Nota 0w0: *se aclara la garganta* aquí les traigo este fic sacado de una imagen, hay mención mío, a sea que yo hablo en el fic, no sé si eso está permitido y si no díganmelo para que edite o elimine el fic.
Pareja: alfred x arthur.
Advertencia: ni idea *alza los hombros*.
Desclein: hetalia no me pertenece.
Caperucito rojo es un chico de veintiún años, nacido en Inglaterra. Llevaba un vestido por obligación, unas botas cafés y una capa roja con gorro. Caperucito rojo se encontraba en su casa colocando pues, lo que se suponía que era comida, ya que Caperu…
—¡Agh, joder! ¿Quieres dejar de llamarme así? ¡Sólo dime Arthur! —se quejó con la autora, o sea, conmigo.
—Nop, yo te digo como yo quiera, soy la autora, así que shut up —negué apuntándole con el índice.
—¡Ash, condenada historia! —gruñó desviando la mirada.
Bien, ¿en dónde iba? ¡Ah sí!, Caperucito rojo iba a visitar a su abuelo, un hombre muy fuerte del estómago ya que podía soportar la comida de su nieto. En fin, ARTHUR KIRKLAND abrió la puerta de su casa, nuestro muy gruñonsito protagonista, tenia ojos verdes y profundos como el bosque, una cabellera rubia dorada, una piel blanca y unas gruesas cejas. Lindo ¿verdad? —alzó una ceja de forma coqueta—Caminaba a pie ya que su bicicleta la arroyó su estúpido hermano Scott. Atrás de él sin que nuestro lindo protagonista se diera cuanta un hombre lobo se encontraba siguiéndolo muy sigilo…
—¡Auch eso dolió! —se quejó después de golpearse con una rama de un árbol en su rostro. Por suerte (o más bien un milagro), o ambas cosas, Arthur no lo escuchó.
—¡Muahahahaha! ¡Caperucito irá a ver a su abuelo, una gran oportunidad para comer lo que hay en la casa de ese anciano! —dijo de forma no tan malvada aquel lobo.
—¡Aahhh, qué alivio que no sonara tan malvado! O sino, sería el villano y no el héroe—. suspiró aliviado.
—¡Oye, se supone que eres el villano en esta historia! —le grité desde el árbol.
—¡Pero soy un héroe! —se quejó de forma infantil.
—¡Eres un tipo de héroe-villano! ¡¿bien?! — repliqué después de estrellar mi mano en mi rostro.
—Eso suena un poco bien —asintió alegre, escondiéndose en un arbusto cuando apareció el ojiverde.
Nuestro lobo era un chico de unos diecinueve años, proveniente de Estados Unidos, de ojos azules como el cielo, con unos lentes en frente sin el marco de arriba, piel suavemente bronceada y un mechón anti-gravedad sobresaliendo de su fleco. Vestía una playera blanca y un suéter café oscuro mas unos pantalones del mismo color y unos tenis grises, teniendo un gorrito con orejas de lobo y en su pantalón una cola igual de lobo, un chico de nombre Alfred F. Jones. Nuestro lobo se escabulló por los arbustos hasta rebasar a nuestro chico, proveniente de Inglaterra.
—Caperucito —dijo de forma juguetona—. ¿Vas a visitar a tu abuelito? —preguntó con una sonrisa.
—Obviamente —respondió sin ni siquiera mirarlo.
—Entonces, ¿qué tal si tomas la ruta del bosque? Así llegaras más rápido —propuso mirando al chico, al cual no se podía ver su rostro a causa del gorro.
—Bien —asintió caminado hacia el bosque.
—Jeje. Lo que no sabe es que es la ruta más larga, pero en fin me dará más tiempo para ir a la casa del abuelo y comer tanto como pueda —susurró sonriendo y corriendo alegremente a la casa del anciano.
—¡Anciano! —gritó abriendo estruendosamente la puerta.
—¡Ay, es el lobo! ¡Por favor, no me camas! —rogó el pobre viejo, arrodillándose.
