Como se que no lo es en otros FICS Escrito en mucho tiempo, que puedo decir No estaba de humor, no tenia ganas y era verano. Supongo que me entendéis he pasado uno de esos periodos, de depresivos no escribo.
De Compensación de Como, que creado esta historia es totalmente inventada, utilizo los nombres de nuestros personajes favoritos en solitario, y detalles de su personalidad.
Espero que os guste, me gustaría saber de vuestra opinión.
Los personajes pertenecen a la inigualable Stephine Meyer. Mia soo, es la historia.
* ¡Ah, por cierto, este fic lo actualizare Más o menos cada mes, notareis, Que es un capitulo completo, del tamaño de libro, y eso cuesta un poco.
Las historias como retomare otra, esta misma semana que entra, pondre un tope de juegos y apuestas, y de la sirea de cristal.
Le he hecho unos arreglillos, para bueno ser más fiel al carácter de este escrito. Ahora es de categoría de mayores de 18 años, por el vocabulario, pero creo que los arreglos le dan más realidad.
Me gustaría saber si os gustan los arreglos, espero que si, se admiten opiniones, ideas, sugerencias, toda ayuda o critica será muy valorada. Gracias por las lecturas y los comentarios, espero poder poner el siguiente capitulo, en las próximas semanas, gracias Selena.
Luna negra
El cazador que se enamoro de su presa.
1 la presa
En un día nublado, de esos que preceden a la nieve, en un pequeño pueblo de alta montaña. Era invierno, y especialmente frío en esa zona, por lo que las calles estaban desiertas, a excepción de una persona. Un chico de aspecto joven, despreocupado y seguro de si mismo. Vestido únicamente con prendas negras, quizás una moda extraña, o una forma de rebeldía, pero indudablemente realzaban su piel clara y marcaban su figura, de complexión fuerte y atlética, pelo negro y penetrantes ojos verdes, esmeralda brillante. El chico cargaba una mochila de aspecto pesado y muy voluminosa, que movía con soltura, se dirigía al hostal, con movimientos ágiles, casi felinos.
El hostal era un edificio, de aspecto antiguo de piedra, antaño debió de ser una casa de gente de clase media alta, o una granja grande. En la actualidad, era un edifico de piedra negra, con moho y plantas trepadoras verdes, y en un intento de modernizarla y ampliar el edificio, se le había añadido, un piso superior, y más salas en la planta baja, que le daban un aspecto no muy favorecedor, de rompecabezas arquitectónico, por la mezcla de la construcción a ladrillo, y la parte antigua de piedra.
Entro en el hostal rápido cerrando la puerta tras de sí, el único sonido que delato su presencia, fue el 'Ding' de la campana que colgaba en la puerta. Pero él frió del exterior lo siguió al interior. Alertada por el cambio de temperatura repentino, la recepcionista del hostal, levanto la vista del libro que la tenia absorta, descubriendo así la presencia sombría que acababa de aparecer en la cálida estancia, de paredes blancas y muebles claros. En principio la chica se espanto, por el aspecto que ofrecía el recién llegado, con esa iluminación tan fuerte, que proporcionaban los fluorescentes del techo, le otorgaban a la piel del desconocido, un brillo antinatural. Pero al mirar con más detenimiento al misterioso recién llegado, descubrió su rostro atractivo y juvenil, un cuerpo proporcionado y atlético, parecía sacado de una película, y eso la calmo sus temores, y altero sus hormonas y el ritmo de su corazón.
Colocándose sobre el mostrador de madera clara, en una posición que mostraba más su escote, y con voz melosa le pregunto.
– ¿Que desea señor? – Dijo dedicándole una gran sonrisa, que pretendía ser seductora, mientras lo observaba con la mirada y mariposeaba con ojos expectantes. El joven le devolvió la sonrisa con menos ilusión, con una voz clara y cristalina le contesto.
– Necesitaría una habitación, para unas cuantas noches y si fuera posible, me gustaría comer algo.
