N/A: He esperado mucho para escribir esta historia después de leer miles de SetoxSerenity. Me encanta esta pareja y pienso que pondré mi granito de arena en hacer crecer el mundo Fandom de Silentshipping en español.
Ningún personaje de Yu-gi-oh me pertenece.
Capítulo 1: Despertar
Bostezó largamente. Sus brazos se estiraron en dirección al techo de su habitación como queriendo alcanzarlo. Sintió como los músculos se relajaban poco a poco con el paso de los segundos mientras se desperezaba. Habían sido largas horas de sueño que recargaban sus energías para comenzar un nuevo día. Abrazó sus rodillas por encima de la colcha en un intento por quedarse unos minutos más en la cama. La mirada se dirigió por los rincones del ordenado cuarto. La puerta del cuarto de baño, el closet, el televisor colgado en la pared, el escritorio en una esquina que estaba cubierto de papeles, un útil sillón con ropa recién doblada y la ventana que dejaba colar el brillo solar. Cerró ambos ojos y poco a poco se fue acostumbrando a la luz. Sonrió tenuemente ante la placentera molestia de ver nuevamente el sol directamente. Muchos años viviendo en oscuridad, para que ahora pudiera disfrutar de algo tan simple. Su deseo de ver la luz nuevamente, se había hecho realidad.
Suspiró levemente al darse cuenta que necesitaba levantarse en ese preciso momento para poder aprovechar el día y disfrutar del sol que tanto le gustaba. Rápidamente se deshizo de la colcha rosada, buscó con sus pies los zapatos para poder desplazarse por el frío piso. Lo primero que hizo fue abrir las cortinas para que la luz entrara. Aunque siempre se bañaba y cambiaba antes de empezar cualquier quehacer matutino, esta vez haría lo contrario. Así que sonriendo se dirigió hasta la puerta para olvidarse de sus obligaciones con su habitación por lo menos unas horas. De todas maneras, ni el más mínimo papel se movería de su sitio hasta que regresara.
Poniéndose su bata que cogió del perchero de la puerta antes de salir, caminó hasta la habitación contigua. Era raro que no escuchara ningún sonido, ya que su hermano tenía la mala costumbre de prender la radio en horas de la mañana para supuestamente molestar a los vecinos, que no lo dejaban dormir la noche anterior. Le hacía siempre gracia su manera extraña de pensar. Tocó la puerta suavemente para ver si aún estaba ahí, pero no recibió respuesta.
"¿Joey?"
Ni bien pronunció su nombre, escuchó un fuerte golpe y un quejido de dolor por parte de su hermano. Ups. Al parecer algo andaba mal.
"¡Joey! ¿Está bien?" – Pronunció nuevamente al coger la manija de la puerta, y antes que pudiera abrirla escuchó una voz nerviosa femenina.
"Sobrevirará Serenity"
"Mai"
"Saldremos en un momento"
"Lo siento. Iré a preparar el desayuno"
"Gracias Serenity"
Cubriéndose medio rostro por su falta de tacto, volvió sus pasos hacia la escalera para poder reactivar su actividad por esa mañana. ¡Lo había olvidado completamente! Desde un año que Mai Valentine vivía con ellos, faltaba muy poco para que se convirtiera en su cuñada, y ella se atrevía a olvidarla. Estaba tan concentrada en lo que haría después, que pasó inadvertido ese detalle, ya que la rubia no era para nada silenciosa cuando se encontraba en la casa y daba a conocer su presencia. Era una persona espectacular, segura y encantadora, que muy difícilmente era olvidada. Hasta podría decir, que desde que la conoció, le generó una fuerza interna para contrarrestar cualquier adversidad y lograr ser una mujer fuerte como ella.
Al ver que tendría que ser más cuidadosa otro día, se dirigió a la cocina para ver que prepararía el día de hoy. Agradeció mentalmente que la noche anterior no hicieran tanto desorden en su sagrada cocina, y no había tantos platos sucios que lavar. Abriendo la refrigeradora para buscar algo comestible, se dio cuenta que lo único que alumbraba eran huevos, tocino, leche y algo de jamón. Justo el día anterior no hizo compras por estar tan ocupada con sus estudios. Al parecer, sería otro día en el que haría milagros para que quedaran satisfechos.
"Ohhh justo cuando planeaba hacer…"
"¡Buen Día!"
"Mai"
"La misma cariño" – Dijo una alegre rubia al hacerse notar en la cocina, aún con ropa de dormir y cubierta por una bata morada. "Siento dejar vacío tu refrigerador, llegamos con mucha hambre ayer"
"No te preocupes… puedo hacer algo con lo que hay"
"¡Deberías ser chef!" – Alentó la rubia al sentarse en una de las sillas de la barra que separaba la cocina de la sala. "Cocinas muy bien"
"¿En serio piensas eso?"
"Claro. Además, creo que necesitaré que me des clase de cocina pronto"
"No sabría cómo enseñarte"
"Tampoco soy tan torpe en la cocina"
"No me refiero a eso" – Se corrigió nerviosamente. "Quiero decir, estoy segura que Joey podrá conseguir a alguien para…"
"Por ahorrar, tu hermano se pondrá a hacerlo él mismo, y yo entraré en huelga"
"No lo creo" – Se rió ante la idea de su hermano quemando el desayuno, el almuerzo y la cena, todo en un mismo día. "Hallarán la mejor forma de sobrellevarlo"
"Por eso… siempre contaremos con tu apoyo ¿Cierto?"
Sus ojos se iluminaron de par en par al ver a Mai tan segura de lo que decía. Hace ya unos meses conversaron que había planes de boda, que se casarían cuando llegara el momento adecuado, y que siempre ella era bienvenida a quedarse el tiempo que sea necesario bajo el mismo techo. Ya que obviamente Joey no dejaría que su hermana pequeña viviera lejos. No cuando llevaron tanto tiempo separados, y en los últimos seis años habían compartido la misma casa. Sería pecado mortal para Joey, escuchar que Serenity se iría a otra ciudad sólo por darles privacidad. Era un tema discutible que no quería pensar, pero a su parecer, lo más conveniente sería brindarles un espacio para que formaran su propia familia. Tal vez no sería mala idea tener su propio apartamento o ir a vivir con su mamá nuevamente… no lo sabía. Por ahora, quería compartir buenos momentos con su hermano mayor.
