Conejillo de Umbrella
Notas importantes:
Cuando la letra es cursiva significa que estan hablando en Español en un entorno donde la lengua es Ingles.
Bla bla bla (texto) personaje piensa mientras dice otra cosa./ 'Bla' pensando.
Resident Evil y sus personajes son propiedad de Capcom.
Sé lo que están pensando, queridos lectores (si es que aun me dejan llamarlos así). ¿Como es que apareces recien ahora? ¿Y nada más para revolver una historia ya terminada? Siento si les molesta, pero he hecho esto por mí más bien. Esta es la unica creación que pude terminar antes de que Alexander Godslayer acertara en el hecho de como arruiné Biohazard G-Work, así que quería consagrarla aun más. Hay escenas nuevas, dialogo una Moniq con más personalidad. Se los dejo servido, y disculpen las molestias.
Con ustedes, un prologo:
"Me canse, ya no aguanto más esta situación", se dijo Ezequiel. Cansado de una universidad publica (la única donde podía ir) donde lo único que hacen los profesores matemáticos es hablar idioteces sin tratar de enseñar y de una situación laboral nada prometedora se dispuso a mudarse a Estados Unidos, donde un tío suyo le daría alojamiento, y talvez un trabajo. Estudiaba ingeniería metalúrgica, pero a pesar de ese grato título en Argentina no eran buscados esos profesionales, debido a la falta de industria. Lo único que podía hacer con ese título en su país era manejar un taxi (realmente patético). Sus padres no querían que se fuera, pero no iban a frenarlo, era lo que él creía mejor, a pesar de dudar un poco. Con todo tramitado, maletas armadas y tío esperando sólo quedó esperar su avión en el aeropuerto.
Fines de Febrero del ´98, aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires Argentina:
En medio del gran edificio donde fluye tanta gente, bullicio y equipaje para recorrer grandes distancias por viajes de variados motivos, una persona se preparaba para efectuar el suyo:
-Bueno ma, en cualquier momento me voy a "La tierra de las oportunidades".– decía Ezequiel soltando sus maletas y tomando asiento.
Es un joven de 20 años, 1.73 m de altura, de cabello negro corto y ojos oscuros, robusto por sus años de natación y pesas. Siempre trataba de disimular su poca paciencia con un sentido del humor teñido de sarcasmo y poca paciencia. Sus padres nunca le pudieron quitar su actitud visceral (el se jacta de ser "muy sincero") y de contestador, causa de ser una persona de pocos amigos y de que tuviera problemas con autoridades de trabajo o escuelas (casi lo expulsan de la secundaria, pero de trabajos más de uno lo habían echado). Si hay algo que le guste más que las armas son los videojuegos que las incluyen.
-Hijo, te pido que trates no volverte tan aparatoso como esos pelotudos del país del norte.– le decía su padre.
-Sí Eduardo, tranquilo, voy a comportarme de una forma tan sociopata como aquí, y no se me pegaran sus actitudes.
-¿Y el tío José que parentesco tenía?– preguntó su madre tomando asiento.
-Primo hermano mío es.– contestó su padre.
-¿Estas seguro que me va a dar un trabajo allá?
-Y, mira, hay lugar en el bar que trabaja para vos. Pero no es algo así que sorprenda. Igual busca algo para seguir tus estudios.
-Ay, no sé, a pesar de tener título para los yanquis no voy a ser más que un indio tira flechas. Y además un bar, la puta madre, voy a llegar de lejos...
-No te conformes con poco.
-¡Mira que si mejora el país me vuelvo!
-Ah, y pórtate bien, no hagas cagadas...
-Sí, siempre esa confianza vos conmigo ¿No? (¡forro!), ¿Che vieja, me compras unos chocolates?
-Vos podes pagártelos.– le contesto su madre, ofreciéndole un diario del día.
-Nooo, dale, ya me pague el anti-mareo. Me la compre Umbrella y me salió más cara además.
Siguieron discutiendo los típicos temas antes de la larga separación: "Llama todos los días, manda e-mails (si es que habían aprendido a manejarlos), todos te van a extrañar (Ezequiel respondió a este tema con un "lo dudo"), vas a extrañar la carne vacuna de este país, abrígate, etc."
