Yo: Hola a todooooos! Esto va a ser un Fanfiction de varios capítulos... Que creo que serán bastantes. Más o menos narra la historia romántica de May y Drew a lo largo de su vida, y cada capítulo representa una etapa amorosa! Cursi de nuevo lol Bueno, aquí dejo ya el primer capítulo!

Drew: ¿Es que no puedes publicar otras cosas? Siento que voy a vomitar arco iris.

May: ¡A mi me gustan! ¡Son muy lindas y románticas! ^^

Yo: ¡¿May y Drew? ¡¿Qué está pasando aquí?

Drew: En fin...

May: ¡Laia no posee Pokémon! ¡Los personajes son originales del anime!

Yo: ¡Esperad! ¡¿De dónde demonios habéis salido?

Capítulo 1.

Beso

-May...-

Una chica morena alzó los párpados para desvelar unos hermosos ojos azules, parecidos al color del zafiro. Observó a su alrededor, dónde tan sólo podía ver un campo lleno de flores, de todos los colores que uno pudiera imaginar. Parecía que el campo no tuviera fin, ya que a la distancia no distinguía ninguna montaña o cualquiera otra forma de terreno que pudiera delimitarlo. Elevó la mirada para ver que el cielo tenía un color bastante extraño... Era una mezcla entre rosa y naranja... Sin ninguna nube a la cercanía. Alzó una ceja, sorprendida por ver otro color que no fuera el azul. Pero entonces sintió una presencia delante suyo. Dirigió sus ojos hasta la silueta que estaba a unos pocos metros de ella, y parpadeó sorprendida, a la vez que se llevaba la mano a su boca. Unos ojos esmeraldas la miraban expectantes, que eran ligeramente ocultados por su flequillo verde, al igual que el resto de su pelo.

-¡¿Drew?- Chilló, aún sin poder creérselo. ¿Ese era su rival? Se fijó en su vestimenta. Consistía en una camisa blanca debajo de una dorada, con un estrecho cinturón verde un poco más arriba de la cadera, unas mayas negras y unas botas altas también negras. A un costado se podía ver una espada, atada en su cintura, y restando en su cabeza había una corona dorada con joyas verdes. Como un príncipe. Espera... ¡¿Un príncipe? -¡¿Qué haces vestido así?- Volvió a gritar.

Él hizo una de sus típicas sonrisas arrogantes y agitó su flequillo con su mano, como era su costumbre.

-Lo mismo puedo decir de ti.- Contestó, observándola aún con esa sonrisa.

Ella inclinó su cabeza hacia un lado confundida, para después dirigir su vista hacia la ropa que llevaba puesta. Se levantó de un salto al ver que en vez de su típica vestimenta de viaje, ahora llevaba puesto un vaporoso vestido rojo, con detalles de rosas por los costados y el pecho. Se llevó la mano hacia la cabeza, dándose cuenta que también llevaba puesta una corona, un poco más pequeña que la del muchacho. Sus ojos engrandecieron súbitamente.

-¡¿Pero qué demonios hacemos vestidos los dos de príncipe y princesa?- Dijo, llevándose las manos a las mejillas con desesperación y confusión.

Él tan sólo rió, a la vez que se acercaba hasta la ojiazul. Seguidamente cogió de su barbilla, alzándola ligeramente para que pudiera mirarle a los ojos. Ese simple contacto hizo que todo su cuerpo se paralizara, sus mejillas se encendieran y su corazón empezara a latir a un ritmo anormal.

-Qué importa eso ahora...- Susurró, haciendo que la morena sintiera un escalofrío recorrer su espalda.

El peliverde sonrió una última vez antes de cerrar sus ojos y acercar su rostro al de May, que notaba los latidos de su corazón sonar en sus oídos. ¿I-Iba a... besarla? Ella tragó saliva a la vez que poco a poco cerraba los ojos. Podía ser raro, pero no podía ocultar el hecho que ella lo deseaba...

De repente notó como su mano desaparecía de su barbilla, y abrió los ojos de repente. Se sorprendió al ver que Drew ya no estaba ahí. Era como si se hubiera evaporizado.

-¡Nyan!-

La muchacha bajó la vista para encontrarse con un gato rosado, mirándola feliz y mostrando sus pequeños colmillos. May parpadeó unos instantes hasta que dio un bote hacia atrás cómicamente, sus ojos temblando de incredulidad.