"¡Claro!"
"No sabes cómo me alivia saberlo"
"Aunque… creo que si pueda enseñarte a cocinar" – Comentó inocentemente al hacer una seña con su dedo a la nueva idea.
"Serenity, sólo bromeaba" – Dijo la rubia con una gran gotas de sudor por el rostro, muestra fehaciente de su nerviosismo.
"De todas maneras, servirá mucho en el futuro. Podemos comenzar con lo básico, ya que Joey ama comer. Te imaginas…"
"Ni hablar. Tengo suficiente soportando sus ronquidos para que exija comida. ¡Faltaba más!"
Mai hizo un bufido de frustración, y terminó por expresar diversas frases en contra de las costumbres de su ahora pareja. Sobretodo porque siempre había sido una mujer independiente, y lo último que haría era estar todo el tiempo en su casa cocinando. Tales palabras hicieron que Serenity comenzara a reír por la sinceridad expuesta, las cuales fueron seguidas por la rubia que no pudo evitar contagiarse del buen humor.
"¿Los ronquidos de quien?"
Ambas detuvieron su risa al notar la presencia de Joey mientras entraba a la cocina. Estaba aún desaliñado como siempre, frotando sus cabellos desordenadamente y en un bostezo sonoro. Aunque su crecido y desarrollado porte era muy diferente al adolescente que fue hace muchos años, seguía manteniendo aquella actitud despreocupada.
"Buenos Días hermano" – Saludó con una amplia sonrisa.
"No comprendo cómo me voy a casar con esto"
"Hey. ¿Así comenzamos la mañana?" – Se quejó inmediatamente ante el ataque directo que recibió.
"Era mi nueva forma de saludar" – Dijo inocentemente al poner un dedo sobre sus labios. Todo siguiendo la mirada ansiosa del muchacho que se sentó en la silla de al lado.
"Que extraña manera tienes de saludar"
"No me dejaste dormir en toda la noche... que esperabas"
"¡Mai! No tenías porque decirlo en voz alta" – Se sonrojó inmediatamente y movió sus manos frenéticamente para que no siguiera hablando.
"¡Ay! que delicado" – Se mofó en una expresión divertida. "Sólo digo la verdad"
"Serenity no la escuches… es que se muere por mí"
"¿No será al revés? ¿Quién perdió el alma por quien?"
"Ja ja muy graciosa" – Dijo en una voz sarcástica al cruzarse de brazos.
"¡Ustedes dos no tienen remedio!"
Serenity rió ampliamente ante los comentarios de la pareja, que a simple vista no parecían llevarse del todo bien a causa de las expresiones usadas; sin embargo, tal pensamiento quedó en el olvido al ver como Mai tomaba el primer paso en coger el rostro del contrariado muchacho y darle un sonoro beso en los labios que lo hizo calmarse.
"Que va a pensar Serenity"
"Por mí no se preocupen"
"Ella es la más acostumbrada a todo esto. ¡Iré a cambiarme!" – Anunció la rubia al levantarse de la silla y ajustar su bata para salir caminando de la cocina.
"Te aviso cuando esté el desayuno" – Agregó la menor Wheeler al girar hacia el refrigerador y obtener los ingredientes que aún había.
"Seren… gracias por tu ayuda"
"No tienes porque agradecer Joey, lo hago con mucho gusto" – Dijo en una voz feliz por escuchar su agradecimiento.
"De todas maneras quería que lo supieras" – Comentó en una sonrisa, pero entonces se le iluminó la mente al verla volver a su actividad. "¡Tengo una idea! ¿Y si vamos al acuario esta tarde?"
"¿En serio?"
"Claro. Hace tiempo que no vamos"
"Me gustaría mucho"
"Hablaré con los muchachos. ¿No te importa verdad?"
"Estará bien. Mientras más seamos, mejor" – Dijo en una sonrisa al conocer el grupo inseparable que seguían siendo. El entusiasmo de su hermano era contagioso.
"¡Perfecto! Primero recogeré a Mai en el centro comercial y te buscaré en… mmmm ¿Qué te parece en la tienda de Yugi?" – Preguntó pensativo.
"Bien. Hace mucho tiempo que no saludamos al señor Mutou, y seguramente Téa debe estar con ellos"
"Bueno, es fin de semana, así que es lo más probable"
"Entonces te espero ahí en la tarde. Ahora terminaré esto porque sino nunca comeremos"
"Tienes razón, tengo mucha hambre" – Se rió tenuemente al sentir como su estómago aceptaba. "Ya regreso"
"No entretengas a Mai"
"¡Serenity! ¿Tú también?"
"No… no dije nada"
"Por si las dudas, bajaré rápido"
Al escuchar la defensa de su hermano mayor, ocultó una sonrisa al verlo casi correr hacia las escaleras, entrar y cerrar la puerta de la habitación que compartía con Mai. El grito de atención de la rubia no se dejó esperar porque había sido interrumpida cambiándose. Evitó una risa y negó con la cabeza ante las situaciones que la hacían pasar, ya que algunas veces le daba vergüenza opinar sobre la relación que llevaban en sus propias narices, pero a la vez le generaba cierta admiración que siguieran juntos hasta ahora. ¿Ella encontraría a alguien que la hiciera comportarse de esa manera?... Aunque se sonrojó por tales pensamientos, aceptó que tal vez necesitaba salir más y darle una oportunidad a ese 'alguien' que esperaba por ella... en algún lugar.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Nunca se cansaría de admirar la vegetación que aún seguía atrapada entre los edificios y residencias. Era como un claro de luz que alumbraba la cosmopolita ciudad en la cual se había convertido Domino, ya que por lo menos las familias seguían disfrutando de días de esparcimiento en medio de las áreas verdes. Se arrepintió de salir a la calle sin tener al alcance su lienzo y acuarelas, estaba segura que hubiera pintado un cuadro espectacular de lo que alcanzaba a ver sus ojos. Había perdido la cuenta de las imágenes que tenía del mismo escenario en casa de su mamá muy bien guardadas, pero deseaba hacer más. Sería en otra oportunidad.