Finalmente lo llamaron a su plataforma:
-Atención vuelo Aerolíneas Argentinas 159 con escala en Panamá, Miami, Aeropuerto de Racoon.– se oía en los auriculares.
-Bueno, espero llegar con bien.
Abrazo a sus padres, su madre (exageradamente sensible) le dio un abrazo más largo llorando.
-Te vamos a extrañar.– le decía su madre.
-¡Vas a ver que es un alivio!– le dijo Ezequiel tratando de poner un poco de humor de su estilo a la despedida.
Ezequiel ya era parte de la "fuga de cerebros".
Finalmente luego de caminar por todos los corredores entró al avión y dio con su asiento, rogando que no le tocara el estereotipo de abuelita insoportable y habladora como compañera de asiento. Le toco un compatriota que se bajaba en Miami.
Con el habló por todo el viaje mientras les daba gana. Por lo menos los dos eran buenos habladores, así que se pudieron soportar más fácil esas 14 horas, acompañadas de comida empaquetada tan mediocre como las películas que pasaron.
A la mañana del sábado siguiente Aeropuerto de Racoon City, Estados Unidos:
-¡Ay, que cansancio,¿ donde esta este hijo de la...– Ezequiel se calló al ver un cartel con su apellido.
Tal letrero era sostenido por un hombre treintaañero al cual se acercó y no pudo reconocer de inmediato. De seguro era justamente porque la última vez que lo vio fue hace como cuatro años.
-¡José! ¿Sos vos?
-No,¡voy a ser la madre Teresa, boludo!
-Sí... sos el mismo turro de siempre. Vamonos que estoy muy cansado.
Después de la verificación de pasaporte, Ezequiel miro la hora en su reloj, cerca de las 9 de la mañana.
-Espérame que me compro algo de comer, tengo más hambre que piojo de peluca.
-Deja que te pago yo. Anda poniendo tu ingles en practica.
-OK, quiero algo con chocolate.
José echo a reir antes de poder decir...
-¡Tu acento apesta!
-Y, uno hace lo que puede...
Tenía suerte de que el inglés que aprendió con películas subtituladas, videojuegos y algún curso le sirviera. Pero su acento obviaba su origen latino, MUCHO.
Masticando su segunda barra de chocolate ya habían subido a la camioneta, bastante bien cuidada, aunque ciertamente humilde.
-¿Esta es tu cafetera?– con un acento así, Ezequiel aun podía disimular un tono sarcástico.
-¿Solo te aprendiste los insultos yankis? ¿Acaso mirabas muchas pelis de Stan Lee?
-No, yo soy así. Al final ¿Qué me toca hacer en el bar?
-Descargar mercadería, atender a la gente.
-Ya tengo experiencia en eso...
-Pues que bien ¿Vas a seguir con tus estudios?
-Eso quiero, espero que me den cabida en las facultades de allí.
-Acá se llaman universidades
-Mira vos, yo pense que iba a encontrarme con alguien que hablaba como Cowboy, una onda:"Dondeu se fueroun los cuatrerous"
Su tío río, pero esperaba que no le gustara mucho el chiste: después de todo quería descansar, y esa risotada o que le pida otro comentarios sarcasticotes no era algo para lo que estaba de humor.
-¿Me despertas cuando lleguemos?
-Sí, dormí tranquilo que es más de una hora. Una y media con este transito de mierda.–golpeaba el volante.
-¡Dulces sueños para mi!– Ezequiel se puso el cinturón de seguridad y se durmió en unos minutos.
Racoon City, bar de la zona de las afueras, una hora y media después:
-Ya llegamos, despiértate.
-Voy–bostezó– ¿se te pego la pronunciación europea?
-Sí, me la pegó Darío.
-¿Y ese quien es?
-Ah, no te lo presente, es el proveedor. Vas a ir a pata, disculpa, pero te necesito ahora para laburar.
Ezequiel pegó un suspiro que indicaba queja.
-Haceme un café por lo menos.