-¡¿Skitty? ¡¿Qué haces aquí?- Preguntó, pero entonces sintió como todo el suelo temblaba.

En pocos segundos, todo el campo había desaparecido para ser sustituido por un paisaje montañoso, sin vida, y lleno de acantilados. Acantilados tan altos como el que tenía justo detrás suyo. La morena se apartó tanto como pudo, pero el pequeño gato empezó a empujarla hacia el borde. Ella chilló temblando de miedo.

-¡Skitty! ¡Voy a caer! ¡Para!- Gritó, todo el cuerpo temblando al notar un frío viento llegando del fondo de aquel lugar. Skitty sin embargo seguía sonriendo y empujando a su coordinadora hacia allí. La muchacha finalmente notó como el suelo desaparecía bajo sus pies, y las lágrimas salieron de sus ojos.

-¡DREW!- Chilló, esperando una caída mortal...

BAM

La chica notó un ligero dolor en su rostro y su pecho, y empezó a moverse perezosamente, aún confundida. Giró su rostro hacia un lado, y empezó a abrir sus ojos lentamente. Delante suyo podía ver la cara de su Skitty, observándola atentamente, su cabeza ligeramente inclinada al ver a la morena estirada en el suelo. Ella parpadeó unos segundos y se incorporó lentamente. Miró a su alrededor con los párpados medio cerrados, para encontrarse con una ordinaria habitación, hecha completamente de madera con tan sólo un armario y un baño. Se giró para ver una cama totalmente deshecha, las sábanas blancas arrugadas.

-¿Me he... caído de la cama?- Preguntó para sí misma, seguido de el maúllo del gato rosa como afirmación.

-Mmm... Está bien, eso fue bastante extraño...- Dijo la morena, recordando lo sucedido hace unas pocas horas, a la vez que empezaba a comer sus tostadas con mermelada, al igual que muchos otros entrenadores alojados en el Centro Pokémon. Tan distraída estaba con su desayuno que no se dio cuenta de alguien acercándose.

-Sabes, hablar contigo misma no es que sea muy bien visto. ¿Tal vez has perdido ya toda la cordura que te quedaba?- Una voz arrogante apareció en su espalda.

La muchacha dio un bote en la silla al reconocerla. Giró en redondo, su tostada aún en la boca, para encontrarse con aquellos ojos esmeraldas y esa sonrisa de satisfacción.

-¿Drew? ¿Qué hafes aquí?- Preguntó, sus palabras mal pronunciadas a causa de la comida en su boca. Al darse cuenta de ello, sonrió tímidamente a la vez que se la tragaba en pocos segundos. El peliverde no pudo evitar parpadear al ver el poder de engullir que tenía la morena.

-¿Eres un Gulpin o qué?- Cuestionó, causando que la muchacha frunciera el ceño molesta, para su placer. -De todas maneras, ¿no recuerdas que ayer nos encontramos aquí? Los dos vamos a hacer de jueces en el concurso de Ciudad Portual.- Le informó, sin poder creer que la muchacha hubiera olvidado algo que sucedió hace tan sólo un día.

May asintió a la vez que se rascaba la parte trasera de su cabeza con timidez, riendo nerviosamente.

-Ah, sí, tienes razón.- Contestó casualmente, haciendo que el peliverde suspirara.

Entonces le vino a la cabeza el sueño que tuvo hace poco. Observó el rostro de su rival con detenimiento para detenerse en sus labios. Al cabo de pocos segundos, notó como el calor subía hasta sus mejillas, y ella no fue la única al notarlo.

-¿May? ¿Te encuentras mal o algo? Tu cara está completamente roja.- Comentó Drew, mirándola con tan sólo un ojo abierto.

La morena paralizó todo su cuerpo a la vez que apretaba con nerviosismo su dentadura.

-¡N-nada! ¡Por supuesto que nada! ¡Nos vemos en el concurso!- Dijo, a la vez que se levantaba y empezara a correr hacia la salida.

El muchacho observó como desaparecía por la puerta, y después fijó su vista en el plato, aún sin acabar. Alzó una ceja extrañado. ¿May sin acabarse su desayuno? Algo tenía que ir mal. Entonces escuchó de nuevo pasos acercarse. Parpadeó al ver a la morena de nuevo allí, cogiendo la última tostada que quedaba para llevársela a la boca y volver a salir corriendo, su rostro aún con el color de un tomate. El peliverde se quedó quieto unos segundos hasta que finalmente hizo una media sonrisa, divertido por las acciones de la muchacha. Nunca dejaba de sorprenderlo, sea lo que fuera que hiciera. Se metió las manos en su bolsillo para después dirigirse también hacia la salida del centro.

