Bueno, antes que nada quiero disculparme por los años de ausencia (creo que fueron años) intentaré no abandonar más está historia y terminarla de una buena forma. El cambio de cuenta de debe aún pequeño problema técnico, quizás, quienes seguían esta historia vean un leve cambio en su contenido, mi compu falleció hace poco, y fue remplazado (SIIIIIIIII POR FIN!) En parte por su enfermedad fue que dejé el fic a un lado, no saben lo mamón que era escribir una letra y que se trabara espectacularmente.

Bueno, no siendo más, (por ahora) espero me disculpen (si, de nuevo, estoy muy apenada)

Empecemos esto, 3…2...1...

Nada de lo que está aquí me pertenece, los personajes y el mundo pertenecen a la maravillosa J.K Rowling. La historia es mía, y surgió cuando estaba esperando un bus, espero que les agrade :) creo que será un poco largo. ( ya ven que si fue largo…)

Me dicen si es de su agrado :) (No me odien, por favor)

Capítulo 1

Lo vio en la estación del bus, llevaba una camisa sin mangas, en las que se veían pequeñas manchas en la parte delantera de la camisa. Parpadeó, ¿Era él? Imposible. Draco Malfoy nunca, en su sano juicio, estaría en esas fachas: camisa blanca sin mangas. La camisa, en la parte del pecho, estaba salpicada de lo que parecía…. ¿Barro? La ausencia de mangas, dejaba a la vista sus delgados pero tonificados brazos blancos; su alta figura se encorvaba pajo el peso de una lona blanca un tanto sucia que llevaba en la espalda, como si fuese papa Noel, la sostenía con la mano izquierda, sus músculos tensaban la tela de la camisa en su espalda, Hermione suspiró. Vaya. Las manos, aunque un tanto sucias, se veían... ¿apetecibles sería una palabra adecuada? Él iba con la cabeza erguida mirando siempre al frente, su pelo platino un tanto desordenado y mucho más largo que la última vez que se habían visto, caía por sus ojos... Esos ojos...ese gris antaño congelado, ahora tan líquido, casi cálido, se veía... ¿Era acaso una sonrisa la que comenzaba a formarse en su rostro? Draco Malfoy sonreía, ni en sus sueños más bizarros pensó que vería eso...qué guapo se veía…sacudió la cabeza para alejar ese intrusivo pensamiento.

El siguió su camino, lejos de ella, y sus pies enfundados en unas enormes botas un tanto sucias se perdieron entre las piernas de la muchedumbre que bajaba del bus.

Fue entonces consciente de su respiración, respiraba rápidamente, oh que Merlín la ayudara, vaya idea más tonta se había sembrado en su cabeza: Quería encontrar a Malfoy. La curiosidad le picaba. ¿Qué diablos le había pasado a Malfoy después de la guerra para terminar como un sucio intento de papa Noel? Y lo más raro aun: ¿Qué le había pasado a la rastrera, venenosa y desagradable serpiente, que sonreía con tanta naturalidad? ¿En dónde habían quedado las ropas elegantes? ¿La mirada de odio? ¡Que Merlín la iluminara! ¿Qué diablos estaba haciendo, el sangre limpia, soy perfecto Malfoy en una estación de bus muggle?

Hermione se separó de la final que esperaba para abordar el bus, intentó seguirlo, ver donde estaba, pero a esa hora, seis de la tarde, era fácil perder de vista a una persona. Salió de la estación atestada de gente y enfiló hacia un callejón oscuro, si, ahí estaba bien, nadie la vería. Giró sobre sí misma y desapreció.

En cuanto se encontró en su casa, se preparó un té cargado, la imagen de Malfoy no la dejaba tranquila.

Hacía años absolutamente nadie, en el mundo mágico, sabía algo del platino.