La chica un poco descolocada y acalorada, por lo sensual que le resulto la voz, y en fin por el joven en general, se demoro en contestar, algo aturullada y sonrojada contesto, con voz temblorosa.
–¡ Sí, claro! – Exclamo apurada, alzando sin motivo su voz – Puede instalarse en la habitación cinco, esta en el primer piso al fondo. Y en cuanto se haya instalado puede bajar al comedor que esta en la sala contigua – Hablo rápido y con voz acalorada, mientras torpemente le tendía la llave, y le señalizaba las puertas, evitando mirarlo a los ojos, y dejar en evidencia su sonrojo, ante el apuesto desconocido. Al que no le había pasado desapercibido el impacto que había tenido en la joven recepcionista, pero intento no ponerla más nerviosa.
– ¿A que nombre la habitación señor? – Pregunto, algo más tranquila, con una coqueta sonrisa, que prometía que estaba dispuesta, para escucharlo por horas, si fuera necesario.
– ¡Ah!, Edward Cullen – Le contesto, algo ensimismado en sus propios pensamientos, y obviando los intentos de la recepcionista de flirtear con él. No es que la joven no fuera apuesta o apetecible, pero no tenia tiempo para esas cosas, tenia trabajo y eso era lo primordial.
Cuando acabó la explicación de la recepcionista, el chico se lo agradeció amablemente y se despidió, intentando no crearle falsas esperanzas a la joven, que ya se las había hecho, y de que manera, ya se imaginaba futuros encuentros nocturnos, con otro escenario. Ya en su habitación, que era más pequeña de lo que esperaba, dejo la mochila sobre la silla del pequeño escritorio de imitación de madera, que ocupaba el lateral de la sala. Se dio una ducha para entrar en calor, y aliviar los músculos del intenso frío del exterior. Se puso ropa más cómoda y más común, bajo a comer. El comedor era un gran salón, con una chimenea al fondo, estaba decorado con trozos de animales disecados colgados en las paredes a forma de trofeos, o como más parecía demostración de masculinidad, por el supuesto macho que cazo tan bravas presas, en ambos casos le daba un toque oscuro y lúgubre a la sala. Los clientes en su mayoría eran cazadores, o eso supuso él por su vestimenta, el hecho no le importo mucho porque en cierto modo el también estaba de caza.
Se comió la comida sin mucho apetito, la caza no le gustaba mucho, y no era de las mejores, poco a poco los cazadores se fueron agrupándose para contar historias. Edward aun estar alejado su fino oído le permitía escuchar la conversación como si estuviera sentado con ellos.
Los cazadores charlaban sobre el tipo de presas que solían cazar, como las cazaban, presumían de presas pasadas, sitios y heridas que habían sufrido en sus titánicas batallas contra las criaturas de la naturaleza. Pero nada le dio detalles sobre lo que él quería saber, se retiro de nuevo a su habitación a consultar la información que ya disponía y a navegar por Internet con la esperanza de encontrar algo útil, no encontró nada especifico al caso que investigaba en ese momento, pero si vías para nuevas investigaciones, cansado se dejo caer en la cama, era incomoda y olía a mil cosas, ninguna agradable.
Pasaron días y su investigación no avanzaba, pero él era paciente y esperaría, ese maldito monstruo estaba allí, pero donde. Una noche como ya era habitual, escucho las conversaciones de los otros comensales y una atrajo su interés, un grupo de cazadores, había visto animales huir, sin importarles ir directos a la muerte a manos de los cazadores, poco después un ruido brutal, el que debían hacer dos montañas chocado, y un gruñido, que no identificaron a ningún animal locales, los asusto y les hizo desistir de su búsqueda.
Edward ya tenia las pistas, y sabia como continuar la búsqueda, se levanto he intencionadamente cruzo la mirada con el cazador que había contado la historia. Una vez sus ojos sé cruzaron Edward, aprovecho para internarse en la mente del cazador, que no se dio cuenta de la invasión en ningún momento, mientras mantuvo la unión recogió imágenes, recuerdos, ideas, ruidos, y todo lo que pudo encontrar sobre su futura presa.
