Gritó White Nightmare transportándose a ella y a Dark Moon al Palacio.
Cuando llegaron, vieron que todo estaba destrozado.
—¡Padre! ¡Padre! — Gritó White Nightmare como loca.
Death Ride el Primer Emperador llegó corriendo hacia su hija y yerno.
—Aquí están... es un alivio... cuando vi a ese maldito me imaginé lo peor.
—¿Dónde está Lauren? — Preguntó Dark Moon poniéndose en alerta.
—Sí, ¿dónde está mamá? — Preguntó asustada White Nightmare.
—Lauren está bien— suspiró Death Ride. — Si se encuentra con Lumbre sabrá manejarlo. Después de todo es la yegua que escogí para que fuera mi esposa.
Un gran estruendo retumbó por todo el Palacio y la madre de White Nightmare salió disparada contra ellos. Death Ride la frenó con su magia pero se dio cuenta que tenía múltiples quemaduras. Estaba muy débil.
—Lauren... Lauren... — dijo Death Ride mirando el estado de su mujer.
Ella tosió sangre y cenizas.
—Hija mía... lo siento tanto... él llegó a ellas antes que yo... no pude hacer nada. Me dijo que si me acercaba más las mataría y luego me atacó...
Ambos generales abrieron los ojos como platos y corrieron hacia el dormitorio de sus amadas hijas, pero un enorme dragón tipo serpiente color negro con panza roja y púas igualmente rojas les bloqueó el camino. En la punta de su cola llevaba la cuna con dos pequeñas potrillas mitad pegaso mitad unicornio.
—Buenas noches. Parece que los he encontrado justo en medio de una linda charla familiar — dijo el Rey Dragón avanzando mientras que los generales retrocedían. — ¿En serio qué clase de padres son ustedes? Teniendo a una potrilla recién nacida deciden ir a masacrar a más gente en lugar de cuidar de ella. y no digamos su hermana mayor, que apenas es un año y meses más grande. Sabía que estaban enfermos pero esto se lleva el premio.
—Lumbre, tú... — comenzó Death Ride mirando con odio a su gran enemigo.
—¿Me vas a reprochar que le haga a este monstruo tuyo lo mismo que le ha hecho a tantas otras madres? — Preguntó Lumbre con desprecio. — No esperas que sea tan pacífico como las razas que tu gente ha exterminado, Death Ride. Y en todo caso, White Nightmare, puedes agradecerle a tu padre el que estés en esta situación. De no haberte convertido en el monstruo sádico que eres, no me forzarías a usar a tus hijas para matarte a ti y a tu familia sin que opongan resistencia.
White Nightmare miró con furia al Rey Dragón.
—¡ESCÚCHAME MALDITO REPTIL! LA QUE TORTURA, LA QUE HACE ESTAS COSAS SOY YO. NO TOLERARÉ QUE USES MIS TRUCOS EN MI CONTRA ¿ESCUCHASTE BESTIA ESCAMOSA?
Como respuesta, Lumbre aplastó la cabeza de la unicornio Lauren Faust con sus garras. Fue un efecto devastador. Segundos después de la acción del dragón, la cabeza de Death Ride fue igualmente destrozada por una fuerza invisible. Lumbre soltó una nube de humo como si nada.
—El vínculo del amor de los Legítimos Gobernantes. Si tu otra mitad muere, tú mueres de la misma forma — explicó él. — Y es el turno de ustedes dos. ¿Quién se ofrece para hacerlo pedazos? ¿White Nightmare o Dark Moon?
Ambos generales miraron desafiantes a Lumbre, pero no podían hacer nada. Las garras de la bestia serían más rápidas que ellos y sus pequeñas morirían antes que pudieran hacer algo. Estaban acorralados. Por primera vez estaban del otro lado de los condenados a muerte.
—¿Y bien?
—Antes que hagas algo, respóndeme esto Rey Lumbre: ¿Qué harás con Celestia y Luna cuando nos mates? — Preguntó Dark Moon.