-¡Buenos días a todos, y bienvenidos al concurso Pokémon de Ciudad Portual! ¡Como todos sabéis yo soy Vivian, la presentadora de los concursos en Hoenn! -El público vitoreó al escuchar las animadas palabras de la muchacha pelirroja, la cual llevaba puesto un vestido rojo hasta sus rodillas. -¡Y ahora os voy a presentar a los jueces! ¡Hoy tenemos a unos muy especiales! ¡No son nada más y nada menos que May Maple, la princesa de Hoenn y Drew Hayden, el fabuloso coordinador!- Gritó al señalar a los adolescentes, que saludaron a las gradas con entusiasmo.

Ambos vestían ropas más formales al ser jueces. Drew llevaba puesto un traje grisáceo con una camisa verde, y May un vestido blanco corto, palabra de honor que conjuntaba con los clips que llevaba puesto en su pelo. En cuánto el peliverde alzó la mano, se escucharon los gritos de cientos de chicas, llamándolo por su nombre con la esperanza de que las viera. Algunas incluso le proponía matrimonio, pareció escuchar la morena. Vivian se acercó hasta los coordinadores para entregarles el micrófono.

-¿Algunas palabras?- Preguntó la presentadora, dándole el aparato a la ojiazul.

May empezó a sentirse nerviosa por el hecho de estar hablando delante de cientos de personas. ¿Pero no había actuado para muchas más?

-Hum... Es un honor estar aquí, con todos vosotros...- Empezó a decir, temerosa. Pero seguidamente sonrió dulcemente. -¡Y espero poder ver fantásticas actuaciones! ¡Que gane el mejor!- Dijo alegremente, provocando que todo el público aplaudiera fuertemente.

Drew no pudo evitar hacer una media sonrisa ante sus palabras. Siempre tan inocente. May devolvió el micrófono a Vivian agradecida.

-¡Y después de estas fantásticas palabras por parte de May, vamos a empezar el concurso! ¡Quiero escucharos aplaudir! -Ordenó la pelirroja, para ser obedecida por la gente de las gradas. -¡Que entre el concursante número 1, por favor!-

La morena y el peliverde se dirigieron a sus sitios correspondientes, detrás de unos mostradores desde dónde podían ver toda la arena de combate delante suyo.

-Como de coordinadora no sirves de mucho, vamos a ver si se te da mejor ser juez. Aunque lo dudo.- Dijo el muchacho, mirando a la chica con una sonrisa arrogante.

Ella entrecerró los ojos, apretando sus puños.

-¡No tienes derecho a decirme eso! ¡Al fin y al cabo te gané en el Gran Festival!- Protestó, cruzando los brazos encima de su pecho.

Él sonrió una vez más y sacudió su flequillo, provocando que algunas de las chicas se desmayaran.

-Pura suerte.-

-¡Y aquí está nuestro primer concursante, Zac! ¡Adelante, el escenario es todo tuyo!- Dijo Vivian, a la vez que un muchacho de unos diez años, moreno y ojos azules se colocaba enfrente de los dos jóvenes jueces.

Una sonrisa confiada jugaba en sus labios, a la vez que lanzaba una Pokéball hacia el aire.

-¡Vamos, Porygon, demuestra lo que vales!- Gritó, y el haz de luz blanco se convirtió en un pequeño Pokémon cúbico, con forma de un pato rosa y azul.

Drew enarcó una ceja interesado.

-Hace bastante tiempo que no veo un Porygon... Veamos que es capaz de hacer.- Murmuró, cruzando los brazos encima de su pecho.

-¡Usa Triataque!- Ordenó el muchacho.

Un triángulo brillante se formó en el pico del Pokémon, cargado con electricidad, fuego y hielo. En pocos segundos lo lanzó hacia el aire, fascinando al público.

-¡Ahora Agilidad y Psicorayo!-

Porygon se dirigió hasta el triángulo con gran velocidad, y de repente un rayo multicolor salió de sus ojos, impactando contra el triataque lanzado anteriormente. Hubo una pequeña explosión en el aire que acabó con un suave polvo brillante, en el que se combinaban pequeños copos de nieve, chispas y brasas rojas.

