Chapter 1
Bajo la lluvia inclemente un joven Leon Kennedy, agente especial del gobierno, corría como alma que lleva el diablo buscando un lugar donde guarecerse y recargar su pistola H&K VP70. La situación se estaba volviendo insostenible… aunque en comparación a lo que había vivido en Raccoon City, cualquier cosa era soportable. Nada se parecía a ese infierno. Y sin embargo…
Esos malditos zombies por todos lados. El olor a putrefacción impidiéndole tomar una bocanada de aire decente. Estaba odiándose por aceptar la misión. Pero no tenía alternativa… cuando se unió al gobierno sabía que le tocaría hacer cosas desagradables. Pero todo fuera por exterminar la pequeña plaga que se había desatado sin tener que desaparecer la ciudad del mapa. Como había ocurrido con Raccoon City.
– Es todo en lo que puedo pensar… ese maldito lugar infestado de muertos vivientes. Y Tyrant Birkin… rayos, si me vuelvo a topar con algo así definitivamente me pegaré un tiro – masculló en voz alta a pesar de encontrarse solo.
Era la única forma de no perder la cordura. Tenía problemas para comunicarse con Hunnigan y mientras estuviera corriendo sin su guía, hablaría consigo todo lo necesario y así no se volvería loco.
Por fin, un lugar donde evitar la lluvia. Leon encaminó sus pasos hacia una fábrica de "algo", decidido a pasar la noche ahí una vez comprobara que era seguro, y si tenía suerte podría hallar yesca para hacer fuego, secar sus ropas y calentarse algo de comida enlatada. Sonaba bastante bien tener un poco de intimidad y descansar algo, antes de seguir con la "matanza de Texas".
El entrenamiento de Leon para policía lo había preparado para la supervivencia en condiciones adversas, pero su entrenamiento definitivo fue en Raccoon City. Allí aprendió a sobrevivir a condiciones infrahumanas, sin descansar, sin comer, sin siquiera ir al baño. Y eso sin contar la cantidad de peligros biológicos a los que tuvo que enfrentarse…
– … y esta estúpida puerta que no quiere abrirse… – gruñó, mientras tironeaba de la manilla para poder ingresar a la fábrica. No parecía estar con llave, sólo estaba trabada.
Finalmente y luego de muchas patadas y maldiciones, Leon consiguió abrirla y entrar. A diferencia del exterior, el lugar parecía tener aire respirable y eso le indicó que no había mucho que exterminar para poder pasar aunque fuera un par de horas tranquilas. Encendió su linterna y se la colocó en la boca, luego se llevó la mano al cinturón y ágilmente sacó un cargador nuevo para su H&K VP70. Tiró con cuidado y sin hacer ruido el vacío y lo cambió. Una vez lista la pistola, tomó la linterna de nuevo y apuntó hacia todos lados con ella y su arma, dispuesto a matar cualquier cosa que se le cruzara.
Estaba regularmente acostumbrado a las sorpresas y las apariciones infartantes en cualquier rincón, a que se abrieran las puertas de repente y aparecieran zombies hambrientos, o que cayeran del techo los desgraciados lickers, con su apariencia asquerosa y putrefacta, el cerebro arriba de la cabeza y el cuerpo al revés, rosado y pegajoso.
Leon contuvo una náusea. Si quería comer algo era mejor no recordar detalles tan minuciosos de la criatura.
Continuó el recorrido por el lugar y aparentemente estaba de verdad vacío. Soltó entonces el aire que no sabía estaba conteniendo y comenzó a relajarse un poco. Ubicó una puerta y cuidadosamente la abrió, iluminando lo más posible con la pequeña linterna. Vacío de nuevo. Por lo visto era una oficina, había muchos papeles desordenados. Mala señal.
– Si éste es el estado del mobiliario, de seguro hay un zombie por aquí. Dudo que se haya muerto… simplemente porque los malditos no mueren a menos que les dispares justo en el cráneo. Y también dudo que alguien que no sea Claire, o los STARS que estuvieron en el incidente de la Mansión Spencer, o yo, sepa cómo hacerlo… – y se detuvo. Tragó saliva. Había alguien más que su cerebro intentaba evitar pero que su corazón le lanzó inmediatamente a la memoria – por supuesto, Ada también lo sabe…
Ada Wong. La mujer que tanto había hecho sufrir a Leon en el último tiempo. El corto pero intenso "romance" que ni siquiera tuvo ese nombre… fue, nada. Al menos eso se repetía mentalmente una y otra vez cuando la imagen sexy de la chica atacaba sus sueños y sus recuerdos.
Suspiró. Después de los meses transcurridos aún seguía recordándola. Tal vez debería ver un loquero cuando la misión terminara. Tal vez debería tomarse unas vacaciones y largarse a algún lugar en el Caribe, donde no llueva como aquí ni tenga que andar juntando hojas de papel para hacer una fogata.
¡BAM BAM!