Espero al día siguiente, para ir ha investigar sobre el terreno, tardo toda la mañana y parte de la tarde, hasta que reconoció el bosque de los recuerdos del cazador, siguió avanzando hasta encontrar, los indicios de una cacería, y los cazadores eran vampiros, eso le hizo sonreír, con una mueca diabólica de diversión, eran sus presas favoritas, ya que eran de las más difíciles de cazar.
Su presa era un macho y tenia que ser joven, porque era muy descuidado, no tardaría en dar con él, volvió al hostal, debía preparar-se, le esperaba una noche de caza. Al volver se acerco a la recepcionista, que reacciono igual que lo hacia cada vez que el se acercaba, sobresaltándose y coqueteándole con cierto descaro, a él le parecía tierno ese gesto, más propio de una adolescente hormonal, que de una joven de su edad.
– ¿Serias tan amable, de hacerme la cuenta de estos días? – Pregunto Edward con la voz lo más monocorde que pudo modular, ya que estaba algo alterado, y por que no decirlo excitado, por la perspectiva de una caza difícil.
– Si señor Edward, pero me llevara un rato tenerse-la preparada, ¿si es tan amable de esperar? – Le contesta ella muy amablemente.
– Bien subiré a mi habitación, recogeré mis cosas y ya lo pago a mi partida.
– Perfecto, se lo tendré listo- Dijo ella casi sin aliento
Edward como le había comentado a la recepcionista, subió a su habitación, se preparo la maleta, también se preparo para la caza, se vistió de negro de nuevo, y se calo un abrigo de cuero largo, debajo de el, en la espalda llevaba camuflada una espada, de aleación de plata, del cuello le colgaba una cadena con un colgante, también de plata, llevaba dos pistolas escondidas y un par de dagas, todo un arsenal, que era imperceptible a simple vista. Se cargo la mochila y bajo a pagar. La recepcionista se quedo atónita, como el primer día que lo vio, pero algo en él había cambiado, ahora el aura que desprendía era de peligro, eso la alerto y se asusto, y no le faltaba razón.
Forzando la más cándida de las sonrisas, que fue capaz Edward cogió el tremuloso papel, en él estaba escrito él preció de su estancia, a él le pareció, muy barato, más de lo que había esperado, saco de su bolsillo la cartera, saco la cifra que indicaba el papel y un par de billetes más.
– Gracias por la estancia, ¡ah! y quédate con la propina – Le dijo con voz neutra y amable, ella cogió los billetes y los contó, devolvió la sonrisa a Edward, agradecida por la sustanciosa propina que le permitiría comprarse ese precioso conjunto que había visto, en aquella tiendecita el otro día.
– Adiós y espero volver a verlo – Dijo ella algo triste de golpe, por que la verdad es que si esperaba volver a verlo, más de lo que nunca se reconocería a sí misma.
– Si gracias, adiós – Dijo él en tono neutro mientras levantaba la mochila y se la cargaba a la espalda, algo en él le decía que no volvería, a menos no en unos siglos posiblemente.
Ya fuera del hostal, salió del pueblo a un paso normal, para no destacar más de lo que ya lo hacia. Cuando ya no lo podía ver nadie, paro en el bosque y empezó a moverse a velocidad sobre humana, moviéndose por el bosque como una sombra, entre la espesa vegetación que le impedía ir a toda la velocidad de la que era capaz. Gracias a su visión más sensible que la humana, reconoció el claro, siguió las pistas, que pasarían desapercibidas para un humana, pero no para él un experto cazador. Este proceso le llevo un par de horas, siguiendo pequeños rastros de caza menor de su presa, encontró los cuerpos de tres ciervos de buen tamaño, enterrados en el suelo del bosque.
Estando cerca de su objetivo, busco un sitio donde dejar la mochila, y activo todos los conjuros habituales, le dio a su piel la dureza del mármol, afino aun más si es posible sus sentido, sus pupilas se agrandaron hasta doblar su tamaño, aunque ya de por si tenia una excepcional vista, sus oídos eran capaces de escuchar a kilómetros de distancia, sus reflejos, le daban respuesta inmediata a cualquier petición de su cuerpo, no aumento, todo con conjuros precisos.