-¡Fíjense en eso! ¡El Triataque se ha disuelto para dejar paso a un hermoso polvo de hielo, fuego y rayo! ¿Cómo finalizará ahora Zac?-

-¡Acaba con Destello y Teletransporte, Porygon!-

De repente, todo el estadio fue iluminado por una potente luz proveniente del Pokémon, provocando que todos desviaran su cabeza para proteger sus ojos. En unos segundos la luz desapareció para dejar ver a Porygon de nuevo en la arena, haciendo una ligera reverencia al igual que su coordinador, ambos envueltos en el polvo brillante. El público no tardó en empezar a aplaudir fuertemente, fascinados.

-¡Eso fue genial! ¡Veamos que piensan los jueces de esta primera actuación!- Dijo Vivian, mirando hacia los adolescentes.

-¡Simplemente increíble! ¡Tu Porygon está muy entrenado, y la belleza de los ataques combinados es espectacular! ¡Te has esforzado mucho, y por eso te doy un 9!- Indicó la morena, con una gran sonrisa que hizo que el joven también sonriera tímidamente.

-No está nada mal. Para ser tan joven, tienes talento. Pero no es lo más original que he visto, aunque eso no quiera decir que puedas mejorar. Te doy un 7.5.- Dijo Drew, con una sonrisa torcida en su rostro.

En la gran pantalla apareció 16.5 como suma total de puntos.

-¡16.5 de 20! ¡Eso no está nada mal! ¡Ya puede retirarse de la arena!-

El niño moreno hizo una reverencia ante los jueces y se dirigió a la salida. Antes de que pudiera salir el próximo concursante, May entrecerró los ojos en dirección al peliverde.

-¿Un 7.5? ¿Es que acaso no ves lo bien que lo ha hecho?-

Él tan sólo sacudió su flequillo.

-En estas cosas hay que ser crítico, May. No puedes ir dando puntuaciones altas a cualquiera que te sorprenda. Al fin y al cabo, esto es un concurso, y no todos pueden ganar. Solo el mejor.- Contestó con calma, cerrando los ojos a la vez que hablaba.

La morena se lo quedó observando hasta que entendió lo que acababa de decir. Y le frustró no poder quitarle la razón.

-¡Y finalmente el último concursante!¡Por favor que suba el número 30, Anne!-

Una niña rubia de unos 10 años llegó hasta la arena, las manos cruzadas delante suyo. Sus ojos eran marrones, aunque eran difíciles de ver a causa de que fijaba su vista hacia el suelo, tímida. Todo el público aplaudió en cuánto se colocó en su posición, provocando que tuviera más nervios.

-¡Ya puedes empezar!-

La niña asintió nerviosamente, a la vez que dirigía su mano hacia el bolsillo de su vestido rosa.

-¡Vulpix te elijo a... Au!- Antes de que pudiera terminar la frase, la chica se había caído al suelo, resbalando con el pie.

Algunos del público se rieron ligeramente ante la torpeza de la rubia, que sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas. La morena se llevó la mano a la boca, sintiéndose mal por la niña.

-Oh, mira a quién me recuerda. Es como un déjà vu. -Dijo el peliverde, sonriendo arrogante a la ojiazul.

Ella entrecerró los ojos, pero seguidamente se levantó para dirigirse hacia la pequeña.

-¿Estás bien?- Preguntó, ayudándola a incorporarse.

Ella asintió con la cabeza, tímida. May sonrió dulcemente.

-No estés nerviosa. ¿Sabes? En mi primer concurso estaba igual que tú. Incluso también me caí. Pero por eso no me rendí. Tienes que demostrar a todos tu talento, y llegarás muy lejos. Sólo tienes que confiar en ti y en tus Pokémon, ¿no?- Dijo la morena, guiñando a la niña.

Ella la observó atentamente, hasta que finalmente sonrió y se incorporó.

-¡Sí! Muchas gracias, May. Siempre has sido mi modelo a seguir.- Contestó la rubia, abrazando a la morena.

Ella se sorprendió por el acto de Anne, pero le devolvió el abrazo. Desde atrás, Drew miraba toda la escena con una sonrisa plasmada en su rostro.

-¡Ahora, demuéstrame lo que vales!- Le dijo, dirigiéndose de nuevo hacia su asiento.

La rubia asintió firmemente, y sacó una Pokéball roja del bolsillo.

-¡Vulpix, te elijo a tí!- Gritó, liberando al zorro rojo.

