Ha pasado tanto tiempo que incluso se me olvidó como subir fics en esta pag xDDD debo decir que estoy empezando a ver KHR y estoy más que enamorada de este HomoShonen~ y claro, del 5927! Así que aquí viene mi granito de arena 8)
Sapiencia
Dame-Tsuna era sin duda una persona distraída. Eso era lo que pasaba, no es que fuese tonto realmente, lo que le pasaba al muchacho era que su mente volaba lejos y su capacidad de concentración o de compromiso con las cosas era tan nulo que terminaba por no saber hacer nada de ninguna cosa.
Así mismo, al joven Sawada nunca le dieron "la charla" que toda madre o padre debe darle a su hijo. No, la familia que le tocó era lo suficientemente disfuncional como para que a ninguno de ellos le importara que su retoño no supiese de dónde venían los bebés, y en realidad a él tampoco le interesaba mucho el asunto, supo lo básico en clases pero más allá de lo netamente biológico, Dame-Tsuna seguía siendo un pequeño ignorante en temas sexuales.
Reborn se dio cuenta rápidamente de esto con sólo verlo, sin querer sintió algo de lástima hacia su alumno, ya que la ignorancia siempre trae problemas en todos los ámbitos de la vida. Este error de los padres les costaría caro y como de costumbre, lo terminaría pagando Tsuna.
Es verdad, el joven Vongola sabía lo que era el amor, o al menos creía saberlo puesto que decía estar enamorado de su compañera Sasagawa Kyoko, cuando en realidad sólo la miraba desde lejos, poco y nada habían hablado y cuando lo hacían estaba demasiado nervioso como para ser él mismo. No supo hasta ese momento que el amor involucraba muchas cosas más, era más profundo y más problemático de lo que había imaginado, mucho más que ser parte de la mafia.
El día estaba especialmente caluroso, era una tortura el solo hecho de ponerse el uniforme y caminar con ese penetrante sol hacia la escuela, a pesar de ser un tramo corto. Reunirse en el salón lo hizo todavía peor, las ventanas no ayudaban mucho y el calor humano aumentaba a una velocidad sorprendente.
Mientras Tsuna trataba inútilmente de abanicarse con el cuaderno de matemáticas, al profesor no se le ocurrió nada mejor que empezar a preguntar por la tarea de la clase pasada, pidiéndole a cada alumno que resolviera en la pizarra uno de los ejercicios dados. El infierno terrenal se presentaba ante la clase 1-A de la escuela Namimori.
Comenzaron a salir uno a uno, el profesor sacaba a gente de la lista al azar y extrañamente, Sawada no fue el primero. Su cuerpo temblaba a pesar de las altas temperaturas, sabía que todas sus respuestas estaban mal y el ver como regañaban a sus compañeros por no acertar en nada le hacía sentir todavía peor.
-Gokudera Hayato.-Dijo el maestro con una voz especialmente molesta, realmente odiaba a ese delincuente, no sólo por su actitud sino que su maldita inteligencia le impedía regocijarse y ponerle malas calificaciones, él siempre tenía un 100 tras otro 100, sin falla alguna.
El guardián se levantó de mala gana, casi tirando la silla como siempre. Caminó a paso lento, deleitándose con la cara de fastidio de su maestro y dándole una sonrisa cómplice a su tan adorado décimo, como diciendo "observa como dejo en ridículo a este imbécil".
Todos permanecían expectantes ante la escena, el problema número 9 había sido un quebradero de cabeza para todos, los pocos que lograron resolverlo no estaban seguros de haberlo hecho bien. Tsuna supo de inmediato que ese ejercicio no estaba puesto allí porque sí, y menos habían sacado a Gokudera a resolverlo producto del azar, el profesor estaba ansioso por presentar un reto que ese maldito genio no pudiese resolver y por fin ganarle una partida.
-Hey, la tiza.-Se quejó el joven, quitándole el objeto al maestro que se había quedado pensando profundamente en cómo humillaría a su alumno. Echó un vistazo a la pizarra y dando un bostezo sólo para irritar a quien lo desafiaba, empezó a escribir rápidamente la respuesta al problema, sin siquiera llevar con él su cuaderno.
Todas las miradas se concentraron en la figura de Hayato de espaldas, deshaciendo la tiza contra el pizarrón, poniendo número tras número, sin errar ni un signo, las chicas presentes tuvieron que contener sus gritos para no interrumpir la clase. Fue allí donde el joven e inocente Sawada Tsunayoshi recibió una no muy agradable noticia de parte de su cuerpo, no pudo interpretarlo de inmediato debido a su nulo conocimiento en la materia pero más tarde al investigarlo conoció el concepto: Él era sapiosexual.