– ¡Mierda! – exclamó Leon sin contenerse. Esos eran disparos sin lugar a duda. ¿Dónde?
Rápidamente salió de la oficina apuntando a ciegas, pues no sabía exactamente el lugar donde se efectuaron. Corrió sigilosamente pegado a la muralla y escuchando con atención, agudizando el oído. Sentía los gemidos y el típico caminar de los zombies, los pies arrastrando lo que quedaba del cuerpo – o algo así – pensó, recordando su asquerosa apariencia y el hedor putrefacto de sus cuerpos. De nuevo, parece que no podría comer tranquilo.
¡BAM!
Esta vez el disparo fue de escopeta. Leon tragó saliva ¿quién estaría allí?, el lugar sólo era habitado por zombies según el informe que le entregó su jefe. Lo enviaron sin compañía pues consideraron que no necesitaba refuerzos. Así que no era nadie que conociera… se suponía.
Gracias al ruidoso disparo supo hacia dónde dirigirse. Pilló la puerta casi por casualidad, mientras los gemidos del zombie cesaron por completo. La abrió con cuidado, temiendo espantar a la persona que estuviera allí y que lo moliera a escopetazos.
– ¡Verdammt! – exclamó alguien en el interior. Claramente era la voz de una mujer – ¡scheiße, dämlich zombie!
– ¡No soy un zombie! – gritó Leon, porque del montón de palabras que había escuchado sólo había entendido esa en concreto, "zombie". Rogó en su interior que la persona que estuviera allí no hablara exclusivamente alemán, pues él con suerte sabía saludar y pedir comida en ese idioma. Así que continuó tratando de hacerse entender en su lengua materna, el inglés – por favor, no te asustes. Soy un agente del gobierno estadounidense – dijo con tranquilidad, intentando dar confianza a la mujer.
– ¡Muéstrate! – contestó la voz femenina. Al menos parecía entenderle.
Leon tragó saliva. Bajó ligeramente su H&K VP70 y apareció de a poco por la puerta. La abrió despacio y al dar dos pasos dentro de la habitación, sintió en las suelas de sus zapatos el chapotear de un líquido, probablemente sangre. Botó el aire contenido y siguió atento, porque el desgraciado zombie podría ponerse de pie y atacarlo en cualquier momento si tenía la cabeza aún sobre los hombros. Apuntó la linterna hacia el asqueroso ser y comprobó que, efectivamente, había posibilidades de que siguiera "vivo".
– Disculpa, pero esta cosa podría darte problemas de nuevo. La manera de matarlos definitivamente es disparándoles a la cabeza. Yo me encargo.
Pero no era necesario gastar una bala en él. Ya que sus botas estaban arruinadas, levantó la pierna derecha y pisó sobre el cráneo del no vivo, aplastándolo brutalmente, sin pensarlo y casi sin mirar. El cerebro viscoso se desparramó hacia los lados y el resto del contenido también. Leon contuvo una náusea cuando el hedor llegó a su nariz… definitivamente, no comería nada. No había forma de que se acostumbrara a la putrefacción de esos seres.
Enfocó su vista hacia el fondo de la habitación. Estaba tan oscuro que no se distinguía nada, pero podía oír claramente la respiración agitada de la mujer. Y también podía darse cuenta que estaba a punto de un ataque de histeria, así que era mejor tranquilizarla pronto.
– Soy Leon Kennedy. Me enviaron para acabar con la plaga de zombies antes que se expanda y sea incontrolable. No te voy a hacer daño… por favor, baja el arma.
– ¿Cómo sabes que te estoy apuntando, americano? – preguntó nerviosa, con un suave acento alemán en su inglés.
– En esta situación yo lo haría, a todo lo que se mueva.
La sinceridad en la respuesta de Leon le dio seguridad a la chica. Se echó la escopeta a la espalda y se acercó cuidadosamente, su caminar llamó la atención a Leon pues no hacía ruido… él lo conocía, era la forma de desplazamiento que les enseñaban a las fuerzas especiales militares. Vio su silueta acercarse a él y encender una lámpara de gas que se encontraba en el escritorio que había al medio de la habitación. La luz de la llama iluminó tétricamente el lugar, y se encontró con la mujer… pero algo no calzaba, pues era una chica muy joven. Leon levantó una ceja, esperaba encontrar alguien con más años en el lugar. ¿Qué estaba pasando?
– Estas lámparas son más confiables que las eléctricas, puedes utilizarlas como arma si estás en problemas – murmuró la chica, dando explicaciones a una pregunta no formulada.
– Tienes toda la razón – asintió Leon, aún confuso.
– Mucho gusto Sr. Kennedy – exclamó, tendiéndole la mano para saludarlo – yo soy Noiholt Maüser, no pertenezco a ningún lugar y no represento a nadie. Yo soy mi única causa para pelear.
– Bien, eh… – vaciló, mientras la saludaba.
– Noiholt. Así como suena, Noiholt – lo miró, ceñuda.