El pequeño Pokémon apareció en la arena, gritando su nombre alegremente.

-¡Usa Fuego Fatuo!- Ordenó Anne, alargando su brazo.

Vulpix abrió su boca para dejar que salieran llamas azules flotantes, que se colocaron alrededor suyo en un círculo perfecto.

-¡Ahora Paranormal!-

De los ojos del Pokémon salieron un rayo multicolor que se dirigieron hacia las llamas. En pocos segundos empezaron a brillar con intensidad y a moverse circularmente, siguiendo las órdenes de Vulpix. Seguidamente se dispersaron por todo el escenario, moviéndose elegantemente, como si fuera un baile entre fuego.

-¡Gracias al poder psíquico de Vulpix, puede controlar con libertad el fuego fatuo! ¡Fíjense en la forma en que las llamas danzan alrededor del estadio!-

Todo el público miró fascinado como se movían esas bolas de fuego azules.

-¡Ahora llamarada hacia las llamas y finaliza con giro fuego!-

Vulpix volvió a abrir la boca de dónde salió un potente haz de fuego hacia el cielo. Entonces el haz se disolvió para formar una estrella de fuego, dónde cada punta dio en una de las llamas azules, provocando una ligera explosión finalizada con un polvo azulado. Seguidamente, volvió a lanzar otro haz de fuego, pero que esta vez se envolvió alrededor del zorro. Finalmente, alzó sus patas y el giro de fuego desapareció para dejar paso a un polvo brillante anaranjado, mezclándose con el azul. Y en cuánto ambos, coordinadora y Pokémon se inclinaron en una reverencia, todo el público aplaudió estrepitosamente.

-¡Qué belleza! ¡Qué manera de controlar el elemento del fuego! ¡Veamos la opinión de los jueces!- Dijo Vivian, dejando la palabra a los dos coordinadores.

-¡No tengo palabras para describir lo que acabo de ver! ¡Es increíble la forma con la que Vulpix es capaz de manejar el fuego y el final ha hecho que mis ojos se iluminaran! ¡Muchas gracias por deleitarme con este gran espectáculo! ¡Te mereces un 9!- Dijo la morena, sonriendo dulcemente a la niña.

-La verdad, las cosas no pintaban bien al principio. Pero no puedo negar que me has acabado sorprendiendo. Se nota que has entrenado duro con tu Pokémon para estar aquí. Aunque deberías empezar a tener más confianza contigo mismo, sino este podría ser tu último concurso. De todas maneras, te doy un 8.-

Anne sonrió con alegría al ver como en la pantalla aparecía un 17. Ella se inclinó con agradecimiento, para después desaparecer de la vista.

-¡Bien, y ahora vamos a empezar con la ronda de batallas!- Gritó Vivian, seguida de los aplausos del público.

-¡Hoy ha sido un día duro!- Dijo la morena, a la vez que estiraba sus brazos con alivio.

Hacia unas pocas horas que había terminado el concurso, siendo Zac ganador, aunque Anne había conseguido llegar hasta la final, aún ser su primer concurso.

-Si prácticamente no has hecho nada. Sólo quedarte sentada mirando actuaciones.- Protestó Drew, caminando a su lado.

Ambos paseaban tranquilamente por la playa de Ciudad Portual, a la vez que el sol empezaba a esconderse en el horizonte, tiñendo el cielo de un color naranja. Ella entrecerró los ojos por el comentario de su rival.

-¡Bueno, he tenido que poner puntuaciones justas y también ayudar a una pobre niña que estaba nerviosa!- Indicó, cruzando los brazos encima de su pecho.

Él hizo una sonrisa arrogante.

-Por favor. La nota más baja que has dado ha sido un 7, y lo de la niña es normal. Al fin y al cabo, tú eras así. ¿O a lo mejor lo sigues siendo?- Contestó, metiendo las manos dentro de sus bolsillos.

Ella frunció el ceño, y empezó a caminar con rapidez para dejar atrás al peliverde, con los puños bien apretados. Pero de repente se detuvo al ver la playa que estaba delante suyo.

-¡Drew! ¡Drew, mira! ¿Te acuerdas?- Gritó la ojiazul, girando para ver al muchacho con una ceja enarcada.

Delante suyo había una pequeña cala con algunas rocas, dónde el mar chocaba estrepitosamente. A la lejanía podías ver un hotel blanco, al cuál se podía acceder por unas escaleras situadas al final de la playa, delimitadas por una barandilla de metal. Él sonrió de nuevo.