Ya estaba listo, para encontrarse con lo que fuera y enfrentarse a ese ser, o abominación como el solía nombrarlos, pero un rugido potente lo detuvo, y su olfato más sensible , sintió el nauseabundo olor de la sangre humana, y por el olor debía de ser una cantidad muy grande, su presa había cazado y se estaba alimentando. Para el pobre diablo al que le hubiera tocado, se le había acabado todo, y poco podía hacer él.
Así que sintiéndose impotente, y sin poder ayudar al pobre humano, decidió esperar, apoyado contra un pino que debía tener unos cien años o más. A todos los animales les pone furiosos, que les interrumpan la comida, su presa no era una excepción, aunque sabia que podia con él, prefería esperar, además el humano ya estaba condenado, que más daba, un humano más un humano menos, nadie lo iba a notar.
En un acto reflejo se crujió el cuello, y las manos, en un acto reflejo, que era indicativo de que empezaba la diversión. Se preparo para atacar, se movió cauteloso para no delatarse, y rodeo la zona donde una forma humana, vestida con harapos, estaba agazapado sobre el cuerpo inmóvil de un hombre posiblemente un cazador, por la complexión fornida del cadáver y la ropa. Espero al acecho totalmente inmóvil e impasible, al espectáculo del vampiro alimentándose, mientras el vampiro apuraba hasta la ultima gota de sangre de su presa.
El vampiro era adulto y parecía mal alimentado, salvaje, seguramente un renegado de su propia raza, un ser controlado por su sed, sin conciencia ni humanidad, se alejo de su banquete y se recostó en una piedra, ya estaba saciado y necesitaba reposar la comida.
Edward aprovechó su oportunidad y salió de su escondite con la velocidad de un parpadeo, de la misma forma reacciono el vampiro, que se envaro y le enseño los dientas, mostrando una perfecta dentadura blanca, se agazapo por instinto.
No identificaba al recién llegado como un vampiro, pero lo que era claro es que tenia las facultades de uno de ellos, los dos se estudiaron con miradas desafiantes, el vampiro estaba en posición de ataque, agazapado y le mostraba los dientes, y rugía furioso por la intromisión en lo que se suponía eran sus terrenos de caza, eran seres muy territoriales, como la mayoría de animales.
– ¿Quien eres?, ¿y que quieres? – Pregunto el vampiro entre gruñidos.
– Tu muerte – contesto Edward divertido, mientras lo miraba impasible, con su postura relajada, y una sonrisa de suficiencia en su cara, el vampiro le rujio en respuesta, aceptando su desafío.
Con un movimiento fluido de su brazo derecho desenvaino la espada que llevaba oculta en la espalda. Se lanzo a la carrera, el vampiro le hizo una finta con un salto esquivándolo por milímetros, y de repente el también lucia armas, dos espadas ligeras, la pelea de desenvolvió a una velocidad de vértigo, los dos utilizaban las espadas, como expertos. Pero Edward estaba más entrenado, en unos movimientos hábiles consiguió herirle unas cuantas veces, con una finta perfecta, le hizo saltar de la mano izquierda la espada que quedo clavada en el tronco de un árbol cercano, con la mano aun en la empuñadura.
Pasados unos diez minutos, la pelea empezaba a hacer mella en Edward, mantenía activados demasiados conjuros a la vez , y si se dedicaba simplemente a atacarlo a la forma normal, la cosa se haría larga y tediosa. Edward no se caracterizaba en sus cazas por la paciencia, para ganar ventaja genero una bola de luz que cegó al vampiro, y daño su piel expuesta, quemándola levemente en ese instante Edward le arrebato la otra espada. Indefenso, eso en el caso de un vampiro es un eufemismo, porque sus mejores armas son su cuerpo y su retorcida mente.
