CUANDO CAIGA LA NIEVE


PREFACIO

Escóndete de la nieve

¿Qué no ves que se acerca ya?

El año de Nayru nos la proporcionará,

Y el color angelical del hielo nos cubrirá.

¿Puedes escucharla?

Danzando sobre el viento ella te susurra,

Silenciosas preguntas que en tu mente resonarán.

¿Cuántos secretos guardará?

¿Cuántas huellas del pasado habrá cubierto ya?

Presta atención, que secretos intangibles ella nos revelará.

Nieve,

Gélido abrazo de la diosa, que fuertes nos hará.

(Antiguo Poema Hylian)

El "Ciclo de las diosas" es como se le conoce al período de tiempo comprendido por tres años que rige las condiciones climáticas en el reino de Hyrule; cada uno de los tres años que lo componen recibe el nombre de una de las diosas creadoras del todo y deidades veneradas por los Hylianos; Din, Farore y Nayru. Mientras en otros reinos el clima es cambiante durante el transcurso del año, en Hyrule no es así; cada año tiene un clima bien definido que se mantiene desde el inicio hasta el fin de este.

El ciclo comienza con el año de la diosa Din, divinidad que representa el poder y a la que se le correlaciona con el elemento del fuego, el sol como representación manifiesta de su energía. Durante el transcurso de este año el clima predominante es el cálido, los días soleados y calurosos son sus principales características, el cielo siempre está despejado y el viento se desliza con agradable calidez, perfecto para que los habitantes de todas las regiones realicen sus labores con comodidad.

El ciclo continúa con el año de la diosa Farore, representante de la esencia del valor y presencia tangible en la vida animal y vegetal que conforma la naturaleza característica de Hyrule; bosques compuestos por árboles de altas copas y llanuras de verde follaje son beneficiados por las torrenciales lluvias dispersas a lo largo de todo el año, es esta precisamente la particularidad que lo distingue, haciendo que la flora se mantenga verde y rebosante de vida, las precipitaciones nutren los ríos y el lago Hylia dando un acondicionamiento perfecto para quienes se dedican a la agricultura.

La nieve cae cada tres años, en el último año del ciclo de las diosas, año nombrado en honor de la diosa Nayru, como deidad se le relaciona con la sabiduría y su manifestación terrenal se puede observar con la caída de la nieve. Es entonces cuando durante los primeros tres meses de ese año la espesa nieve lo cubre todo, forma capas en los techos de las casas, en las copas de los árboles, en el pasto y en las altas montañas que rodean las tierras; ninguna región se salva de ser cubierta por la nieve, congela los ríos y los pequeños riachuelos que cruzan las bastas tierras, incluso la superficie de la mayor parte del lago Hylia es cubierta por una gruesa capa de hielo. Los primeros meses son los que tienen el clima más gélido y las nevadas más intensas, aunque el frío y la nieve están presentes durante todo el año conforme avanzan los meses la intensidad de las nevadas van menguando lentamente.

Con la caída de la nieve la habitual rutina de los habitantes se ve afectada a tal grado que las actividades en la ciudadela y la mayoría de las aldeas que conforman el total de la población se ven detenidas. Las personas evitan al máximo posible salir de sus viviendas y si lo hacen es únicamente para remover la mayor cantidad de nieve que les sea posible para no quedar sepultados bajo ella. El bullicio característico de la ciudadela ya no se escucha, no hay personas paseando por las calles, comprando comida fresca en los mercados que se forman en algunas calles, ni músicos tocando alegres melodías para los habitantes; si no fuera por la presencia de los guardias realizando ambulantes recorridos en puntos clave procurando la seguridad parecería un desolado y frío lugar fantasma.