Finalmente entro al bar donde trabajaría, se llamaba "Bar Jack". No era un lugar muy grande, más bien un típico bar esquinero bastante sencillo sin mucha capacidad de alojamiento. Era bastante 'descolorido' a no ser por sus botellas de licor variado que daban un poco de adorno. Había un mostrador largo, el cual tenía los banquillos giratorios como parte integral de tal mesón, obviamente alrededor.
José no le negó el café, y puso sus maletas debajo del mostrador.
-Toma la dirección– José le dio un volante– y ven que te enseño unas cosas básicas, sígueme.
-A ver.– Ezequiel lo siguió hasta la caja registradora
-Acá ponemos esto– le mostró sin levantarla fuera de la altura del mesón una pistola 9 mm
-Uy, una Glock.
La pistola de polimero no brillaba, pero para Ezequiel resplandecía: cosas de la curiosidad, le interesaban las armas gracias al Quake II.
-¿Sabes manejarla?
-Sí, no hay problema– tratando de disimular un poco de impresión.
-Igual no te preocupes, ya no pasan tan seguido como hace unos años. Si tienes que cargarla ahí hay una caja de balas y un clip extra.
-Bueno, me voy. Una cosa más ¿Dónde vivimos?– preguntó Ezequiel manoteando el carro.
-En la cuadra de al lado. Llévate el carrito y abrígate que es invierno acá ahora.
-Si no me lo decías no me daba cuenta.– dijo Ezequiel, poniéndose una chamarra.
Tienda mayorista "Darío's":
Después de diez minutos de circular por callecitas peatonales y otra maraña de callejones (sin perderse de milagro) Ezequiel finalmente dio con el negocio del proveedor. Entró sin más, con el frío sin nieve haciéndolo apurarse. Era una sencilla bodega mayorista, con estantes tan variados como las mercaderías que al parecer se vendían. Las paredes estaban adornadas con calendarios y volantes para verificación de stock, o tapadas por más cajas de cartón.
-¿Puedo ayudarte?
A ese llamado el argentino vio hacia una oficina que estaba un poco arriba. La que llamó era una adolescente vestida con ropa larga al igual que él, de cabello rubio no muy largo, tan sólo un poco más abajo que la altura de sus hombros. La jovencita que dijo eso fue bajando las escaleras. Ella no quitaba la vista de Ezequiel conforme bajaba, y él tampoco de ella. En eso, antes de que ella quedara en frente suyo, el joven ya se 'presentaba'.
-Buenas... vengo del bar ...para pedir... déjame ver...
No ayudado por su memoria ni su inglés rudimentario, él simplemente hizo a un lado el carro y revisó el bolsillo de su chamarra. Sacó una Orden de Compra.
-No te conozco... ¿De que bar dices que eres?
Finalmente ella saltó los dos últimos escalones y quedó en frente de él. Se dio cuenta que el latino le sacaba como una cabeza de altura.
-Pues... de parte de... de José... Sí, vengo de parte de José.
-¿Nuevo empleado?
-Además de ser el sobrino... sí.
-Bueno, pues... Mucho gusto, soy Sarah. Trabajamos con tu tío desde siempre...
Por arte de reflejo el joven extendió la mano y la estrechó con la de ella.
-Ezequiel.– dijo él solamente.
La jovencita de al parecer no más de dieciséis años miró un poco extrañada que se tratara tan formalmente, pero el joven no notó la expresión.
-Con todo respeto... casi me pierdo tratando de encontrar este lugar. ¿Puedo llevarme la mercadería de una vez? José me va a empezar a joder...- tartamudeó él, tratando de inspirar humor.
Ahora a ella le hacia gracia por la confianza de hablar en cierta forma no muy sofisticada.
-Bueno... sí lo pides tan educadamente, te voy a atender primero. Sígueme.
-Perdona la forma bruta de hablar. Mi inglés es mierda.
Ella acalló una risa: no quería incomodarlo, pero su pronunciación y su selección de palabras eran simplemente rústicas.
Ezequiel la seguía por detrás, dejando el carro. Ella hablaba volteando a cada rato con su vista puesta en él, viendo como este recorría con su mirada la pequeña bodega. Él se limitaba a fingir un poco más de simpatía.
-¿Y de donde vienes? José no nos contó de ningún sobrino aquí.
