Capítulo 1
"Vuelva pronto"
Ubicada junto a una pastelería en un barrio comercial conocido por ser la solución a todas las sorpresas y situaciones de último minuto, la tienda de regalos "Nekoma" parecía por fin dar un respiro luego de una agitada mañana de personas en busca de presentes para esto y para aquello, mientras Tetsurō Kurō suspiraba detrás de un mesón esperando, atento, a que un par de colegialas se decidieran por un accesorio para su cabello. No pasaba mucho en aquella tienda, por lo general siempre habían chicas comprando cosas para ellas o para algún chico que les gustase, los objetos preferidos eran tazas y peluches, pero no estaban de más los pendientes o los colgantes para los bolsos. Tal vez en el turno de la mañana pasaban cosas más entretenidas, suponía, ya que él sólo trabajada por las tardes luego de salir de la escuela y, por lo tanto, la clientela solía ser gente que perdía la tarde dando un paseo por la zona y, la mayoría del tiempo, los clientes iban más de una vez en busca de un regalo de último minuto.
Si bien, el horario de la tarde podía resultar más agotador que el de la mañana debido a la mayor afluencia de público del área, el trabajo nunca llegaba a ser hostigante o monótono, siempre aparecían personas que cambiarían un poco el ritmo del día, que comenzarían una charla amigable y no tendrían problemas con hablar sobre el motivo que los llevó a la tienda en primer lugar, y Kurō podía identificar, instintivamente, a dichas personas cada vez que atravesaban la puerta de entrada.
-¿Puedo ayudarte?- Inquirió sutilmente, acercándose de manera relajada hasta el área donde se encontraban agrupadas algunas tazas y dulces, dirigiendo vagamente la mirada hacia el chico que fruncía el entrecejo mientras parecía comparar dos tazones.
-Sí, no puedo escoger entre estas dos…- El chico vestía un uniforme de una escuela cercana a la tienda, no se veía desaliñado no obstante tenía un aire de despreocupación, probablemente por las peculiares ondas que se le hacían en las puntas del cabello -castaño, como sus ojos-. Levantó la vista, mirando al vendedor de aspecto levemente descuidado, debido a sus desordenados cabellos que llevaban estampados la forma de la almohada, quien le dirigía una leve sonrisa, algo amable, tratándose probablemente de una pequeña formalidad del oficio.
-Bueno, la elección depende de la persona a la que quieras dársela- Sonrió, esta vez con naturalidad, y pensó que probablemente estaba en busca de un regalo para su madre. El chico de cabello castaño volvió a mirar las tazas por breves segundos y, de inmediato, regresó la mirada al vendedor.- Por lo general, esa taza es la preferida para las madres.- Señaló la taza que se encontraba en su mano izquierda y que llevaba estampada una corona muy adornada por un lado y por el otro llevaba escrito algo así como "La reina de esta casa" en letras no tan llamativas, pero de todos modos notorias y especiales.
-No, uhm…- El chico lo interrumpió algo divertido.- En realidad es para un chico que hasta donde sé no es mi madre…- Se rió un poco como si hubiera recordado algo gracioso- En realidad tiene complejo de rey, algo así, entonces me pareció una buena idea llevarle algo con una corona.- Kurō rió un poco, imaginándose quizás que se trataba de un regalo para un niño pequeño, quizás su hermano menor.
-Podrías llevarle esa taza y uno de nuestros exclusivos bastones rellenos de dulces.- Sugirió, indicándole unos bastones que se encontraban alineados en el mostrador, que sí se asimilaban bastante a los bastones utilizados por la realeza. El chico de cabello castaño soltó una leve carcajada, probablemente imaginándose la cara que pondría el afortunado receptor de tales presentes.
-Trato hecho.- Dejó la otra taza en su sitio y caminó tras el chico que lucía levemente más alto que él hasta llegar al mostrador, entregándole la taza que había decidido adquirir para que fuera pasada por la máquina registradora junto con uno de los famosos bastones.
-¡Woah! Día de suerte, la taza tiene descuento debido a que es un modelo de día de la madre.- Tomó la boleta y le indicó el valor total de la compra. El chico de cabellos castaños se sorprendió al ver el precio final, mucho más bajo de lo que hubiera esperado pagar por cualquier producto de aquella renombrada tienda, y procedió a entregarle un par de billetes que sacó de su bolsillo.
- Disculpa,-habló en un tono amable- ¿tienes papel de regalo?- Kurō asintió y comenzó a buscar el papel en un costado bajo el mesón.
-¿Papel para niños estaría bien?- Le enseñó un papel estampado con balones de todo tipo, lo cual pareció divertir al cliente.
-En realidad uno para bebé estaría mejor.- Kurō arqueó una ceja, asintiendo, y sacando un nuevo papel del mismo lugar en que guardaba el que había sacado con anterioridad, dando con uno de colores pasteles y ositos estampados. Al castaño rió, nuevamente como si hubiera recordado algo muy gracioso, y Kurō pensaba que, tal vez, no sería una buena idea regalarle un tazón a un niño pequeño, pero decidió no entrometerse y hacer finalmente entrega de una bolsa que contenía la compra y el papel a un costado.
-Muchas gracias por su compra.- El chico le dirigió una sonrisa rápida mientras se daba media vuelta para salir de la tienda, dando las gracias de igual modo, entonces el par de chicas que se encontraba decidiendo anteriormente por un accesorio para el cabello se le acercaron y, según lo que Kurō pudo notar, le pidieron una foto.
-…Un chico popular…- En una voz suave y baja aparecía por un costado, cómo un fantasma, Kozume Kenma, su amigo de la infancia y compañero de trabajo, comentando mientras miraba la pantalla de su teléfono.
-No lucía para nada del otro mundo.- Comentó Kurō, en un murmuro para no llegar a ser oído por cualquiera que no fuera Kenma, quien rió con la boca cerrada sin dirigirle la mirada, presionando un par de botones.
-No creo que le hicieras un descuento a un chico que "no lucía para nada del otro mundo".- Guardó su teléfono y caminó para ordenar unos pañuelos que se encontraban a uno de los costados de la tienda, sin darle oportunidad de que le dijera algo de vuelta, con una sonrisa que no se podía ver a más de cinco centímetros. Kurō, por otra parte, fijaba la mirada en la caja registradora mientras jugueteaba con los botones, sentándose tras el mesón del mostrador con una ligera sonrisa en su rostro. Cómo siempre, su mejor amigo había visto a través de su desordenado cabello y se había dado cuenta de que lo del descuento era una mentira para alargar la charla y, tal vez, para provocar una nueva visita de su parte. Miró de reojo al chico que hacía el signo de la paz con sus dedos, probablemente con una sonrisa entre sus labios, mientras su otra mano sostenía su reciente compra, con firmeza. Bajó la vista y se lamentó por no haber dicho "vuelva pronto".