En los campos abiertos transitar es prácticamente imposible, las tormentas de nieve que atrapan a incautos aventurados no perdonan, sin clemencia obstruye su visión, dificulta su respirar y complica su andar, incapaces de ver más allá de donde se encuentran parados terminan cediendo a las inclemencias del clima. Es inútil pues tratar de entrar o salir de Hyrule cuando el clima es tan gélido, como si fuera una fortaleza natural los caminos cubiertos totalmente por la nieve imposibilita el paso de carruajes y animales de carga, son bien conocidas las consecuencias de solo intentarlo. Teniendo en cuenta lo anterior pareciera que Hyrule es un lugar donde habitar es imposible; sin embargo es una situación a la que los habitantes se han acostumbrado, conocen las medidas a tomar para enfrentar la caída de la nieve, así lo han hecho durante cientos de años.

Resolver las necesidades de supervivencia para el total de la población es una de las grandes preocupaciones y prioridades de la corona del reino, durante los dos años posteriores procuran resguardar el mayor número de reservas de alimentos, de combustibles para mantener el calor, medicamentos que puedan solventar las enfermedades y la construcción y acondicionamiento de refugios para quienes sea necesario, esperando con estas precauciones evitar la mayor cantidad de muertes ocasionadas por el frío.

Bajo estas condiciones climáticas es casi increíble creer que Hyrule colinda con un reino de clima muy diferente que no se ve afectado por el ciclo climático de las diosas, el reino de las Gerudo; quienes habitan en las tierras áridas y en su mayoría desérticas ubicadas en la frontera al sur de Hyrule. La principal característica de este reino es que su población está conformada principalmente por mujeres, el nacimiento de gerudos varones y por ende de sus líderes solo se da en el seno de la familia real. El hecho de que la mayoría de su población está conformada por mujeres no las convierte en una raza débil, la mayoría de ellas son entrenadas como guerreras perfectamente capacitadas para matar de ser necesario, acostumbradas a trabajar duro y a sobrevivir en situaciones adversas protegen a su rey, el hombre destinado a guiarlas, Ganondorf, quien ha mantenido el poder desde la muerte de su padre hace ya al menos treinta años.

Es bien sabido la rivalidad que ha existido entre estos dos colindantes reinos, libros de historia Hyliana narran las crónicas de interminables y encarnizadas batallas, algunas perdidas y otras ganadas por parte de ambos bandos, líderes que han decidido atacar al reino vecino obteniendo sólo la pérdida de incontables soldados. Las altas temperaturas del desierto a las que no están acostumbrados los Hylianos son la principal defensa de los Gerudo, mientras la enorme extensión de las tierras Hylianas hacen de su conquista un objetivo inverosímil para las pocas guerreras que conforman el ejército de mujeres del desierto.

Esta historia de rivalidad es la razón por la cual las visitantes Gerudo no son bien recibidas en Hyrule, cada vez que una de ellas entra al reino las miradas despectivas e insultos de los Hylianos no se hacen esperar, considerándolas como unas salvajes que solo buscan la oportunidad de robar algo de valor. No ayuda en su reputación el hecho de que el desierto se ha convertido en uno de los lugares predilectos de la impunidad, criminales huyen ahí esperando poder escapar de las condenas de sus crímenes, no ser juzgados, encadenados en las mazmorras o condenados al patíbulo bien lo podían evitar refugiándose en el desierto.

Por esta razón el reino entero se conmocionó al enterarse del decreto del rey, el reino de Hyrule establecerá convenientes alianzas con el reino Gerudo a través del matrimonio de la única hija y heredera al trono, la princesa Zelda, con el hijo del rey Gerudo, el príncipe Zant. Un hombre muy bien conocido por sus extravagantes y salvajes aficiones, su principal entretenimiento son los combates que se realizan en los coliseos del desierto. Es tanto su gusto que puede pasar la mayor parte del día viendo a los esclavos enfrentándose en batallas hasta la muerte, desmembrándose mutuamente y manchando con su sangre la arena de combate. No es de extrañarse entonces que el pueblo esté en descontento al enterarse que su princesa, epítome de la raza Hyliana se casará con uno de esos seres salvajes del desierto que no traerán nada bueno a las costumbres Hylianas.