Acelerando el paso antes que sus ansias fueran más fuertes, se dirigió directamente hacia la avenida del frente donde se encontraba la tienda de Yugi como había acordado con su hermano. Aunque la ciudad entrara en crisis o el planeta se partiera en mil pedazos, siempre serían los amigos inseparables de toda una vida. Por supuesto que ella también estaba incluida en el grupo, y nada la hacía más feliz, que pasar tiempo con ellos. Sería un gran día en el acuario.
"Serenity"
Escuchó su nombre claramente entre las personas que caminaban en la acera y alzando la vista para ver de quien se trataba, identificó a Yugi que le hacía una seña con la mano. Respondió de la misma manera y sin perder tiempo, se acercó a paso ligero hasta él. Sus tan característicos flequillos multicolores, y su amplia sonrisa, serían complementos eternos a su joven apariencia. Podría decir que se veía más alto que antes, al igual que cuando estaba en compañía del espíritu del faraón. ¿Tanto tiempo habría pasado desde que se vieron la última vez?
"Yugi, que bueno encontrarte"
"Hola Serenity. ¡Cuánto tiempo!"
"Tienes razón" – Contestó en una sonrisa nerviosa. "Casi me olvido donde quedaba la tienda"
"Jaja me imagino"
"¿Me estabas esperando?" – Preguntó curiosamente al verlo algo alejado del establecimiento.
"Bueno. Joey avisó temprano que vendrías por estas horas"
"Lo siento, siempre él tan preocupado" – Pronunció avergonzada al negar con la cabeza y con una mano apoyada en su mejilla.
"No hay por qué. Hay poco movimiento en la tienda a esta hora"
"De todas maneras, no deja de exagerar un poco"
"Siempre se comportará como el hermano mayor sobreprotector"
En una sonrisa del muchacho, le mencionó que podían entrar a la tienda a esperar a su abuelo que no tardaría en llegar. Caminaron entre algunas personas que circulaban por la calle y no se animaban a curiosear en el establecimiento, así que se pusieron a buen recaudo dentro de las cuatro paredes. Las diferentes vitrinas acomodadas a lo largo del espacio y la más pequeña que separaba la puerta de la trastienda, daban la bienvenida con diversas cartas de Monstruos muy bien acomodadas.
"¿Todo va bien con el negocio?"
"Tenemos una buena colección, pero está un poco baja la temporada"
"Entiendo, espero que mejore con el tiempo"
"Está bien, igual es algo que no dejaremos de hacer, sobretodo porque es el pasatiempo de mi abuelo."
"Cierto. El señor Mutou disfruta aún del Duelo de Monstruos"
"Ambos lo hacemos. Aunque ahora, con el querer aumentar los ingresos, no me abastezco con respecto al tiempo" – Sonrió nerviosamente al rascarse la mejilla con uno de sus dedos.
"Me imagino. ¿Y si vas a la competencia de este año? Joey siempre lo menciona"
"Creo que lo pensaré muy seriamente" – Comentó vacilante ante la idea. "Ahora está divido por rangos de edades, creo que podría participar"
"Estoy segura que será una gran oportunidad. Como en los viejos tiempos"
Recibiendo un asentimiento por parte del muchacho, sólo suspiró ante la idea de ver a uno de sus amigos nuevamente en el ruedo del duelo de monstruos. Joey al ser el primero en saber las noticias acerca del juego, siempre menciona que hace mucho tiempo que no escuchaba su nombre como antes, aludiendo que aparecía cada perdedor que pensaba haberlo superado. Cuestión que nunca fue aceptado ni negado por Yugi, ya que se mantenía al margen de las habladurías que sólo querían captar algo de atención. Los años no pasaban en vano.
"Tienen muy bonitas cartas… ¿Puedo verlas?"
"Adelante"
Fijó su vista en las vitrinas y se animó a recorrer lentamente por donde se encontraban dichos objetos. No podía decir de qué tipo era cada una por su falta de experiencia en el juego, pero sabía apreciar la alta calidad de los dibujos, eran dignos de admiración. Es lo que más le gustaba de aquellas misteriosas cartas, la belleza que deseaban expresar en cada trazo. No importaba si las fabricaban en masa o las hacían manualmente, pero sentía aquella pasión que desprendían en ese perfecto matizado de colores.
"Al fin pude llegar… hace un calor insoportable"
La voz de un anciano se dejó escuchar en el establecimiento. La presencia de un formal Solomon Mutou se hizo presente mientras usaba un pañuelo para secarse el sudor que se acumulaba por la frente. Con algo de esfuerzo caminó hacia la vitrina principal para dejar la pesada bolsa que colgaba del hombro.
"Había olvidado lo viejo que estoy"
"Abuelo. Hubieras llamado para ayudarte" – Dijo preocupado el muchacho al acercarse donde se encontraba.
"Estoy bien Yugi"
"Debes recordar lo que dijo el médico"
"Un par de médicos no me van a decir lo que tengo que hacer" – Comentó al hacer unos estiramientos con su cintura, pero ni bien se movió, quedó estático en pleno movimiento. "Creo que necesito algo de ayuda"
"Eso pasa por no escuchar"
El anciano sólo rió por la preocupación fundada de su nieto. Recibiendo asistencia por parte del joven para poder volver a su lugar, se dio cuenta que su cuerpo ya no estaba preparado para esos trotes. Sin embargo, no planeaba estar requiriendo ayuda constante por sólo un bolsa; todavía estaba seguro que podía hacer cosas solo.
"Serenity vino unos momentos para esperar que llegue Joey"
"Buenas Tardes Señor Mutou" – Saludó cordialmente al hacer una formal reverencia.
"Serenity, es bueno volver a verte" – Sonrió el anciano al virar su atención hacia la muchacha. "Ya no vienes muy seguido por la tienda a visitar"
"Siento mucho mi falta de cortesía" – Dijo un tanto nerviosa. "Tengo buenos recuerdos de todas sus cartas y veo que siguen muy bien cuidadas"
"Jaja se hace lo que se puede. El corazón de las cartas sigue intacto esperando que alguien las adquiera"
"Seguro que lo harán. Podría elaborarle un dibujo inmenso para que tengan curiosidad de acercarse al establecimiento"
"Me parece una buena idea, aunque creo que muchos preguntarán cómo podrían llevarse el dibujo"
"No diga eso" – Comentó un tanto sonrojada por la indirecta con respecto a sus dibujos.
