Título del fic: "Traicionado"

Autora: Creampuff18

Pareja: Milo x Camus

Clasificación: Yaoi, A.U., O.O.C., Angst, Lemon, Romance

Elenco:

Milo de Escorpio, como Milo Karagounis, estudiante de Derecho

Camus de Acuario, como el abogado Camus Beaumont

Dohko de Libra, como Dohko Karagounis (padre de Milo)

Shion de Aries, como el acaudalado abogado Shion Gaisang.

Personajes Secundarios y Extras

Hilda de Polaris, como Hilda Lavransdatter

June de Camaleón, como June, la mucama

Saori Kido, como el Ama de Llaves

Seiya de Pegaso, como el mayordomo

Sumario: Milo, un estudiante de Derecho que dejó la universidad, y su padre, Dohko, un desempleado, verán sus vidas cambiar al aparecer Shion, un generoso millonario que les adentrará en un mundo de lujos y comodidades. Sin embargo, Milo pagará esos favores con una traición, al enamorarse de Camus, un abogado tan sensual como ambicioso.

Traicionado

Por Creampuff18

~*Advertencia: Este fanfiction contiene Lemon. Lectura sólo para mayores de edad.*~

Capítulo 1 – "El gran cambio"

Era invierno en Grecia. Se puso a mirar a la gente que caminaba en la calle, ajetreada en sus quehaceres, todos tan activos, tan apurados; en cambio él, yacía tirado en el sofá, como si el mundo afuera no existiera. Su padre, desempleado como él, buscaba empleo en el periódico, mas no encontraba nada.

-¡Milo! ¡Levántate ya de ahí! No haces más que vagar... - dijo Dohko, su padre, que estaba sentado en la mesa del comedor.

-Yo no tengo la culpa de que no consigas trabajo. -espetó el joven Milo.

-Pues deberías buscarlo tú también, y reanudar tus estudios de Derecho en la universidad. -le respondió Dohko.

Milo era un joven rebelde, sin futuro; se puso así desde que murió su madre. Dohko se preocupaba mucho por él; más aún desde que Milo dejo la universidad.

Hacia un año que la pasaban negras, hacia un año que despidieron a Dohko de la fábrica, tantos años a su servicio y así le habían pagado. Se sentía decepcionado. Todas las desgracias se vinieron juntas: La muerte de Helena, la madre de Milo, el despido de Dohko, la deserción de Milo.

Dohko pensaba apesadumbrado - "No me alcanzara el bono de pobreza para pagar este mes la renta. ¿Qué haremos?"

El teléfono empezó a timbrar insistentemente... ¿Quién sería?...

..:..O..:..

Era las cuatro de la mañana. Si su padre lo veía así de borracho y con una mujerzuela a su costado le daría un infarto.

Felizmente entraron a la casa sin hacer ruido, si se le podría llamar casa a ese antro, todo lleno de pobreza y de miseria: Platos descartables sucios en la mesa, cucarachas por doquier... la refrigeradora descompuesta, los muebles roídos, cuadros empolvados... Qué diferencia con aquellos tiempos en que la casa, a pesar de ser pequeña, era acogedora, tan tibia, tan llena de ella… La madre de Milo hacia lo posible por mantener vivo ese lugar, pero ahora ya no estaba ella para seguir haciéndolo.

Sin hacer ruido entraron los dos jóvenes, Shina y Milo, a la habitación de él. Ella, muy bella pero vulgar, de cabellos verdes y piel blanca; un cuerpo de infarto. Hacía tiempo que venía saliendo con Milo; hasta había pensado dejar su "profesión" por él, sin embargo Milo sólo la buscaba para parrandear y tener sexo.

Se acostaron en la cama y retozaron un poco. El la recorrió por entero con hastío, como si tuviera algo mejor que hacer que estarse tirando a esa joven. Ella lo notaba pero fingía no hacerlo. Se quedaron dormidos uno de espaldas al otro.

Dohko no había podido dormir la noche entera. Aquella llamada lo preocupaba, "¿por qué ahora?" se preguntaba. ¡Por qué tendría que verlo justo cuando las cosas iban mal! Eso no importaba, se decía, lo importante era verlo luego de casi veinte años. Era Shion, su mejor amigo desde que eran niños, y durante la juventud, hasta que Shion viajó a Francia a establecerse allí, y Dohko se caso, separándolos aquella circunstancia.

