I

Isabella Swan cursaba la última semanas de su último año de la preparatoria, lista para ingresar al vertiginoso mundo universitario que la emocionaba y salir de una vez por todas del pequeño pueblo que la había visto nacer y en el cual había vivido durante sus diecisiete años. Forks. Además, estaba a portas de cumplir los dieciocho años, y su madre, Renée estaba emocionada por ese hecho, incluso más que la propia Isabella, pues ya craneaba una apoteósica fiesta de cumpleaños, pese a que su hija no gustaba mucho de las celebraciones, menos cuando era ella el centro de atención.

Ella era hija única y había crecido en el seno de una familia de buen estatus social: su padre era jefe de policía, Charly, el que había muerto en "acto de servicio" hacia menos de un año y su madre era abogada.

-¡Isabella, llegarás tarde a clases si no bajas ahora!- Gritó Renée escalera arriba para apresurar a su hija

-¡Bella mamá, Bella!- dijo ella, gritando desde su cuarto de regreso, y profiriendo un gran suspiro, pues pese a todos los años, no lograba que su madre dejara de decirle Isabella

-No sé que tienes en contra de que te llamen por tu nombre, Isabella- dijo su madre cuando estuvieron ya sentadas a la mesa, listas para desayunar.

-No es que tenga nada en contra, es sólo que es demasiado largo...- "y un tanto siútico" pensó la joven para sus adentros.

-Como sea, entonces, ¿ya has pensado en los invitados para tu fiesta? Creo que podemos hacer la fiesta como cumpleaños y como fiesta de graduación, ¿no?-

-Y sigues con eso... ¿no te parecería mejor que celebraremos tú y yo en privado? No estoy para celebraciones... no cuando papá acaba de...- dijo ella esto último, con pesar en su voz, y es que pese a los meses que habían pasado, extrañaba a su padre

-A Charly le gustaban las fiestas, y creo que se hubiese sentido feliz de que disfrutaras de una, aun en estos momentos difíciles para ambas. Pero no insistiré más, te entiendo, y si una celebración entre las dos es lo que quieres, pues es lo que haremos-

-Gracias mamá. Podemos largarnos durante un fin de semana a otro lugar, y celebrar fuera de aquí, digo, nos servirá para distraernos...-

-¡Brillante idea, Bella! Ok, planearé todo para sorprenderte con un lindo viaje, ¿si?. Ahora apresurarte, que no quiero que llegues tarde, menos cuando estas en época de exámenes finales-

-Toda la razón- dijo ella, sorbiendo el último poco de café que había en su tasa –Estoy lista, vámonos ya- aseguró cando estuvo lista. Enseguida tomaron sus respectivos bolsos, y salieron de la casa.

-¿Has hablado con Jacob?- le preguntó cuando iban de camino a la escuela

-Si anoche hablamos por teléfono, ¿por qué?-

-No sé... te veo muy cerca de él...¿hay algo entre ustedes que yo no sepa?-

-Somos solo amigos..."amigos" mamá- dijo, enfatizando la palabra.

-Es un buen muchacho, y viene de una muy buena familia-

-Lo es, por eso es mi "amigo"-

-Ok, espero que cuando se decidan, pues me digas...-

-¡Basta ya mamá!-

-Ok, ok...¡qué genio! Eres igualita a tu abuela Swan...- concluyó sonriendo, y haciendo sonreir a su hija.

Alice Cullen, como todas las mañanas, se sentó frente a su ordenador y revisó su correo electrónico, y la sorprendió ver que su "ingrato hermano" le había escrito:

Alice: ya confirmé la fecha de mi vuelo, y veo que no fui el único, pues revisé la prensa y ya circula la noticia de que "el hijo del acaudalado empresario...blablabla" está por llegar. Bueno, así que nos vemos en un par de días. Te llamo por la noche. Te extraño pequeño demonio. Besos, Edward.

-¡Emmett! Edward confirmó su llegada... ¡Debemos preparar una fiesta!- gritó, emocionada a su hermano que se encontraba en el dormitorio del departamento que ambos compartían en el centro de la ciudad de Seattle, hace ya medio año.

Alice, Edward y Emmett Cullen, eran los tres hijos del multimillonario y viudo empresario hotelero Carlisle Cullen. Siempre la prensa estaba detrás de los pasos de la familia, y estaban expectantes ante la llegada del segundo hijo de los Cullen, que hace cinco años se había ido a Alemania a cursar sus estudios universitarios y de postgrado de la carrera de economía. Claramente, lo veían como el sucesor de su padre, pues ninguno de sus hermanos se veía interesado en continuar el negocio familiar.

-¡Por Dios, Emmett, ¿me has oído? ¡Edward regresa!- insistió Alice

-Ya estoy enterado, también me escribió, además, la prensa se encargó de lanzar el chisme- respondió su hermano

-Como sea... ¡Habrá fiesta! ¡Una gran y fabulosa fiesta de bienvenida para mi hermano! Llamaré a papá para contarle- dijo, y se acercó al teléfono para hablarle a su padre, que al igual que Emmett, ya sabía la noticia por parte del mismo Edward, con quien había hablado la noche anterior

-Entonces papá, ¿no hay problema de que preparemos una fiesta? Deberás salir de tu oficina de Nueva York y venir hasta aquí...-

-Hija, Edward llega aquí a Nueva York, dentro de dos días, no creo que tu hermano quiera viajar de inmediato hasta Seattle, y si es que quiere ir hasta allá...-

-Quedó de hablarme esta noche, lo convenceré de que venga... ¿viene solo?-

-Sí, solo, pero en unas semanas llegan unos amigos... o algo así. Pero habla con él y convéncelo. Y si hay fiesta, ya sabes, yo estaré ahí con todo gusto, mi pequeña princesa-

-¡Ay papá, te adoro! Hablamos luego, que tengo muchas cosas que preparar- le dijo, y enseguida colgó.

Llegada la noche, y tal como lo había prometido, Edward llamó a su hermana para saludarla:

-¡Edward, Edward, Edward!- dijo ella dando gritos y saltitos por el apartamento mientras cargaba el auricular del teléfono en su ido

-Alice, Alice, Alice... no cambias, ¿eh?-

-¡No, jamás! Entonces dime, ¿llegas el mismo día a Seattle?-

-Supuse que me esperarían en Nueva York junto a papá...-

-No seas aguafiestas Edward... sabes que esta es nuestra ciudad-

-Veamos Alice, que diablos andas tramando, eh?-

-Nada... o quizás sí. Un "coctelito" de bienvenida, algo pequeño, ya sabes...-

-¡¿Coctelito, pequeño? No me hagas reír, sé que no soportas las fiestas pequeñas-

-Edward, no me estropees la sorpresa. Lo único que te pido es que llegues a Seattle el sábado para tú fiesta, ¿si? Sólo habrán amigos, familia, gente conocida, te lo juro...-

-El sábado...mmm... está bien-

-Y dime, ¿vienes solo?-

-No, Jasper y Tanya van conmigo, aunque ellos irán antes a Boston y luego se reunirán conmigo. Te recuerdo que regreso por asuntos de trabajo, hermanita-

-¿Jasper, Tanya...? No los recuerdos-

-No los conoces. Pero ya tendrás el honor. Ahora te dejo, tengo una valija que preparar. Nos vemos el sábado en Seattle entonces-

-Te espero ansiosa, Edward. Te mando un beso-

-Un beso pequeña- dijo, despidiéndose para luego colgar el teléfono.