-De Argentina– dijo con su acento el nombre propio en habla castellana.
-¿Y que te trae por...
Su distracción la hizo callar cuando tropezó con un hombre de mediana edad obeso, tan rubio como ella.
-Sarah... ¿quieres 'despertar' por favor?... ¡FIJATE POR DONDE VAS!
-Sí, tranquilo... este es ...Ezequiel... viene de parte de José
Ella lo señalaba justo cuando el joven estaba bostezando y estirándose de una forma muy poco decorosa.
-Hey... ¡despiértate tu también!– dijo el gordo tronando los dedos.
El latino calló de su bostezo. El señor se ganó una mirada de despreció de él. En eso alguien sale gritando de la oficina del piso de arriba:
-Hey Darío... ¡teléfono!
El hombre miró para arriba y se retiró, haciendo las veces de "atiéndelo" con señas a Sarah. Ezequiel expresó el desprecio a la actitud grosera con un susurro al aire:
-"Anda a la puta que te parió... gordo de..."
-¿Qué dices de mi padre?– preguntó la joven
-Ah... ¿era tu padre? Digo... que es un tipo maravilloso, jovial– decía Ezequiel con una sonrisa sarcástica.
La joven empezó a sonreír para luego reírse un poco, era evidente por el tono de voz que él estaba usando humor negro. Después de todo, su padre era tan osco como este joven parecía ser.
El joven argentino volvió al bar en 20 minutos con unas cajas en el carro. Casi tropieza con un patín rojo en la trastienda.
-'¡¿Que pendejo habrá dejado esto!'
Entró y reportó a su tío que ya tenía todo.
-¿Tardaste un poco no?
-¡Ni hablar! Me perdí, en la bodega me atendió una chica que empezó a trabarse cuando me hablaba... y casi me mato con un patín allá atrás.
-¡Por ser vos... mejor de lo que esperaba! quédate en el mostrador, háblate todo en ingles ahora.
-Espero que me des tiempo de almorzar. El tipo dijo que pasaba por acá a la tarde a tomarse algo. Ese gordo tiene menos onda que un renglón.
-Sí... Darío seguramente ¿Conociste a Sarah, su hija?
-Sí, ella me atendió.
-Tiene tu edad más o menos.– decìa el tío con cierto 'tono'.
-¡El tiempo pasó desde que nos visitaste, hombre! Ya tengo veinte.
- Ah... bue, pero...¿Viste que linda es?– preguntó José guiñando un ojo.
-¡Sí! Linda la enana, ¿eh?
-¿Ya estas pensando en...
-No jodas... Si me meto con la hija de ese tipo y termina todo mal se te caga cliente y proveedor. Además ¿que chica de aquí querría saber algo con un sudaca?
-No deberías tenerte en tan baja estima. Para mi que le tienes miedo al gordo – comenzó a reírse.
-Anda a cagar. ¿Sabes como lo duermo de una piña en la cara a ese gordo?– Ezequel miraba con descontento.
-A ti te noquea, no te hagas el rudo. Bueno, en serio
-Soy realista, nada que ver con autoestima...mejor voy a atender a ese inflamado así no me venís con pelotudeces– señalando con la cabeza a un hombre musculoso como de un metro noventa que acababa de entrar.
-Buenos días Chris– le dijo José al hombre alto que entró– Ezequiel, hacele un café.
-En seguida.
No tuvo dificultades con las maquinas, no eran muy diferentes al bar donde trabajo en su país. Mientras dos personas más entraron:
-¿Qué tal Chris, Hola José.–dijo uno de ellos.
-¡Hola Joseph!– contestó Chris volteando sobre su banqueta giratoria.
-¿Como es que llegas temprano al bar y tarde a la comisaría?– preguntó el otro, que era el único de aspecto treintañero.
-No me vengas con trabajo ahora Brad.
-¿Vieron a la nueva recluta para STARS ayer?– preguntó Joseph mientras tomaba asiento.
-Ah, sí, es una joven de 18 años más o menos. La vi cuando hablaba con Albert en el despacho. -Todavía esta entrenando pero entra seguro.– decía Brad.