Al anciano rió ante la expresión de sinceridad de la muchacha, y viró su atención para deshacerse del abrigo que llevaba puesto. Sacó varias cosas de sus bolsillos para sentirse más ligero, argumentando que este sería un día de mucho calor. Yugi fue quien empezó a ayudarlo para que la tienda no se viera desordenada y preguntando de dónde sacó tantos artefactos extraños.
"Son recuerdos que Arthur trajo para sentirme como en casa jaja. Ese viejo sigue paseando por Egipto como niño en jardín" – Comentó divertido al ordenar algunos objetos sobre la vitrina mientras recordaba las palabras de su amigo Hawkins.
"Ahora entiendo porque estaba tan pesada la bolsa"
"Me estuvo contando de sus nuevos viajes, y que al parecer no encuentran algo que valga la pena. Muchos años se requieren para poder dar nuevamente con alguna tumba útil"
"Desde hace seis años, todos descansan en paz, abuelo" – Hizo recordar Yugi al rememorar aquellos tiempos donde el alma del Faraón todavía lo acompañaba.
"Igual el trabajo de un excavador nunca termina"
"Son… muy peculiares… ¿Ésta también es de allá?"
Ambos hombre siguieron las palabras de Serenity que parecía muy interesada en dirigir su dedo al objeto que estaba sobre la vitrina. Parecía ser una pequeña caja de madera.
"Oh no. Eso sí es de acá" – Comentó Solomon al coger la caja y abrir el contenido para que pudiera ser visto. "Me la devolvió mi amigo, y al parecer tendremos que seguir guardándola porque no tiene solución" – Dijo en un suspiro melancólico al volverla a cerrar, pero fue detenido por los dedos de la muchacha que quisieron llegar al objeto que ahí se encontraba.
"¿Te gusta la carta Serenity?" – Se animó a preguntar Yugi al verla interesada.
"Bueno… no sé qué decir. Me da mucha lástima"
"Quedará como un buen recuerdo" – Comentó el abuelo al sustraer la carta desde la caja y limpiarla un poco con un pañuelo.
"Es una… presión… muy fuerte"
"¿Presión?"
"Lo siento, no me refería en nada en particular" – Le contestó a Yugi que parecía algo sospechoso por su actitud que ella tampoco entendía. Las palabras salieron en un susurro que pensó que nadie escucharía.
Sentía su pecho pesado como si algo estuviese atorado en su garganta. Un calor interno viajaba desde su estómago y terminaba en su cabeza sin razón aparente. Estuvo a punto de extender una de sus manos hacia donde se dirigía el objeto que tenía el señor Mutou entre sus manos, pero al darse cuenta lo que hacía, quiso desviar la atención al empezar a jugar con uno de sus mechones que pasaba por su oreja.
"Ya pasó mucho tiempo para culpar a Seto Kaiba por un acto inmaduro"
"¿Seto… Kaiba?"
"Tal vez no lo sepas Serenity, pero digamos que fue un incidente hace ya varios años" – Intervino Yugi calmadamente. "No tenemos nada en contra de él como para generar discordia innecesaria"
"Si Yugi lo considera un amigo, entonces estará bien. De todas maneras, los años no pasan sin dejar huella en alguien"
Ese nombre se le hacía tan familiar. Tal vez era las muchas veces que había escuchado hablar a su hermano entre maldiciones sobre un 'niño rico' que aparecía muchas veces en la televisión. No. Quizá era un nombre desde hace mucho tiempo atrás.
"¿Podría verla?"
"Claro" – Le extendió la carta que parecía reluciente, sino fuera por la cinta que la envolvía. "Creo que sería la carta que podría elegir para que la hicieras en tamaño grande y ponerla en la entrada de la tienda" – Sonrió.
"Es… es muy bonita…"
"Es el Dragón blanco de ojos azules"
"Es muy preciada porque sólo hay cuatro en todo el mundo, incluyendo la que tiene mi abuelo"
"Entiendo... es una lástima que… se encuentre en este estado"
Los hombres se quedaron observado fijamente a la muchacha que parecía concentrada mirando los detalles de la carta y repasaba su dedo por la superficie. Yugi fue el primero en notar el cambio en su expresión, que lo hizo sentir algo desconocido, una sensación del pasado que le era muy familiar. No pudo seguir pensando cuando su vista se dirigió al rostro femenino. Estaba pasando algo extraño que no sabría explicar que era.
"Serenity… tus mejillas"
"¿Qué?"
Parpadeó varias veces al escuchar la acotación de Yugi. Su mente volvió a concentrarse en su alrededor y sus dedos se volvieron hacia donde le refería. Pudo sentir la humedad cálida de sus propias lágrimas que habían viajado por su mejilla con voluntad propia. Sintió miedo al pensar que tal vez sus ojos estuvieran reaccionando de manera negativa a algo relacionado con su enfermedad de la vista, que tuvo tiempo atrás. Ya eran muchos años para que hubiera algo malo con su operación.
"No comprendo que pasó" – Dijo al deshacerse de las lágrimas con el dorsal de su mano libre.
"¿Estás segura que no te peleaste con Joey por algo?"
"No Yugi, todo está muy bien"
"Entones es muy raro… tal vez deberías ir a un médico"
"No es para tanto… creo que usaré una gorra para el sol, podría ser eso"
"Tal vez…" – Dijo algo escéptico al no saber que más decir.
"Oigan ¿A qué están jugando? ¡Ya llegamos!"
Un ruido proveniente de la puerta no se dejó esperar. La luz del sol quedó oculta ante las sombras de los tres jóvenes que se aparecieron en la tienda. Una de ellas cargaba un arsenal de bolsas de papel de diferentes colores, pertenecientes a muchas de las tiendas que la exuberante rubia al parecer compró en el centro comercial. La primera en moverse fue la de cabellera marrón que fue directamente donde Yugi a saludarlo muy afectuosamente.
"Justo me encontré con Téa de camino para acá"
"¡Serenity! Cuanto tiempo, que gusto me da verte"
"Igualmente Téa" – Saludó inmediatamente al olvidarse del episodio anterior y volver a revivir su sonrisa.
"Creo que tendré que pedirle prestado al señor Solomon su casa para dejar todo esto"
"Adelante muchacho. Es bueno que los jóvenes se diviertan" – Comentó en un ademán para que se dirigiera a la puerta trasera de él para que pudiera pasar al otro lado de la tienda y dejar las miles de bolsas que llevaba con él.
