Los personajes de Candy Candy pertecen a Kyoko Mizuki.


Dedicado a mis queridas Musas, en especial a Stear's girl, por obsequiarme la bella firma que acompaña este fic, con un fanart hermoso de Marce Andrew. Si te gusta la imagen, contacta a las autoras, no la tomes ni la modifiques sin permiso, por favor.


Una línea (One line)

Hacía años de la última vez que habían convivido así. Cualquiera que los viera, pensaría que seguían juntos. La mirada cómplice, las risas ahogadas, la charla amena, el coqueteo inocente…

Quizá para algunos no resultaría tan inocente que dos personas casadas coquetearan entre sí… Mucho menos para sus respectivos cónyuges. Pero ellos sabían que no pasaría de un juego de palabras. Parecía irreal que hacía tantos años habían estado compartiendo vivencias, y creciendo juntos, y ahora se encontraran charlando como antaño, en la villa Ardley pero en Escocia.

Cuando Candy lo vió llegar, corrió a sus brazos. Un gesto que regularmente solo tenía para su marido; sin embargo, la emoción por reencontrarse luego de tanto tiempo, pudo más. Tenían comunicación constante, claro. Pero cuando se llegaban a ver, era de forma fugaz.

Hacía varios años él se había instalado en Nueva York, pero para entonces ella ya vivía al otro lado del océano.

Allí conoció a su pareja; un accidente en la moto deportiva que Anthony adoraba, lo había mandado directo al hospital donde ella ejercía. Cuando se lo contó a Candy, ella confirmó que el mundo es un pañuelo, de tantas opciones, debía terminar siendo paciente de aquella mujer que tan desagradable le había parecido en su época de estudiante, su colega Flammy. Al principio, la chica rubia gritoneó un poco sobre el peligroso vehículo que insistía en usar, luego, lo felicitó por caer en tan buenas manos, la mujer era una profesional; la mejor enfermera de su clase, amplia experiencia en Trauma, especialidad en Urgencias médicas, nadie podía haberlo atendido mejor; pero posteriormente, cuando él le contó que no pudo resistirse a invitarla a salir, aunque la enfermera lo había regañado con severidad por expresar su deseo de abandonar el hospital antes de las protocolarias 24 horas de observación; Candy tampoco por poco no tiene la fuerza de voluntad para contener todos los improperios que pensó. ¿Qué rayos pasaba por la cabeza de ese hombre? Primero la "encantadora" Elisa Leagan, ahora la "dulce" Flammy Hamilton. Sin contar las innumerables aventurillas con mujeres "desinteresas", posesivas o celosas. Maliciosamente, Candy se preguntó ¿en qué momento sus gustos habían desmejorado tanto?

Meses después, cuando el chico le contó que iría de viaje a los Ángeles con su ya entonces novia, las alarmas de Candy se dispararon, le aconsejó tomarse el viaje como un buen pretexto para relajarse, ambos lo necesitaban debido a su arduo trabajo; su colega en el hospital, y él en el consorcio familiar, pero sus instintos no se habían equivocado. Terminaron casados en Las Vegas. Nunca antes había visualizado a Anthony como irresponsable, pero lo hizo al realizar una ceremonia sin la presencia de la familia. Tiempo después, él confesó que había sido idea de su esposa hacer algo íntimo.

Debió tragarse el coraje y felicitarlo con una sonrisa para que él no notara cuánto le había afectado. ¿Por qué se dejaba manipular? ¿Por qué había accedido? Nunca le había contado que la amara. Ni a Flammy, ni a nadie. Sabía de su noviazgo, pero estaba segura que sería una más de las conquistas del joven heredero. Después de reflexionarlo un rato, cayó en cuenta ¡Esa no era ella! ¿Por qué se sentía así? ¿No podía sentirse feliz honestamente por su amigo? ¿Aquel enlace la alteraba demasiado? ¿Sentía celos acaso? No, eso no. Nunca había sido celosa. Tampoco había una razón para estarlo. ¿Anthony merecía alguien más amable? Pero ¿Acaso Flammy merecía siquiera un juicio de su parte? No. Y estaba segura de amar a Albert. Su esposo, a quien llegó a considerar un príncipe cuando se enamoraron, pero al que ahora amaba con todo y sus defectos meramente humanos.