Privado de su buena vista, se convirtió en presa fácil, para que Edward utilizara su control mental con él, lo paralizo y con los ojos a la misma altura se interno en los recuerdos, encontró más de lo que deseaba ver, había sido miembro de una de las familias principales de vampiros y era un guerrero sanguinario de más de mil doscientos años, en los que había matado, asesinado, y cometido todo tipo de atrocidades.
Volviendo a su mente desvió la mirada asqueado, con rabia convoco su poder a sus manos de allí lo trasmitió a su espada, mojo la punta de su espada en la poca sangre que le quedaba al cadáver del cazador, y con ella dibujo un circulo, un cuadrado y un triangulo superpuestos, alrededor del vampiro, formulo un conjuro, que había repetido cientos de veces.
– Que el ser que tanto mal a provocado, muera sufriendo el dolor, que el infligió a sus victimas – Mientras pronunciaba estas palabras dibujo los últimos símbolos a su alrededor, el conjuro se activo al instante, el vampiro empezó a forcejear, a chilla y rugir, sufría no físicamente ya que todo era una ilusión, pero el dolor era tan real para el vampiro como si su cuerpo lo sufriera en realidad.
No era común en Edward utilizar magia negra, pero era la más cruel y dolorosa a la hora de matar, y él quería que este vampiro sufriera. Se aparto del vampiro que se retorcía en el suelo, se sentó en una roca cercana, de grandes dimensiones, mientras miraba el espectáculo. Sin demostrar sentimiento alguno, en sus facciones o pensamientos, se le curaron sus heridas, era un proceso molesto porque escocia y picaba, el proceso de curarse siempre lo irritaba mucho. Mientras apreciaba el espectáculo, se acercaba el amanecer, el vampiro ya estaba rendido, se había vuelto loco, y suplicaba para que le matara, cosa que no pasaría, él no se apiado de las suplicas de sus victimas, Edward, no le iba a conceder tampoco ese privilegió, el vampiro iba a ver el amanecer, la forma más dolorosa de morir para esa especie.
Edward no se movió, el sol empezó a levantarse entre las montañas rodeado de las nubes bajas de las horas del alba, siguiendo su recorrido diario, lento he imparable, la penumbra de la noche empezó a despejarse. Los rayos cálidos del sol de invierno, cayeron sobre el claro, antes tenebroso, llenándolo de luz. La misma luz que al tocar el cuerpo del vampiro empezó a quemarlo lentamente, hasta que se convirtió en polvo, no sin antes retorcerse y gritar hasta su ultimo aliento.
Solo cuando eso paso Edward, se movió, recogió sus cosas y como recuerdo se llevo las dos espadas ligeras, coleccionaba armas, y esas espadas parecían antiguas, posiblemente de fabricación árabe. Volvió al árbol donde había dejado su mochila y la recogió, con un movimiento de su mano se hizo desaparecer, sin dejar rastro de su presencia, aparte del cuerpo del destrozado cazador, pero podía pasar por un ataque de un animal, o eso querrían creer los humanos, que lo encontraran.
Se materializo en su castillo, oculto en la parte más desabitada de Dinamarca, en una de las habitaciones donde ya lo esperaba un joven sentado en un cómodo sillón bajo de estilo ingles. Que no se altero al verlo aparecer, al contrario levanto la vista de la lectura.
- Hola Edward, ¿ Como te ha ido la caza?- Pregunto en tono depreocupado el joven moreno,de piel estrañamente rojiza.
– Bien supongo, ¿Como esta todo por aquí, Jacob? – Pregunto Edward, mientras dejaba la mochila en el suelo y se despojaba de la chaqueta, para sentarse en el sillón contiguo al de Jacob.
– Bien aquí nada fuera de lo común, aparte de Rosalie, que no dudes que pasara a visitarte, esta algo molesta por tus largas ausencias – Dijo con un gesto dramático de buen actor, y prosiguió – ¿Que era esta vez? – Pregunto con curiosidad, siempre que volvía de una caza le preguntaba lo mismo, era su ritual de bienvenida.