"Se me pasó un poco la mano el día de hoy, pero te aseguro que valdrá la pena Joey" – Dijo Mai en un ademán de su mano. "Compré algo para Serenity también" – Se rió.
"¡Ejem! Mejor avancemos porque sino nunca llegaremos" – Comentó Joey en una tos nerviosa.
"Es el nuevo acuario más grande de la ciudad después de todo" – Dijo Yugi al hacerle al mover su mano hasta donde estaba Téa para que pudieran salir del establecimiento. La fémina sonrió y lo tomó con mucho ánimo.
"Vamos Serenity… que aún tenemos que encontrarnos con Tristan"
"Cierto" – Respondió rápidamente al dar unos pasos. Entonces se dio cuenta que aún seguía sosteniendo la carta entre sus manos, así que se volvió hasta la vitrina. "Señor Mutou. Casi me olvido devolverle la carta"
Solomon se sorprendió al ver que le extendía el objeto. Estuvo concentrado en ver a los muchachos reír que olvidó por completo que no lo había devuelto a la caja donde lo sacó. Estrujó el pañuelo que aún tenía entre las manos, y su vista se posó en la carta que seguía suspendida en el aire. Sintió como una gota de sudor viajaba desde su frente y resbalaba por su rostro. Sentía un nerviosismo agudo que viajaba por toda su espina dorsal. La mano con la que pretendía coger la carta, se quedó ansiosamente en su lugar.
"¿Qué sucede?"
"Serenity… será mejor que te lleves la carta"
Todos los presentes que no notaron el intercambio, se quedaron en silencio por las palabras pronunciadas por Solomon, y se volvieron totalmente expectantes. Yugi estaba atónito por la frase que nunca pensó escuchar de la boca de su abuelo, se acercó inmediatamente hacia la vitrina.
"¿Abuelo es en serio?"
"No logro comprender" – Musitó Serenity totalmente confusa ante el pedido del señor que parecía muy seguro de lo que decía.
"Estoy seguro de lo que hago"
"Señor Solomon, parece que hay una equivocación" – Intervino Joey al acercarse al intercambio que aún no lograba asimilar.
"Confío en que Serenity podrá cuidarla mejor que yo"
"Pero… pero yo no podría… usted es el dueño y tantos años han…"
"Está todo bien… ya es el momento de dejarla ir" – Pronunció un tanto calmado al guardar el pañuelo dentro de la caja y ponerla a un lado de su vitrina totalmente vacía.
"Abuelo, no entendemos lo que sucede"
"Entenderemos cuando llegue el momento… hasta yo" – Se rió para aligerar el ambiente tenso que se generaba. "Por qué mejor no se divierten en su día de acuario, sino no van a conseguir entradas. Escuché que el lugar se abarrota de gente los fines de semana"
"Pero entonces… la carta del ojos azules…"
"Creo que ya hable lo suficientemente claro. Vayan a divertirse" – Dijo a Serenity al empujar las manos que pretendían darle nuevamente la carta, pero no la aceptó. Le hizo una seña a su nieto que parecía quererle decir algo, pero intervino antes. "Hablaremos después Yugi"
"Si el señor Solomon dice que está bien, supongo que no hay duda de eso" – Comentó Joey algo contrariado por lo sucedido, pero siguió con su caminata hasta fuera del recinto.
"¡Diviértanse!" – Se despidió el anciano al acompañarlos hasta la puerta.
"Qué bueno cariño, ni en miles de años alguien pudiera tener un ojos azules" – Intervino Mai al mirar la carta. "Aunque no esté en buenas condiciones… ¿Recuerdas quien tiene las demás?"
"Mai, no invoques al niño rico en mi presencia. Todos preferimos olvidarlo"
"Me gusta así… cuidaré muy bien de ella. Miles de gracias a tu abuelo Yugi"
"Claro. Se lo haré presente" – Dijo sonriente al sentir que algo más le faltaba por saber. Su abuelo no era de tomar alguna decisión sino tuviera un pensamiento muy fuerte para ello. Aunque estuviera sellada con cinta por el incidente con Seto Kaiba, no dejaba de ser importante y un valioso objeto de recuerdos de su abuelo.
Serenity observó nuevamente la carta y volvió a sentir aquella presión al verla envuelta con la cinta. Se notaba que estaba rota en diferentes partes y ni el mejor pegamento la podría arreglar. Era una carta irremplazable que la hacía sentir pena y felicidad al mismo tiempo. Si el señor Mutou confiaba en que ella podría hacerse cargo de aquel tesoro, entonces velaría por ella. Una obra de arte no podría ser maltratada por nada del mundo.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Ya había pasado como media hora en la ardua tarea de secarse el cabello. Siempre le tomaba el mismo tiempo en hacerlo, ya que estaba más largo que de costumbre y no pensaba que le causaría tantos problemas. Aunque en algún momento se le cruzó la idea de teñirlo a un color menos rojizo, Mai casi le da el sermón de su vida, aludiendo que no se podía embellecer más de lo que ya estaba. Era un color castaño, medio rojizo, que no sabría cómo definirlo exactamente, pero la hacía ver como si nunca hubiese cambiado. Tal vez, por eso le surgió la idea de teñirlo, quería verse más madura que antes. Sentía que era un crimen que sólo haya crecido algunos centímetros más, y que a sus veinte años, sus facciones físicas sólo se acentuaran. Por supuesto que no esperaba ser como su futura cuñada, pero por lo menos algunas tallas adicionales más no le hubieran quedado nada mal.
Se le escapó una risa por sus pensamientos e intentó no voltear donde descansaba la bolsa del centro comercial que le regalara Mai. En ese preciso lugar descansaba la 'lencería' que la estaba obligando a usar, ya que cuando regresaron a casa, no encontró ninguna prenda íntima en su cajón. Aludió que de esa forma iba a resaltar hasta lo que ella no veía.
'Cariño, todo lo que estaba ahí ya pasó de moda. Tienes que acostumbrarte a usar lo actual. Te hice un gran favor al deshacerme de todo eso'
Aunque Joey casi se desmayó por la iniciativa de su novia, y estuvo a punto de arrojar a la basura las nuevas prendas que le consiguió. Sabía que Mai no lo hacía con mala intención, así que sólo sonrió y agradeció por el amable gesto. En verdad no se veía a ella misma ir caminando por la calle con algo así… sería incómodo. Sin embargo, si quería madurar y volver realidad su plática interna de verse mejor cada día, entonces tendría que hacer un esfuerzo por usarlo. De todas maneras, siempre podría ir a una nueva tienda y adquirir algo más cómodo.
