.:El oficio soñado:.

I am a vision, I am justice…

La vida en los distritos uno y dos es una de las mejores que cualquier habitante de Panem pudiera pedir o al menos eso es lo que todos en Panem dicen. La verdad sólo se sabe estando ahí. Nadie a las afueras de aquel enorme distrito sabía la cruda realidad que lo oprimía. Los niños no mueren de hambre en aquel distrito, no son tan afortunados, ellos mueren a manos de aquellos que consideraban familia, amigos o compañeros. Ya que la única forma de realmente vivir sin complicaciones era siendo vencedor de los Juegos del Hambre.

El distrito dos no sólo era uno de los principales exportadores de profesionales para los famosos juegos, también la economía recaía en el entrenamiento de agentes de paz, otra parte, quizá la más marginada, dedicaba su vida al trabajo en el 'Hueso', en la cual se extraían metales preciosos y combustibles. Era bien sabido que aquellos que en la mina las condiciones de trabajo eran insalubres, el salario era el mínimo, las horas de trabajo eran extensas e inclusive había ocasiones en las que se debía trabajar los sábados. Por todas aquellas razones los hombres y mujeres del distrito dos sólo se unían a las filas de trabajadores del hueso al ser rechazados en las otras dos fuentes principales de empleo.

Si se deseaba ser un agente de paz, el principal precio a pagar eran horas de duros entrenamientos, días de ayunos enteros y dejar atrás toda evidencia de que alguna vez se tuvo un pasado, una vida. Generalmente cuando un agente de paz terminaba su capacitación, era enviado al Capitolio dónde le darían su nueva ubicación, cuando un agente tomaba el tren hacia la capital jamás se volvía a saber de él. La visión de alejarse de sus 'comodidades' asustaba a varios, los habitantes eran consientes de que posiblemente irían a parar a un distrito en extremada pobreza y una de las enseñanzas principales era conformarse con lo que hubiera donde fueren. Así que el dedicarse al oficio de cuidar de Panem no era de los favoritos para los miembros de aquel distrito.

Por último se encontraba aquel oficio soñado por cada residente del distrito dos, ser un vencedor de los Juegos del Hambre. Cuando se es un vencedor la vida está solucionada: el dinero no falta, tienes fama y respeto. Pero no todos en el distrito pueden costearse el honor de entrar a la academia de profesionales. Los antiguos vencedores cada año salen a recorrer el distrito en busca de nuevos prospectos, en otras palabras, ellos te eligen. ¿Desventajas? Perder el sentido de la amistad, del cariño y del amor. Los chicos elegidos generalmente rondan los doce años cuando recién son elegidos para entrar en el programa. Generalmente los elegidos para participar en los juegos son los que rondan los dieciocho y diecisiete años. Los entrenadores realizan una ronda de eliminación con base a combates cuerpo a cuerpo. Los vencedores de dichos combates literalmente pasan sobre el cuerpo inconsciente o muerto de los que alguna vez fueron compañeros y los perdedores son enviados a trabajar en la mina.

Cada año de entrenamiento en el distrito dos significa un año de soledad total. Los padres de los jóvenes caen en la avaricia del poder, explotando a los límites a sus hijos y ellos pierden así su único lazo afectivo. Algunos de ellos no soportan la soledad y terminan haciendo amigos en los entrenamientos. Algunos de ellos terminan matando aquel que alguna vez consideraron su mejor amigo. Cada año se les indicaba a los nuevos jóvenes que se alejaran de los chicos con la misma edad, que no cayeran en el error de considerarse compañeros ni mucho menos amigos.

Todas esas enseñanzas hicieron que un joven rubio de catorce años fuera el mejor de su generación. Él había considerado desde su llegada al centro de entrenamiento que todas aquellas personas no eran más que instrumentos para ayudarle alcanzar sus sueños. La noche en que serían presentados los nuevos miembros del selecto grupo de profesionales todo cambiaría. El ojiazul prefería alejarse de esa clase de eventos, el año pasado, cuando él habiendo cumplido los trece años logró alejarse del dichoso evento, inventando una enfermedad, pero este año no podría zafarse nuevamente; este año le tocaba ser uno de los chaperones. Cato al ser el mejor espadachín a sus cortos catorce años, sería expuesto como parte de las joyas de la corona, para alentar a los pequeños profesionales.

