Los personajes utilizados en este fanfic son propiedad de Kōhei Horikoshi, sólo soy dueña de los OC y la SI.

Aclaraciones y Advertencias:Los personajes no me pertenecen. OC. OCC. Una historia ramdon con sus debidos momentos serios. (?)

Summary: A ver gente, yo ―una pobre y desvalida niña amnésica― sólo quería un simple año sabático en éste mundo para nada simple, ¿lo captan? ¡No terminar viviendo con el puto primo del Hombre Libélula!


Why?


Si así es cómo se siente una resaca, déjenme decirles que apesta.

En mi dolor hice el voto solemne de que nunca, jamás, saldría a beber alcohol. No si iba sentirme como una mierda después.

Bueno, no me sentía exactamente como mierda. Para empezar, no estoy segura de cómo se siente la mierda, y no voy a mirar dentro de un retrete y preguntarles a las heces de alguien qué tal estuvo su día.

Me sentía graciosa. No en el plan comediante, sino como un globo de helio o algo por el estilo. ¿Cuál es la palabra que estoy buscando? Ah, sí. Ligera. Estaba completamente segura de que podría volar si daba un pequeño saltito, lo que sería horrible porque le temo a las alturas.

Parpadeé un par de veces. Entonces me di cuenta de dos cosas: 1) Estaba acostada, 2) Mis ojos ardían con la intensidad de mil soles. ¿Por qué? No tenía idea de lo primero, pero podía apostar que lo segundo era culpa de la luz fluorescente en el techo.

Así que hice lo más lógico, girar a la izquierda.

Fue una mala idea.

Escuché algo caer detrás de mí. Fuerte. Metálico. Y de repente, todo lo que sabía es que mi brazo dolía. Como una perra.

Tal vez estoy exagerando, pero algunas lágrimas se me escaparon. Fue tan abrupto e inesperado, pero lo sentí. Aunque sólo pude comprender lo que fue todo ese desastre cuando el dorso de mi mano dejó de pulsar.

―¿Una intravenosa?

Y el entendimiento me golpeó de repente. Por supuesto, estoy en un puto Hospital. Fui sedada, ese debe ser el "sentimiento gracioso" que tengo. Eso debe explicar por qué estoy en una cama, que estoy bastante segura que no es mía. Y esta bata que llevo puesta. Y por qué no recuerdo qué estoy haciendo en un puto Hospital.

... ¿Qué estoy haciendo en un puto Hospital?

Traté de hacer un esfuerzo, pero nada vino a mí. Ninguna memoria. Nada. Ni siquiera algo intransigente como salir a comprar el pan para la cena. ¿Por qué?

Me sentía vacía.

No, no vacía. Era cómo... ¿Sabes ese sentimiento gélido e inequívoco que se instala en tu vientre cuando sabes que estás jodido? Bueno, algo como eso. Estoy jodida.

Aunque estaba cansada y la idea de cerrar los ojos y dormir en esa cama era tentadora, tenía que salir de esa habitación. Tenía demasiado en mi mente para poder descansar.

Prácticamente estaba apoyándome en las paredes mientras caminaba sin rumbo en los pasillos. Primero, porque no estoy segura de estar sintiendo partes de mi cuerpo como se supone que debería. Segundo, porque no sé si estoy siendo dramática o si de verdad no puedo sentirlas.

Necesito encontrar a alguien. Preguntar a quién mierda me tope en el camino quién carajo soy y qué estoy haciendo aquí.

Al final no hubo necesidad de buscar a nadie, ellos me encontraron.

―¡Aquí está! ―dijo una enfermera, corriendo hacia a mí como si tuviera al demonio pisándole los talones―. Gracias a Dios.

―Niña, nos has dado un susto a todos ―dijo una voz detrás mía.

¿Cuándo…?

―¡Midnight-san! ―dijo la enfermera que me había agarrado sin preguntar, de repente con una expresión aliviada en su cara.

―Yo me encargo ―aseguró la tal Midnight. Era una mujer joven, atractiva, con un antifaz y un traje de dominatrix. ¿La dejaban vestir así en éste lugar? Qué diablos está mal con el mundo―. Sé que estás confundida y probablemente asustada, pero todo está bien ―me dijo a mí en esta ocasión―. Descansa, lo mereces.

¡Yo no necesito descansar, necesito respuestas!

Lástima que no pude decir esto en voz alta. Contrario a mis deseos, mi cuerpo cayó en los brazos de la enfermera y lo último que alcancé a ver antes de cerrar los ojos, fue el ceño fruncido de Midnight.

La próxima vez que abrí los ojos, estaba de nuevo en la cama. Genial.

Después de mi infructuoso intento de escape, decidí quedarme quieta. Sospecho que esta vez no seré capaz de siquiera llegar a la puerta.

―… Hey, la férula no estaba aquí antes.

Jesús, ¿esa era mi voz? Sonaba como un zombie gimiendo.

―Oh, veo que despertaste.

Grité.