¡El rey es un idiota!, ¡A cruzado el límite!, ¡¿Acaso no está pensando bien?!, ¡Era lo único que faltaba de un rey tan inepto!, esas eran algunas de las expresiones que a modo de cuchicheos solían decir los Hylianos, tanto nobles como plebeyos concordaban en su opinión al respecto y así fueran dichas en una de las tabernas mas inmundas o en los pulcros pasillos del castillo manifestaban el rechazo de todo un pueblo ante un matrimonio tan absurdo.

Es ese el hombre al cual el rey Nohansen ha permitido la mano de su hija, en un intento desesperado de salvar cualquier vestigio de grandeza que el reino pueda todavía conservar; ya que si por algo es conocido su reinado de es por la pérdida súbita de la grandeza que una vez caracterizó al reino, atrás ha quedado el esplendor y la gloria por la cual Hyrule fue conocido como el impero superior, la realidad de este reino es ahora muy diferente, una cadena de malas decisiones, ambiciones, y tragedias han manchado el reinado de Daphnes Nohansen, la corona es incapaz de solventar las necesidades del pueblo, las pocas reservas de sus riquezas que aún se conservan parecieran no dar abasto, la calidad de vida incluso de las familias más prestigiosas ha disminuido considerablemente, no es necesario mencionar que las personas más humildes son quienes se llevan la peor parte y se convierten poco a poco en la mayoría. El reino está sumido en la ruina no hay otra forma de describirlo, Hyrule es pues un reino sin esperanza. Obtener favores del reino gerudo le pareció al rey la mejor decisión, cuantiosas cantidades de rupias se movilizan y se concentran en ese pequeño y desértico reino, esas son precisamente el objetivo del rey.

Nadie es capaz de dar una explicación viable a tal condición en la que ahora el reino se encuentra, cuando el joven príncipe fue coronado las personas felices y esperanzados lo recibieron, cualquiera se sentiría confiado y satisfecho de que un hombre como él los liderara, bien conocido era por sus habilidades políticas y su capacidad para tomar decisiones pertinentes que con justa razón hacia que todos los integrantes del consejo real tuvieran absoluta confianza en él. Tenía la aprobación de todo un reino y su vida y reinado no podían ser más estables. De la mano de sus dos consejeros y cercanos amigos el reino prosperaba de acuerdo a las expectativas que se tenían puestas en él.

A los pocos años de asumir el trono contrajo matrimonio con una hermosa mujer conocida y apreciada por su bondad, nadie se opuso a su unión aunque la mujer que se convirtió en reina no pertenecía a la corte noble, ni si quiera se podía decir que procedía de una prestigiosa familia, pero la calidez con la que trataba a todas las personas conquistó al rey de inmediato, cualquiera que tuvo la oportunidad de verlos en sus primeros años de matrimonio podría constatar el amor con el que sus miradas se encontraban, las tiernas y sutiles muestras de afecto que les era imposible no demostrar aunque estas fueran en público. Las doncellas de la reina constantemente rumoraban entre ellas y suspiraban ante las menciones de las cartas de amor que el rey enviaba a la reina cuando este la cortejaba, cartas que la reina siempre había conservado.

Una casi irrealista historia de amor de la que todo un reino fue testigo, pareciera que la vida para los gobernantes no podría ser más perfecta, en ese entonces era común ver a los monarcas caminar por los jardines, con la mano de ella apoyada en su brazo. La felicidad les sonreía nuevamente cuando a los años de casados la reina anunció que esperaba al heredero de Hyrule. Cuando la princesa nació el rey parecía el hombre más feliz del mundo, con una enorme sonrisa presumía ante cualquiera que se cruzara en su camino a su pequeña hija, pasaba horas frente a su cuna vigilando su sueño, e incluso y aunque pensaba que nadie lo escuchaba le cantaba o tarareaba canciones de cuna, era su hija y él la amaba, por encima de todos y todo.