El blondo se encontraba en un asiento al final de la línea de hombres y mujeres musculosos que miraban con desdén al pequeño grupo de niños frente a ellos. Cato analizaba a cada nuevo aspirante tratando de encontrar en ellos algo de su mismo deseo de ganar y ser un vencedor. Cuando su mirada terminó de analizar el pequeño cuarto, dictaminó que quizá alguno de esos muchachos podría llegar a los ocho finalistas, reparó en un pequeño cuerpo sentado detrás de un niño moreno. Aquel cuerpo estaba sentado con las rodillas cerca de su pecho, prestando con una entusiasta atención a lo dicho por los vencedores. Cato reconoció el sentimiento de aquella morena y se alegró de encontrar un potencial similar al suyo. Sin darse cuenta su turno llegó y comenzó hablar sobre su experiencia dentro de aquel mágico lugar para él. En repetidas ocasiones detenía su atención a la joven de pecas -en las ocasiones que hizo este gesto logró notar más características de la joven: pecas en el puente de la nariz, complexión delgada, baja estatura y oscuros ojos verdes- y haciendo énfasis en cosas que él sabía que animarían al público presente, notó que la joven desconocida tenía gustos similares a los de él.

La noche finalizó con los nuevos tributos siendo conducidos a las habitaciones que ocuparían por los próximos seis años, hasta alcanzar los dieciocho años establecidos para entrar a la cosecha o ser elegidos antes de aquella fecha. Cato decidió regresar a su habitación antes de que se les ocurriera otra cosa en la que pudieran involucrarlo. Al llegar a la esquina, antes de doblar las escaleras que lo llevarían a su habitación, se topó con la sala de armas, la cual normalmente se mantenía cerrada a esas horas. Cuando se acercó a la puerta abierta, descubrió que la cerradura fue violada. El chico decidió entrar con cautela ante tal acto, no sabía con qué clase de sorpresa se encontraría. La misma chica del grupo de novatos se encontraba frente a los cuchillos. La ojiverde los miraba como si fueran la cosa más hermosa que sus pequeños ojos jamás pudieran ver.

–Éste no es un lugar para los de tu tipo- el rubio interrumpió el silencio sepulcral de la habitación.

–Los de mi tipo podrían aniquilarte en un par de segundos- respondió la morena en tono sereno, sin despegar la vista de las brillantes armas.

–Mira niñita será mejor que te largues de aquí, esta zona está prohibida para los tributos sin un mentor presente.

–Entonces tú también estás en problemas por estar aquí- la chica giró sobre sí y miró al ojiazul con una sonrisa en su rostro.

Hasta ese momento Cato no reparó en que los ojos de aquella niña no sólo eran verdes, ahora estando a un par de metros de ella vislumbró en el arilo rojo que formaba alrededor de la pupila.

–Al parecer estoy en lo cierto ya que te has quedado sin habla Cato- dijo en un tono de familiaridad, mientras que el dueño de aquel nombre se sorprendía al saber que delgada chica supiera su nombre.

–Pero… ¿cómo?...

–En la conferencia, tú mismo te presentaste.

Un ahora relajado Cato, recobró la compostura y expuso la duda que lo aquejaba.

–Tú sabes mi nombre y yo no sé el tuyo, es una clara desventaja. Si prestaste atención a mi presentación sabrás a lo que me refiero.

–Reglas básicas del profesional: siempre conoce a tus enemigos- citó la chica, imitando sin mucho éxito, la voz del ojiazul.

–Exacto, ahora dime ¿cuál es tu nombre?

–Clove.

–Muy bien Clove, ahora te sugiero que te vayas de aquí antes de que alguien averigüe que fuiste tú la que destrozó la cerradura. Aunque tu hazaña los sorprenderá; destruir una cerradura con un simple cuchillo para mantequilla, bastante impresionante.

Clove al verse descubierta por primera vez se sintió nerviosa ante la presencia de aquel joven mayor. Ella predecía que aquel muchacho no sobrepasaba los quince años, aunque bien podía vencer a cualquier tributo del último año.

