El memorial

Mamá viene a mi habitación y revisa si estoy dormido, seguro que ha tenido una pesadilla. Claro que si, porque hoy es el día del memorial. Abro los ojos y sonrío, ella me sonríe también. Me muevo un poco en mi cama para que ella pueda recostarse junto a mi. Mamá me rodea con sus brazos y los dos cerramos los ojos. El memorial es hasta las dos de la tarde así que intentaremos dormir, si podemos.

No estaría tan mal este día si no fuera por la gente. Miles de personas estarán ahí, susurrando mientras paso junto a ellos, señalándome con el dedo. Otros concentraran su atencion en mi madre; algunos la compadecen, y los demas le dedican palabras de admiracion. No estaría tan mal si el alcalde no mencionara tantas veces el nombre de papá durante la ceremonia, no estaría tan mal si no obligaran a mi madre a asistir, porque ella se pone muy triste y yo detesto verla triste.

Yo debo ser fuerte, por ella, por los dos. Aunque sólo tengo seis años y dos meses, debo ser fuerte y valiente; por eso agarro fuerte la mano de mamá y escucho atento al alcalde. Es mi misión de ese día, y quiero cumplirla, por si acaso es verdad lo que dicen el tío Peeta y la tía Katniss, por si acaso el gran Finnick Odair, el héroe al que le dedican este día en el distrito cuatro (del que dicen herede mis ojos y el color de mi cabello) me mira desde donde quiera que este. Por si acaso, quiero que se sienta orgulloso de mi. Sólo por si acaso.