– Un vampiro, pero estaba mal alimentado, la caza no ha sido nada fuera de lo normal, pero su mente contenía gran cantidad de información, ciertamente útil – dijo mientras sonreía con una de esas sonrisas picaras solo suyas.
Pasaron un rato en silencio, sin que ninguno de los dos hiciera comentario alguno sobre el tema, Jacob estaba muy acostumbrado a que su maestro viniera y fuera de caza, de seres tan poco comunes.
– Creo que me retiro, mañana temprano deberíamos hablar, si no te importa Jacob – Dijo con tono neutro mientras se levantaba, y se dirigía a la puerta de madera.
Jacob que estaba más que acostumbrado a este comportamiento tan peculiar no se molesto, recogió las pertenencias de Edward y se esfumo.
* * *
Al otro lado del mundo, en Noruega, lejos de las grandes ciudades, en lo más profundo de un bosque, se levanta un castillo de estilo antiguo, con paredes de sólida piedra, y pequeñas ventanas de cristales coloridos, que habían resistido el embate del tiempo durante siglos. En una pequeña habitación oscura, en lo alto de la torre.
Una joven contemplaba melancólica. o eso aparentaba ya que sus facciones eran inexpresivas, la luna llena, que iluminaba su rostro de piel blanca lisa, y de textura de melocotón, sus facciones eran una mezcla de Asia ,Europa y América del Sur, tenia los ojos grandes, expresivos y rasgados, del color del chocolate. Unas facciones aun por definir entre niña y adulta, el pelo largo, liso y sedoso, le llegaba por la cadera, de un marrón con destellos caoba, que caía en bucles por su espalda, tenia un cuerpecito pequeño, delicado y atlético.
La muchacha permanecía sentada inmóvil, tanto que podía haber pasado por una estatua, esculpida por un gran artista, parecía que el mundo había perdido todo su sentido para ella.
Era la muñeca rodeada por su habitación de casita de muñecas, era una replica de un cuarto de una joven de época, con una gran cama de dorsel en el centro del cuarto, un escritorio antiguo con su silla, un tocador, y el gran sillón de estampado floral, donde estaba sentada, la habitación estaba pintada y decorada en tonos pastel, muy calidos y propios de una joven de catorce años, que era su eterna edad.
Se escucharon pasos que se acercaban, rápidos, dedicándole una ultima mirada a la luna, que estaba llena y preciosa. La puerta se abrió y vio entrar a un hombre de aspecto juvenil y atractivo, que vestía de forma elegante, tras el entraron dos chicas algo más jóvenes y también muy bellas, exquisitas en su perfecta hermosura.
– Es la hora Isabella, el señor te espera – Dijo dirigiéndose a la chica sentada junto a la ventana, como era habitual, desde hacia un par de siglos, no obtuvo respuesta alguna, ni tan siquiera una mirada, o gesto que indicara que lo había escuchado.
– Vosotras, vestirla y dejarla perfecta, hoy el señor tiene invitados y quiere lucirla – Dicho esto se retiro, y dejo a las chicas que la arreglaran, que lo hicieron con presteza.
Con velocidad sobre humana, la arrastraron al baño donde la bañaron en aguas perfumadas, como si su olor no fuera ya embriagador de por si. Vestida y peinada como una muñeca de porcelana antigua, con un precioso vestido negro sobre las rodillas. La bajaron al gran comedor, forzando al cuerpo, aparentemente inanimado de Bella, a bajar con cierta elegancia las escaleras que presidían el comedor, donde se encontraban todos los invitados.
Donde su señor, la esperaba al pie de la escalera, mirándola con deseo, lujuria y codicia. En cuanto estuvo a su altura al final de la escalinata alfombrada, la cogió por la cintura, con brusquedad, bajando la vista evaluó el trabajo hecho por sus chicas. Le agrado, era normal, no había otra tan bonita, de tan exquisita inocencia.
