Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Kishimoto Masashi.

Amor Enfermizo

Capítulo 1.

DéJà Vu

Sí, creo que sí soy yo. Sí, creo que si estoy en el suelo. Sí, creo que el teléfono está sonando y no, no estoy haciendo nada por ir a atenderlo, no lo hice las primeras cincuenta veces, no lo haré ahora.

¿De qué servirá? Cogerlo no volverá el tiempo atrás, no remediará nada, no hará que mi vida se solucione, no hará que las lágrimas se sequen, no hará que el dolor se detenga ni que le perdone, ni hará que esto pare.

Coger el teléfono lo único que logrará es que me desmorone y me humille más de lo que ya me he humillado y… Eso es lo que por ahora quiero evitar si es que aún me queda algo de dignidad.

Aunque no le perdonaré sé que esto volverá a pasar, sé que todo volverá a comenzar y no es que me guste pero, por alguna razón cada vez me importa menos aunque no quiera admitirlo.

Sí, soy patética. Sí, soy masoquista. Sí, soy muy poca mujer y sí, soy una tonta pero no puedo pararlo o ¿no quiero? La verdad no lo sé pero desde hace mucho que esto es así y ahora no va a cambiar.

¿Que cuándo empezó? Lo recuerdo perfectamente, no estoy tan mal para no recordarlo pero… No quiero hacerlo y no tengo tiempo tampoco, Ino llegará en cualquier momento así que será mejor que me levante, me lave la cara y maquille un poco antes de que ella llegue, aunque para ella no es ningún secreto mi situación o mejor dicho, nuestra situación.

Así lo hago, me levanto del frío y duro suelo en donde hasta hace pocos minutos me abrazaba a la alfombra y a una de sus camisas que usa para dormir. Voy al baño a lavarme la cara, y… otro sombreado de ojos nuevo, color ciruela, un poco disparejo pero creo que podemos arreglarlo.
Luego de maquillarme voy a ponerme otro atuendo, algo casual, algo seco, sin sus lágrimas, ni las mías, ni su sudor y tampoco el mío.

Me observo, me estudio, miro cada parte de mi cuerpo, en especial mis brazos.
Ellos también tienen agregados de graffiti nuevos, ¿una camiseta manga larga sería mejor entonces? Náh, ¿De qué sirve esconderlo? Sólo lo estaría negando y mi etapa de ceguera y negación ya pasó hace mucho.

Timbre, debe ser ella y con desgano voy a abrir la puerta esperando encontrar a Ino y su frecuente discurso de que el tráfico estaba imposible y con su maldito cigarrillo prendido que hace ya tres años que no puede dejar del otro lado pero no… No es Ino es él, pero… ¿Qué hace aquí? Acaba de irse, bueno en realidad ya pasó casi una hora pero aún así no debería estar aquí.

Intento cerrarle la puerta en la cara, no lo consigo; él la detuvo con su brazo.
Le observo un poco para ver que sus ojos, su boca, ambos están turbios, pronto comenzará a llorar, no quiere hacerlo pero no podrá contenerse por mucho.

No crean que son lágrimas de cocodrilo, no lo hace para que le perdone los daños, si de todas formas yo también le he lastimado, también le he dibujado jirones de ciruela y coronas de espinas en su cuerpo. Siempre que esto pasa él se requiebra mucho más fácil y antes que yo.

Como ya lo he dicho, no es para causar lástima es algo que él realmente siente y le duele, es como si él llorara mi propio dolor por sus ojos y gimiera mis propios malestares por su boca. Ha cambiado mucho aunque me he acostumbrado tanto que para mí esta forma es natural, no teme mostrarme su debilidad, esta faceta que muestra luego de nuestras "caricias pasionales" es la que infunde culpas y reproches hacia mí y cariños devotos hacia él.

En este juego de manos me siento yo la pecadora pero esto no significa que él no lo sea y mucho menos que le perdone el serlo.

Sakura – Volviste pronto. – Reproché seca e irónicamente mientras intentaba cerrar la puerta en su cara.
Él como de costumbre no decía nada, sólo detenía la puerta con su brazo, el que yo hacia poco había vuelto a lastimar y no confundan, no es que me sienta culpable. Bueno, quizás un poco…

Quizás mi culpa venga desde el punto en que yo he visto todas las heridas de su ser, del pasado, del presente y las que habrá en el futuro. Tantas de las cuales e intentado evitar y muchas otras tantas he sido yo la autora.
Por esto no justifico sus actos, sino condeno los míos.

Y mi verdugo y juez son sus ojos, esos ojos que siempre se muestran fríos, duros, fijos, como si nada pudiera quitar esa densidad y concentración con la que te miran, esos bellos y negros ojos que al mirarte fijamente pareciera que te están penetrando y pueden ver todo de ti, desde lo que piensas hasta lo que no has pensado aún.
A los que les temes porque los asemejas a la noche y sientes que te devoran como dicha oscuridad.

Pero esto desaparece al terminar nuestras peleas, como pidiendo perdón se vuelven temblorosos y cristalinos, dulces que te inquietan, tristes sin odio, sin maldad, como los de un niño pequeño que se ha perdido del camino y no sabe como regresar, confundidos como los de un cachorro que busca el perdón de su amo por haberle mordido y se muestra sin rencores hacia él por haberle golpeado.