Fingiría que todo iba bien, que Milo era el mejor hijo… en fin... que las cosas no eran tan malas como parecían. No quería quedar mal, sobre todo porque Shion, que era un eminente abogado, tenía un importante bufet a su mando, el más influyente de Francia. Era muy afortunado, millonario, a decir verdad. Tenía mucho dinero, lujos, éxitos profesionales... ¿Se habría casado? ¿Tendría hijos?

Sonó el timbre con insistencia, era aún temprano. Así era Shion, puntual y correctísimo. Dohko se acerco a la puerta, la abrió y lo vio allí, con una gabardina negra larga, elegantísimo, casi tan joven como la última vez que lo vio. ¿Qué hacía para mantenerse así? En cambio, él, Dohko, estaba acabado por los problemas.

¡Amigo mío! ¡Tantos años sin verte! ¿Cómo has estado? ¡Querido mío, ven aquí, y déjame abrazarte! -dijo Shion visiblemente emocionado.

Dohko no pudo contener las lágrimas; se abrazaron, se miraron a la cara y sonrieron.

..:..O..:..

Mientras desayunaban, Dohko le iba mostrando las fotos que se habían tomado juntos, cuando niños, y cuando ya eran jóvenes. Fotos iban y venían. Shion ya graduado, luego Dohko junto a su esposa y un bebé; pero antes le mostró todo el álbum de su boda. Shion había sido su padrino. Rieron juntos al ver a Dohko con cara de espantapájaros, todo incómodo por el esmoquin que llevaba.

-Me dices que Milito ya creció y es todo un hombre, ¿no?- le pregunto Shion, mientras se llevaba a la boca una pedazo de pan.

-S-si claro, estuvo estudiando en la facultad de Derecho, aunque ahora se me ha puesto algo rebelde… -respondió Dohko sorbiendo un poco de café.

-Ah ya sé, un pequeño dolor de cabeza para ti, como me lo imagino, ¿verdad? Además me dices que estudiaba, ¿ahora qué hace?

-Bueno, busca empleo…

-Algo me indica que las cosas van mal desde que Helena murió, ¿no es así?

Dohko no pudo contener las lágrimas, se volteo y se las seco.

-Amigo mío, me suponía que las cosas iban mal, pero no pensé que tanto. Mírate y mira a tu alrededor; no permitiré que esto siga así… -dijo Shion, con preocupación.

Mientras tanto, en la habitación de Milo, el joven peliazul y Shina estaban de nuevo retozando. El sobre ella: Le besaba el cuerpo desnudo y ella reía ruidosamente, hasta que los ruidos llegaron al comedor.

-¿Escuchaste eso? -le dijo Dohko a Shion.

-Era la voz de una mujer. -le respondió éste.

Fueron a la habitación y Dohko forzó la puerta con violencia y se encontraron con el simpático cuadro:

Milo encima de Shina, ambos desnudos.

- ¡¡Milo!! ¡¡Cuántas veces te he dicho que no traigas mujerz... chicas a la casa!! -gritó con furia el padre de Milo.

-¡¡Papá!! ¡Cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar!

-Tranquilícense… -dijo Shion, más divertido que otra cosa con la situación.

-Hola muchacho, soy tu padrino, Shion Gaisang, no creo que me recuerdes…

-Gusto en conocerlo, Señor Gaisang…

-¿Tu novia?

-No, una amiga. Saluda Shina.

-¡Hola! Mucho gusto.

-El gusto es mío jovencita.

..:..O..:..

Los tres conversaban en el aeropuerto Eleftherios Venizelos de Atenas, Shion, Milo y Dohko, mientras sostenían sus elegantes maletas y abrigos.

Era la primera vez que Milo saldría de Grecia. Estaba más que emocionado. Hacía una semana que Shion había llegado, y ya su vida empezaba a cambiar radicalmente: Mucha ropa, fina por supuesto, paseos a extravagantes lugares, sitios de lujo, exclusivos restaurantes, en fin, una nueva vida. ¡Qué suerte tener un padrino millonario! Sin embargo, Dohko parecía sentirse humillado, pero a la vez resignado a que Shion les cambie la vida para bien.

Shion les propuso -y logró- que Milo y su padre acepten mudarse a Francia con él. Les pondría casa, comida, un traslado a la Universidad de Paris para Milo, y un puesto de practicante en su bufet de abogados… ¿Qué más podrían pedir?