Aunque Bella estuviera empeñada en no demostrar sentimiento alguno, bajo la mano y le acarició la mejilla, maravillándose con el tacto de la suave piel de su trofeo, bajo la cabeza inclinándose posesivamente sobre el pequeño cuerpo de Bella, y la beso acaloradamente, demostrando que era suya, que solo él podía reclamarla.
Todos elogiaron lo preciosa que era, lo valiosa que era para el grupo, por sus habilidades, pero ella ya hacia tiempo, que se había perdido en su mente lejos de todos, y no reaccionaba a los estímulos del mundo de los vivos. Como todos los banquetes se preparaba una masacre, las puertas se abrieron y entraron un buen grupo de humanos, que eran el menú de la noche, todos se pusieron en marcha y eligieron a su comida.
El gran comedor se lleno de rugidos por parte de los vampiros, los humanos chillaron aterrados, de dolor y suplicaron y rogaron por sus vidas, todo en vano, el ruido se fue extinguiendo, mientras la sala se cargaba de un penetrante olor a sangre humana, ella no se movió aun teniendo hambre, nunca había probado la sangre humana, solo la de animales, no la saciaba por completo pero la mantenía viva, ya era más de lo que deseaba.
Después de la masacre, llego la depravación, como siempre ella era el plato favorito de todos los vampiros, que la rodeaban, pero solo su señor, disfrutaba de ese placer, del que hizo gala ante todos.
Aun con los restos de su cena, en la cara se acerco a Bella, la beso con desesperación, al ver que ella no respondía, aumento el ritmo y la atrapaba entre sus brazos, deleitándose con el pequeño cuerpo que estaba junto al suyo.
La llevó a uno de los sillones borgoña, que estaba en la penumbra y la tumbo sobre el, con delicadeza, paladeando cada centímetro que descubría de esa piel, blanca que era casi adictiva, por su perfecto tacto. La contemplo desnuda, preciosa, ante sus ojos, que se oscurecieron hambrientos. La tomo, sin más, sin juegos previos, solo en busca de su satisfacción física, en el punto de máximo placer, clavó sus colmillos, en el blanco cuello de Bella, saboreando su sangre, alcanzando lo que él y otros vampiros consideraban el máximo éxtasis, tener el cuerpo y la sangre de Bella, era la combinación, del placer en su estado más puro.
Pasada la noche y con ella su euforia, volvieron a encerrarla en su habitación, su pequeña cárcel. El mismo joven, que antes la vino a buscar, se encargo de alimentarla con la sangre de un conejo, que le dio pacientemente, intentando que ingiriera los apenas tres diales de sangre que le daba, le daban cantidades mínimas, para que su cuerpo siempre estuviera en malas condiciones, en caso de que quisiera huir. La sangre, que le había obligado a ingerir, contando con que tenia más fuerza que ella. El alimento, dejo un color rosado en sus mejillas, el joven, sin poder evitarlo se acerco a su cara, para apreciar-la mejor.
El vampiro se vio cegado por su belleza. Se apodero de sus labios que aun guardaban el sabor de la sangre animal que acavaba de ingerir, eso le quitaba un poco su sabor. La tumbo sobre la cama, donde estaban sentados, sus manos con presteza y violencia exploraron el cuerpo de la joven a placer. La hizo suya, con brutalidad propia de los vampiros, la aprisiono sobre la cama de sabanas blancas y dorsel vaporoso que ondeaba con la suave brisa del amanecer, al estilo princesa. En el frenesí le destrozo la ropa, una vez saciado su apetito carnal, se fue dejándola allí tendida, semi desnuda y con la ropa destrozada.
Algo a lo que muchos otros, ya la habían obligado, era utilizada para saciar la sed, y su cuerpo para el mismo propósito, la sed de lujuria y depravación o incluso peores, la habían obligado en sus casi mil años de vida, si es que a ese infierno se le podía llamar vida.
Graias por leer y comentar si quereis, pues botonverd e, s util en esoscasos.
Por cierto: Estoy buscando un Beta, si encuentra alguna interesante la historia y le apetece, se loagradeceria infinitamente.
No leemos, Selena.