Porque esos ojos muestran que el sentimiento de perdón y disculpa es sincero y ruegan que también sea reciproco.

Al mirarle a los ojos pareciera que espera que le diga algo, él no puede hablar.
Le conozco tan bien para saber que si comienza a hablar el dolor se haría palpable y sus lágrimas comenzarían a caer.
Otra razón de que no habla es que no sabe qué decir.

Creo que soy la única que podría deducir esto, sólo conmigo pueden conversar su silencio y el mío. Sólo yo lo entiendo y es tan nuestro que no voy a traducir lo que me está diciendo con esos ojos, y esa boca temblorosa que en cualquier momento se abrirá para sollozar.

Le conozco tan bien que he de saber que por dentro se está ahogado con un nudo en la garganta, que no le permite hacer dos cosas, o respira, o habla o simplemente llora.
Decir que no conozco a Sasuke Uchiha sería tan mentira como decir que mi máscara es más que un simple maquillaje.

Ya que, por mi parte, sólo opto por mostrarme fría. Quiero que sepa con este silencio que él muy bien descifra, con los movimientos de mi cuerpo, con la energía que de mí irradia, y mis ojos que un espejismo muestran para ocultar lo que realmente siento, un espejismo de odio que de cierta forma le tengo.

No es por lo que me hace; tal vez sí pero no es explícitamente por eso, es porque… Aunque no quiera reconocerlo, lo amo tanto que no puedo odiarlo y el no poder odiarlo me hace odiarlo ¡No tiene sentido y ni yo lo entiendo! Pero… es la verdad, cuando le veo me es imposible no querer estrecharlo en mis brazos, curar sus heridas de la vida, amarlo con todo mi ser y odiarlo también.

¿A quién pretendo engañar? Esos ojos… son los únicos que realmente me pueden, hacen que me desmorone ante él y quiera hacerlo sólo mío y protegerlo de esas misma heridas que yo puedo llegar causar, causo y he causado.

No quiero titubear, no quiero dejarme ganar por él esta vez, aunque me muera de ganas de hacer todo eso y hacerle el amor intensamente, dejar mi esencia impregnada en él, dejar en claro que es mío y sólo mío… Sé que no debo y no puedo.

A veces pienso que Dios inventó los amigos para aparecer en los peores momentos y ayudarte cuando lo necesitas, y amén por ello.
Cuando estaba por sucumbir ante la tentación Dios me envió un ángel con cara de puerco.

Ino – Ehem, disculpen ¿Interrumpo? – Ironía era lo único que podía oler en las palabras de Ino, además de odio y decepción. – Sakura, es momento de que tomemos el té – No me había percatado de su presencia, por un momento dejamos de mirarnos para mirar a Ino, hasta ese momento nadie había dicho nada, pero Ino vio las manos y la cara de Sasuke así que no hacia falta decir nada…

Sakura – Ehmm, es cierto… –

Ino – Entonces deja de perder el tiempo en idioteces y vamos, entra a la casa – Decía ella mientras me metía a la fuerza y ahuyentaba a Sasuke con una de esas miradas asesinas que sólo ella puede hacer.

El semblante de mi Uchiha cambió totalmente, de nuevo era aquel frío ser que mostraba a la sociedad, obviamente miraría a Ino de esa forma, debía defenderse cosa que ante ella es muy difícil.

Era tan diferente la forma en que mira a los demás a la forma en que me mira a mí, con todos era igual, frío, desanimado, poco interesado, de nuevo era aquel ser frío que mostraba todo el tiempo a todo el mundo.

He de admitir, le pese a quién le pese y aunque no quiero sonar engreída hay que reconocer que Sasuke Uchiha no puede mirarme de igual forma a mí, los demás son iguales para él, pero yo jamás seré igual a ninguna y jamás me mirará igual.

Al momento de cerrar la puerta seguíamos sin haber cruzado palabra alguna pero increíblemente su expresión volvió a cambiar, de nuevo era aquél pequeño niño que mostraba tristeza y dolor en sus ojos, ésos que ya no eran opacos eran cristalinos nuevamente y yo sin más, al escuchar un grito de Ino apurándome cerré la puerta.

Me sentía aliviada e impotente a la vez.
¿Porqué impotente? Será porque siempre necesitaba que me rescaten, siempre estaba a punto de ceder ante esa gran fuerza de atracción que él posee y siempre necesitaba una cuerda que me agarrase antes que eso pasara y aunque lo agradecía eso me hacía sentir mal conmigo misma porque un día no habría soga, y ¿qué pasaría?

Lo peor es que los rescates no me eran nada baratos, adentro ya sabía lo que me esperaba, el sermón que tantas veces ella me daba y ya me lo sabía de arriba abajo, aunque lo más curioso es que ya hemos vivido esta escena, más de una vez, como si la película fuese de mala calidad y se repitiera.

Es como si ya fuese costumbre, y creo que mi destino dice que no pasará mucho antes que la escena se vuelva a repetir...