Disclaimer: Tanto los personajes de Rurouni Kenshin como la historia Teresa, les pertenecen a sus respectivos autores, editoriales y productoras. Es una historia destinada sólo al entretenimiento y sin fines de lucro.


Sanya. Barrio que ni siquiera aparece en los mapas, desaparecido del resto de la ciudad. Como sus habitantes, personas que ante fracasos de toda índole, renuncian a sus identidades y abrazan el anonimato que les ofrece Sanya. Un barrio donde las personas no hablan ni se conocen. Donde lo que un día fueron, ya dejaron de serlo. El barrio de los parias, los marginados, los evaporados de la faz de la buena sociedad. Donde impera la incertidumbre y la inseguridad. Donde irónicamente esa noche, avanzaba a paso seguro y determinado, una persona que a pesar de vivir allí, no iba a permitir que el mundo la dejara atrás.

Esos pasos seguros se dirigían a un lujoso club privado en el barrio de Ginza, antítesis de Sanya. Se celebraba nada más y nada menos que la fiesta de graduación de los estudiantes del prestigioso colegio Tokyo High School, una de las mejores instituciones secundarias del país. Esa noche, festejaban y daban la bienvenida al mundo adulto a los futuros líderes del Japón, provenientes de las mejores familias. Dos de ella eran los Takeda y los Amakusa.

Kanryuu Takeda era considerado el mejor notario de todo Tokio, su notaría se encargaba de atender los asuntos de las familias más acaudaladas, entre ellos los Yukishiro, los Himura, los Makimachi y los mencionados Amakusa, así como la suya propia. Pero esa noche él no era el gran notario Takeda, no: esa noche era simplemente el padre de la flamante egresada Misanagi, una hermosa muchacha de ojos y cabellos castaños, destinada a entrar en la Escuela de Leyes para seguir con el negocio familiar. Nunca fue una alumna modelo, pero poseía una perspicacia y astucia necesarias para seguir los pasos de su padre. Sólo le bastaba eso, sólo le importaba eso. Porque su prioridad era Shogo.

El apuesto Shogo Amakusa llegaba del brazo de su madre, Yumi Komagata. Era una mujer admirada, ya que desde la muerte de su esposo, Makoto Amakusa-Shishio, víctima de un incendio, dirigió con mano de hierro y de manera efectiva el imperio inmobiliario que heredó de su marido, teniendo en cuenta que no tenía ni idea del negocio y con un hijo pequeño que cuidar. Así que Shogo, aunque creció casi en ausencia de su madre, disfrutó cada momento a su lado, momentos en los cuales Yumi se encargaba de mimarlo y sobreprotegerlo de todo. Shogo y Misanagi habían crecido juntos, pues Yumi era la mejor amiga de Omasu Takeda, que junto con su marido Kanryuu la apoyaron luego de la muerte de Makoto, así como también la asesoraron con el manejo de sus propiedades. Las dos familias eran muy unidas.

Misanagi estaba enamorada de Shogo desde el primer día en que lo vio, y aunque durante toda su vida se contentó con ser su mejor amiga, tenía la esperanza de que algún día Shogo se diera cuenta de la maravillosa mujer que siempre tuvo a su lado y dejara de una vez a la odiosa esa con la que andaba. Su método por el momento era aturdirlo con su conversación y acapararlo todo lo que pudiera, cosa que Shogo soportaba de buena manera. En eso estaba esa noche en una de las mesas que compartían las familias, cuando Shogo de repente la ignoró y se levantó como hipnotizado dejándola con la palabra en la boca. Misanagi bufó. Había llegado la odiosa.

Y es que Shogo se dirigía como embobado hacia la persona que acababa de entrar al recinto a paso seguro. Había pensado todo el día en ella, en su larga cabellera azabache, su contrastante piel blanca y sobre todo sus ojos azules como zafiros. Esa persona contrastante en todo sentido era Kaoru Kamiya, su novia.

-¡Estás preciosa, mi amor! – se maravilló Shogo. Él siempre se caracterizó por ser un muchacho de pocas palabras y algo frío, pero con Kaoru era otro. Así manifestaba que tenía sangre en las venas - ¿Dónde están tus papás? Aunque no lo creas me pone nervioso conocerlos.

-Shogo, mis papás no van a venir.

-¿Por qué? ¿Qué pasó? – él no podía creer que los padres de su amada se perdieran de un momento tan especial.

-Como siempre, me fallaron.- explicó una triste Kaoru - Ya sabes cómo viajan y…no pudieron regresar a tiempo. Algo urgente se les presentó y arruinó sus planes…y los míos de que estuvieran conmigo. Y de que por fin los conocieras.- terminó de decir al borde de las lágrimas.

-Bueno, no te pongas triste. Hoy lo único que tenemos que hacer es festejar y divertirnos. ¡Vamos a bailar!

Mientras Kaoru y Shogo bailaban muy acaramelados ante la mirada venenosa de Misanagi, llegaban Tomoe Katsura y su padre. El doctor Kogoro Katsura era el director del hospital más reconocido en Tokio. Era un hombre muy respetado y considerado uno de los hombres más preparados y estudiados de su profesión, neurología. También era una persona muy bondadosa, ayudando a quienes lo necesitaban y a los que menos tenían. Un rasgo que su bella hija de cabellos y ojos oscuros y profundos heredó.

-¿Estás contenta, hija? – le preguntó Kogoro a Tomoe. Ella advirtió un dejo de tristeza en su voz.

-¡Mucho, papá, mucho! ¿Pero a ti qué te pasa?

-¡Nada! Pensaba en que…en que en estos momentos debemos estar más cerca que nunca. Tú sabes que eres lo más importante para mí. Y que yo he tratado de quererte por los dos, como padre y como…

-¡Papá! No tiene caso recordar a mi mamá ahora. Fue hace años, ¿sí?- Tomoe amaba a su padre profundamente. Desde que su madre los había abandonado cuando tenía seis años de edad, él había sido padre y madre para ella. No permitiría que el recuerdo de su progenitora arruinara el día más especial para ambos.

Un rato después, Kaoru y Shogo fueron a la mesa a tomar un descanso y beber algo fresco.-Qué pena no haber venido antes a saludarla, señora Yumi. Pero su hijo me secuestró y ni siquiera me dejó venir a la mesa a dejar mis cosas. – se excusó Kaoru.

-Es que estaba ansioso por verte. ¡Y por conocer a tus padres, Kaoru! ¿Dónde están?

-No pudieron regresar a tiempo de su viaje, mamá. Por eso tenía que consentir a mi novia, para que no estuviera triste. Tú deberías hacer lo mismo. – repuso Shogo, animado y dispuesto a lo imposible para que su novia la pasara bien esa noche.

-¡Claro que sí! Tú siempre has sido muy comprensiva. Así que no te pongas triste por algo que seguramente fue imposible para tus papás. Además, tienes que vivir sola…

-Eso sí. Y tú sabes cómo te queremos todos nosotros, ¿verdad, papá? – intervino Tomoe, que se había acercado a saludar a los presentes junto a su papá.

-Por supuesto. Además de feliz, debes de sentirte orgullosa por tener el promedio más alto de todo el colegio. ¡Ahora siéntense, por favor! Vamos a brindar por todos estos muchachos, ¡una botella de champagne, por favor!

Entre risas, lágrimas de felicidad y bailes, la velada transcurrió divertida. Tomoe trataba de animar a una Misanagi a punto de reventar. Shogo le había prometido que bailaría con ella, pero no, ahí estaba Kaoru para acaparar no sólo la atención del susodicho, sino la de toda la platea masculina del lugar.

-Sabes que te amo…y siempre he querido demostrártelo de muchas maneras.- declaró Shogo cariñosamente.

-Yo también te amo.- le contestó Kaoru. Sospechaba para qué lado iba el novio.

-Dime que esta noche sí la vas a pasar conmigo. Llevamos dos años juntos y… ¿tú todavía dudas de mí?

-Sabes que no es por eso. – Sí, era eso.

-¿Entonces por qué te resistes siempre? Te quiero tanto… sabes que eres la mujer de mi vida y que nos vamos a casar…- Kaoru afinó el oído. Casar…

-Y yo también me muero porque estemos juntos para siempre…por ser tu mujer por completo…

-Entonces, ¿aceptas? – preguntó Shogo esperanzado.

-Ay, Shogo, ya sabes lo que pienso. Mira yo quiero reservarme para mi noche de bodas. ¡Quiero que sea muy especial!

-Pero yo no quiero esperar tanto… - pasó de la esperanza al desánimo en dos segundos.

-Créeme que yo también quiero que las cosas sean diferentes, y más ahora…que nos vamos a separar. – disparó Kaoru.

-¡¿Qué dices?! – Shogo se desesperó. Eso no podía ser verdad, no lo creería.