-¡Que mal que sea tan joven! ¿no?– recriminó Joseph con tono poco serio.
-Mmm, Chris es joven también, ellos podrían encajar– dijo Brad con un tono menos serio.
-Pero ¡no jodas! podría ser mi hermana menor. Además STARS es policía, no un club de sociales.
-Oye chico, un cortado por favor.
-Capuchino para mí.– pidió Joseph dejando de reír.
-En seguida señores– contestó Ezequiel, le presto un poco de atención a la charla.
Sirvió las bebidas calientes.
-¿Y quien es el nuevo?– preguntó Brad.– Mucho gusto.
-Soy sobrino de José. Un gusto también.
-¡Vaya, pero que acento!
-Sí, ya sé que apesta, pero mejorara. ¿Puedo hacer algo más por ustedes?
-Prende la tele, pon un noticiero por favor.
Ezequiel encontró el control y puso un canal de noticias. Mientras se dedicaban a charlar y discutir las noticias Ezequiel prestaba más atención a la tele, casi no cruzó palabras con los STARS ahí presentes. Entre la más de media hora que pasó ahí adentro limpiaba los vasos y tazas y atendía a otros clientes.
-Bueno, yo debo irme.– Chris se ponía de pie.
-Sí, yo me voy también.– decía Brad mientras se paraba de su banqueta.
-Me voy a tirar al blanco ¿No vemos a la tarde aquí?
-Claro, hasta luego.
Los sujetos salieron.
-Ezequiel, cerramos hasta las 14:30.
-Que bien. No sabes la siesta que me voy a tomar después, ¿Abrimos de nuevo hoy hasta que hora?
-Hasta las 19:30, luego reabrimos una hora después hasta las 2:00, pero desde las 18:30 te reemplazan.
-Buen régimen horario. ¿Cuánto me vas a pagar?
-Pretencioso ¿eh?. Del techo y comida despreocúpate. El sueldo lo vas a tener que hablar con Jack.
-¿El dueño del bar?
-¡Bravo!– era obvio, el bar tenía su nombre.
-(¿Que sera suficiente para ese?) ¿Después me prestas el chumbo para practicar puntería?
-No, sólo lo puede llevar Jack, él la tiene licenciada. Anda a usar la maquinita de jueguitos de mi hijo si te quieres divertir, o te presto unas monedas y juegas a los pinballs de aquí.
-No me gusta el Pinball ¿No sabes cual maquinita tiene tu hijo?
-Ni idea, pero usa CDs.
-¡Buenísimo! ¿Una dirección de locutorio?
-A dos cuadras yendo derecho para el lado opuesto donde esta Darío, en frente.
-Una cosa más ¿Qué es STARS?
-Vendrían a ser como los GEOF pero de aquí.
En el almuerzo Ezequiel se dio cuenta que la carne de allí era muy diferente, cortes diferentes, sin sabor o sin buen sabor. Luego se tomó una merecida siesta. Quisiera que hubiera durado más, pero debía volver al bar. Volviendo a su trabajo, estaba viviendo el primer día de su nueva rutina diaria, o al menos la de Sábado.
Cuando estaban abriendo de nuevo el bar:
-Disculpa que te haga laburar el día que llegaste, sé que estas cansado...
-No hay drama José. Al menos no me hacen vestir un uniforme de trabajo.
-¿Quien dice que no?
Ezequiel quedo callado un momento, luego iba a preguntar algo pero su tío lo interrumpió con una carcajada.
-Es joda, quédate tranquilo. Lo que sí, deja de meterte los dedos en la nariz.
-¿Y si lo hago con discreción?– preguntó Ezequiel bromeando.
-No me tomes de estúpido, ¡usa pañuelos!
Sin nada importante que haya ocurrido ya cercanas las seis de la tarde, Ezequiel ya no podía esperar para terminar su horario. Su falta de sueño estaba repercutiendo un poco en su humor.
-¿Y quien es el otro empleado, el que me releva?– preguntó Ezequiel con su peculiar acento.
-Es Michael. Viene a las seis.
-¿Tienes Comedy Central en los canales de cable?
-No sé, ¿pero que tiene ese canal de especial?
-Una comedia que se llama South...