Pero todo cambió de la noche a la mañana un día de invierno, justo el día del cumpleaños número seis de la princesa., según cuentan los guardias que custodiaban el castillo aquel día, el rey se encerró en su estudio durante todo el día y toda la noche, no quiso recibir a nadie, a pesar de las insistencias de todos quienes lo intentaron la puerta de aquella habitación permaneció cerrada, varias personas custodiaron aquel día aquella puerta de roble oscuro sin saber lo que sucedía con el rey. El sonido de telas rasgándose, seguramente de las cortinas se alcanzaba a escuchar, vidrios rotos, probablemente de los ostentosos adornos, y el sonido característico del papel al romperse fue lo único que se escuchó aquél día de invierno.

El rey no dijo palabra alguna de lo que le sucedió, a nadie, ni siquiera a la reina. Para todos era igualmente un secreto, no había suposiciones ni rumores, era tan poca la información que ni siquiera para los chismes de los sirvientes alcanzó. Lo que no fue un secreto para nadie fue que después de aquel día el rey cambió, su semblante siempre tranquilo había sido sustituido por un ceño fruncido constante, su sentido del humor desapareció, ya no sonreía, ya no bromeaba con sus compañeros y amigos como solía hacerlo; pero lo más impactante fueron sus acciones hacia la reina y su hija.

La reina fue confinada a vivir en una pequeña residencia en las afueras de Hyrule, sin previo aviso y por órdenes de su esposo un día fue llevada a ese lugar, jamás volvería a poner un pie en el castillo; aquel lugar que fue su hogar por varios años, dónde conoció al amor de su vida, el lugar que vio nacer el amor entre ellos, testigo de los momentos más felices, de tristezas y angustias, el lugar donde nació su única hija.

Trece años transcurrieron antes de la muerte de la reina, trece años en los que nunca volvió a ver al rey.

Trece años de misterio sobre lo que aconteció con el rey aquel día de invierno.

(Año de la diosa Nayru)

Zelda

Aún me cuesta creer encontrarme en esta situación, parece como si el tiempo transcurriera lento a mi alrededor, hasta podría pensar que llevo toda una eternidad aquí, pero mi mente todavía no es capaz de procesarlo ni darle sentido, todo sucedió tan rápido, en unos cortos instantes pase de acariciar con mis manos el regocijo del amor para sentir las desgarradoras garras de la traición cortando mi alma sin remordimiento, arrancándome de tajo la dicha, felicidad que orgullosa ante mí presumía haber conseguido. No sé qué pensar, no sé qué hacer, mi mente está en blanco y mi cuerpo congelado en su lugar, no soy capaz de moverme; mis ojos abiertos a más no poder son prueba de la incredibilidad que siento al presenciar una escena que nunca hubiera imaginado, ni soñado en mis peores pesadillas.

Es de noche y afuera está nevando, apenas es el segundo mes del año de Nayru y la nieve cae con intensidad, el viento sopla tan fuerte que incluso pareciera silbar, o susurrar algo; la luna está en su cenit y alumbra vigorosamente con su luz azul los pasillos colándose por las ventanas de las habitaciones del castillo como en la que ahora me encuentro, estoy parada en la puerta de la habitación, la escena que contemplo me golpeó apenas abrí la puerta, un ruido se ha escapado de mis labios entreabiertos, no puedo decir exactamente lo que es porque nunca había emitido algo así, una vocalización del miedo y terror que siento ahora, de incomprensión; de amargura.