—Buena pregunta. Las hijas de los monstruos sólo pueden ser monstruos ellas mismas; eso si dejamos que sean los monstruos los que las eduquen. No me imagino qué horrores liberarán sobre las demás razas si permito que sean formadas por la familia de Death Ride, por mucho que sea su propia famila. Además los Espíritus de la Creación fueron muy claros en que cada Raza debe ser guiada por su Legítimo Gobernante.
—¿Entonces? ¿Qué harás con las niñas? — Preguntó White Nightmare temblando de la ira y el miedo.
—Dejémoslo así: ni siquiera sabrán sus nombres — Gritó Lumbre dirigiendo su afilada cola hacia el cuello de White Nightmare.
Pero entonces las potras comenzaron a llorar. Lumbre no pudo sino ver cómo llamaban con sus llantos a su madre, la cual estaba paralizada del terror. Lumbre gruñó.
—No puedo. No soy capaz de asesinarlos frente a sus hijas. Simplemente es monstruoso...
Los ponis se alegraron, pero no bajaron la guardia.
—Aun así, no permitiré que sigan aterrorizando al mundo. Death Ride era el que daba las órdenes, pero ustedes eran los que disfrutaban matando. ¡ASÍ QUE LÁRGUENSE POR SIEMPRE Y QUE NADIE LOS VUELVA A VER JAMÁS!
Con su cola el Rey Dragón hizo un poderoso pase mágico, que se transformó en una especie de portal. El portal comenzó a succionar a los generales, que por más que luchaban no podrían huir para siempre de su temible destino.
—Como dije antes, ni siquiera sabrán sus nombres — fueron las últimas palabras de Lumbre, las cuales tuvo que gritar para hacerse oír por encima de los llantos de las pequeñas, los cuales sonaban más y más desesperados.
Luego blanco, sólo un blanco infinito.
—¿Pero qué acabo de ver? — Preguntó Luna con un hilo de voz.
—¿No es obvio? — Preguntó la versión actual de White Nightmare caminando hacia la Princesa de la Noche. — Lo que viste fue la última vez que las vimos a ustedes dos, pues esa maldita lagartija nos encerró en la Nada.
Luna apartó la mirada, pero White Nightmare no necesitaba que dijera nada. Estaba claro que pensaba que se lo merecía.
—Por muchos años deseé que la lagartija hubiera terminado el trabajo — dijo por fin White Nightmare. — Pues pensamos que las habíamos perdido para siempre; pero entonces tu hermana y tú nos liberaron por accidente y lo que deseé fue que ojalá no fuéramos los monstruos que somos, ya que sabíamos que jamás nos aceptarían como nuestros verdaderos yos.
Luna torció el gesto.
—He de admitir que papá y tú me aterran desde el día en que Chrysalis nos mostró quiénes eran en realidad. Pero los amo. Por mucho tiempo Tia y yo soñamos con encontrarlos y formar una familia. Tal vez es como pensamos pero ahora ya lo somos. Agradece que se les diera esta oportunidad.
White Nightmare sonrió.
—Gracias hija. ¿Y sabes? Cada día me sorprendes más. El caminar en los sueños era una habilidad única de tu abuelo. Mucha de tu magia es igual a la de él; sólo que tú puedes darle el buen uso que él jamás podría.
Luna abrazó a su madre y se quedaron en silencio en un buen rato, pero entonces Luna volvió a hablar.
—Este sueño no es normal. ¿Por qué recuerdas precisamente este momento tan horrible?
—No tengo ni idea, pero también me pareció extraño.
No se dijeron nada más y esperaron a que White Nightmare despertara. El sueño era un misterio de por sí, pero la antigua general no le prestaba demasiada atención. Para ella todo lo que importaba era que ella y su marido continuaran con su nueva vida siendo Eclipse y Aurora.
Y bueno: retomando mi fic anterior aun con ese toque oscuro y gore. Espero les haya gustado la secuela. Sólo advierto que haré varias secuencias de sueño en donde se verá la crueldad de ambos generales, así que prepárense para la gran cantidad de Flash Backs. Sólo eso por ahora, creo.
En fin:
Chao; nos leemos!