-Es un hecho…mis papás nos van a separar. – dijo Kaoru extrañamente tranquila.

-¡Pero ni siquiera me conocen! ¡Antes hablo con mi mamá para que nos casemos ya! – Bingo.

-¿En serio serías capaz de hacer eso por mí?

-Por supuesto…te amo. Kaoru, tú me vuelves loco…yo no puedo estar sin ti.

-Entonces…tenemos que casarnos ya, porque mis papás quieren que vaya a Europa la próxima semana. – propuso preocupada la pelinegra.-¡Ellos quieren que yo estudie allá!

-¡Si vamos a estudiar juntos! ¡No te puedes ir a vivir a otra parte!

-¿Y qué puedo hacer, si es lo que quieren mis papás? Por eso, la única solución es lo que dices…casarnos. ¡Y así estaríamos juntos todo el tiempo! – Tal era la situación. Kaoru no quería separarse de Shogo. No podía dejarlo ir.

-Es que si te vas yo me vuelvo loco, Kaoru. ¡No podemos permitirlo! No vamos a permitirlo. – Shogo estaba al borde de un colapso. Amaba a Kaoru más de lo que amaba a su madre incluso. Nadie lo hacía sentirse de esa manera, querido, mimado, comprendido. Y ahora que tenía a quien amar por primera vez … No, no iba a permitir que su Kaoru se fuera.

-Yo no sé qué haría sin ti…te juro que me muero, Shogo. Estamos muy jóvenes para casarnos pero…no le encuentro solución. – dijo Kaoru entre sollozos y besos.


-Sabes Tomoe, Shogo me dijo que va a hablar con su mamá para que nos casemos.

-¿Así nomás? No lo puedo creer… - Tomoe no pudo disimular su sorpresa.

-Yo tampoco. Claro, seguro que no va ser mañana, ¿pero qué piensas?

-Pues me alegra muchísimo por ti… ¿ya le dijiste lo de tus papás y los planes que tienen para ti, amiga? – se preocupó Tomoe.

-Amiga… - suspiró Kaoru - amiga tú, Tomoe. Siempre te has portado tan bien conmigo y me has apoyado. En serio te agradezco tanto que seas una buena amiga para mí. Eres la única a la que en verdad puedo llamar así. – abrazó a Tomoe. Se habían convertido en las mejores amigas desde el primer día en el colegio. Un equivalente a amor a primera vista. Juntas compartían chismes de chicos, estudios y secretos. Secretos…

Luego del brindis y otro rato bailando, Kaoru decidió que era hora de irse a su casa. Se le hacía tarde y había prometido…

-Amor, ya me voy. Tomoe y su papá ya se están despidiendo.

-Pero yo te llevo. – se ofreció Shogo.

-¡No! – contestó con autoridad Kaoru - Es que Tomoe me invitó a dormir en su casa y no quiero hacerlos esperar…por favor despídeme de tu mamá que anda bailando y así después puedes hablar con ella de una vez. – dicho esto desapareció grácilmente. Cabizbajo, Shogo regresó a la mesa. Ya no estaba de humor para bailar ni nada, mejor esperaba a su madre y se regresaban. Iba a esperar a la mañana para hablar con ella sobre su matrimonio con Kaoru. Matrimonio…por un lado se sentía inseguro de tomar esa decisión tan joven y tan de repente, pero por otro lado, por Kaoru lo que sea. Estaba perdido en sus pensamientos cuando se fijó en el chal de Kaoru, ¡lo olvidó! Lo tomó y se dispuso a devolvérselo. Si tenía suerte la alcanzaría.

Llegando al porche del club, vio que Kaoru se despedía de Tomoe y de su padre para después tomarse un taxi. Qué raro, si iba con ellos. Pero quería devolverle el chal y de paso averiguar dónde iba en realidad. Porque era obvio que le había mentido. Se subió también a un taxi y pidió seguir al otro vehículo.


El taxi paró en una calle desierta y sucia, con algún que otro borracho en las veredas. De ese taxi bajó Kaoru, y su expresión dulce se transformó rápidamente en otra de desprecio y agotamiento, como volviendo a la realidad. Porque lo que miraba la chica era el portal de la vecindad donde vivía.

Segundos después, paró el taxi que llevaba a un sorprendido Shogo. ¿Por qué Kaoru entraba a ese lugar? Y en un barrio así, además. Se le pasaron mil cosas a la cabeza. Al principio había llegado a la idea de que se encontraba con otro hombre, pero conforme avanzaban por la ciudad la descartó. Qué descabellado, pensar así de Kaoru. Pero ahora…se dispuso a entrar a la vecindad pensando que tal vez iba a hacer alguna caridad con los que menos tenían, haciendo gala de ese gran corazón que la caracterizaba. Sí, tenía que ser eso, sí. Porque de otra manera no se explicaba lo que su novia hacía en ese horrible lugar. Le pidió al taxista que lo esperara, ni loco se quedaría mucho tiempo. Nada lo preparó para lo que se iba a encontrar.

Luego de subir por las escaleras, Kaoru llegó a su casa. Al entrar fue recibida por música y palabras de cariño. Una lindísima fiesta sorpresa con su familia y amigos cercanos de la vecindad.

-Mamá…papá…hermanita…todos… - saludó una emocionada Kaoru - Tae, gracias a ti porque sin tu ayuda no hubiera podido estudiar en esa preparatoria. ¡Muchas gracias! – Se empezó a excusar - Qué pena llegar tan tarde…yo sabía que me estaban esperando y me quería salir de esa fiesta desde hace mucho pero no me dejaban y…

-Ya hija…no se me aflija. Ya está aquí con los que la queremos y la vamos a festejar como se merece…mira, compré unas botellitas de sidra. – Kaoru miró con pesar las botellas de sidra barata que su papá compró, seguro después tendrían que sufrir por esos yenes gastados. -Pues, yo…no sé hablar bonito, pero quiero decir unas palabras en honor a mi Kaoru-chan. – dijo en voz alta el señor Kamiya haciendo callar a todos - Pero primero que nada y como es debido, quiero agradecerle a Kami-sama, porque premió nuestros esfuerzos y nuestro empeño con una hija que nos compensa todos los días con sus éxitos. Y a la larga…que también son nuestros. – ya todos tenían lágrimas en los ojos - Kaoru-chan es una hija buena y cariñosa, cumplida de sus obligaciones y…pues ella sí va a salir de esta pobreza que nos rodea…gracias hija, por ser mi orgullo y la luz de este humilde hogar…¡ya, a brindar!

Koshijiro Kamiya, mecánico de profesión, era un hombre para el cual su esposa Sakura y sus hijas Kaoru y Chizuru lo eran todo. Detrás de esa imagen de hombre fornido con mirada adusta, en realidad había una persona de gran corazón, sensible y respetado por todos en la vecindad. Su fuente de felicidad eran Kaoru, de 17 años y Chizuru, de 14, y era capaz de cualquier cosa por ellas. Y no podía más de la felicidad ese día, en que su hija mayor terminaba un nivel de educación que él no llegó a terminar. Felicidad compartida por todos los presentes, salvo una persona, que estaba sentada al fondo algo malhumorada…

Al rato, Kaoru fue apartada por su mamá, Sakura.

-Tú sabes que a mí no me gustaba eso de que fueras a una escuela tan fuera de nuestras posibilidades…

-Pero ya ves que todo salió muy bien mamá.

-Y quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti por todo lo que has hecho, sobre todo por tu buen comportamiento… - prosiguió Sakura cariñosamente - ¡ya eres una mujer! Y en esa escuela de ricos has visto un mundo muy distinto al nuestro…

-Sí…muy diferente. – contestó Kaoru irónicamente.

-Pero aunque tú algún día vas a salir de pobre como dice tu papá, prométeme que no te vas a olvidar nunca de los principios que él y yo te hemos enseñado, y que vas a tener siempre presente a toda la gente que te quiere y… - ¿Ya iba a empezar con eso otra vez?

-Mamá…es que Chizuru-chan te quería decir algo…Chizuru-chan ven, dile lo que le querías decir a mamá. – interrumpió Kaoru llamando a su hermana.

-¡Sí! - exclamó la otra entusiasmada - Es que ya voy a cumplir mis 15 años, y si me hacen fiesta voy a ser la más feliz…

-Qué fiesta, hija…si sabes que no hay dinero…y menos ahora que hay que pagar la universidad de tu hermana… - atajó Koshijiro.

-Pero la universidad pública no cuesta casi nada, y con tu promedio Kaoru-chan, seguro que te admiten ahí sin problemas… - se esperanzó Chizuru.

-Sí, claro, pero hay que pagar los libros que son muy caros, y el transporte. – terminó su papá.