La puerta se abrió y dos personas entraron. Se iban quitando sus pesados abrigos, eran un hombre obeso y una joven delgada de baja estatura, los dos rubios. Al parecer venían juntos, porque el señor tomo los abrigos de ambos. Ezequiel los tardó en reconocer, pero finalmente recordó.
-¿Que tal? ¡Un gusto volverlos a ver!
-Buenas tardes– contestó el hombre.
-Lo mismo digo– intervino más amistosamente la joven.
-¿Qué tal Darío? ¿Y tu Sarah como estas, no sueles venir por acá.– saludo José sonriente pero un poco extrañado.
-¿No es un club exclusivo, no?– preguntó Sarah.
-No lo tomes a mal, ¿que te servimos?
-Una cerveza.– contestó ella mientras se sentaban.
-Yo lo de siempre– intervino Darío.
La adolescente se sentó enfrente de donde estaba Ezequiel. Este se desplazó hasta una heladera debajo del mesón y sacó una cerveza de 350, la cual destapó luego de dejarla enfrente de ella.
-¡Un momento! ¿Que no esta prohibida la bebida alcohólica a menores?– el latino arrebato la cerveza.
-Sí Ezequiel... esta 'prohibido'– declaró José.
No era claro, pero aun así lo entendió. Así que dejó la cerveza a la jovencita.
-Qué la disfrutes.– dijo él, dibujando algo que no merece llamarse sonrisa.
-Gracias.– dijo ella tomando la botella de sus manos.
-¿Y que te parece este país?– preguntó ella luego de un sorbo corto.
-Ah, ¿recuerdas mi situación?
-Un poco. Anda... cuéntame.
-Pues...¡Me parece una cagada!... no, es broma. Te lo diré a la semana, pero ya extraño un poco mi país de origen (más bien la carne). Igual hasta ahora la gente me esta tratando bien, pero no me extrañaría cruzarme con un idiota que me diga "Chicano".
Justo después de la grosería Sarah había abierto bien los ojos, pero Ezequiel se dejó llevar. Mejor 'acostumbrarse rápido' a yankeelandia: estar acá no va a ser más fácil si piensan que eres malo y tonto. Ella se tomo un trío de segundos para seguir.
-…Sí, siempre hay de esos idiotas. Pero aquí no abundan, no te preocupes. Ese acento...- 'gracías a Dios' ella continuó.
-Cuando venga el número diez que me diga algo de mi acento le voy a dar dos boletos para Hawai.
-Pues voy a preguntar de nuevo... – dijo ella sonriendo.
-Bueno, uno para ti y el otro para mi.
-¿Cuando llegaste?
-Hoy a la mañana.
-¡Que trabajador! ¿No estas cansado?
-Si fuera por mi ahora babeando my almohada (que ganas que me vienen de dormir, Dios mío).– disimuladamente frotaba sus ojos con un puño, acompañando lo que decía.
Mientras, el otro empleado del bar acababa de llegar. Dos personas llegaban con él: eran Chris y una hermosa joven.
-(Pero mira que ganador) Buenas tardes– Saludó Ezequiel.
-Buenas tardes– respondieron los tres dejando sus abrigos mientras Michael se acercó y estrechó la mano de Ezequiel.
-Ezequiel, ¿no?– le preguntó el colega, pronunciando el nombre del nuevo compañero remplazando las e por las i (Izikiil).
-Sí, mucho gustó Michael.
-Ese acento...
-¿Ya viste?– le preguntaba Ezequiel a Sarah.
Michael entró al mostrador.
Ezequiel se reía un poco junto con Sarah mientras se disponía a atender a Chris y a su acompañante. Quedó atontado unos segundos por la belleza de esa joven atlética de pelo corto castaño hasta los hombros mientras le servía, recorriendo con su mirada indiscretamente...
-¡Mírala a los ojos, idiota!– José lo sacó del trance, haciéndolo sentir ridículo.
-¡Forro! (Está más buena que comer pollo con las manos).
Ezequiel continuó una charla amistosa con Sarah, hasta que vio algo que le llamó la atención por la tele: como un participante de una carrera de motos sufrió un accidente atroz.