El avión ya iba a salir rumbo a Paris, Francia. Ni se imaginaban lo que irían a vivir luego, cuando el destino les jugara una mala pasada.

..:..O..:..

-¡Wow! ¿Esta es tu casa? Padrino, ¡sí que eres afortunado!-dijo Milo sin ocultar su emoción.

No era una casa, era una mansión y de lo más elegante... ¡parecía un palacio!

Bajaron de la limosina, cruzaron el inmenso jardín, les abrió la puerta el mayordomo:

-Seiya, lleva la maleta de los señores. -ordenó Shion.

-Sí, señor, como lo ordene. -dijo Seiya, el mayordomo.

-Gracias por todo, Shion… ¡No sé qué decirte! -dijo Dohko

-No digas nada entonces… - sonrió el guapísimo Shion.

-Bueno, esta es Saori, el ama de llaves; confíen en ella, es mi brazo derecho.

-Buenas tardes señores. -dijo Saori, con cara de pocos amigos- les enseñare sus habitaciones…

Caminaron hasta los pisos superiores por una ancha escalinata de mármol, había una larga alfombra roja, y sobre sus cabezas una imponente araña de cristal resplandeciente.

- Qué lugar más elegante… -pensó Milo.

Saori sacó su manojo de llaves.

"¡Qué mujer mas desesperante y desagradable!" pensó Dohko, mientras la mustia mujer de cabellos lilas arremolinados en un horrible moño en su nuca abría la puerta de la esplendorosa habitación de Milo.

Milo creía estar en un sueño, era todo tan perfecto, hasta quería volver a estudiar y trabajar. Shion le había devuelto las ganas de vivir. Ahora tendría lo que se merecía: Una vida holgada y sin más preocupaciones que vivir para agradecer a ese hombre tan generoso.

..:..O..:..

-¡¡Milo, despierta!! -le dijo la joven mucama al mismo tiempo que lo destapaba.

- Qué quieres June, no estoy de humor para tirar… -dijo Milo, quien aún dormía siendo ya las nueve de la mañana. Y se volvió a tapar con las sábanas.

-¡Que te despiertes te digo, no vine para eso! ¡Milo despierta! ¡Hoy es tu primer día en el bufet de tu padrino!

-¡¿QUEE?! ¿QUEE HORA ES??? ¡DIOS, NO PUEDE SEEEERRRR! ¡EESSS TARDEEEEEEEEEEEEEE!

Un Milo a la corbata y terno corría a cien kilómetros por hora, en el auto que Shion le había regalado: Un BMW negro.

"Dios, Dios, ¡hoy no! En mi primer día no puedo llegar tarde, no puedo decepcionar a mi padrino."

El tráfico estaba congestionado.

"Dios mío, ¿y ahora?" pensaba Milo. Luego de quince minutos de angustiante espera, el tráfico se reanudó. El griego estaba más que contrariado.

Al llegar al exclusivo edificio donde quedaba el bufet de su padrino, sudaba frío y maldecía entre dientes. Había llegado tarde. Estaba hilvanando una excusa coherente para su tardanza, mientras estacionaba su auto en la playa de estacionamiento, cuando de pronto un auto chocó contra el suyo por detrás; el otro era un Mercedes Benz que también pugnaba por estacionarse. El estacionamiento estaba abarrotado de autos y no quedaba mucho espacio para maniobrar.

-¡Malditaaa seaaaaa! ¡Quién carajos...! -grito Milo, furioso, mientras salía de su auto. Cuando se acerco a la parte posterior de su auto, vio que este tenía un raspón.

En ese momento, un hermoso y elegante hombre de cabellos color azul verdoso salió del Mercedes Benz: Alto, esbelto, de ojos azules y piel muy clara, como de unos veinticinco años. El hombre vestía un carísimo terno negro de diseñador y caminaba hacia él mientras hablaba por su celular. Milo se quedó estupefacto al verlo. Se sintió pequeñísimo en ese momento.

-¡Buenos días! -dijo- Lo lamento muchísimo. En verdad, no veo cómo retribuirle el daño más que indemnizándolo con la cantidad que usted determine. Sólo diga la cantidad, por favor. Lo que usted pida estará bien; no protestaré en lo absoluto. –dicho esto sacó de su bolsillo un talonario de cheques y una pluma, de esas finas y caras que solía usar su padrino.