-¡Es el dinero! – a Kaoru se le acabó la paciencia - ¡Siempre se necesita dinero! ¿Por qué yo no puedo estudiar donde quiero? La verdad es que me da rabia no poder estudiar en la universidad donde yo quiero y donde van a estar todos mis amigos.

La persona algo malhumorada que estaba en la fiesta era Akira Kiyosato. Era amigo de la infancia de las Kamiya y el primer novio de Kaoru. Hasta que hace un par de años ella decidió darle fin a la relación. En ese tiempo, él tuvo que dejar sus estudios de Medicina debido a la enfermedad de su madre, pues necesitaban dinero y empezó a trabajar de taxista a tiempo completo. Ella murió tiempo después, y al poco tiempo Kaoru rompió con él. Aunque estaba feliz por ella en ese momento, no podía evitar sentirse todavía dolido. Y fue en ese momento que habló por primera vez desde que Kaoru llegó.-Kaoru, lo importante es estudiar, ¿no? Así que a la universidad a la que vayas es lo de menos.

-Tienes razón. Yo lo que quiero es hacer una carrera. Claro, también casarme. – contestó la otra como si nada.

-Pero no ahora, estás muy chica para casarte. – intervino Soujiro, hermano de su amiga Megumi y ayudante de su papá en el taller mecánico. Ese chico no se desanimaba con nada, siempre traía una sonrisa de oreja a oreja. Kaoru lo envidiaba. Ojalá ella pudiera encarar la vida con una sonrisa sincera y llena de ilusión como él.

-Eso depende de si me caso con el hombre adecuado.

-Bueno, Sou-kun. A la edad de mi hermana tu mamá ya tenía a Megumi-chan. – agregó Chizuru mirando con cariño a Soujiro. Era obvio que entre esos dos saltaban chispas.

-Kaoru-chan, no me has contado si te halagaron el vestido que te hice. – preguntó su amiga Tae.

-Claro que sí, Tae…como siempre hiciste que me viera igual de elegante que mis compañeras.- dijo Kaoru feliz, moviendo el vestido azul marino que combinaba con sus ojos.

-Claro, que de algo sirven tantos años de modista de señoras ricas.

-¡Seguro que sí! - bramó Sanosuke Sagara, un luchador que le rondaba a Tae - ¿Quién iba a hacer una belleza más bella que las que hacen las manos de mi reinita? ¡Y ahora sí prendan la música!- miró de manera coqueta a Tae - Que yo ya no canto más, ahora voy a bailar con la flor más preciosa de esta vecindad…

Mientras seguían con los festejos, afuera los ojos de Shogo Amakusa no daban crédito a lo que veían.


A la mañana siguiente…

Con aire distraído y algo impaciente, esperaba un hombre pelirrojo en el recibidor de las oficinas del colegio. Era bajo y delgado, pero sabía imponer su presencia. Sobre todo por su cicatriz en forma de cruz en su mejilla izquierda. Ese hombre era Kenshin Himura, el mejor abogado de todo Tokio, y capaz hasta de Japón. Un hombre de 28 años con un aura de misterio en sus ojos violetas. Al rato apareció el colega que él esperaba.

-Te agradezco por todo, Kenshin. Y te recuerdo que no faltes a la comida. Tanto el rector como el procurador hicieron hincapié en que quieren que estés presente.

-Entonces allí nos veremos. Y gracias por el otro expediente que me prestaste.

-¿Encontraste los datos que buscabas sobre esa alumna?

-Sí, encontré todo lo que necesitaba. Muchas gracias. – se dispuso a salir del lugar hasta que apareció la alumna en cuestión - Hola Kaoru. – saludó seductoramente.

-¿Qué tal, profesor? –le contestó el saludo - ¿O ahora que ya no es mi maestro debo llamarlo licenciado Himura?

-Me gusta que me llames profesor. Pero qué gusto encontrarte.

-¿Por qué? – se extrañó Kaoru.

-Bueno, eres la mejor alumna de esta preparatoria y por mucho. Algún día me dijiste que estudiarías Leyes, ¿sigues pensando en hacer esa carrera?

-Sí, por supuesto. – afirmó entusiasmada.

-¿Y en dónde?

-Aún no lo sé.

-Con tus conocimientos y tu talento mereces estar en la Universidad Kasshin. Pero es de las más costosas en Tokio, y creo que tú no puedes pagarla. – El terror apareció en el rostro de Kaoru - Sí, Kaoru. – Kenshin la miró seriamente - Revisé tu expediente. Sé que estudiaste aquí gracias a una beca. Sé dónde vives. Sé a qué se dedican tus padres…

-Profesor no le dé tantas vueltas…¿qué quiere decirme? – Sentía que se iba a descomponer.

-Que sería una pena que por falta de dinero se desperdiciara todo tu talento…¿no crees? – le lanzó una mirada que la chica no supo interpretar.

-Sí, estoy de acuerdo. – atinó a decir ella.

-Entonces, búscame.- le pidió de manera sugerente - Yo te ofrezco pagar todos tus gastos para que estudies donde mereces estar.

-Gracias, profesor. – Kaoru se despidió y tomó la tarjeta que Kenshin le ofreció - Lo voy a pensar. – Se iba a hacer un poco la de rogar con la ayuda, por ser pobre no se iba a lanzar así sin más como una desesperada. Mirando la tarjeta casi chocó con Shogo - ¡Hola amor! ¿Cómo te fue anoche? ¿Hablaste con tu mamá? – vio que éste no estaba para nada contento - ¿Qué pasa Shogo? Te veo muy raro. ¡Ya sé! Fue la desvelada de anoche…¿o a tu mamá no le gustó la idea de que nos casemos tan jóvenes?

-Vengo de servicios escolares. Kaoru, ¿es cierto que estudiaste en esta escuela gracias a una beca? – preguntó Shogo sin preámbulos.

Kaoru sintió que le daban un puñetazo en la cara. Primero el profesor Himura y ahora…

-Sí…claro…y…y para mí es un gran orgullo.- la había tomado desprevenida pero de algún lado sacó algo de compostura - Es más quisiera gritarlo, pero qué necesidad de estarlo presumiendo. De por sí Misanagi y tantas otras me tienen envidia…

-Basta de mentiras, Kaoru. Ya sé tu secreto.- interrumpió Shogo, seco.

-¿Mi secreto? ¿De qué hablas?

-De que tus padres no están en Europa, sino en la miserable vecindad de quinto patio en la que vives. ¿Vas a negármelo? – preguntó con tono despectivo.

La cara de Kaoru se puso de todos los colores. ¿Cómo se había enterado? ¿Qué desliz había cometido ella para que él sospechara? Un momento…anoche se había dado cuenta que olvidó el chal. ¡Ese estúpido chal! Seguro él la había seguido para llevárselo y se encontró la vecindad. Aun así, no se iba a dejar humillar.

-¡Sí! Sí, es cierto…vivo en una vecindad, ¿y qué? ¿Habrías salido conmigo de haberlo sabido? – ya que le van a cuestionar la vida, cuestionémonos entre todos.

-Kaoru…¿por qué no me dijiste? – preguntó Shogo con tristeza. Se sentía traicionado.

-¿Me hubieras entendido? – se alteró Kaoru - Nooo, seguramente no. Y no seríamos novios y no hubiéramos pasado estos dos años tan buenos juntos…pero yo sé lo que valgo sin importar en donde viva…así que si tanto te molesta, olvídate de mí… - si iban a terminar, lo terminaba ella - y mira, entre ser y no ser…yo soy… - se dio la vuelta y se marchó, aguantándose las ganas de llorar. A Shogo le corrió un escalofrío por la espalda. Hubiera jurado que en la última mirada que su ahora ex novia le dirigió, ya no estaba más el cálido azul mar, sino una más glacial.

A lo lejos y casi oculto por la marea de alumnos que iban y venían, Kenshin Himura había visto lo sucedido. Parece que Kaoru Kamiya terminó con el novio, pensó con una sonrisa en los labios.


-¡Kaoru! ¡Hola! – llamó Tomoe - ¿Ya recogiste tu certifica… ¿qué te pasa?

-Terminé con Shogo…se enteró de que vivo en una vecindad… - explicó Kaoru entre lágrimas.

-Amiga…lo siento mucho…por eso yo te insistía tanto en que dijeras la verdad…

-Entonces jamás me hubiera hecho caso…

-¡Claro que sí! Tú eres muy bonita, eres buena. No tienes por qué estar ocultando que no tienes dinero. – le dijo Tomoe, sincera y cariñosa.

-Es que no es tan fácil hablar de eso. En el salón, todos presumen de sus viajes, de tener lo último en tecnología, de usar sólo ropa de diseñador – se lamentó Kaoru - …me siento menos…

-No tiene por qué ser así, tú no tienes más o menos valor por lo que tengas…

-Tú lo entiendes, pero Shogo no…hoy, precisamente hoy iba a decírselo, no me dio tiempo…se enteró antes y no sé cómo. ¿Se lo dijiste tú, Tomoe? – preguntó desconfiada.

