Luego de que la Reina Elsa volviera al trono y que todo volviera a la normalidad, todos estaban disfrutando del verano, más aún Olaf con su propia nevisca personal anti-derretimiento. Kristoff estaba animándose a decirle a Anna lo que sentía por ella, y los dos se querían mucho. Elsa, por otro lado, tenía que ocuparse con los trabajos como reina, aunque no olvidaba pasar tiempo con sus amigos. Sin embargo, esquivaba cualquier tipo de "reunión" con otros reinos, ya que Hans le había dejado un muy mal ejemplo… y corrían rumores de que allí, en las Islas del Sur, había escapado de su celda y pensaba vengarse. Elsa, la única que se había enterado de esa noticia, no lo creía tanto. Pero aún así estaba algo nerviosa por la seguridad de su hermana y Kristoff. Si por alguna razón Hans realmente escapa, y piensa vengarse contra Arendelle (exactamente con ella o su hermana), al menos, Elsa tenía poderes de hielo y podía arreglárselas sola. En cambio, Anna, por lo que conocía, no podía hacer magia, y no podía congelarse para romper espadas cuando quiera ni descongelarse mágicamente.
De hecho, en la noche que Arendelle se descongeló, pasó toda la noche pensando todo sobre el posible plan de Hans. Se había ido "a dormir" a las 10, pero había pasado hasta las 5 de la mañana reflexionando acerca de diversas cosas. Finalmente se dijo a sí misma: "Olvídalo. No debo pensar en el futuro. Debo volver al presente.".
Decidió dormirse, aunque pensaba que solo habían pasado unas 2 horas en vez de 5. Se durmió al instante.
Anna despertó, como por arte de magia, a las 10. Fue casi corriendo hasta la habitación de Elsa y la despertó con un alentador aplastamiento de espalda.
-Grah… Ana, por favor, no dormí casi nada…-balbuceó Elsa.
-Oh, vamos, ¡Elsa! No me digas que vas a rechazar desayunar con Olaf, Kristoff y yo.-dijo con una sonrisa Anna, aun aplastando a Elsa.
-Estuve despierta hasta las 5…-dijo bostezando Elsa-. Y por favor, sal de ahí, me estas aplastando.
-Uh.-se disculpó Anna.
La pelirroja siguió sonriendo con una cara que daría por vencido a cualquiera. Y Elsa no pudo resistirlo.
-Bueno, está bien.-se rindió Elsa, agarrándose la cabeza-, Iré en unos minutos.
Anna hizo un gesto de alegría. "Finalmente y como nunca", su hermana no la ignoraba y podían pasar un buen tiempo juntas, además acompañadas de un muñeco de nieve que le gustan los abrazos y el verano y un rubio que tenía de mejor amigo a un reno y unas cuantas rocas. Digo trolls. Sin duda, era interesante.
Elsa se vistió, se peinó y bajó a comer con sus amigos. Por dentro tenía una felicidad absoluta: podía reunirse con conocidos y ser libre de todo trabajo de reina, ya que tenía consejeros que podían hacer casi todo por ella. Pero quien la ve según su cara, parecía que estaba totalmente saturada e infeliz (debido al aplastamiento de Anna… y la despertada de Anna, su peor pesadilla.)
Llegó al comedor y se encontró con todos: Kristoff, Anna y Olaf. El comedor donde comían los reyes, princesas o gente importante era bastante pequeño. A la mesa le alcanzaba para un máximo de 4 sillas, 2 juntas de cada lado. Anna ya estaba sentada con Kristoff, y eso obligaba a Elsa a sentarse junto a un muñeco de nieve que le gustaban los abrazos parlante. Sin más, se sentó y saludó a todos.
-Hola a todos…-dijo mientras bostezaba, tratando de simular una sonrisa.
-Hola.-respondieron todos al unísono, solo que Olaf le puso más énfasis.
-Al parecer no ha dormido muy bien, Majestad.-le dijo Kristoff a Elsa, viendo que solo bostezaba y se le cerraban los ojos.
-Mmm… si-balbuceó la reina-. Y más aún luego de que Anna me aplastara.-dijo riéndose mientras bostezaba, algo que realmente sonaba raro-, Y no me llames con "Majestad, Reina, Su Alteza". Me siento rara cuando así lo dicen.-sonrió.
-Como quieras, Elsa.-Kristoff entendió el concepto aunque Elsa lo expresó con unos cinco bostezos.
-Bueno… ¿Qué quieren a desayunar?-preguntó Anna.
-Yo…-se puso a pensar en voz alta Elsa-. Bueno, tostadas.
-Hmmm… creo que tostadas también yo.-rió Kristoff.
-Esperen…-dudó Olaf-: ¿Yo… puedo comer? No tengo sistema digestivo… ni huesos…-entró en pánico-. ¡OH NOES!
Kristoff, Anna y Elsa soltaron una carcajada.
-Tranquilo, Olaf-dijo Elsa-, Puedes comer.-Elsa se estaba recuperando del aplastamiento y el sueño poco a poco.
-Bueno… tostadas para todos.-dijo Anna-. Gerda, prepáranos unas cuantas tostadas y cuatro cafés.
-Enseguida, Majestad.-respondió Gerda. Acto seguido empezó a preparar las tostadas y los cafés.
A una velocidad gigantesca, Gerda entregó la comida y desayunaron.
Luego, Elsa se retiró y fue a pasear por la zona boscosa de Arendelle, para tomar un poco de aire fresco y no estar siempre encerrada en un inmenso castillo revisando correos y haciendo negocios.
De repente, oyó pasos muy cerca de ella. También el chirrido de cuando alguien desenvaina una espada. Se puso muy nerviosa y tenía la espeluznante idea de que sea… Hans.
Pero estaba en lo cierto.