-No. ¿Debería acordarme de algo?- Mintió, para así enfadar a la muchacha.

Ella alzó las manos hacia el cielo cómicamente.

-¡¿Cómo que no? ¡Drew por favor! ¡Tienes que acordarte!- Chilló, picando el suelo con el pie, como una niña pequeña.

El peliverde no podía evitar reírse por dentro, viendo lo adorable que estaba su rival de esta manera.

-¡Ah, espera! Creo que fue aquí dónde conocí a la peor coordinadora del mundo.-

Ella sintió como todo su cuerpo temblaba incontrolablemente por la furia.

-¡Arg! ¡Eres insoportable! ¡No entiendo porque tendría que recordar ese momento, si es para olvidarlo!- Protestó, cruzando los brazos encima de su pecho, y alejándose del peliverde, el cuál no podía estar divirtiéndose más.

-May, no te lo tomes tan a mal. Siempre es bueno rememorar viejos tiempos.-

Ella rió sarcásticamente.

-Oh claro que sí, ¡a menos que tú no estés en ellos!-

Pero antes de que pudiera seguir caminando, el peliverde ya se había situado a su lado, cogiéndola por su muñeca, causando que la muchacha se sonrojara.

-Heh, no has cambiado nada durante todos estos años.- Dijo con una sonrisa de satisfacción.

La morena desvió la vista avergonzada.

-Bueno lo mismo podría decir de tí, Señor Arrogante de Por Vida.-

Él rió. Y eso causó que la muchacha fijara sus ojos azules en los suyos esmeraldas. ¿Acababa de reír? No era una risa falsa, ni sarcástica... Era simplemente una risa.

-Mira... ¿Porqué no nos quedamos aquí un rato? Que yo recuerde después hay fuegos artificiales.- Dijo, soltando su muñeca y dirigiéndose hacia la orilla para después sentarse.

La morena lo imitó, sentándose justo a su lado. Sonrió al escuchar sus palabras.

-¿Entonces sí que te acuerdas?- Preguntó, abrazando sus rodillas a la vez que fijaba su vista hacia el océano.

-Ya te lo he dicho, ¿cómo olvidar el encuentro con una coordinadora tan novata? Además practicando su patética actuación.- Contestó, sacudiendo su flequillo.

La morena frunció el ceño, pero seguidamente notó como una sensación de tristeza dominaba su rostro.

-¿De verdad piensas eso de mí?- Cuestionó, hundiendo su cabeza.

Drew la miró arqueando una ceja. ¿Tanto le había afectado ese simple comentario? Creía que ya se habría acostumbrado a su arrogancia.

-Hum... Bueno, supongo que en ese entonces. Pero ahora no es así.-

May alzó la cabeza de repente.

-¿De verdad?-

Él la miró a los ojos, con una sonrisa y asintió.

-Has mejorado mucho, May. Estoy bastante orgulloso de ti.- Dijo el peliverde, desviando su vista para dirigirla al mar.

Una sensación de alegría recorrió el corazón de la muchacha, provocando que latiera rápidamente. Recibir un cumplido por parte de Drew no era muy fácil.

-Pero igualmente sigues estando a mil años luz de mi nivel.- Añadió, sacudiendo su flequillo.

May bajó la cabeza de repente. Ya tardaba en decirlo. Pero así era Drew, ¿Verdad? La sonrisa seguía persistiendo en su rostro.

-¿Y tú? ¿Qué pensaste de mí cuándo me conociste?-

La morena lo miró de repente y tragó saliva.

-¿Puedo ser sincera?-

Él asintió. La muchacha respiró profundamente antes de empezar a hablar.

-Bueno, en cuánto escuché tus primeras palabras no pude evitar pensar que eras el idiota más grande del mundo, con el ego más subido de todo el planeta y con la arrogancia más alta de todo el universo.- Declaró, sonriendo en cuánto pronunciaba esas palabras.

El peliverde la observó hasta que apoyó su cabeza en una de sus manos.

-Sí, se nota que me amabas desde que me conociste.- Dijo con una sonrisa.

La morena sintió como sus mejillas se teñían de repente.

-¡P-pero que dices! ¡Te acabo de insultar, no sé si te das cuenta!- Protestó avergonzada.