-¡No, cómo crees! – exclamó su amiga. Le dolía que dudara de ella - Yo te prometí que nunca diría nada…tú me conoces…

-Perdón…perdón, ya no quiero hablar de eso…y perdóname si no te acompaño a la universidad a dejar tus papeles…

-¡Espera, no te vayas así! – Tomoe quería animar a su amiga, la apreciaba y valoraba tanto - Vamos a tomar un café, ¿sí? Y después te llevo a tu casa.

En la cafetería Kaoru se calmó un poco, pero seguía cavilando y lamentándose.

-¿Cómo me pudo cambiar tanto la vida de la noche a la mañana?

-Kaoru…yo espero que Shogo lo piense bien. El dinero es lo de menos si ustedes se quieren de verdad. Todo se puede arreglar. – Tomoe tenía esperanzas de que todo se arreglara. Se notaba a leguas que Shogo estaba muy enamorado.

-Quién sabe…para ti el dinero no es importante porque lo tienes, pero como yo no…ve lo que me pasa: mi novio me deja porque soy pobre. – dijo con amargura - Sufro cada día pensando en qué ponerme para que no se burlen de mi ropa vieja, y sufro que quieran manosearme en el bus porque yo no tengo un chofer a la puerta como tú…es una verdad que tú no ves porque no la vives todos los días, pero la falta de dinero es horrible. Sabes…la mamá de mi primer novio se murió por que no había dinero para los remedios tan caros que ella necesitaba…

-Kaoru…en verdad me duele que todo sea tan difícil para ti pero precisamente por eso te admiro más, porque sé que todo te cuesta el doble o el triple de trabajo…y eso te hace más valiosa. Por eso siempre te he aconsejado que hables con la verdad…

-Y ya ves lo que ocasionó hablar con la verdad… - repuso Kaoru.

-Mira, seguro Shogo está enojado porque le ocultaste algo tan importante. Se debe sentir engañado…lo mismo me pasó a mí, acuérdate, y eso que yo me di cuenta casi cuando nos conocimos, imagínate él…ya hasta de boda te estaba hablando…

-Yo anoche estaba feliz, ya me hacía viviendo con él, estudiando juntos en la Universidad Kasshin y, de pronto…todo mi mundo se vino abajo…todo… - sollozó Kaoru con un hilo de voz. De repente, se acordó de algo…

Yo te ofrezco pagar todos tus gastos para que estudies donde mereces estar.

-No…no todo está perdido. – dijo seriamente.

-¿De qué hablas? – Tomoe todavía no se acostumbraba a los cambios repentinos de actitud y ánimo de su amiga.

-La tarjeta que me dio el licenciado Kenshin Himura…

-¿Qué tiene que ver el profesor Himura con lo que pasó con Shogo?

-Todo…o nada. Como lo quieras ver. – dijo Kaoru - Mira, con Shogo tenía otros planes, y ahora que terminamos yo tengo que ver por mí. Yo tengo que salir adelante, y aunque me duela mucho lo de Shogo, tengo que hacer mi vida, superarme, y a eso me voy a dedicar ahora…yo quiero ser como el licenciado Himura. – sentenció. Por como cambiaron las cosas, iba a tener que no pensarlo mucho y aceptar la propuesta del pelirrojo.

-En eso sí estoy de acuerdo contigo, porque el profesor Himura es muy reconocido. No hay abogado como él en Japón. – dijo Tomoe alegremente. No captaba lo que quería decir su amiga.

-Y mira que se codea con los grandes, está muy bien relacionado. Así que ya sabes…amiga, ahora mi meta es el licenciado Kenshin Hi-mu-ra. – puso énfasis a las sílabas de su apellido.


Pero primero tenía que hablar con sus padres, ojalá los pudiera convencer. Prefirió buscar primero a su madre, que estaba en la terraza lavando ropa. Sakura había llegado del campo muy pequeña y no tuvo la oportunidad de ir a la escuela, y se conformó con ser lavandera. Conformismo que su hija mayor no compartía. Cuando la vio el rostro de Sakura se iluminó. -¡Hija! ¿Ya te dieron esos papeles que necesitas?

-Mi certificado, mamá. Y no, todavía no lo tengo.

-¿Y lo vas a tener a tiempo para llevarlo a la universidad pública? – No entendía muy bien de esas cosas, pero sabía que ese papel era crucial.

-Mamá, yo no quiero estudiar en la universidad pública. – dijo Kaoru con malhumor - No, yo quiero en la Universidad Kassin. – agregó con entusiasmo.

-¡Pero me dijiste que ahí no dan becas! Y ni haciendo todos los sacrificios del mundo tu papá y yo vamos a poder pagar lo que cuesta…tienes que conformarte con lo que tenemos, Kaoru-chan, recuerda lo que hablamos anoche sobre los valores y que no cambies.

-Yo no cambio mamá. – le espetó Kaoru. De nuevo esa mirada fría - Te aseguro que siempre seré la misma. ¡Lo que pasa es que tengo que salir de esta vecindad! – se desesperó - Quiero que salgamos de pobres, mamá…y para eso necesito de las mejores oportunidades. La Universidad Kasshin no sólo es de las más reconocidas en Derecho, sino que allí también puedo hacer relaciones que son básicas para llegar a ser alguien…

-¡Olvídalo! ¡Pon los pies en la tierra! Entiende que eso está fuera de nuestras posibilidades. – Hora de jugarse su carta.

-Sabes…uno de mis profesores es director de la carrera de ahí, es un abogado muy reconocido, y…¡me ofreció arreglarlo todo para que yo estudie allí! – dijo con el tono más conciliador posible.

-¡No Kaoru-chan! ¡De ninguna manera ese hombre te va a pagar la escuela!

-¿Y por qué mamá? ¡Yo no le pedí nada! La idea le nació a él y me lo ofreció. – Algo le decía que esta conversación no iba a llegar a ningún lado.

-¡No sabes qué intenciones tiene ese hombre! Kaoru-chan, acuérdate que un regalo obliga. Si ese hombre es sólo tu profesor no está bien que te ande pagando el dineral que cuesta esa escuela…

-¡Mamá, por favor!¡Yo necesito estudiar allí… - comenzó a rogar Kaoru.

-¡Basta Kaoru-chan! ¡No me estés discutiendo! ¡Si quieres seguir estudiando vas a ir a la universidad pública! – Sakura dio por terminada la discusión, dejando a una Kaoru enfurecida y frustrada maldiciendo por lo bajo.


No era posible tanta mala suerte. En menos de 24 horas todos sus planes de vida se vinieron abajo. Primero Shogo descubriendo su secreto. Tomoe tenía razón, se lo hubiera dicho antes, eso le hubiera ahorrado el disgusto de ahora. Y la vida parecía darle otra oportunidad con la propuesta del profesor Himura, hasta que su madre la hizo trizas. Pensando que su única esperanza era su padre, da un respingo cuando tocan la puerta. Al abrirla se encuentra con Megumi.

-¡Hola Kaoru-chan! ¡Felicidades! No pude venir a tu fiesta anoche porque me quedé en casa cuidando a Yahiko.

-No te preocupes Megumi, ¿cómo sigue tu hermano?

-Dicen que es una infección en el estómago pero con todas las medicinas que le dieron no ha mejorado…

-¿Y ya te vas a trabajar? – Megumi era enfermera, aunque Kaoru no sabía dónde trabajaba. Últimamente sabía muy poco de ella. Se había vuelto muy rara.

-Sí, hoy tengo guardia y voy a trabajar hasta la madrugada… - dijo en un tono que no pasó desapercibido para Kaoru.

-Que te vaya bien. – la despidió Kaoru. Al querer cerrar la puerta vio que un pie la atajó. Kaoru, pensando que su amiga olvidó algo, preguntó - ¿Qué pasa Megumi?

Pero no era Megumi. Era Shogo.

-Kaoru…yo te amo y no puedo estar sin ti.


El área de departamento de alumnos estaba abarrotada. Akira daba gracias de que la fila de certificados sea corta. Como taxista trabajaba haciendo mandados para la notaría de Kanryuu Takeda y éste le había pedido que se encargara de llevar y traer la documentación de Misanagi del colegio, para que la niña no perdiera su tiempo con esas cosas. Estaba esperando su turno cuando una joven chocó con él y en el impacto dejó caer sus papeles. Akira la ayudó a recogerlos.

-Gracias… - dijo Tomoe sin verlo. Aunque en el fondo sintió un sacudón, como la expectativa de algo que no sabía qué era. Cuando por fin lo vio a la cara, pensó que era el muchacho más guapo que vio en toda su vida. Su mirada franca y su sonrisa radiante la enamoraron desde el primer momento. Y entendió. Su alma lo había visto antes de que ella pusiera sus ojos en él.

