Disclaimer: Contiene spoilersdel 10th Doctor, así que si no has visto la 4ª temporada es mejor que lo leas cuando lo hagas. Handy es uno de mis personajes favoritos y siento curiosidad por como será su vida junto a Rose. Me gustaría escribir una serie de fanfics con ellos pero de momento solo tengo esto, así que es solo un borrador hasta que tenga tiempo de hacer más. Sin embargo, en un principio lo escribí para el concurso de fanfics del blog Papel psíquico, en el cual quedé finalista, it's something.

Betareader: Kaze-mis


Alice se había arropado bajo las sábanas de su cama y no se atrevía a sacar la cabeza de allí bajo ningún concepto hasta que no amaneciera. La oscuridad le daba pánico, aunque no menos de lo que vislumbraba en su cuarto después de que las luces se apagaran.

Veía unas siluetas delgadas sin rostro que soltaban unas risotadas estridentes cuando conseguían acorralarle en el centro de su dormitorio. Ella, desesperada, se escondía cada vez más, pero estas le seguían incluso debajo de la ropa. Le iban a comer, estaba segura.

—¡Mamá!—gritó Alice desesperada.

La mujer entró por la puerta apurada al escuchar su grito. Alice nunca antes había tenido pesadillas de forma tan continuada en sus nueve años, estaba muy preocupada. Tenía que hacer algo con urgencia; un psicólogo a lo mejor podía ayudarle. Sin embargo, quería consultarlo antes con su amiga.

Le pidió que se quedara a cuidar de su hija durante una noche; si venía acompañada por John Smith mucho mejor, porque él sabía más sobre esto.

Rose colgó el teléfono, emocionada.

—¿Tienes algún plan para esta noche?—preguntó John, asomando la cabeza por el umbral del cuarto donde se dedicaba a investigar la vida alienígena que aterrizaba en su Londres.

—Sí—aseguró ella—.Francine me ha pedido que cuidemos de su hija.

—¡Brillante!—dijo él con una sonrisa dibujada en rostro. Rose se la devolvió.

—¿Qué crees que puede ser?—quiso saber ella.

John se encogió de hombros.

—Pueden ser muchas cosas, hasta que no lo vea no estaré seguro—contestó cogiendo un artilugio estilizado de encima de la mesa.

—¿Ya lo has terminado?—inquirió Rose.

—Sí, no es como el del Doctor, pero servirá. Espero que el modo para madera funcione como es debido—aseguró metiendo el destornillador sónico en el bolsillo de su chaqueta; en el otro llevaba un pequeño recipiente vacío, siempre llevaba uno encima.

Luego, ambos salieron por la puerta y se dirigiendo caminando hacia el final de la calle sin cruzar muchas palabras. John estaba pendiente de todo lo que veía y escuchaba: cualquier detalle podía indicar que en ese barrio había vida extraterrestre.

No sería la primera vez.

Rose continuaba mirando a John con una mezcla de sentimientos encontrados.

Era idéntico que el segundo Doctor al que había perdido pero solo en apariencia ya que este tenía un solo corazón, era tan humano como ella y además tenía dejes que le recordaban a Donna Noble. Sentía atracción por él pero al mismo tiempo se decía a sí misma que no era el Doctor y jamás lo sería. John tenía mucha paciencia, sabía que Rose solo necesitaba tiempo para acostumbrarse a él y estaba dispuesto a esperar, ya que al igual que el Doctor, también sentía algo especial por Rose.

—Menos mal que estáis aquí—dijo Francine después de abrirles la puerta—.¿Queréis tomar un té o un café?—les ofreció.

—Un té, gracias—pidió John.

—Yo estoy bien—añadió Rose.

Alice estaba tomando su vaso de leche en la cocina antes de irse a dormir.

John la notó inquieta así que se dirigió hacia ella para saludarle y hablar un poco con ella.

—¿Y dices que pasa siempre por las noches?—le preguntó.

La niña asintió.

—Hum…veamos, será un momento—dijo él, pasando el destornillador sónico por alrededor de la niña. El aparato emitía un zumbido leve y una luz ambarina en uno de sus extremos. Alice se quedó extrañada pero no dijo nada. Le conocía desde hacía tiempo y sabía que era un poco raro.

—Bien, aquí está todo normal. Eres humana—aseguró él.

—Claro que soy humana—replicó la niña—¿Vais a quedaros conmigo?

—Ellos sabrán qué hacer, cariño. Estás en buenas manos—explicó su madre.

—¿Y tú qué vas a hacer?—preguntó la niña.

—Dormir, tu madre va a dormir porque necesita descansar—se adelantó John mientras conducía a Francine hacia su dormitorio. La mujer no tuvo tiempo de reaccionar y siguió caminando.

—¿Y si entramos a su cuarto?—dijo Rose empezando a abrir la puerta de la habitación de la niña.

—Sí, pero no enciendas la luz todavía—indicó John—quiero comprobar algo.

Rose obedeció. Ella no veía nada anormal allí dentro, nunca lo hubo, era el dormitorio de una niña con su edredón rosa, las paredes pintadas del mismo color, posters de Harry Potter y muchos peluches ¿Qué podía haber sucedido?

—Quédate aquí un momento—le dijo John a Alice. Así que se quedó sentada en la silla, esperando a que le dejase ir a la cama.

Entonces John se asomó en la oscuridad con sigilo para ver que descubría. Tampoco vio nada fuera de lo normal pero entró iluminando la estancia con su destornillador para poder investigar mejor. Primero se dirigió al armario y lo abrió, dentro solo había ropa como era de esperar. No obstante, escuchó un silbido que provenía de la cama.

—Ajá, ya te tengo—exclamó John.—Ya podéis entrar con tranquilidad. Yo me encargo.

—¿Crees que es inofensivo?—preguntó Rose.

—Le haremos compañía a Alice esta noche, por seguridad—explicó.