Entonces, si no eran celos ¿Por qué llegó a sentirse tan enojada? Quizá porque sabía que él se hallaba fuera de sus cabales en esa apresurada boda, porque fue idea de Flammy excluir a todos sus seres queridos, incluyéndola ¡Era su mejor amiga y solo le mandó una desenfocada selfie del "romántico momento"! O quizá... Porque Anthony, había sido su primer amor…

¿Recuerdas el primer beso?

Estrella fugaz en el cielo

Tenía solo 13 años cuando sucedió. Con los ojos muy abiertos, reprimió todo lo que llena de emoción, quería gritar. El rosedal que con tanto esmero cuidaba el chico, fue testigo mudo de la demostración de afecto entre el par de jovencitos: Un beso tierno en la mejilla. Tiempo después, Candy no se contuvo de decirle impetuosamente -Me gustas- cuando Anthony demostró que podía ser presa de los celos con facilidad al escucharla compararlo con un príncipe que conoció en la niñez. Pero el jovencito no se quedó callado, la tomó de la mano y la condujo a una de las cuatrimotos con las que los paladines recorrían la propiedad. Le colocó un casco cual niña pequeña y se montó instándola a subir con él, cuando consideró se hallaban lo suficiente alejados de la casa, le confesó:

-Me gustas, Candy. Me gustas…

Contrario a lo que se pensaría, el suceso fue aislado. El chico tenía un pequeño acuerdo con sus primos Cornwell, pues los tres sentían atracción por ella.

Ese mismo año, el día de Halloween, Candy pidió permiso a la tía abuela de ir a ayudar en el orfanato a las maestras, los niños deseaban salir a pedir dulces y ella que era una adolescente, podía brindar apoyo en su cuidado fuera de la casa.

Anthony, Stear y Archie, pese a desilusionarse por no pasar el día con ella, habían colaborado con dulces que Candy gustosa, entregó a los niños. Terminaron tarde y agotados, ella llamó a Lakewood para avisar que ya estaba en casa y como habían acordado, regresaría el siguiente día.

Sin amainarse, Anthony pidió a la tía abuela se la comunicara y ni tardo ni perezoso, solicitó le contara sobre su día con los niños.

-Creí haber visto los caireles de Elisa a lo lejos, pero cuando me acerqué, descubrí que era un niño disfrazado de pirata y usaba una peluca de rastas ¡Qué despistada soy!

-Ja, ja, ja. – rompió a reír- Si Elisa te escuchara, se pondría a vociferar contra tí

-¡Ah, pero tú me rescatarías! Solo pasando frente a ella, ya se habría distraído, creo que le gustas un poco. ¿Qué harías si te declara su amor? O mejor aún, si la tía abuela te dice que hay un compromiso arreglado entre ustedes, como hacían en el clan el siglo pasado

-¡Por Dios, Candy! Si te di dulces para los niños, ¿Por qué me haces esas bromas? ¿Qué no es uno u otro?

-¡Oh, vamos Anthony! En las fiestas de la tía abuela solo bailas con Elisa o conmigo. No te veo coquetear como a Archie, ni entretenido charlas de adultos como a Stear

-Con "charlas de adultos" te refieres a estar todo el tiempo junto al buffet ¿Verdad?

-Buen punto… Pero no le digas a Stear que lo admití. Y no te desvíes. Anda dime ¿Elisa te parece bonita?

-Es linda, sí

No era algo que esperaba escuchar, pero recobró la compostura con rapidez. La ventaja de no poder verse en una llamada telefónica.

-Ah… Sí, qué pregunta tan tonta. Es obvio

-Pero eso no significa que me guste…

-Ah, ¿No?

-Solo hay una chica que me gusta, y sueño con que se me declare

-Ja, ja, ja. ¡Qué modesto! ¿Y por qué no lo haces tú?

-Digamos que ella tiene unos primos muy protectores. No me lo perdonarían.

-Pero si ella lo hace…

-Sería la excusa perfecta para ellos…

-¡Vaya líos en que te metes! ¡Uff!

-Ja, ja, ja. Supongo que no tengo ninguna esperanza. ¿Verdad?

-Podrías al menos insinuárselo ¿No crees?

-Tienes razón, Candy. – suspiró- Supongo que no lo había pensado, aunque…

-¿Sí?

-Ella es a la única chica que le he dicho que me gusta… En toda mi vida.

Candy dudó entonces de la eficacia de la línea telefónica ¿Podría Anthony escuchar el desbocado latir de su corazón?