-No hay de qué, toma. – respondió Akira amablemente. En eso lo llaman desde los puestos de atención.

-Es..tu turno.

-Por favor, pasa tú primero. – estaba apurado, pero no veía que tuviera nada de malo cederle su puesto a la chica de ojos negros. Total ya lo iban a atender.

-Gracias.

-De nada. – contestó Akira con una sonrisa.


-Qué bueno que lo pensaste Shogo. No sabes lo mal que estaba…yo no puedo vivir sin ti. – Kaoru estaba feliz.

-Quiero proponerte que empecemos de nuevo, Kaoru, porque en verdad te quiero.

-Yo también te quiero…aunque a veces no basta querer. – cambió su expresión y lo llevó afuera para mostrarle la vecindad - Esta es mi realidad, es una realidad que a mí tampoco me gusta. Porque me quita todas las oportunidades que pueda tener. – lo miró - Por eso piénsalo bien antes de volverme a ilusionar…a decirme que me quieres por sobre todas las cosas.

-Ya te dije que te amo, por eso estoy aquí. Llevamos dos años Kaoru, y no voy a tirar la toalla tan fácilmente. – Shogo la abrazó.

-¿Hablas en serio?

-Tanto, que vine a buscarte y a decirte que no te preocupes. Te prometo que todo va a estar bien.

Luego de inventar una excusa a su madre, Kaoru salió con Shogo. Iban a ir a la mejor discoteca de Tokio para festejar la reconciliación. Entre tragos, música y besos, Kaoru sintió que todo volvía a estar en orden. Ahora ya no hacía falta sostener una mentira: Shogo la amaba tal y como era, sin importar sus circunstancias, y la había perdonado por mentirle. Pero la noche recién empezaba. Y empezó con lo que se encontró camino al baño. Megumi a los besos con un hombre mayor y muy distinguido. La enfermera se sintió observada y se volvió de piedra cuando se encontró con la mirada azul de Kaoru. Kaoru siguió su camino al baño de mujeres y Megumi, disculpándose con el hombre, la siguió.

-¿No que tenías guardia en el hospital? –preguntó Kaoru como si nada, retocándose el maquillaje - ¿Dónde está tu uniforme? Porque arreglada así no creo que vayas a trabajar…

-Kaoru, por favor…no le cuentes a nadie que me encontraste en este lugar…yo después te explico todo… - rogó Megumi.

-¿Explicarme qué? A mí me parece que todo está muy claro, andas con ese tipo, ¿no?

-Sí…nos queremos. Pero no le puedo contar nada a mi familia porque…

-Porque es casado.- concluyó Kaoru. No había otro motivo por el cual mantener en secreto una relación - Está bien, voy a hacer de cuenta como si no te conociera…después hablamos…

Volviendo adonde estaba Shogo, éste la esperaba impaciente.

-Cierra los ojos. – Kaoru se sintió morir. ¿Sería lo que pensaba? - Ahora ábrelos. – Los ojos de la chica se encontraron con un hermoso y costoso anillo de diamantes.

-¡Ay no lo puedo creer!-se emocionó - Nunca me imaginé que tan pronto me dieras este anillo de compromiso…

-Sí, este es un símbolo de nuestra nueva relación…quiero estar contigo. Y vámonos de aquí porque te tengo otra sorpresa, el anillo no es lo único que tengo para darte…- Shogo le mostró una llave. Kaoru no entendió – Un amigo me prestó su departamento para estar toda la noche juntos.

-¿Qué dijiste? – Kaoru sintió un nudo en el estómago. No podía ser cierto…

-Sí. Esta es otra etapa de nuestra relación, ¿recuerdas?- le dijo Shogo divertido - Tú eres pobre y así te acepto. Acepta tú que yo no puedo esperar para tenerte, tienes que ser mía.- la tomó bruscamente del brazo e intentó besarla.

-¡Suéltame!- se alteró Kaoru. Demasiadas humillaciones juntas - ¡Qué rápido cambiaste de proposición! ¡Cuando creías que era rica me ofreciste matrimonio, y ahora que sabes que soy pobre, me ofreces regalitos caros!

-¿Pero qué tiene de malo? Sabes que te quiero…- repuso Shogo melosamente.

-Yo no soy la amante de nadie…yo sí sé lo que valgo.- dijo Kaoru alzando la cabeza - Y a mí no me compras con tu mugroso anillo.- se lo quitó y se lo tiró en la cara. A continuación salió corriendo del local.

-¡Un momento!- rugió Shogo a la salida del local, agarrándola del brazo - ¡Al menos yo estoy jugando limpio y no engañando como lo hiciste tú¡

-¡Suéltame!

-¡Entiende que te estoy haciendo un favor!- siguió el otro- ¡Mi madre nunca te aceptará como nuera, y lo que yo te ofrezco es la única opción que tenemos para seguir juntos y pasarla bien! Yo te paso una cantidad de dinero…- No terminó porque una bofetada le cruzó el rostro.

-¡Suéltame! – gritó Kaoru, humillada.

-¡No te hagas ahora la digna!- su agarre la lastimaba- ¡Lo que querías era casarte conmigo por interés! ¡Eres una arribista!- le gritó- No sé cómo no me di cuenta antes…claro, gracias a mi generosidad cuentas con computadora, celular y cosas que jamás hubieras podido tener porque…¡tú eres mía!- intentó besarla a la fuerza y llevársela, cuando un taxi paró en seco y su conductor bajó a toda velocidad a detener al muchacho de varios puñetazos.

-¡Suéltala imbécil! ¡Y no vuelvas a molestarla!- Shogo huyó con el rostro hinchado - ¡Lárgate! ¿Estás bien?- se volvió a Kaoru.

-Akira…

-¿No te lastimó ese imbécil?- se preocupó el taxista.

-No, pero me asusté mucho… gracias por salvarme, Akira.

-Esos son tus amiguitos ricos, ¿no?- la preocupación dio lugar al reproche - ¿Esa es la clase de gente con la que quieres estar Kaoru?

-Sí, porque son triunfadores, porque logran cosas…- empezó Kaoru, altanera.

-¡Sus papás son los que han lograron cosas!- interrumpió Akira.

-Olvídalo. Ya está claro que tú y yo nunca vamos a estar de acuerdo…gracias por ayudarme.

-Lo hubiera hecho por cualquier mujer que estuviera en problemas…es más, cuando me bajé del taxi ni siquiera sabía que eras tú.-remató el muchacho. A Kaoru no le gustó nada lo que dijo.

-Claro.- no se iba a quedar atrás- Por un momento se me olvidó que en el ambiente en el que crecimos uno se vuelve peleonero fácilmente…nos vemos.- y se dispuso a irse de una vez. Estaba realmente molesta con todo lo que le había sucedido.

-Cómo crees que te voy a dejar ir sola en media calle, y menos después de lo que pasó…súbete al taxi.


Megumi llegaba junto a su pareja al lujoso departamento que compartían. Ella todavía estaba impactada por su encuentro con Kaoru, y así se lo hizo saber a su "novio".

-Me dio tanto miedo cuando nuestra vecina nos vio juntos. Es que si mis papás se enteran de los nuestro…los mataría de la tristeza.- dijo angustiada.

-Pero no tienen por qué enterarse, porque ni a ti ni a mí nos conviene…por eso debemos ser más cuidadosos.- concluyó él abrazándola.

-Cómo me gustaría que pudiéramos salir a la calle, abrazados…sin tenernos que esconder de nadie…y que algún día te pudiera presentar a mi familia.- cuando la abrazaba se sentía tan protegida…y esperanzada.

-Tú sabes que por ahora eso no es posible…- decía él mientras le daba besos cortos - conoces perfectamente cómo están las cosas en mi casa…siempre lo has sabido…- la empujaba hacia la cama - lo importante es que estamos juntos…y nos queremos…tú sabes lo que significas para mí, Megumi…- terminó de decir Kanryuu Takeda mientras la desvestía.


De vuelta el chofer le había fallado. Yumi se había visto obligada a llamar a su hijo para que fuera a buscarla en el club. Ya mañana tendría una charla seria con el personal.

-Hijo, gracias por venir. ¿Dónde andabas? – Shogo le abrió y cerró la puerta mecánicamente y de un portazo cerró la suya - ¿Por qué azotas la puerta? ¿Qué te pasa?

-¿Sabes por qué no estuvieron los papás de Kaoru en la graduación?- disparó su hijo.

-¡Hijo, ese golpe! ¿Qué te pasó?- se alarmó Yumi.

-Me lo hice hace rato en el gimnasio. Bueno, ¿quieres saber o no?- se impacientó Shogo.