"Al fin terminé con esto" – Suspiró cansada al dejar la secadora a un lado. Ni bien se levantó de la silla para dirigirse a su cama, sintió que la puerta se abría para dar paso a Joey.
"Seren. ¿Comerás algo más?"
"No Joey. Ya tuve suficiente por hoy"
"Espero que te haya gustado el paseo"
"Claro que sí. Espero que se repita pronto"
"Haremos lo posible. Mientras que Duke y Tristan no hagan más problemas, porque la próxima vez les partiré la cara" – Se crispó el rubio al alzar un puño en el aire a causa de la no tan calmada tarde en el acuario.
"¡Joey! No exageres. Sólo son buenos amigos"
"Igual no se salvarán del castigo"
"Está bien… lo que tú digas" – Comentó con una mano en su frente al ver que no podría hacer nada para cambiarle de opinión.
El rubio sonrió ante las palabras de su pequeña hermana. Se quedó viendo la habitación en busca de un objeto en particular, y como no lo encontró, no supo cómo comenzar.
"Y Seren… con respecto a la carta del ojos azules"
"Me da pena que esté dañada, y la cuidaré bien Joey. No hay de qué preocuparse" – Interrumpió antes que hiciera alguna queja adicional de un tema que ya estaba resuelto.
"Tienes razón... no se puede usar de todas maneras"
"Todavía no entiendo porque la tengo ahora, pero siento que es para algo bueno"
"Mmm si tú lo dices, estará bien" – Dijo algo más calmado al ponerse detrás de la puerta y jalar de la manija con la intención de cerrarla. "Hasta mañana Seren"
"Hasta mañana"
"Cerraré la puerta con cerrojo"
"Joey… entendí la indirecta"
"¡En esta casa no se puede ser sincero!"
Serenity rió ante el rostro sonrosado de su hermano que cerró la puerta rápidamente ante sus palabras. No era su intensión ponerlo nervioso, pero había ocasiones en que sus comentarios se prestaban a bromas blancas que no quería desaprovechar. Eran como grandes pruebas que aseguraba que siempre se llevarían bien como hermanos, pasara el tiempo que pasara.
Suspiró más tranquila al ver ya era hora descansar. Puso la bolsa del centro comercial sobre su escritorio para revisarlo al día siguiente, apagó rápidamente la luz principal de la habitación y de un salto se cobijó entre las colchas de su cama. Se sintió un poco incómoda al comienzo sin razón aparente, y pensó en la posibilidad de leer algo para que le diera sueño, ya que habían pasado muchas cosas ese día que tal vez necesitaba letras para dormir. No podría ir a la cocina por algo de leche.
"El dragón blanco de ojos azules…"
Repitió en un susurro al mirar hacia ambos lados de su habitación. Con curiosidad en sus ojos, se destapó y se inclinó hacia el cajón de su velador. Abrió la pequeña puerta y sacó un cofre donde guardaba las pocas joyas que aún conservaba. La carta se encontraba ahí, envuelta en un pañuelo celeste para que no se dañara más de lo que ya estaba. No tenía otro lugar donde ponerla, y necesitaría pensar en algo más creativo como parte de un escondite seguro.
La miró detenidamente una vez más. Había algo cautivante que no sabía cómo manifestar con palabras cada vez que observaba el fino trazo del dibujo. Antes no había tenido el tiempo necesario para apreciar la belleza del delineado o del matiz de colores, pero ahora que sabía más de arte, podía decir que no podría encontrar algo parecido en ningún lado. Ella no veía ninguna marca de cinta y mucho menos ninguna grieta, era una carta completa y perfecta.
"Te cuidaré mucho para que olvides… tus propias penas"
Se hizo aire con una de sus manos. Era una sensación de frío que viajaba por sus pies, y que extrañamente era diferente al calor inusual que sentía en su rostro. Si tuviera cuarenta años tal vez lo asociaría a alguna descompensación hormonal, pero era muy pronto para sufrir de algún padecimiento similar. Hacía mucho calor, y mucho frío al mismo tiempo.
"Creo que dejé la ventana abierta…"
Se intentó levantar de la cama para poder cerrarla porque no veía otra explicación, pero no vio que sus piernas respondieran. Ahora si se estaba asustando. Pronunció el nombre de su hermano en un susurro inaudible, e intentó apoyarse en el velador, pero no lo pudo hacer. El calor inusual que sintió en su rostro en un comienzo, ya no estaba más ahí.
En ese momento, se aferró a ella misma como abrazándose al sentir nuevamente aquel fuego proveniente de su espalda. Intentó palpar cualquier cosa que estuviera ahí produciéndole aquella molestia, pero sus manos no llegaban tan lejos como quería. No podía identificar nada fuera de lo común que le advirtiera de algo extraño. Su camisón seguía intacto como si nada ocurriese.
No supo en que momento empezó a ver la ventana, buscando alguna respuesta, pero parecía como si hubiese dos en el mismo lugar. El calor seguía igual de insoportable. Pestañeó varias veces ante la falta de concentración de su ahora tres ventanas. Sentía su cuerpo pesado y su brazo extendido no soportó la pérdida de conciencia que vino posteriormente.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Movió sus dedos inconscientemente. Cerró el puño al notar que tenía fuerza suficiente. Pudo sentir un viento cálido que viajaba de pies a cabeza. Una sensación de calor que le pedía quedarse en la misma posición. No llegaba a sus oídos ningún sonido en particular, sólo el inmortal silencio que se extendía hacia un lugar desconocido. No quería despertar ante la quietud que le brindaba el ambiente, invitándola nuevamente a dormir una vez más.
"Serenity"
Escuchaba una pacífica voz casi como si desapareciera, pero que dejaba un eco inusual entre sus oídos. Pronunciaron varias veces el mismo nombre que le pertenecía. Se supone que debería estar en su habitación, leyendo el libro que su hermano le compro para que conciliara el sueño. La tarde había sido de muchas risas compartidas entre sus amigos mientras disfrutaban del acuario. Hasta Tristan y Duke habían tenido muchas de sus constantes riñas para poder llamar su atención, que pasó desapercibida por ella. Todo había sido muy normal. ¿Quién la llamaba ahora?