–Entonces al fin y al cabo me vas a delatar, ¿no?

–No, digamos que soy una visión, un fantasma y que nunca estuve aquí. Buenas noches Clove- dicho lo último se retiró sin hacer más.

Los humanos suelen cometer errores y estos son consecuencia de acciones en las cuales se conoce el resultado de éstas, pero aún así las hacemos. Y Cato lo comprobó de la peor manera. Él se juró no tener amigos, no tener personas que le importarán. Los años pasaron y los encuentros con la joven Clove se volvieron muy constantes e inevitables, ya fuera porque los entrenamientos así lo solicitarán o por la necesidad de la compañía de la morena. Nunca lo sabría. Cuándo por sin aceptó que la relación que mantenía con la ojiverde era amistad, supo que estaba perdido. Que rompió la primera regla de los profesionales.

Y ahora a sus dieciséis años por fin cumpliría el destino que trazó para sí desde que los doce, cuando mostró sus cualidades innatas de asesino. El rubio fue la excepción dentro del mundo de los profesionales. Ya que sería enviado a los 70th Juegos del Hambre, superando por mucho a sus compañeros de dieciocho.

–Cato, sé que después de casi dos años de…como quieras llamarlo, estés nervioso por quién será tu compañera, aunque no desees admitirlo, sé que la razón es porque piensas que muy probablemente yo sea la elegida y antes de que me interrumpas, te recuerdo que solo tengo catorce años, lo cual hace imposible mi participación en estos juegos.

–Recuerda que yo tengo dieciséis y eso no evitó que fuera elegido.

–Fuiste elegido por tus habilidades.

–Por esa misma razón tú también puedes serlo. Eres excepcional con los cuchillos, eres rápida, ágil y no te tiembla la mano para asesinar a nadie. Eres la perfecta asesina.

–Lo sé, pero aun siendo la mejor maquina asesina, no se arriesgaran a enviar a una novata a los juegos. Tú sólo concéntrate en regresar a casa. Quiero que tú seas mi mentor para mis juegos- le respondió sonriente, tratando de tranquilizar a su ojiazul compañero, tratando de suavizar el hecho de que su único amigo sería enviado a su posible muerte. Trataba de tranquilizarse a sí misma.

Cato recordaba aquella conversación con tal nitidez, aquel momento que creyó sería el peor de su vida. Pensaba que la posibilidad de ser enviado junto con Clove a los Juegos sería la peor experiencia del mundo. Cuando atravesó con su espada al último tributo de la arena, cuando el presentador lo nombró campeón, finalmente su inquietud se calmó. A pesar de que Clove lo divisara, ella no fue elegida como su acompañante, algo aún le preocupaba. Así que cuando Caesar lo entrevistó y recordaban sus momentos en la arena, por fin sintió alivio. Ahora podría regresar a su distrito bañado de riquezas y sin problemas, ahora finalmente podría vivir y quizá podría hacerlo en compañía de su mejor amiga, Clove. Que equivocado estaba.

La noche en que la morena le notificó que -al igual que él- a sus dieciséis años y con las mejores habilidades de todo su grupo ella se convertiría en la tributo femenino para los 72th juegos. El rubio despertó de su pequeña ilusión forjada dos años atrás cuando ganó. Él sabía que Clove estaba destinada a ser tributo. Verla partir en el mismo tren que dos años antes lo llevó a él, fue el sentimiento más opresor que alguna vez sintió. Ver a la única persona que le importaba marcharse fue más doloroso que estar con ella en ese tren. Ya que si hubieran sido seleccionados en la misma cosecha al menos tendría la seguridad de que Clove regresaría a casa, de que él la regresaría viva.

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Disclaimer: todos los personajes le pertenecen a Suzanne Collins y a sus correspondientes

Pues aquí estoy con otra historia CLATO (: y pues seré breve. Siguiendo la temática de mis Fics anteriores me inspire en una canción y es la de For you de The calling, para más referencia esta canción pertenece al OST de la película de Daredevil. Así que díganme que les parece, sus dudas, comentarios y todo ya sea por review
La imagen de portada la saque de una página (no recuerdo cuál) pero buscaré y daré créditos, yo sólo puse el texto. Sería todo hasta el próximo capítulo.