¡Hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien :)
Os traigo este pequeño fic formado por dos drabbles: Este fic participa en el ritual de iniciación: Nanatsu no Taizai del foro "Mar de Joyas Escondidas"
Mi personaje elegido es Harlequin/King con la lista:
- Le gustan: las hadas.
- No le gusta: lo dulce.
_Derechos a Nakaba Suzuki. Legitimo dueño y creador de Nanatsu No Taizai (Seven deadly sins). Yo solo escribo esto por amor al arte y por mi rey de las hadas favorito :3_
— LOS GUSTOS DE UN REY DESCORONADO —
1. He likes fairies
Cuando la mayoría de personas escucha "rey de las hadas" lo primero que se le viene a la mente es "¡pero que infantil y estúpido suena eso!", pero si eres el tipo de persona que gusta de las historias fantásticas, sobre mundos mejores y llenos de magia, posiblemente lo primero que se te venga a la mente sea un hombre bonachón y sensible, que puede que tal vez, solo tal vez, se pase de buena persona. El tipo de rey que todos querrían, porque amaría a su pueblo por sobre todas las cosas.
Harlequin no supone la diferencia para con esa suposición. O, al menos, no la suponía, antes de dejar atrás la corona y convertirse en un Pecado Capital.
La tragedia, cuando llega, no hace distinciones para con nadie, y aunque las heridas pueden sanar, los reyes como Harlequin no olvidan. Los reyes como él no se perdonan, sin embargo...
— Ban...
El Pecado Capital con la marca del zorro, se giró para encontrarse con los ojos de King, flotando tras de sí, como en los viejos tiempos, 10 años atrás.
— Hey, King —sonrió.
El hado se dio fuerzas apretando su almohada favorita, para después hablar.
— ¿Alguna vez te... —pasó saliva— te he pedido perdón por, ya sabes, casi matarte?
Estaba avergonzado por su error, no iba a negarlo.
Ban miró a su viejo amigo, el sentimiento de superioridad innato en él grabado en sus ojos, a la vez que se encogía de hombros, restándole importancia.
— Tal vez, no lo sé —sonaba más burlón que perdido—, he bebido mucho desde aquella vez. Puede que la borrachera me hiciera olvidarlo. Sin embargo, me encantaría escucharte.
King apretó los dientes. ¿Ban nunca iba a cambiar, verdad? Pero la personalidad pedante del hombre inmortal no era el punto en esa conversación.
— Lo siento —lo sentía, en verdad.
La muerte de su pueblo, la pérdida de su hermana, iban a ser heridas muy difíciles de sanar para él, pero no eran ninguna excusa para sus acciones, sobretodo ahora que sabía que Ban no era el culpable. Y si había algo por lo que las hadas serían recordadas por el resto de razas, era por su gran sabiduría, sobretodo a lo que en perdón y amistad se refiere. Era lo que a King más le gustaba de su pueblo, el cual siempre seguiría vivo en su corazón.
— Disculpas aceptadas.
Y, con eso, por primera vez en 10 años, el último hado se sintió por fin con la deuda para con el resto de difuntas hadas, saldada. Sobretodo para con su hermana, la mejor de todas ellas. Al menos a lo que sus gustos se refiere.