—Sólo vengo a comerme su comida, pero como no quiero que me vea devorarla, así que le pido que se vaya —dijo, pero el viejo salió corriendo como burro sin mecate antes de que terminara la frase.
—¡Wow! Es rápido a su edad, en fin vamos a la cocina —entonó, entrando a la cocina y abriendo la nevera.
—¡Condenado lobo! —se quejó Arthur entrando a la casa, jadeando.
—¡Viejo, estoy aquí! —gritó una vez recuperó el aliento, haciendo que el lobo se atragantara con el helado que había en la nevera.
—¿Qué hago? ¿Qué hago? Ese demonio ya está aquí —murmuró asustadizo corriendo a la habitación de arriba y buscando ropa. Cualquiera serviría. Se colocó una bata, siendo la única prenda que vio. La verdad fue la única que estaba fuera del closet, se la puso y se acostó.
—¡Viejo, ya llegué! —dijo Arthur entrando a la habitación.
—¡Hola, nieto mío! —fingió una voz ronca el lobito.
—"¿Nieto mío?" Oye viejo, ¿estás bien? —preguntó sonriendo sin que se le viera los ojos por la sombra del gorro.
—Oye, Arthur, no se supone que tengas que decir eso, así no va la historia —le susurré desde debajo de la cama.
—E-estoy bien —respondió miedoso el de lentes, dejando salir su verdadera voz.
—¡Ajá! ¡Lo sabía, lobo estúpido! ¡¿Dónde está mi abuelo?! —preguntó tomando del cuello al chico, quien se sobresaltó, y haciendo que el gorro de su capa se cayera en su espalda, dejando ver al fin sus ojos verdes, hipnotizando al chico y viceversa.
—L-l-le dije que se fuera para que no me viera devorar su comida —respondió saliendo de su trance.
—¿Eh? —reaccionó soltando al chico.
—Aunque sigo teniendo hambre —dijo de forma lasciva.
—¡Idiota! ¡¿Cómo puedes seguir teniendo hambre cuando te comiste todo lo de la cocina?! —gritó eufórico, apretando los dientes.
—Pero tengo hambre de otra cosa —dijo entrecerrando los ojos y lamiéndose el labio inferior, haciendo reaccionar al chico que empezaba a ponerse nervioso. Antes de que el ojiverde pudiera hacer algo, el lobito se lanzó hacia el chico chocando ambos en el piso, dejándome una genial vista.
—¡No me toques! —refunfuñó el británico.
—¿Y por qué no debería? —preguntó mordiendo levemente el lóbulo del la oreja del inglés, sacándole un gemido, haciendo que en el resto del día y parte de la noche se escucharan gemidos, los nombres de ambos y jadeos y dejándome a mí media muerta por derrame nasal debajo de la cama. Por suerte no me vieron hasta que ambos se acostaron en la cama, seguramente por la incomodidad del suelo.
—¡Ah! —profirieron ambos—. ¿Vistes todo? —me gritaron asomando sus cabezas por debajo de la cama.
Fue lo mejor que jamás he visto en todas mis narraciones -respondí indirectamente con un hilito de sangre en la nariz y otro de saliva en la boca.
Sin darle importancia nuestros protagonistas se volvieron a acostar abrazados y durmiendo pacíficamente, mientras que yo me retiro, siendo una genial star y dándoles privacidad, algo que debí de haber hecho desde el principio del acto carnal. Pero no importa, y con mi parte malvada les saqué una foto antes de salir, así que colorín colorado este cuanto aún sigue, pero yo ya no seguiré narrando.
Fin
Esto es todo, gracias por leer, si quieren también hago historias de estas parejas, gerita, geripan, franada, spanamo y rochu, pero de diferente historia, por ejemplo cenicienta, la bella y la bestia, etc., claro si quieren.
Dejen reviews, una critica constructiva, una duda o todo lo anterior, se cuidan~.
Adiochito 0v0/
proxima historia: ceniciento
pareja: ivan x yao