– Es un nombre que no había escuchado. Gusto en conocerte. Llámame Leon, por favor.
Al estrechar la mano de la chica, Leon pudo notar que era suave y muy pequeña. Levantó la vista y se fijó por primera vez con más atención en quién tenía al frente. Noiholt tenía un aspecto claramente caucásico, piel muy blanca, ojos celestes y grandes, labios carnosos y rosados, cabello rubio suave, muy claro. A excepción de un gran mechón negro (obviamente, teñido) que salía de la frente y caía por un costado hacia la oreja, la chica era un claro ejemplo de belleza alemana. Tragó saliva. Continuó el recorrido con la vista, encontrándose con su cuerpo delgado y menudo, pero sin embargo se notaba muy bien entrenado. Notó que iba vestida con calzas largas y camiseta ceñida al cuerpo, zapatos de seguridad con punta de fierro y cinturón grueso, especial para llevar armas y sus respectivos cargadores.
– ¿Has terminado ya de evaluarme, Sr. Kennedy? – preguntó Noiholt, con aspecto burlón.
– ¿Por qué me llamas así?, te dije que podías usar mi nombre… – se quejó – sólo me preguntaba cómo alguien de aspecto tan… digamos "suave" había sobrevivido con éxito en este lugar. Y tengo la respuesta. Estás entrenada ¿no?
– Sí. Pero no pertenezco a ninguna organización específica… – su voz se apagó en la última palabra, mientras recordaba sus duros años de viajes por oriente, aprendiendo técnicas de artes marciales mixtas, y especializándose luego en Muay Thai, Silat y Krav Maga, complementando con esto su manejo de armas de fuego, conocimiento que heredó de su padre antes de morir en una pelea callejera. De pronto, volvió a la realidad. Pestañeó rápidamente y despejó su mente de los recuerdos – estoy aquí por una de esas casualidades extrañas que ocurren en la vida. Como el haberme encontrado en este edificio con un agente del gobierno estadounidense.
– Sí… casualidades – asintió Leon – me dijeron que en este pueblo no había sobrevivientes, pero claramente cometieron un error. ¿Desde cuándo estás aquí?
– Unos cuantos días. Intenté escapar y fallé, los desgraciados han cercado el lugar y no permiten a nadie salir… somos todos potenciales proyectos de zombies. Intenté demostrarles que no me han mordido, pero amenazaron con dispararme si intentaba hacer cualquier cosa. Me habría quitado toda la ropa con tal de que me dejaran salir. Pero me habría congelado antes de llegar a uno de los puntos de control.
Leon casi escupió al escuchar esa frase.
– Te creo – murmuró.
– Ya que tú puedes atestiguar que estoy sana… ¿quieres que te muestre? – preguntó Noiholt, comenzando a quitarse la camiseta.
– ¡NO! – exclamó el joven, deteniéndola – te he visto lo suficiente. No es necesario – jadeó.
– De acuerdo – asintió, sorprendida – no eres muy profesional, Sr. Kennedy. Si me transformara en este momento podría morderte el cuello fácilmente.
– Conozco perfectamente las fases del virus. No es así – la corrigió – estás sana. Punto.
Noiholt clavó sus ojos color cielo en los azules de Leon. Se dio cuenta que el joven agente parecía fuerte y sincero. Movió la cabeza en señal de aprobación y tuvo una idea.
– Veo que estás empapado. Hay una oficina de esta fábrica que adapté para sobrevivir. Es segura, con llave y ventana pequeña, la revisé 10 veces por lo menos antes de considerarla segura. La chequeamos de nuevo ahora y si todo sale bien, allí podrás secar tus ropas y comer algo… aunque este lugar es asqueroso y de seguro si estabas hambriento se te quitó. ¿Vienes?
– Sí – Leon se sintió apabullado por la seguridad en la voz de Noiholt. Era imposible negarse a la oferta, y estando acompañado podría descansar más tranquilo, intercambiando la vigilancia con la chica.
Salieron entonces con cuidado de la habitación y, guiados por la lámpara de gas, dieron un par de vueltas antes de encontrar una escalera oxidada por la cual subieron al segundo piso. Recorrieron sigilosos el suelo de baldosas y finalmente, llegaron al lugar que Noiholt decía.
Hola a todos! :D gracias primero que todo por leer mi locura xD mi nuevo capricho, hacer un fic de mi amor platónico Leon Kennedy *.* y para hacerlo aún más loco, se me ocurrió inventar un OC xDD quería hacerle un OC a Leon!, aclaro que no soy yo, simplemente ningún personaje se adapta a lo que mi historia requiere y por eso dije "ajá, es la oportunidad ideal para probar a hacer un OC" y así nació Noiholt Maüser. Ojalá les guste ella :D irán sabiendo cada vez más cosas de su persona, así que no se preocupen ^^
Nos vemos en el próximo cap que saldrá muy pronto :) saludos!