Él está frente a uno de los ventanales, el cristal templado está roto y miles de partes resplandecientes están dispersas en el piso brillando y multiplicando la poca luz que reciben. Al igual que los copos de nieve empujados por el viento parece que él entró por ahí, la mitad de su cuerpo está parcialmente iluminado y su sombra se extiende por la alfombra roja con intricados diseños en oro varios metros hasta donde yo me encuentro, aunque le pueda ver solo parcialmente su silueta es para mí inconfundible y la espada que porta aún más, después de todo fui yo quién se la entregó; no sé por cuánto tiempo ha estado así, sosteniendo la espada maestra por el mango con ambas manos y reteniéndola con fuerza contra el cuerpo del rey que poco a poco comienza a ser abandonado por su energía vital y va cayendo al piso, de su cuerpo inerte comienza a fluir su sangre rápidamente formando un charco bajo ese, con desprecio y sin cuidado Link saca la espada de la cual puedo ver cómo la sangre escurre lentamente por la hoja de doble filo y gotea en el piso, le musita algo al cadáver del rey que no soy capaz de entender y luego fija su mirada en mí. Nuestras miradas azules se encuentran como muchas otras veces lo han hecho, hemos pasado mucho tiempo juntos, él me conoce mejor que nadie, sabe cada secreto, miedo e ilusión que mi alma albergan, conoce hasta el más mínimo detalle de mi cuerpo y de mi espíritu. A él yo le entregué lo que soy, yo le entregué mi amor. Y ahora siento que lo único que conocí de él fue una máscara de hermosos y llamativos colores que fueron capaces de ocultar lo que realmente era. En la naturaleza los colores llamativos y resplandecientes en la piel de los animales indican su peligrosidad, una advertencia silenciosa del daño que provocan, yo debí haberme dado cuenta antes.

Mi mirada se desvía un momento de la suya al escuchar el aullido potente de un lobo, el eco que produce en esta habitación es fuerte y estoy segura de que resuena en cada rincón del palacio; un aullido que fue acompañado inmediatamente de un segundo de igual intensidad, después de eso pasaron unos instantes y parecía que el animal se iba a detener ahí, pero de manera espontánea lanzó un tercer aullido con tanto vigor que me hizo erizar la piel, por alguna razón a la que no puedo darle sentido, ese último aullido de aquel lobo se convirtió en el más aterrador sonido que alguna vez haya escuchado.

La voz de Link llamándome me hace volver la atención de nuevo a él, su voz salió suave cuando pronunció mi nombre, quizá con miedo de que si hablara fuerte yo saldría corriendo, cómo si pudiera hacerlo, ahora mismo no soy capaz si quiera de darle la espalda —Zelda…— volvió a repetir mi nombre, el nombre que tantas veces me había fascinado escucharlo de sus labios ahora se ha convertido en un sonido que amenaza con romper mis defensas y mi cordura, escucharlo solo me incita a dejar libres las necias lágrimas que han empezado a acumularse en mis ojos; pero me niego a liberarlas, no voy a llorar.

Sin apartar la mirada de mí me extiende su mano y da un paso intentando acercarse, la espada maestra deja un hilo de sangre por su movimiento, los vidrios rotos crujen al ser aplastados por sus botas –Zelda…— al ver como se acerca hacia mí por mero instinto doy un paso hacia atrás.

Su rostro parece afligido y en combinación con su voz casi susurrante harían pensar a cualquiera que no corro peligro, pero esas actitudes contrastan descaradamente con sus acciones, pareciera que intenta desviar mi atención del crimen que acaba de cometer.

¿Acaso debo sentir miedo?, ¿De verdad él se atrevería a hacerme daño?

Quién me hubiera dicho antes que me encontraría en una situación similar hubiera obtenido burlas de mi parte, palabras insolentes para desmentirlos, porque aún ahora intento negarlo, no quiero creerlo, quiero pensar que es un error, una ilusión perversa de mi mente atormentándome.

Mientras lo miro fijamente solo atino a pensar una cosa…

¿Por qué lo hiciste Link?.


Notas:

Espero el inicio no haya sido confuso xD. Mi intención es narrar los capítulos en primera persona, alternando entre Link y Zelda; así que será un capítulo desde la perspectiva de uno y después del otro. En el siguiente capítulo narraré los acontecimientos previos a la escena del final (en retrospectiva).

Espero les guste :)

Mis agradecimientos a Dánica Fern por ayudarme dándome sus impresiones de este capítulo :D (Y por aguantar mis dramas xD)

(Imagen de portada: Dave Rapoza)