-Claro, hijo. Siempre me ha parecido raro que no se ocupen de ella. ¡Pero que no hayan ido a su graduación es el colmo!- Todavía le parecía extraño todo eso, teniendo en cuenta que nunca había escuchado sobre alguna familia Kamiya en el medio. La verdad nunca se preocupó mucho por eso.

-No fueron porque no tienen dinero para pagar un triste boleto.- le dijo su hijo con saña - Kaoru me engañó. Vive en una vecindad. Su padre es un mecánico de cuarta. Ella estudió en el colegio gracias a una beca mamá…Kaoru no tiene ni en donde caerse muerta.- terminó de decir dejando a su madre con la boca abierta.


Kaoru entró a su casa hecha una furia, llamando la atención de Sakura, Tae y Chizuru que tomaban té. Detrás de ella, un enojado Akira pedía disculpas a la señora de la casa y se retiraba a su casa. Kaoru les explicó lo ocurrido y cómo llegó Akira a rescatarla.

-¿Pasó algo entre tú y Akira? – preguntó Tae sin comprender el enojo del muchacho, mientras Sakura iba a preparle té a la hija para tranquilizarla.

-¡Me humilló! ¡Akira me humilló tanto o más que el otro imbécil! –lloró Kaoru- ¡Se porta seco, pesado conmigo! Siempre pone una distancia, como si fuera no sé quién.

-Yo creo que tú sigues queriendo a Akira, Kaoru. O no te dolería que se porte así contigo.

-¡Es que así es él! –continuó Kaoru - Seco…desde que murió su mamá y dejó de estudiar él es otro…

-Yo no entiendo por qué terminaron, se veían tan enamorados… - suspiró Tae.

-Sí…Akira fue mi primer amor y yo lo adoro… - se corrigió - no, lo adoraba. Pero él se conforma con lo que sea, no quiere superarse. –agregó Kaoru furiosa - ¡A Akira le da lo mismo seguir toda la vida en esta mugre vecindad y yo no puedo con eso! ¡Yo quiero salir de pobre! ¡Ya!


Jubee Kiyosato estaba preparando la cena cuando su hijo entró a la casa con una expresión de pocos amigos.

-¿Me invitas a cenar? – preguntó el taxista.

-¡Hijo, qué bueno que llegaste temprano! Mira, Tae como siempre nos preparó algo.

-Bueno, te ayudo y luego de cenar sigo trabajando. – dijo el muchacho - Sólo vine a traer a…Kaoru.

-¿De nuevo estás saliendo con ella? – preguntó Jubee.

-No, para nada. Ni salgo ni volveré a salir con ella. – dejo secamente Akira.

-¿Y por qué no? Si cuando eran novios se te veía muy contento con ella. Desde que terminaron, no has salido con ninguna otra muchacha. Para mí eso es señal de que la sigues queriendo.- observó su padre.

-Eso se acabó…desde que entró a esa escuela de gente rica Kaoru ha cambiado mucho…y comenzó a avergonzarse de nosotros…y decidió terminar conmigo. – agregó con pesar.


Yumi no podía esperar a contarle a Misanagi lo que se acababa de enterar de su propio hijo. Así que a primera hora de la mañana, se alistó y se dirigió a la mansión de los Takeda. Si había alguien a quien apreciaba y quien podía hacer olvidar a Shogo todo lo vivido con esa muchacha, era Misanagi. Por suerte en matrimonio Takeda ya había salido, y la chica estaba sola en la casa.

-Por un lado mejor que tu mamá no esté, porque con quien quiero hablar es contigo.

-Dígame, ¿de qué quiere hablar conmigo? – se extrañó Misanagi. Aunque se querían mucho, las visitas de Yumi eran para su madre Omasu.

-Te conozco desde que eres una niña y sabes que te quiero mucho, y no me ha pasado desapercibido tu interés en mi hijo… - Misanagi se sonrojó - Shogo se enamoró de Kaoru, y yo tenía que respetar su decisión.

-Ya lo sé. ¡A mí Kaoru siempre me ha caído mal! ¡Es que no la soporto! ¡Tan perfectita ella! – ironizó Misanagi - Pero Shogo la quiere…

-Pues las cosas han cambiado…- anunció Yumi - antes me hubiera mantenido al margen, pero ahora no puedo permitir que Kaoru se acerque de nuevo a Shogo…

-¿Por qué? ¿Qué le hizo? - ¡Punto a favor para Misanagi!

-¡Lo engañó!

-Anda con otro…

-¡No, algo peor!- ¿Qué podía ser peor?- ¡Kaoru es pobre! ¡Muy pobre! – Misanagi se esperaba cualquier cosa, pero desde luego que eso no - Pero ese no es el problema, sino que fue capaz de esconder a sus padres e inventar una sarta de mentiras para que Shogo no supiera la verdad. Imagínate, si oculta a su familia, qué no será capaz de hacer.


-Dígame, señorita, ¿qué se le ofrece? – preguntó la portera de la vecindad.

-Buenas tardes. Fíjese que me dijeron que aquí vive un mecánico muy bueno.

Luego de la visita de Yumi, Misanagi puso en marcha el plan que habían ideado y de inmediato se contactó con Shogo. Se acercaba la fiesta de Minako, su mejor amiga, y ese era el escenario ideal para aparentar que ella y Shogo eran novios. Shogo aceptó sin ánimos de contradecir a nadie, y en parte porque si Kaoru iba, cosa segura, la pasaría mal con ese numerito. Pero Misanagi no se contentaba con eso. Iba a terminar de hundir a Kaoru Kamiya y quién sabe, tal vez la farsa con Shogo se haga realidad. Así que inmediatamente recopiló los datos de su enemiga y se dirigió a la vecindad a buscar lo que necesitaba.

-¡De los mejores! Kamiya-san es muy bueno.

-Quiero que revise mi auto…¿en qué casa está? – Qué lugar horrible. Se moría por ver dónde vivía esa.

-Está su mujer, él ya se fue. Trabaja aquí a la vuelta. Venga conmigo que yo la llevo…


Mientras tanto en el colegio, en busca de los dichosos certificados.

-A ver, aclárame eso de que Shogo se quiso pasar de listo. – Tomoe no daba crédito a lo que su amiga le contó. La entristecía mucho que le hicieran eso a su amiga sólo por su origen.

-Sí, pensó que sólo porque no tengo dinero me podía comprar. No sabes qué coraje le tengo. ¡Lo odio! Pero mejor hablemos de la fiesta de Minako. – cambió de tema Kaoru.

-Se supone que va a estar muy buena. Va a haber karaoke y toda la cosa. Me encantaría ir con un muchacho que conocí aquí. – suspiró Tomoe. De repente…- Mira…¡Kaoru, es él! Trae una camisa de cuadros. – Había visto al taxista. Kaoru miró donde le señalaba su amiga y quedó de piedra con lo que vio.

-¡Allí está Shogo! – se espantó Kaoru - No quiero que me vea así, después de lo de anoche me tiene que ver arreglada. Me avisas cuando se vaya…- corrió al baño.

-¡Espera! – Ay no, la dejó sola. Y ahí venía precisamente el muchacho que le gustaba. Akira la reconoció y saludó - De nuevo nos encontramos. Yo soy Tomoe.- se presentó, tendiéndole la mano.

-Yo soy Akira.- respondió alegremente él.


La fiesta de Minako prometía ser una de los mejores eventos del año. Los jóvenes invitados, amigos y no amigos, llegaban de todos los puntos de Tokio. Después de saludar a la cumpleañera, Kaoru y Tomoe vieron llegar a Misanagi con cara de satisfacción.

-Nunca me voy a olvidar de tu cumpleaños, Minako, porque es el día en que empecé a andar con el amor de mi vida. – le dijo Misanagi a su mejor amiga.

-¿Ya tienes novio Misanagi?- preguntó Tomoe.

-Ya se los voy a presentar, aunque ya lo conoces…¡allí viene! – Kaoru se quedó de piedra con lo que vio. Era Shogo Amakusa- Shogo se me declaró hoy…- dijo Misanagi.

-Debí hacerlo hace mucho tiempo, como hace dos años.- dijo Shogo, secamente y mirando a Kaoru.

-Felicidades Misanagi, ya conseguiste novio.- dijo Kaoru con saña - Ahora sólo tienes que hacer que te quiera.-remató, y entró al salón junto con Tomoe.

-Traje lo que te dije para la pantalla del karaoke.-le susurró Misanagi a Minako, con una sonrisa cómplice.

Tomoe estaba inquieta. Tenía un mal presentimiento.

-¿No prefieres irte Kaoru?

-¿Irme? No, para nada. – se negó, orgullosa - Eso sería demostrarles que estoy ardida. Así que no me voy a ir antes que ellos.