―Te sorprendí, ¿verdad? ―rió la ancianita que me había asustado―. No te asustes, señorita. No voy hacerte daño.

No, no es eso, señora. No creo que vaya a hacerme daño– A menos que esté planeando jalarme las mejillas, porque entonces sí estamos hablando de hacerme daño. Simplemente me agarró con la guardia baja. Es tan pequeña que no me di cuenta de su presencia, ¡los Hobbits serían más altos que ella!

―… ¿Quién es usted?

―Recovery Girl a tu servicio, muchacha.

Fruncí el ceño.

―Ese no suena como un nombre.

Recovery Girl volvió a reír.

―Para ser justos, no me preguntaste mi nombre. Preguntaste quién soy ―desgraciadamente, ella tenía razón―. El seudónimo trabaja para ambos casos.

―… ¿Seudónimo? ―hice una mueca―. ¿Para qué una Doctora necesita un seudónimo? ¿Es para lucir genial? ¿Para hacer sus vidas más emocionantes o qué? ¿Es por eso que está vestida así?

Pero ella no me contestó esta vez.

―Huh, tal como pensé ―murmuró acariciándose el mentón. Ya no sonreía―. Ese trauma en tu cabeza iba a ser un problema.

―… ¿Trauma?

Recovery Girl suspiró.

―Me temo que habrá que hacerte algunos exámenes extra, querida. Sólo para estar seguros.

Me volví familiar con la cama durante los siguientes días. No puedo voltearme sin lastimarme a mí misma y estar en la misma posición todo el tiempo empieza a ser resentido por todo mi cuerpo. Estoy cansada de estar cansada, pero dormir es lo único que puedo hacer por el momento.

Conclusión: esto apesta.

Por lo menos, ahora soy consciente de mis heridas. La férula en el brazo derecho se debía a que me habían operado mientras estaba fuera de combate. Al parecer el hueso estaba descolocado y me desperté antes de la cirugía por una dosis errónea de anestesia.

Me colocaron una férula temporal en la pierna izquierda, para mi rodilla. No está rota, pero al parecer me la lesioné lo suficiente para tener complicaciones al azar al caminar, así que me la pusieron para mantener las cosas en su lugar.

Tenía un vendaje en la cabeza porque me di un golpe, fuerte. Supongo que fue lo que causó el trauma del que Recovery Girl me habló. Como si no apestara lo suficiente, los resultados de los exámenes que me hicieron dicen que tengo amnesia. Yay.

Podría ser peor, supongo. Omitiendo la falta total de recuerdos sobre quién soy, Recovery Girl me dijo que tuve suerte. Al parecer soy una de las víctimas del desastre que hubo en Kamino hace unos días. Además, cuenta el historial que poseía heridas peores antes ―no es como si yo pueda validar eso―, pero su quirk me ayudó a recuperarme de las heridas graves mientras estaba inconsciente.

Quirk, esa era una palabra nueva que había aprendido recientemente. Me explicaron que los quirks son algo así como súper poderes. No, perdón, no son como súper poderes. Son súper poderes. Se supone que casi todo el mundo tiene uno hoy en día y la sociedad está hecha más o menos un desastre por eso, ya que cuando a alguien con mañas se le da por hacerse el listillo, las cosas usualmente se descontrolan. Hay leyes que prohíben el uso de los quirks en público, exceptuando casos de autodefensa y usos cotidianos inofensivos, así que puedes ir a la cárcel por ir usándolo descuidadamente.

Por supuesto que no es un trabajo para la policía, así que cuando me hablaron de los Héroes como profesión, no me sorprendí tanto.

Midnight y Recovery Girl son heroínas, lo que explica por qué se visten tan raro y nadie les llama la atención por ello. Me sentí un poco mal por escaparme de la cama cuando me dijeron que las dos llevaban una gira sin descanso por todos los Hospitales de la zona. Traté de ponerme en los zapatos de Midnight y honestamente, no sé cómo es que no me gritó por darle tantos problemas; si yo llevara quién sabe cuántas horas sin dormir, yendo de un Hospital a otro, lidiando con los gritos, lamentos y preguntas de la gente, paciencia es lo último que tendría.

Un sujeto vino a hablar conmigo.

Su nombre era Naomasa… algo. La verdad, no me interesaba quién era o cuántos años tenía, pero sabía que era un Detective porque lo dijo al presentarse.

Me hizo unas preguntas sobre lo que ahora se llamaba "La Guerra de Kamino", las cuales naturalmente no supe cómo responder.

―No recuerdo ni mi propio nombre, ¿cómo esperan que les diga cualquier cosa útil?

―Sé que todo esto debe ser frustrante para ti, pero las Fuerzas Policiales necesitamos cualquier testimonio que podamos conseguir. La Liga de Villanos debe ser arrestada.

¿Y a mí qué? Que el mundo arda. Que triunfe el mal. Mientras no me fastidien más de lo necesario, no me importa si mañana despierto y hay un Overlord de otro planeta diciéndonos qué hacer. Mientras mi vida sea cómoda, lo que sucede alrededor no es mi problema.

