Disclaimer: El universo de Harry Potter y sus personajes no son de mi propiedad, y escribo sin fines lucrativos.
Wolfstar. Un poco fluff.
DE UN LICÁNTROPO PREOCUPADO
La cabaña era húmeda, los pensamientos eran abrumadores y el frío era inaguantable. Esos tres factores eran las causas de que el chico de pelo castaño y ojos miel no pudiese dormir esa noche que tenía negrura aterradora en el cielo y blanco puro en la tierra.
Remus se movió al otro lado mientras ordenaba sus cabellos poniéndolos tras su oreja. Soltó un largo suspiro y cambió de posición de nuevo, mirando esta vez a la ventana. Bostezó y finalmente, sabiendo que no podría dormirse, se sentó en la cama. Se desperezó y luego se levantó, poniéndose la primera ropa que encontró. Entró al baño y se vio su reflejo: lo único que notó fueron las obvias ojeras bajo sus ojos. Salió del baño rápidamente, para luego ir a hacerse un café.
Al rato después estaba tomando un sorbo de café a las una de la mañana, sintiéndose extrañamente bien con el líquido caliente y amargo bajando por su garganta. Se sintió un poquito más despierto y, finalmente, se sentó en la silla de la mesa, mirando fijamente la puerta.
No va a llegar, pensó, no va a volver.
Un escalofrío recorrió su espalda mientras movía su cabeza de un lado a otro.
—Sirius va a volver —susurró, esperando que sus esperanzas se hiciesen realidad.
Siguió tomando café mientras esperaba, con esos pensamientos desesperanzadores recorriendo su mente como ratones molestos. Cuando terminó la taza, empezó a mover sus manos lentamente por la madera de la mesa, con el nerviosismo y el miedo por partes iguales recorriéndole el cuerpo de forma inquietante.
Entonces, una hora después, sonó la puerta. Toc, toc, toc.
El licántropo se levantó casi de golpe y aguantó de alguna forma las ganas de abrir la puerta de inmediato y abrazar a su novio; pero debía acatar el reglamento que habían impuesto en todos los magos y brujas, el de preguntar antes de abrir para evitar que fuese un mortífago.
— ¿Quién eres? —La primera pregunta, siempre la misma.
—Sirius —respondió simplemente la persona tras la puerta. Remus escuchó a la perfección la voz que tan bien conocía del animago; ronca, siempre con un tono burlón. Esbozó una sonrisa que recordaba a la de a una adolescente enamorada.
— ¿La primera vez que nos besamos? —inquirió el hombre lobo.
—En la sala de Encantamientos. ¿Tu dulce favorito?
—Calderos de chocolate —musitó Remus mientras abría la puerta y se lanzaba a los brazos de su pareja, que tenía tanto el pelo como las ropas con copos de nieve—. Te extrañé tanto…
—Fue solo un día, Lunático.
—Estaba preocupado, ¡podrías haber muerto en esa misión! —dijo él.
—Shh, ya no importa —dijo el animago, algo incómodo con la mención de que podría haber muerto—. Estoy aquí.
Ambos sonrieron.
—Lo sé —murmuraron al mismo tiempo, y Sirius no pudo evitar reír.
Al menos, era un día más con ambos vivos y funcionando.
Notas: Bueno, solo quería mostrar un poco a como veo a Sirius y Remus funcionando en la Primera Guerra Mágica. Veo a Sirius como uno de la "élite" de la Orden y, por lo tanto, que va más a las misiones peligrosas que Remus. Además, en mi headcanon, Remus tiene ciertos problemas de paranoia y ansiedad que aparecen de vez en cuando junto a insomnio crónico que desapareció poco a poco en su adultez. Así que mezclé más o menos esos dos factores y salió este primer fic.
¿Opiniones? ¡Déjenlas!