Sus ojos se abrieron lentamente ante la insistente enunciación de su nombre. Levantó un poco la cabeza tratando de enfocar su vista hacia diferentes direcciones con el objetivo de encontrar que persona la llamaba. No podía identificar a nadie, sólo una especie de vapor se levantaba sobre el piso. Intentó tocarlo con una mano, pero sus dedos pasaban como si se tratase de una cortina blanca… esa no era su habitación.
"Serenity"
"¿Quién?"
"¿Puedes verme?"
Pestañeó varias veces al ver que nuevamente tenía energías suficientes dentro de su cuerpo. Trató de observar a la figura que estaba parada delante de ella, pero que no podía saber quién era. Con un rostro de sorpresa se sentó sobre la superficie en la que se encontraba, y se apoyó la ayuda de sus manos. Sentía que le faltaba algo.
"¡¿Cómo termine así?!" – Exclamó avergonzada al notar que centímetros más abajo, su pecho estaba sin nada que la cubriera. "¡¿Qué pasó con mi ropa?!" – Cubrió con sus manos lo más que pudo, mientras que su vista daba fe que estaba completamente desnuda.
"Lo siento… no pude avisarte lo que seguía"
"Ki-Kisara"
"¿Me conoces?"
"No… yo… no sé quién eres, pero si tu nombre"
"Es lo que me esperaba"
No supo que decir. Vio más nítidamente a la mujer que se encontraba a unos pasos de ella. De una estatura promedio, más delgada de lo usual, con una piel muy blanca que parecía desaparecer, una túnica que la cubría y ese cabello celeste larguísimo que casi llegaba al suelo. Sentía que la había visto antes, pero no podía recordar donde, sólo el nombre le saltó a la mente como si la conociera desde hace mucho. La vio dar unos pasos hacia ella, que la hicieron ponerse nerviosa.
"No tengas miedo"
"¿Qu-Qué sucedió? ¿Por qué estoy aquí?"
"Tengo explicación para todo, pero pronto amanecerá y no tenemos mucho tiempo"
"Me dormí hace poco"
"El tiempo es algo abstracto aquí, y no sabemos cuánto podremos hablar"
"¿Eres Kisara?"
"Yo…" – Hizo una larga pausa al suspirar y mirarla con un temple de determinación. "Yo soy tú"
"No entiendo… yo soy Serenity" – Acotó inmediatamente al no dar fe de lo que escuchaba, o pensó que era un juego de palabras que no comprendió.
"No tengo derecho a presentarme de esta manera porque ya soy parte de ti, pero necesitaba que me escucharas" – Intentó explicar al momento de acercarse. "Yo soy tú, Serenity"
"No… comprendo" – Dijo un tanto frustrada ante las palabras.
"Lo asimilarás conforme pase el tiempo, pero ahora, necesito tu ayuda… necesito volver"
Dejó de lado su confusión al verla tan triste y con la mirada baja. Quiso acercarse más ella y decirle que todo estaría bien para que cambiara de expresión, pero pudo sentir esa revolución de emociones en su interior, que la hizo olvidar lo que estaba cubriendo para tomar una de sus manos entre las suyas. En instante la mujer se arrodilló junto a ella mientras hablaban.
"¿Estas perdida? ¿A dónde tienes que ir?"
"Esta conciencia pertenece al antiguo Egipto, pero por azares del destino, no puedo descansar hasta no obtener la parte que me hace falta"
"¿Que parte? ¿Es algún objeto?"
"No. Es más una persona. Alguien muy preciado para mí que me salvó en una ocasión, y deseo con todas mis fuerzas volver a ver"
"¿Un novio?"
"No sabría cómo llamarlo, pero es alguien especial"
"Entonces si lo es" – Le sonrió al verla llevar su mano hacia su pecho. Era un estremecimiento único que la hacía tiritar.
"Sería fácil si tan sólo se tratase de eso" – Dijo en una forma delicada al ajustar sus manos.
"Yo te ayudaré a encontrar a tu persona especial"
"Creo que me esperaba una respuesta así proviniendo de ti" – Expresó en una sonrisa. "Pero es ahí donde provienen las adversidades, y la fortaleza es una virtud que debes tener muy presente"
"La fortaleza la consigo con mi familia y amigos que nunca me dejarán. Serán tus aliados también si aceptas mi ayuda. Quiero verte sonreír nuevamente"
La mujer de largos cabellos celestes apretó los labios al luchar contra las lágrimas que se arremolinaban en sus ojos amenazando con salir. Era una sensación de calidez y esperanza al por las palabras de aliento. No podía encontrar mejor aliada que ella.
"No será fácil, porque al igual que existe la luz, también está la oscuridad" – Comenzó a explicar al momento que colocaba sus manos sobre la frente de la muchacha. "Hay muchos seres que desean el poder que reside dentro de ti"
"¿Cuáles poderes?" – Preguntó de lo más confusa al sentir el calor de su frente que estaba en contacto con la delgada mano.
"Ahora que has despertado esta parte de ti, tienes…"
Sus palabras se perdieron en medio del espacio. No pudo escuchar nada de lo que parecía decir. Era como un eco distorsionado que no logró comprender. Sus labios se movían una y otra vez, pero nada. Todo se perdía en el vacío. Fue entonces que sintió aquella sensación de adormecimiento que la hizo cerrar los ojos, y aunque intentó enfocar nuevamente sus sentidos para alcanzarla, no pudo. El mundo se volvió negro una vez más.
La única palabra que pudo leer entre los gestos de la joven desconocida fue… ojos azules.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Una voz la llamaba otra vez. Sintió que su cuerpo quería seguir durmiendo, y se movió a un lado para evitar que una luz incomodara su reparador sueño. Tiró mejor de las colchas que aún tenía entre sus manos, cubrió totalmente su cabeza para seguir donde se quedó, y que la mujer de cabellos celestes terminara de hablar.
"Serenity. Ya son las siete. ¿A qué hora tienes clase?"
"¡No puede ser!"
"¿Serenity? ¿Estás bien?"