Milo, quien iba a proferirle una sarta de insultos, se quedó pasmado ante tanta elegancia.

-No, no se preocupe… es sólo un pequeño raspón…

-Oh, lo siento mucho… pero acabo de llamar a mi mecánico particular para que resuelva el asunto. El traerá su grúa y mañana mismo le devolverá su auto sin ninguna mácula. Es más, tome mi tarjeta, estoy para servirle en todo momento. Estoy en deuda con usted.

Recibió la tarjeta:

"Gaisang & Asociados

Camus Beaumont

Abogado"

-Eh... sí, gracias... -dijo Milo, aún nervioso ante la presencia de ese hermoso hombre. "Diablos debo tener una tarjeta también" pensó.

-Soy Milo Karagounis, para servirlo. Es usted miembro del bufet Gaisang, entonces...

-Mucho gusto, señor Karagounis. Si, efectivamente. ¿Es usted un patrocinado nuestro? No lo había visto antes.

-No… en realidad yo… yo soy un pasante. Soy nuevo, empiezo hoy… el señor Gaisang
es mi padrino y…

-Oh, si… ya recuerdo, el nuevo pasante enviado y recomendado por el señor Gaisang… haberlo dicho antes… -dijo Camus, guiñándole y sonriéndole de una forma muy sexy.

Las manos de Milo ahora se retorcían de nerviosismo, ¿por qué sudaba frío? ¿Por qué temblaba? ¿Era la presencia de ese sensual hombre lo que lo tenía así?

..:O:..

Entraron en el bufet, conversando amenamente, y al llegar Camus lo presentó ante todos. Le llevo a su cubículo, no sin antes mostrarle su propia oficina, indicándole que cualquier cosa recurriera a él, para la resolución de algún problema.

Se despidieron. Una abogada pelirroja seria su jefa, se llamaba Marín Kawamura y era muy mandona. Apenas llegó lo envió a hacer unas diligencias a la corte. Llevar y traer papeles, escritos y demás. Que el notario, que las rubricas... en fin, hasta que dio la noche; mientras el conserje limpiaba y ya se iba la última persona, Milo se fue a la maquina de café, cogió un vaso y chocó su mano con otra muy suave y más blanca que la suya.... era Camus quien también había ido por café.

-Hola Milo. Nos vemos de nuevo.

-Ho-la Camus... -se puso nervioso de nuevo.

-Vaya día pesado… ¿no?

-¡Uf! ¡Y que lo digas!

-¿Cómo te sientes?

-Bien, muy a gusto aquí… aunque la tal Marín...

Camus rió.

-Ella es así de exigente en el trabajo, pero en las reuniones de confraternidad es muy alegre, ya lo veras, dale su tiempo… - dijo Camus.

Rieron ambos.

-Ella es buena en el fondo. – agregó el francés.

A lo que Milo responde:

-Sí, muy en el fondo... tanto que ni se le nota...

Rieron de nuevo hasta que se quedaron callados uno mirando al otro... frente a frente... cara a cara... cruzando sus bellas miradas. Milo iba a enloquecer. Camus estaba logrando seducirle sin proponérselo. Milo siempre había sido de armas tomar....pero ahora se veía timorato y sin valor.

Hasta que Camus le tomo la delantera y le dijo:

- Quieres acostarte conmigo, ¿no es así? Lo veo en tus ojos... Estás lleno de deseo.

Milo enrojeció y sintió su corazón latir tan aprisa que parecía salírsele del pecho.

-Entonces hazme tuyo, Milo, que yo también te deseo.

-¿Qu-eee? ¡¿Estás loco acaso?! -gritó Milo.

Milo no sentía ni el piso ni nada a su alrededor… cuando Camus lo hizo volver a la realidad.

-¿Qué pasa, Milo? ¡Sólo te invite a tomar un trago! Si tienes problemas con eso, mejor…

-¿Qué? ¿Fue eso lo que dijiste? -dijo Milo, extrañadísimo.

-¡Sí! ¿Qué escuchaste?- Camus se sorprendió.

-Pueess… nada, nada… olvídalo.

Todo había sido parte de su alocada imaginación.

Más tarde, se fueron juntos a un bar cerca de allí.

¿Qué resultaría de todo aquello? ¿Seguiría jugándole malas pasadas su imaginación?

(Continuará)