Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, son del maestro Hidekaz Himaruya, que por muchos años siga alimentando nuestras yaoísticas mentes ;)
CUMPLEAÑOS
Se había despertado sin saber qué día era, y al pasar por delante del calendario, se había emocionado muchísimo.
—Hoy...¡hoy es mi cumpleaños!
El joven Canadá reprimió las ganas de saltar de alegría, y, tras asearse y vestirse, corrió a la cocina para preparar la fiesta que pensaba dar para todos los países que acudieran a felicitarle. Canturreó mientras ponía los manteles, juntando dos mesas para que pudiera sentarse más gente. Era muy optimista, ya que normalmente la gente solía olvidar que estaba ahí y no le veían. Pero estaba eufórico por sus 17 años recién cumplidos, y quería celebrarlo por todo lo alto. Pasó toda la mañana cocinando, y para cuando hubo puesto todos los platos en la mesa, ya eran las dos de la tarde. Se sentó en el sofá con un suspiro de cansancio y esperó a que sonara el timbre de la puerta, o en su defecto, del teléfono. Canadá se entretuvo viendo la televisión, y así pasó una hora entera.
—"Se acordarán, se van a acordar" —se repetía mentalmente una y otra vez—. "Estarán en alguna reunión, y al salir vendrán todos."
Echó una mirada a las mesas, donde la comida estaba dejando de humear. Se levantó y se comió una de las tortitas con jarabe de arce. Seguía teniendo un sabor delicioso, y aquello animó a Matthew. Cogió el teléfono y llamó a su hermano, pero no lo pudo localizar, así como tampoco encontró a varios países de los que telefoneó a continaución.
—Sí, seguramente...seguramente están en una reunión...
Pasaron dos horas más, y la comida se había quedado ya fria e insípida. Canadá ya no sonreía.
—Debería estar acostumbrado a esto, siempre me han ignorado, ¿por qué iban a fijarse en mí en mi cumpleaños?
Se asomó a la ventana por si veía a alguien llegar, pero vio todo el paisaje desierto. Media hora más tarde estaba tumbado en el sofá mientras lloraba desconsoladamente.
—¿Por qué? ¿Por qué no viene nadie? ¿Por qué duele tanto? Ya debería haberme habituado, pero...
Lágrimas de tristeza y de rabia salpicaban el tapizado del sofá. Se levantó, con el alma por los suelos, y guardó los platos de la comida en la nevera, tapados con plástico para que se conservaran. Quitó el mantel y separó las mesas. Se sentó en una silla, sin ánimos de nada, y enterró la cara en los brazos, reanudando su llanto.
—Alfred...ni siquiera tú has venido, y yo quería verte más que a ningún otro país...¿por qué?
Sentía el corazón roto mientras le venía una imagen de su hermano USA a la cabeza. No notó que alguien entraba en su casa sigilosamente, ni oyó los pasos que esa persona daba hasta donde estaba él. Cuando notó una mano acariciándole el hombro, levantó la cabeza. Miró a la persona que estaba a su lado, y no pudo reconocerla porque lo veía borroso por las lágrimas.
—Mattie...
El corazón le dio un salto. Era la voz de Alfred. Había venido...
—Eres...¿eres tú? ¿En serio eres tú? —sollozó. Sintió los brazos de su hermano mayor abrazándole, y le dio un escalofrío de gusto.
—Sorry...I was late.
Bastó con aquello. Canadá se echó a llorar de nuevo en el hombro de Estados Unidos, pero ya no era de tristeza, era de alegría. Su hermano estaba con él, no importaba que hubiera llegado tarde, podrían celebrar los dos juntos su cumpleaños.