-Y si ella…

-Le diría que sí. De inmediato

-Y serían novios. Sin que sus primos se molestaran

-Tendrían que saber la verdad. ¿Te parece tonto? Lo es, lo sé. No es lo más romántico para una chica, debo ser yo quien tome valor y enfrente todo por ella, es…

-Pues es lo que está sucediendo…

¡Lo dijo! La chica se tapó la boca para evitar soltar cualquier exclamación. No había forma de retractarse. Y sus pensamientos se habían vuelto un lío. ¡Anthony se había quedado callado! ¡No se refería a ella, entonces! Pero días antes se lo había dicho muy claro "Me gustas". No lo soñó, no lo imaginó. ¿O sí? Años atrás, cuando pensó que había maginado al príncipe de la colina, supo que tenía el broche para probarlo, pero ahora, de la confesión de Anthony no tenía nada. ¡Quizá sí lo había imaginado! Y entonces, él rompió su angustia

-Candy, eso significa que ya somos novios…

¿Cómo llegamos al punto en que ambos están casados con diferentes personas? Y sobre todo ¿Cómo pudieron continuar siendo tan amigos luego detener una historia juntos?

Para llegar a un sitio como este

Nunca saliste de mi mente

Cuando jovencillos, todo fue miel sobre hojuelas en su relación. Los Cornwell se hicieron a un lado y respetaron la decisión de la parejita. Los cuatro chicos salían juntos constantemente. Aunque en Lakewood realmente no había tantas actividades, los adolescentes siempre encontraban algo divertido para pasar el rato. Nadaban constantemente en el lago, realizaban amenos días de campo, donde Candy y Stear siempre retaban a competencias pues ambos ganaban la mayoría de las veces.

En otras ocasiones, veían series juntos en la sala de t.v. o ponían música en el estéreo y cantaban a viva voz. Diversión, que la tía abuela encontraba muy fastidiosa

A veces, Candy y Anthony salían solos. Iban al pueblo a comer hot dogs, y entraban al cine gratis, convenciendo al boletero dejarlos pasar a comprar palomitas de maíz. Su máxima travesura, había sido colarse al campanario de la iglesia a ver la ciudad desde lo alto.

Candy siempre estuvo consciente que su relación no se formalizaría debido a la edad. Ella tenía demasiados sueños para atarse a un matrimonio joven, ya no digamos adolescente. A él, en cambio, le gustaba fantasear una vida en conjunto, adulta, una boda incluso….

Para entonces, habían vivido mucho tiempo en la casa de campo de Lakewood con tutores particulares. El tío abuelo anunció que era hora de que los chicos salieran al mundo. Irían a estudiar la preparatoria a Londres.

Se organizó una gran fiesta de despedida con toda la familia. Nadie auguraba una pronta despedida.

Estoy viendo a la pared

Al igual que en las calles luchamos

Candy y Anthony decidieron alejarse un poco del borlote montados en la cuatrimoto que usaban habitualmente. Cada vez buscaban con más afán los momentos a solas para prodigarse abrazos, besos atrevidos e incluso algunas caricias que empezaban a dejar de ser inocentes. Sin embargo, ella siempre frenaba la situación antes de dejarse llevar a donde no se sentía preparada emocionalmente.

Regresaban a la fiesta cuando un pequeño animal, quizá un zorro, nunca estuvieron seguros, se les atravesó. El vehículo se volteó cuando el chico trató de esquivarlo y les valió una estancia en el hospital. La de Candy, aunque breve, pues solo se fracturó la muñeca y sufrió un esguince en el cuello; la experiencia, le sirvió de escarmiento para decidir no volver a subirse a una moto, sobre todo por lo sucedido con Anthony, quien tuvo una severa conmoción cerebral y permaneció en coma por varios días.

Luego del accidente en el que un muy joven Anthony casi pierde la vida, su padre decidió que era momento de convivir y recuperar el tiempo perdido lejos de su hijo. La tía abuela se rehusaba a dejarlo partir, pero Vincent pidió que la última palabra fuera la del jovencito a sabiendas que resultaba muy probable una negativa. El golpe que supuso casi perderlo, lo hizo reaccionar, para él, era tiempo de superar el dolor de su viudez y concentrarse en vivir el presente al lado de su único vástago. Para el jovencito también fue difícil tomar la decisión de irse a vivir con su padre, pues debía alejarse de su núcleo familiar en el que siempre se sintió cobijado, pero en el fondo, sabía que si no era en esa etapa, más adelante partiría a la universidad y siempre se reprocharía el no haberse brindado la oportunidad de conocer mejor a su papá.


CONTINUARÁ…