-¿Y ahora? ¿Qué piensas ahora?- Preguntó, ignorando las protestas de la muchacha.

May sintió como su corazón latía fuertemente. ¿Ahora? ¿Qué podía decirle? El sueño de la mañana le llegó a la mente, provocando que todo su rostro tuviera un color rojo.

-Hum... B-bueno... Ahora eres mi... amigo barra rival ¿no?- Contestó, frotando la parte trasera de su cabeza nerviosamente.

Él enarcó una ceja ante su respuesta.

-¿Estás nerviosa, May?- Preguntó, poco a poco acercándose hasta ella.

La morena tragó saliva con dificultad.

-¿N-nerviosa? ¿De qué debería estar nerviosa?- Dijo, a la vez que reía falsamente.

Drew esbozó una sonrisa juguetona en sus labios.

-¿Puede ser que mi presencia te inquiete?-

El muchacho ahora estaba unos centímetros del rostro de la ojiazul, que sentía que iba a tener un paro cardíaco. Ambos se miraban fijamente a los ojos, intensamente. Y May no pudo evitar morderse el labio inferior. ¿Por qué tenía que ser tan irresistible? Pero de repente un ruido a lo lejos desvió a los adolescentes de su situación actual. Para su sorpresa, ya se había hecho de noche, y los primeros fuegos artificiales aparecían en el cielo oscuro, formando el rostro de un Torchic. Una gran sonrisa se asomó en el rostro de la ojiazul.

-¡Es precioso!- Gritó asombrada, a la vez que aparecían más fuegos, transformando la noche en un espectáculo multicolor.

Drew observó por el rabillo a la chica. Sus ojos estaban fijados en el cielo, con una dulce y alegre sonrisa. La luz de los fuegos artificiales se reflejaban en su rostro y su figura, a la vez que su cabello de color chocolate se mecía suavemente por la brisa marina. No pudo evitar pensar lo hermosa que era la chica, y lo mucho que había crecido en todos los sentidos. Pero igualmente seguía siendo la May que conoció hace ya 5 años... Su May. Ese pensamiento hizo que se sonrojara ligeramente. Sí, 5 años y aún seguía profundamente enamorado de ella. Y no podía contenerlo más hacia él. Volvió a mirarla de nuevo y sonrió.

-May.- La llamó, provocando que ella se girara para mirarlo.

-¿Dim...?- Pero antes de que pudiera terminar, sus palabras se quedaron selladas en cuánto él posó gentilmente sus labios encima de los suyos.

Los ojos de la muchacha se engrandecieron al notar el suave tacto de los labios de Drew encima de los suyos, pero poco a poco los fue cerrando, notando una sensación demasiado agradable para ser verdad por todo su cuerpo. Inconscientemente abrazó su cuello con los brazos, devolviendo el beso, a la vez que él cogía su cintura para apretarla contra él. Los fuegos parecían tan lejanos para sus oídos... Era como si todo a su alrededor hubiera desaparecido, y solo estuvieran ella y Drew. Juntos. Sus labios permanecieron unidos, perfectamente ubicados, como si hubieran sido hechos tan sólo para ellos. Al cabo de unos segundos ambos se separaron, mirándose fijamente a los ojos, y sus mejillas ligeramente coloreadas. Una sonrisa apareció en el rostro del peliverde, brillante.

-¿Y ahora? ¿Sigo siendo tu amigo barra rival?- Preguntó divertido, apartando un mechón de cabello del rostro de la muchacha con cariño.

Ella notó como el calor subía aún más hasta su rostro y bajó la vista avergonzada.

-S-supongo que no...- Murmuró tímida.

Él sonrió al ver la inocencia de la morena, a la vez que cogía la mano de la ojiazul para entrelazar los dedos.

-Entonces, que la luna sea testimonio de esto.- Susurró, besando de nuevo a la muchacha, que respondió gustosa a ese acto.

Y de nuevo, cerró los ojos, sin importarle nada más que él. Porque era en sus brazos dónde sabía que era su lugar... Rezó para que no fuera un sueño, y poder permanecer así para siempre.

...

Drew: Tan cursi como siempre.

May: Awww, Drew, ¿pero no lo encuentras romántico?

Yo: Erm... Siento que cada día estoy más loca. De todas maneras, espero que os haya gustado! ¡Próximamente el segundo capítulo, titulado con "Cita"!

May: ¡Yay! ¡No puedo esperar a verlo!

Drew: Tan infantil...