La muchacha empujó rápidamente las colchas que la cubría. Se sentó completamente en su cama mientras veía alrededor. No había nada extraño, sólo ella, la voz de su hermano y el reloj que parecía que volvería a sonar nuevamente. Tenía clase temprano. ¡Cómo lo pudo olvidar!
"Si... Joey gracias por avisar"
"Ok. Estaré en la cocina"
Esperó unos minutos para pensar en lo que estaba soñando. Se había sentido tan real que creyó que cuando abriera los ojos, se encontraría con la extraña mujer que le habló tenuemente. Se abrazó ella misma al recordar que había estado en aquel lugar sin prenda que la cubriera. Tenía que ser una ilusión, nada era real.
"Serenity… estás viendo muchas novelas" – Se dijo al coger su cabeza y moverla de un lado a otro en actitud desaprobatoria.
Sabiendo que aún tenía que prepararse para ir a su centro de estudios, movió sus piernas a un lado para poder salir de la cama. Buscó rápidamente los zapatos más cercanos para dirigirse al baño y llevar a cabo su aseo matutino, ya que secar su cabello le tomaría mucho tiempo. Cogió el par más cercano para ponérselo, pero se detuvo en media actividad… La carta seguía en el suelo. Estaba reluciente, como si brillara con luz propia.
El dragón blanco de ojos azules estaba sin ninguna clase de imperfección.
"El señor Mutou me la entregó dañada… y cubierta en cinta adhesiva"
Estiró su mano hacia el objeto y lo acercó hacia ella. Movió sus dedos por la superficie, la volteó varias veces para buscar la cinta, la froto como si estuviera sucia. Hasta la loca idea de volverla romper quería formársele en la mente para buscar explicación, pero nunca sería capaz de hacerlo. Algo andaba mal. La carta no era la misma de antes. ¿Por qué tenían que sucederle esas cosas a ella? sólo había aceptado guardarla, proteger la carta que muy amablemente el abuelo de Yugi le había encargado, y ahora no podía decir por qué estaba sin ningún rasguño.
Estaba confundida. Lo que pasaba no tenía sentido. Primero el calor inusual de la noche anterior, segundo ese espacio inhabitable cubierto de vapor, tercero la mujer de cabellos celestes y por último la carta completamente restaurada.
'Yo soy tú, Serenity'
Las palabras quedaron grabadas en su mente. Mordió temblorosamente su labio inferior y sintió que la carta se le cayó de las manos. Sin otro pensamiento más, corrió hacia el cuarto de baño que estaba en su habitación. Se paró frente al espejo. Todo estaba igual que el día anterior. Se miró por cada lado y su camisón seguía en su lugar. Apoyó sus manos sobre el espejo para calmar su ansiedad, repitiéndose una y otra vez que nada de lo que dijo la mujer podría ser cierto. Ella seguía siendo Serenity Wheeler.
Sintió que las manos le sudaban ante sus pensamientos, y lo único que apaciguaría su curiosidad, sería estar completamente segura que se trató de un simple sueño. Si pensaba bien en lo que faltaba por verificar, sería lo que estaba por debajo de su ropa. Lo que sucedió la noche anterior fue demasiado real y extraño, que quería deshacerse de la idea que aquel calor extremo e inusual haya dejado alguna secuela en su cuerpo. Así que cogiendo la cinta que descansaba en el lavado, hizo un moño desordenado con su cabello para mantenerlo en lugar y no molestara su visión. La duda la invadió al no saber qué hacer ni por donde comenzar. Miró a cada lado del techo del baño mientras se frotaba las manos para darse ánimo, queriendo liberarse de cualquier presión. Lentamente fue deshaciéndose del camisón que llevaba puesto. Fueron segundos tortuosos que la hicieron perder la respiración. Tenía miedo.
Cerró los ojos. No quería verse a ella misma en el espejo. Sus manos se movieron por una parte de su cintura y espalda, pero no sentía nada extraño en la superficie, así que no podía ser nada serio. Dispuesta a abrir los ojos, y con más seguridad, cubrió la parte delantera con ambos brazos. Poco a poco se acostumbró a la luz nuevamente y parpadeó ante la imagen de ella contra el espejo. Todo estaba igual.
"Casi muero del susto" – Se dijo en un suspiro exagerado al sentir que el alma le volvía al cuerpo. Era una sensación de alivio indescriptible que pensó que en cualquier momento entraría Mai por la puerta deseándole un feliz día de los inocentes. "Ahora si puedo bañarme… tranquila…"
Sus labios dejaron de moverse. Una de sus manos que planeaba coger la toalla que estaba colgada cerca de la ducha, le dio visibilidad necesaria de su perfil frente al espejo. Su alivio anterior se convirtió en desesperación al notar como había algo grabado en su espalda. Inconscientemente dejó la toalla a un lado, y caminó los pasos necesarios para verlo más de cerca. Cubrió nuevamente la parte de adelante, e hizo lo posible por acomodarse lo necesario para asegurarse de que se trataba. No era un sueño.
Parecía tinta a un solo color. La imagen estaba impresa desde la base de la nuca, pasando por los contornos de la espalda, hasta terminar en la curva que formaba sus caderas. Ella conocía muy bien ese dibujo. Un par de alas abiertas, cuello alargado, afiladas garras, una mandíbula entreabierta, y lo que más resaltaba eran los ojos azules profundos. Era un feroz dragón…
El Dragón Blanco de Ojos Azules.
Su inicial esperanza se derrumbó completamente. Se cubrió el rostro ante la presión que sintió en el pecho, lágrimas escaparon de sus ojos al darse cuenta que había sido real. Tenía miedo a lo desconocido. Tenía miedo a que ya no fuera ella… era Serenity.
No soportando más la angustia, salió corriendo hacía la habitación, buscó rápidamente entre la ropa ordenada sobre el escritorio la bata rosada que siempre usaba, y se la puso con algo de demora porque no colaboraba en entrar por los brazos. Se la ajustó al cuerpo en un santiamén. Sus pasos se apresuraron hacia la puerta, y batalló en abrir la puerta con cerrojo. Los nervios le estaban jugando una mala pasada.
Dejó atrás cualquier pensamiento y llamó a su hermano con todas sus fuerzas. Necesitaba contarle todo lo que había sucedido.
-Continuará-
Historia hecha por puro gusto y placer. Aunque haya pocos lectores, muchas gracias por llegar hasta aquí. Sammy! Misión Cumplida.