-Mira que Hijo de Puta, como se hizo mató con esa moto.– señalando el monitor
-Vaya que sí.– le contestó Sarah.
-Por eso digo que los motociclistas son imbeciles suicidas en potencia.– recordaba su odio a las motos.
-¡¿Qué dijiste de los motociclistas!– retumbo una voz femenina.
Ezequiel volteo y vio que una clienta, cercana a su edad y de cabello rubio.
-Dije que los motociclistas son imbeciles suicidas en potencia, ¿Por?
-¡Por que yo tengo una moto, y no tienes derecho a decir...
-¿Quieres que te aplauda?
-...– con una cara de enojada.
-Mira, Perdona si te ofendí, niña...
-No soy una niña... Pero tu eres un maleducado
-Dime algo que no sepa...
-Y además eres un descarado
-Caliente, Caliente– decía Ezequiel con tono burlón
-Y además imbecil.
-¡Jodete!– le enseño el dedo del medio.
-¡Eh, ya cálmate!– Chris alzó la voz.
-Déjelo, yo lo puedo controlar, estoy acostumbrada a tratar con imbeciles.
-Sí, ya lo creo.– hizo una "cara"–Usted concéntrese en tu bebida.
José al volver escuchó un poco de esa discusión. Definitivamente lo que le contaron de Ezequiel era verdad y al parecer se quedó corta la descripción: una persona de muy mal carácter, en especial con el aliciente del cansancio.
-¡Hey, tranquilos, tranquilos! Elza, Chris, les ruego que disculpen a Ezequiel, es que esta tenso por no descansar, lo estoy exprimiendo como una fruta blanda. Ezequiel, discúlpate con los comensales.
-Perdónenme señor, por favor (yanquis, ufff). Perdóneme señorita
-No, esta bien.– dijo Chris.
-Ufff, no hay problema.– respondió quejumbrosa la rubia.
Elza se quedó mirando a Ezequiel a los ojos con una expresión que mostraba desprecio. El le hizo una expresión con su ceño moviendo sus cejas hacia arriba.
-Imbecil – dijo Elza en voz baja.
-Ezequiel, mejor anda a descansar.– le aconsejo José, dándole un papel con dirección de su nuevo hogar.– Esta te la perdono, pero no te mandes más cagadas.
-Sí tío, no te hagas problema. Adiós Sarah, un gusto conocerte.
-Hasta luego.– contestó ella empuñando una botella que no se empeñaba en disfrutar.
José lo acompaño hasta la salida, allá afuera:
-Dile a tu tía que vaya haciendo la cena. ¡Ya le caíste bien a la hija de Darío,¿tuviste muchas novias allá en Argentina?
-No, estaba solo como un perro. Además no fue más que una charla...
-Mira que casi nunca viene acá, tal vez vino a verte a vos...
-¿Qué me va a venir a ver a mi?
-Tienes un problema de autoestima...
-Lo único que necesito para ser feliz y no entrar en intentos de suicidio es techo, comida, y dinero.– Ezequiel sacó su actitud falsa de materialista engrosando su voz.
-Tómalo como quieras... Deja de mandarte cagadas.
-Uy, al final vos rompes más las bolas que mi viejo.
Luego de despedirse a su manera grosera fue a un locutorio a llamar a sus padres. En el llamado, que no fue corto, pudo hablar con su hermana y hermanos, Padre y con su emocionada madre (le rogaba que no llorara tanto). Después fue a la casa de su tío, en la cuadra de al lado del bar, tal como le habían dicho, viendo que era un departamento. Conoció allí a la familia de su tío: el pequeño Jonathan y la esposa de José, por ende su tía.
Tuvo una cena no tan desagradable a su caprichoso paladar (unas pastas que llamaban macarrones) con reproches de su tío incluidos: "Como se te ocurre bardear a los clientes, pedazo de estúpido".
Poco fue el tiempo que paso entre terminar al cena y acostarse en un catre que casi quiebra. En cuanto a tener una pelea con un cliente el primer día de su trabajo, a Ezequiel no le preocupaba, ya que siempre le pasaba por culpa de su carácter. Su primer día en un nuevo país había terminado.