Chizuru, a sus 14 años, sentía una gran pasión por la gimnasia artística. A diferencia de su hermana, ella nunca se consideró una gran estudiante y no creía que valiera la pena que sus padres se sacrificaran en darle estudios, como lo hacían con Kaoru. Simplemente lo suyo no era estudiar. Quería aprovechar el tiempo para dedicarse a su amada gimnasia, y después tal vez sea costurera como Tae, ya que le gustaba mucho hacerle vestidos a su hermana. O tal vez algo relacionado con la cocina, sus bizcochos de Castella eran famosos en la vecindad y la perdición de su padre.

Su padre…si había algo que Chizuru sí quería hacer como su hermana, era hacer orgulloso a su padre. Y ahora tenía la oportunidad de conseguir un logro a la altura de lo que Kaoru había logrado. Se acercaban las competencias nacionales y desde hace un año entrenaba duro y horas extras para lograr su objetivo: la medalla de oro. Su padre, a pesar de su trabajo, le prometió ir a verla junto a toda su familia, y Chizuru feliz, prometió dedicarle la medalla si ganaba.

Estaba entrenando en el polideportivo donde estaba becada. Era una de las mejores gimnastas del grupo, sus entrenadores estaban muy contentos con su desempeño.

-Tienes todo para ganar Chizuru-chan. Es tu turno con el listón, y ten cuidado con las esquinas.

Chizuru se dispuso a practicar, cuando de repente su vista se nubló y vio todo negro. Se había desmayado.

-¡Chizuru-chan! ¡Chizuru-chan reacciona! – se aterró la entrenadora, nunca le había pasado algo así. Chizuru abrió lentamente los ojos - ¿Cómo te sientes? Intenta levantarte.

-¿Me desmayé?- preguntó Chizuru, pálida y débil - No sé por qué fue.

-Quiero que vayas al centro de salud.- La iba a llevar. La competencia estaba a la vuelta de la esquina y quería que todo estuviera bien con sus participantes.

-¡No! – se desesperó Chizuru- Seguro fue porque no comí bien, nada más…


-¡Atención! ¡Escuchen! – chilló Misanagi al micrófono -Como ustedes saben, Minako es mi mejor amiga y en sus cumples me gusta darle una sorpresa.

-Pero hoy Misanagi y yo preparamos una sorpresa que es más bien para…todos.- agregó Shogo a su lado, con la impresión de querer estar en cualquier lugar menos allí.

-Ustedes saben que en nuestra generación hay varios compañeros cuyos nombres no necesito decirlos, porque vienen de las mejores familias de Japón. – Aplausos y brindis - Pero también tenemos por otro lado, entre nosotros, a una pobre y mentirosa. Alguien que estudió con nosotros gracias a una beca. –miró fijamente con burla y odio a Kaoru, y a la otra se le borró la sonrisa de la cara - ¡Y creyó que no la íbamos a descubrir, que nos iba a engañar! ¡Pero no, señores! ¡Ella vive aquí! – Kaoru sintió náuseas con lo que vio en la pantalla gigante, ¡era el portal de su vecindad! - ¡En una vecindad! – empezaron las carcajadas - ¡Y no, esperen, su mamá es una lavandera! – Una foto de Sakura lavando en la terraza - ¡Y su papá es un mecánico de cuarta! – Otra de Koshijiro en el taller de la esquina - ¡Ella es Kaoru Kamiya, la muerta de hambre de nuestra graduación! – dio el golpe de gracia con la foto de graduación de Kaoru. Lágrimas de amargura empezaron a brotar de los ojos de ella.

Lo que siguió fue algo que la misma Kaoru se obligó a no olvidarlo nunca más. Los presentes empezaron a tirarle cosas como vasos, servilletas y comida, mientras se reían a carcajadas y le lanzaban insultos a sus padres y al lugar donde vivía, y cómo ella no pertenecía a su mundo. Muchos de ellos eran amigos que ella había hecho durante esos años, los cuales luego de la sorpresa de la revelación de su origen, pasaron automáticamente a despreciarla. Con lágrimas en los ojos y el rostro desencajado, Kaoru huyó del mar de burlas.

La única persona que no reía y estaba furiosa era Tomoe. Fue directamente hacia Misanagi y Shogo.

-Ahora sí te pasaste, Misanagi…¡los dos se pasaron! – les gritó para luego salir corriendo detrás de su amiga.

Kaoru no sabía cuánto corrió ni que tan lejos estaba de la casa de Minako, lo único que quería era huir, huir como siempre había optado por hacer, como por ejemplo de su propia realidad. Se tropezó y cayó de bruces en un parque y allí quedó, tirada llorando amargamente por lo que le había sucedido. Entre espasmos sentía que se iba a ahogar con sus propias lágrimas, pues éstas no paraban de brotar a borbotones.

-¡No, no, no! – gritó al cielo, limpiándose la cara con las manos, y una expresión decidida y llena de odio - ¡Juro por todo lo que más he amado en mi vida que nadie volverá a humillarme! Nadie…

En eso llegó Tomoe, que la estaba buscando.

-¡Kaoru! – la llamó. Estaba muy angustiada - ¡No les hagas caso amiga! Que no te importe lo que te dijeron. –intentó consolarla, aunque sabía que no serviría de nada.

-¡No, Tomoe, sí importa! –le contestó Kaoru. A Tomoe le dio miedo - Y mucho más de lo que tú piensas. Pero te prometo que esto no me vuelve a pasar nunca más en mi vida.- y se dio la vuelta para irse.

-¡Espera!

-¡Déjame sola! ¡Necesito estar sola, Tomoe! – le gritó con la mirada perdida y con un brillo peligroso en ella - Tengo que pensar. Tengo…mucho que pensar…


La situación de Chizuru tampoco era la mejor.

-Ya vio que no fue nada, doctor. Sólo un simple desmayito, y es la primera vez que me pasa.- dijo alegremente, como si ella fuera la doctora.

-Chizuru Kamiya, ¿verdad? – le preguntó el doctor, serio - ¿Vino tu mamá contigo?

-No.

-Te voy a pedir que vengas con ella o con tu papá. – al ver la expresión de su cara, agregó - No te asustes. Lo que pasa es que estás muy chica y necesito que tu mamá te lleve a hacer unos análisis. Quiero que la traigas mañana mismo.

-Pero mi mamá trabaja mucho y no sé si pueda venir mañana.- Ese examen médico no iba a arruinar su competencia.

-Está bien, te voy a dar un pase por una semana para que tu mamá pueda escoger el día. Pero mientras tanto te quiero tranquila en tu casa reposando y sobre todo sin agitarte.- le indicó. A Chizuru casi le da algo.

-¡Pero yo tengo que entrenar! – se angustió -¡El sábado es mi competencia de gimnasia!

-Mientras no tengamos los resultados de los análisis, nada de competencias señorita Kamiya.- dijo el doctor duramente.

-Pero doctor…llevo meses entrenando y es mi sueño. Es el campeonato nacional y hasta mi papá me va a ir a ver…- sollozó. La medalla de oro…

-Lo siento, pero es por tu bien. No puedes hacerlo. – sentenció el otro, preocupado - Escuché algo en tu corazón que no me gusta nada.


Como pudo, Kaoru llegó a la vecindad hecha un mar de lágrimas. Justo Tae llegaba de llevar un pedido a una clienta, y al verla se la llevó inmediatamente a su casa. Mejor que los vecinos no pregunten nada.

-¿Kaoru-chan? ¿Qué pasa? Ya…no llores, no estés triste…- dijo sentándola y acercándole un vaso de agua.

-No estoy triste, Tae. Lo que siento es rabia. ¡De pura rabia! Porque el imbécil de Shogo me traicionó…ahora es novio de Misanagi…- gimoteó Kaoru.

-¿Y quién es Shogo y quién es Misanagi?

-Shogo…es un chico de la escuela que quería ser mi novio.- mintió Kaoru. Sólo Tomoe sabía de la doble vida que llevó y lo único que le faltaba era que su propia familia también se lo reprochara.

-Y por lo que veo a ti también te gustaba. – para esas cosas, Tae era muy aguda - Pero yo pensé que tú estabas interesada en Akira, con lo que me dijiste anoche.

-Claro, Tae…tú sabes que Akira me sigue importando mucho. Pero ya terminamos y somos muy diferentes. Aparte Akira…no tiene que ver con esto…- sollozó para luego decir con furia - ¡El único culpable es Shogo! Él me hizo creer que de verdad me quería. Y hoy…me puso en ridículo frente a todos mis compañeros. – la miró a los ojos - Todos mis compañeros…todos, menos Tomoe se burlaron de mí porque yo no soy rica como ellos. ¡Y es la peor humillación de mi vida!- se quebró.