Primero pensó que sentía alivio, ya que pasó gran parte del día anterior tratando de encontrar la respuesta a ese ejercicio, recibiendo las habituales palizas por parte de Reborn cuando se equivocaba, terminando por quedar inconsciente. No, no era eso… ¿entonces? Debe ser admiración, "¡Gokudera-kun es increíble!... ¿o no?" Sí que lo era pero esa sensación iba mucho más allá. Se descubrió a sí mismo juntando las piernas, tratando de controlar el nuevo calor que se concentraba en su zona más íntima, ese que no tenía nada que ver con los 37 grados que azotaban la ciudad. Este fuego, ese ardor venía directamente de sus entrañas, de sus más oscuros deseos que jamás quiso explorar, ahora buscaban libertad y llegarían al exterior pasara lo que pasara.
Recordó por un momento las reuniones en su casa, era ya muy común que se juntara con Gokudera y Yamamoto para hacer la tarea, el centro de atención era normalmente su guardián de la tormenta quien sin problema alguno le daba respuesta a cualquier cosa que se pasara frente a sus ojos, sí, ese par de ojos verdes que a ratos lo miraban, lo llamaban, lo estaban quemando.
Una segunda tiza tuvo que ser usada para continuar con la hazaña, la pizarra amenazaba con quedar completamente cubierta por la aplastante inteligencia del joven de cabellos plateados. Tsuna ya estaba casi en su límite, las gotas de sudor le recorrían el cuerpo, le hacían cosquillas al igual que su entrepierna, dura como una roca y rogándole que se hiciera cargo de ella pero era inútil, el décimo Vongola nunca antes se había masturbado y estrenarse en el salón de clases no era una opción, pero el deseo se lo estaba comiendo vivo.
Se mordía los labios, estaban secos y ansiosos, necesitados de otro, de otro que conocía muy bien y estaba a pasos de él, haciéndolo explotar con su divina actuación, logrando que su cuerpo pasara a ser un volcán a punto de hacer erupción. No pudo razonar que se estaba excitando con uno de sus amigos, las funciones de su cerebro estaban totalmente bloqueadas, por lo que no se le ocurrió pedir permiso para ir al baño, pudo haber sido ayudado quizás, pero Reborn que lo miraba desde la ventana estaba demasiado entretenido con la escena y en parte, se alegró de que por fin su alumno comenzara a explorar su sexualidad, no de la mejor manera pero por algo se empieza, pensó.
Gokudera estaba agachado escribiendo, tratando de usar hasta el último rincón del pizarrón para terminar por fin el ejercicio, no era nada difícil para él pero estar tanto tiempo allí con el calor que hacía era bastante incómodo. Un par de números más, unos paréntesis y unas multiplicaciones lo separaban del resultado final, y a Tsuna del climax más bestia que hubiese podido imaginar en su vida, claro que luego vendrían otros mejores pero él ni lo sospechaba.
Habían pasado más o menos 10 minutos, el sonido de la tiza cesó y el resultado quedó expuesto, un número enorme que además incluía todas las décimas, centésimas y milésimas posibles. Esto terminó por hacer estallar la excitación del pequeño Vongola que, rasguñando la mesa y gritando mientras arqueaba la espalda, sentía su primer orgasmo frente a toda la clase. Un nuevo capítulo se escribía en la historia de la mala suerte legendaria de Dame-Tsuna.
Todas las miradas se fueron hacia él, obviamente, seguido del silencio más incómodo del mundo. Algunos lo notaron, otros no, pero para Gokudera la situación era más que obvia, su décimo se había corrido por algún motivo desconocido y como buena mano derecha, tenía que ayudarlo cuanto antes.
-¡Juudaime!-Tirando lejos la tiza, corrió y mandó a volar el escritorio de Tsuna, tomándolo en brazos para llevarlo a la enfermería.
-¿Qué crees que estás haciendo?-Le gritó el profesor, tratando de razonar un poco lo que había sucedido.
-Viejo idiota, ¿no ves que tuvo un golpe de calor? Voy a llevarlo a la enfermería, tiene que hidratarse.-Y levantándole el dedo del medio al molesto adulto, huyó con su décimo en brazos, quien aún temblaba por la sensación descubierta, no estaba al tanto de la situación vivida, frente a sus ojos veía elefantes rosados bailando y pasó un buen rato antes de que dejara de verlos.
Shamal no estaba en la enfermería, como siempre, por lo que Gokudera se encargó de darle agua a su compañero, sabía perfectamente que no había sufrido ningún golpe de calor o algo parecido, pero de que necesitaba hidratarse, lo necesitaba, le quitó la ropa mojada y dejó que descansara en la cama un rato, mientras tanto se sentó en la ventana a fumar, tratanto de entender qué demonios le había pasado a su amigo.
Reborn se frotó las manos, ansioso por completar la tarea que los padres de Tsuna habían olvidado, realmente iba a disfrutar dándole "la charla".
Continuará…
