105 A Chill Goes Through Her Veins
Kate Beckett se fue a dormir con un nudo en la garganta. El hecho de haber tenido que compartir la historia de su madre con Castle no había sido sencillo.
Se acostó en su cama y suspiró. Se sentía extrañamente aliviada, pero aunque todavía sus heridas no se habían cerrado, sabía que podría confiar en la discreción y sobre todo, la ubicación de Castle. El tipo era inmaduro, pero si podía criar a su hija como corresponde, también podría mantenerse al margen de su historia.
Mientras Castle hojeaba el informe de la muerte de Johanna Beckett, sintió que se le cerraba la garganta. Por una vez tuvo que reconocer el dolor por el que seguro había pasado y estaría aún pasando Beckett.
Muy en su interior, quiso hacer algo para devolverle la sonrisa a esa mujer que además de su musa, se había convertido en una compañera y amiga, y quizás en el futuro, en algo más que eso.
Al día siguiente cuando se levantó, Kate se sentía renovada. Tomó una larga ducha caliente, luego de su práctica de boxeo y cuando entraba en el precinto, escuchó la musical voz de Castle a sus espaldas.
No se dio vuelta, adoraba hacerlo sentir poca cosa. Era parte del juego que ambos venían jugando y disfrutando.
Castle seguía insistiendo en llamarle la atención y ella, sonriendo, seguía sin prestarle atención.
-Buenos días… detective…- le dijo casi en el oído y cuando ella giró, afrontando lo inevitable, casi se chocan.
Castle la miró de cerca. Sus ojos pasearon desde su cabello, a sus ojos y luego a sus labios. Humedeció los suyos, incomodándola un poco. Ella se quedó en silencio, sin saber como reaccionar.
-Castle…- dijo solo ella e intentó alejarse un poco, pero él la sostuvo del codo, suavemente, pero sin dejar que se moviera.
-Me preguntaba si quizás eras la indicada…- le dijo invadiendo su espacio personal por un momento, casi sin poder controlar el deseo de besarla.
-La indicada?- preguntó ella para ganar tiempo, aunque ya conocía la respuesta, se acordaba de la charla que habían tenido cuando ella le preguntó si él era de los que se cansaban de estar con la misma persona y él le dijo que quizás no había encontrado a la indicada.
-La mujer por la cual yo podría cambiar de opinión con respecto al matrimonio…- le dijo él.
-Te refieres a pensarlo dos veces antes de volver a casarte?
-Me refiero a casarme sin pensar remotamente en separarme…- le dijo él.
-Tú crees?- le dijo ella y sonrió, mordiéndose el labio y viéndolo casi estallar de deseo. Él adoraba que ella hiciera eso y ella lo sabía perfectamente.
-Estoy seguro…- le dijo él y se acercó, dispuesto a besarla.
-Hey… Beckett…- los interrumpió Esposito- interrumpo algo?
-No…- dijeron ambos a coro y se miraron sonrientes.
