Y ahí estaba ella. Enfrente suyo, dándole un largo sermón sobre sus heridas. Mientras, él aparentaba escucharla; mirando en lo profundo de su ser.

Su alumna era una mujer hermosa y fuerte

Y es que, a pesar de las críticas que había recibido de los demás, a pesar de la falta de fe en ella, no se rindió. Siguió luchando, prometiendose que jamás vería su espalda, ni la Sasuke ni la de Naruto.

No, sino que ella estaría a la par de ellos, como un igual; se convertiría en alguien en quien se podría depositar con confianza la vida de otra persona si era necesario.

Y él, vio como su alumna, la más débil, la que siempre debía ser protegida, la que no tenía un futuro como ninja, florecía en una gran y hermosa flor, luego de haber sido un capullo frágil y sin gracia.

Y ahora la veía. Bella, fuerte, hábil, confiada de sí misma, gentil. Letal.

Una mujer y kunoichi hecha y derecha.

Y eso hacía que sintiera felicidad por ella, pero a la vez tristeza, melancolía y enojo para consigo mismo.

Tristeza y melancolía iba de la mano, porque ahora probablemente no la vería tan seguido. Por que ya no tendría que salvarla o ayudarla.

Todavía recordaba cuando años atrás era una niña enamorada de su compañero que no tenía ninguna habilidad útil. Que siempre debía ser rescatada y que no aportaba nada que sirviera al equipo. Sin embargo, poco a poco comenzó a cambiar; a apreciar más a sus compañeros tal cual eran, y a ver la realidad de la vida. Ya no era una niña, no, era una mujer decidida y fuerte que no se quebrantaba aun con la guerra que estaban padeciendo actualmente. Su pequeña estudiante había crecido.

Y sentía enojo, porque él solo había sido un simple espectador de su transformación, pero no un ayudante. Él no le había colaborado en nada. Únicamente le había enseñado una frase, con una gran significado y tal vez, su mayor impulso para ser mejor, pero hasta ahi nomas.

"En el mundo ninja, los que rompen las reglas, son considerados escoria, es cierto. Pero si por ellas abandonas a tus amigos, entonces eres peor que escoria"

Esa había sido y siempre será el lema y la regla principal del equipo 7. Y Sakura con el tiempo, lo había entendido. Pero eso fue lo único que le había impartido.

Tsunade fue la que sacó todo su potencial a flote y la había convertido en lo que ahora era. En una de las ninjas más poderosas en el mundo shinobi.

Él no le mostró técnicas poderosas para que pudiera aprenderlas. Ni tampoco se esforzó mucho en su aprendizaje. Él se centró más en Sasuke y Naruto. Uno provenía de un clan poderoso que poseía un kekkei genkai envidiado y deseado por todos los shinobis. Y el otro, con un demonio en su interior; poseedor de una cantidad de chakra impresionante.

Y luego estaba ella. La hija de unos civiles, comerciantes más específicamente. Sin ninguna técnica sucesoria, y carecía de alguna especialidad en algún elemento.

No valía la pena perder tiempo en ella.

Sin embargo, fue ELLA la primera en convertirse en chunnin. Fue ELLA la que entreno con un Hokage. Fue ELLA la halagada por Hashirama, el primer Hokage y el fundador de la aldea de Konoha. Fue ELLA la que salvó al hermano del Kazekage. Fue ELLA la primera en matar un Akatsuki. Fue ELLA la que los salvó de la muerte a los tres.

Lo cierto era, que sin Sakura el equipo 7 no tendría sentido, no existiría. Ella era su pilar, su salvación. Por ella, ahora Naruto, Sasuke y él estaban con vida. Y que además, de alguna manera, ella siempre estaría un paso adelante que sus compañeros, incluso si ella misma no se daba cuenta.

Sakura, aun si quisieran negarlo, era totalmente imprescindible para ellos, como ninja y como persona.

—¡...por eso debes tener mas cuidado! ¡Mira todo el daño que te has hecho! ...Kakashi-sensei me estas escuchando?!

Si. Aunque él no hubiera sido de mucha ayuda en su transformación, podía decir firme y claro, con sonrisa de satisfacción en su rostro, que estaba totalmente orgulloso de Sakura.


Reviws?