-Kaoru-chan…

-¡ODIO SER POBRE! ¡LO ODIO, LO ODIO! – explotó la chica - ¡Para ellos es muy fácil, tienen lo que quieren, gastan sin tener que estar contando el dinero y…andan bien vestidos y en auto! Aprovechando que sus papás les pagan los mejores colegios…en cambio yo, que soy la mejor de la clase, no puedo ir si no tomo el metro y dos buses, ¡y no tendría nada que ponerme de no ser por ti, Tae! Para mandarles mis trabajos a los maestros tengo que juntar de yen en yen para pagar UNA hora en el café internet.- terminó Kaoru con amargura.

-No sé qué decirte…yo siempre pensé que te convenía estar en las mejores escuelas, pero ya veo que eso solamente te está trayendo penas…- Tae le agarró del mentón a Kaoru cariñosamente -no sabes cómo me duele que te traten así. Es injusto.- le dijo con tristeza.

-La vida…no es justa. Y de eso ya no tengo dudas…

-¡Pero no les hagas caso! ¡Esa gente encopetada ni siquiera vale la pena! ¡Total no los vas a volver a ver! Tú te vas a ir a otra universidad…- se paralizó cuando vio la mirada perdida de Kaoru - ¿qué pasa, Kaoru-chan? ¿Qué está pasando en esa cabecita tan loca?

-Nada…nada, nada. – dijo Kaoru volviendo a la normalidad - Pensaba que es bueno poderme desahogar contigo, Tae. A ti sí te tengo toda la confianza…a veces mi mamá no me entiende…¡pero yo sé que tú sí comprendes mi necesidad de salir de aquí!

-Tú sabes que voy a estar a tu lado cada vez que me necesites…- le prometió Tae, abrazándola.


-Y el doctor que me revisó me dijo que no puedo hacer nada hasta que me hagan esos análisis…Sou-kun yo no quiero faltar a mis entrenamientos, no sé qué voy a hacer…

Apenas salió de la consulta, Chizuru corrió a la vecindad, decidida a no hacer nada hasta pasada la competencia. No mentiría ni ocultaría nada, sólo lo pospondría. Pero su estado de angustia era tal que no se fijó por dónde iba y se tropezó con Soujiro. Él era su único amigo y la entendería, y así como estaba, necesitaba contarle a alguien lo sucedido y desahogarse. Sabía que Soujiro no sería indiscreto y la comprendería.

-Vamos mañana, yo te acompaño. – se ofreció el chico. Al él no le daba buena espina lo que había descubierto el doctor - Seguro que el doctor quiere estar tranquilo y que todo esté bien. Si quieres le pido permiso a tu papá para que me deje faltar mañana…

-Por favor Sou-kun…no le vayas a decir nada a mi papá. Es que no quiero que mis papás sepan nada hasta que tenga los resultados…- rogó Chizuru. Todo sería más fácil después de la competencia.


Y mientras tanto, Kaoru había llegado a una conclusión, y con eso una decisión…

-¿Sabes, Tae? Me doy cuenta que le gusto mucho a los hombres.- dijo ya tranquila.

-¿Y cómo no les vas a gustar si eres una niña muy bonita y educada?

-Me refiero a que…hay algo que provoco en los hombres y que podría aprovechar. – explicó - Mi juventud…mi belleza…

-Kaoru-chan, ¿por qué dices esas cosas?- Tae se preocupó.

-Porque he decidido cambiar mi vida. – La expresión de su rostro había pasado del odio, la angustia y luego la tranquilidad en pocas horas. Ahora se podría decir que estaba alegre. -Voy a ir por un camino de verdad efectivo: el de dominar los sentimientos…

-Pero antes que nada, debes seguir el camino recto…-

-¡Claro, Tae! – exclamó Kaoru animada - Te aseguro que voy a seguir un camino muy recto…rectísimo hasta mi meta…

Pasó la tarde y Tae estaba realmente muy preocupada y triste por Kaoru. La habían tratado mal, y eso era inconcebible. Kaoru-chan era la persona más buena y esforzada del mundo, y era injusto que sólo por su condición social fuera desdeñada. No podía creer que en pleno siglo 21 siguieran sucediendo esas cosas. Pero ella había cambiado…no sabía cómo, pero le preocupaba esa actitud que empezaba a surgir de su amiga. Estaba tan perdida en pensamientos que no sintió a Sanosuke asomarse por la ventana de la cocina.

-¡Hola mi dulce Tae! – ella dio un respingo - Aquí tiene a su luchador y cantante personal…¿qué tal si nos tomamos unas copitas?- preguntó coqueto.

-Usted sabe muy bien que yo no bebo. Además no me venga con distracciones porque tengo mucho en qué pensar…ahora dígame de una vez qué quiere.- No estaba de humor, pero el luchador siempre encontraba la manera de distraerla un poco y divertirla con sus ocurrencias…pero ella no lo admitiría, no señor.

-¿Por qué se hace, mi Tae-chan? – Cuando Tae se dio cuenta, Sanosuke había entrado a la cocina de un salto - Si ya le dije un montón de veces que con usted quiero todo…- declaró tomándola de las manos.

-¡Gáneme, gáneme! Si me toca, me pierde. – le siguió el juego - Yo también le dije un montón de veces que sólo somos amigos. ¡Yo soy una mujer de respeto!

-¡Y por eso más la quiero! ¡No vaya a creer que soy un bruto! Porque para eso hay otro tipo de mujeres, no usted, no… y yo acá adorándola y usted ni me hace caso. – los ojos de Tae se pusieron como platos - Si viera las mujeres que van a verme luchar.- Salió corriendo antes de que una olla aterrizara en su cabeza.


-Anata, no quisiera molestarte pero…estoy muy preocupada, creo que debemos hablar.- le dijo Sakura a su marido. El asunto del profesor que quería ayudar a su hija todavía le daba vueltas por la cabeza, y la actitud y tozudez de Kaoru no ayudaban. Era hora de buscar un aliado en su esposo.

-Sakura te veo muy afligida, ¿qué pasa?- se extrañó él.

-Es por Kaoru-chan…

-¿Está enferma?- se alarmó el padre.

-No…es su comportamiento…el que anda teniendo.

-Pero si ella nada más nos ha dado satisfacciones, y tú lo sabes…- dijo Koshijiro henchido de orgullo.

-¡Escúchame, Koshijiro! – Ya perdió la paciencia - Hay un profesor que le está haciendo unas proposiciones muy raras.

-¿Qué proposiciones?- Casi cae redondo.

-Pues que le quiere pagar esa universidad tan cara…¡la quiere meter a estudiar a esa escuela carísima! – lloró Sakura - No es que sea mal pensada, pero en mi cabeza no me explico por qué habría de hacerlo. Ve tú a saber qué intenciones tenga ese hombre con nuestra Kaoru-chan.

-Debiste decírmelo antes, koishii. Esto lo tengo que hablar con Kaoru-chan.- concluyó Koshijiro.


Kaoru despertó a la mañana siguiente con un mal sabor de boca. Todavía le hervía la sangre por lo que le habían hecho. Y estaba decidida: iba a ir al bar del colegio a buscar a esos dos y confrontarlos. Sabía que estarían allí, pues era casi una obligación para Shogo ir a desayunar allí, aparte todavía eran días de trámites de títulos y certificaciones. Y Misanagi…después de lo de ayer era un hecho que ella no se despegaría de su lado. Como una sanguijuela. Una que estaba dispuesta a aplastar.

-Hola Shogo. – en efecto, los dos estaban allí - Qué gusto me da encontrármelos juntos, así me ahorro el viaje a tu casa Misanagi.

-¿Cómo supiste que estábamos aquí, Kaoru? – preguntó la otra altanera.

-Por favor…como si no conociera la rutina de Shogo.- Kaoru estaba decidida a chicanear a su rival.

-¿A qué vienes? – se empezó a burlar la chica Takeda - Ah ya sé, no me digas. Vienes a rogarle a Shogo…

-No, claro que no. Para rogar estás tú. – Misanagi se calló, furiosa - Por cierto…qué bien se ven juntos, son tal para cual.- se burló Kaoru.

-Pensé que no te volvería a ver…- dijo Shogo en un susurro quebrado. En esos momentos ni él se entendía. Estaba dolido, resentido, satisfecho. Estaba contento por haberle dado la lección a Kaoru por mentirle, pero al mismo tiempo le dolía.

-Sólo vengo a decirles que lo que me hicieron me dolió. Pero yo sé esperar, y ya vendrá la mía.- les prometió llena de odio - ¡Les juro que se van a arrepentir! Va a llegar el día en que me rueguen que los perdone. Que los ayude. ¡Y yo no lo voy a hacer!- dada la declaración de guerra, se dio la vuelta y se fue, dejando a los otros dos con sentimientos encontrados.