¿Falta de memoria? ¿Rehabilitación que no pedí? ¿Dormir sentada? ¿Comida de hospital? ¿Tener que aguantar que me trataran como a un niño de kínder cada vez que iniciaba conversación con alguien? No, no había mucha comodidad en mi vida en éste momento. Perdónenme por estar emputada.

―Mire, señor ―inhalé profundamente para no escupirle mis verdaderos pensamientos a la cara―. Siento destruirle las esperanzas, pero nada vendrá a mí mágicamente por el simple deseo de que lo haga. Ya traté. No pasó nada. No sé qué le dijeron allá afuera, pero mi falta de memoria es absoluta.

… Eso sonó más grosero de lo que pretendía que fuese.

―Lo siento ―me disculpé.

Naomasa tenía derecho a enojarse, el tipo estaba haciendo su trabajo y heme aquí, montando berrinche. Era injusto. Pero la vida también fue injusta conmigo. Ugh, pero no tenía por qué desquitarme con él.

¿Cómo carajo me las arreglo para hacerme sentir tan mal?

―No te preocupes ―sorprendentemente, los ojos de Naomasa se ablandaron un poco―. Todo esto debe ser extenuante para ti.

―Más bien insoportable ―suspiré―. La comida sabe a papel maché y sólo estoy comiendo porque, si no lo hago, se me abrirá un agujero en el estómago por todos los antibióticos que me están dando. O eso fue lo que me dijeron.

―Es una suerte que te den de alta mañana, entonces.

¿Oh? Ahora sí que tenía toda mi atención el desgraciado.

―Supongo que es hora de hablar de mis otros motivos para estar aquí hoy.

―Jugar con los sentimientos de un enfermo es cruel, señor ―extrañamente no me sentía enojada, tal vez porque sabía que el hombre sólo intentaba hacer más livianas las cosas en mi estancia en el Infierno Esterilizado―. ¿A qué vino entonces?

―… Un amigo me pidió que me encargara de tu caso.

De repente comprendí por qué Naomasa estaba siendo tan amable.

―Esto va a ser una mierda de noticia, ¿verdad?

Intentar averiguar quién soy fue un dolor en el trasero.

Habría bastado con un pase del metro, estudiante o de biblioteca, pero resulta que no tenía ningún objeto personal conmigo cuando me trajeron. Sé que Japón está entre los países que no disponen de un documento oficial de identificación, pero ¿cómo podía no llevar nada útil encima? Tal vez no mi billetera, pero si acaso un maldito teléfono para jugar Fruit Ninja.

Aunque por las condiciones en las que me encontraron y mi estado actual, dudo mucho que mi celular (si es que tenía uno) haya sobrevivido.

Así que por culpa del Estado y sus estúpidas políticas de privacidad, al parecer no tengo registros hasta que se demuestre lo contrario. Edad. Familiares. Quirk. No es sólo mi nombre lo que me falta, son todos los datos que corresponden a mi identidad. Los análisis de sangre no arrojaron resultados concluyentes (Recovery Girl sugirió al menos diez razones para esto, pero pensar en ellas sólo me deprimen). Saber acerca de mi quirk habría ayudado, ya que al menos así podrían ubicarme en el registro, pero ¿qué creen? ¡Nada! Por más test que acepté hacerme, nunca ocurrió algo en alguno de ellos; sin más que poderse hacerse al respecto, me colocaron como quirkless y con eso mi última esperanza se fue por el caño.

Yamada Hanako. Ese es el nombre que me dieron por ahora. Irónicamente, es un nombre que significa que no tengo nombre. Me lo dieron por ser un nombre femenino terriblemente común. La Jane Doe japonesa.

No voy a mentir, tenía miedo. Era difícil olvidarse que no tengo adónde ir. Ahora que ya no necesitaba estar más en el Hospital, me pregunté qué sería de mí. No conozco a nadie, salvo la gente que me atendió y cuidó de mí los últimos días. ¿Me llevarían a los Servicios Sociales? ¿Me pondrían en adopción? ¿El gobierno me daría un apartamento en algún lugar al azar y un fondo provisional para subsistir?

Había escuchado tantas posibilidades entre los chismorreos de las enfermeras, cuando ellas pensaban que no estaba oyendo. Ninguna de las opciones me gustaba. De repente la idea de abandonar éste sitio ya no era tan tentadora; prefería quedarme aquí con todo y pésima comida, pero con conexión a internet y televisión, que tener que empezar de cero en un mundo que apenas y sé cómo carajos funciona.

―Yamada-san ―me llamaron.

―¿Hn?

Finalmente me di cuenta que estábamos en la recepción. Oh Dios, ¿es hora? ¿Ya?

―Yamada-san.

Miré a la enfermera que me ayudó a desocupar la habitación, algo frustrada. ¿Acaso no podían darme aunque sea unos minutitos, ya saben, para hacerme a la idea? Soy básicamente una adolescente a la que están echando a patadas al frío, cruel y raro mundo de allá afuera.

Ella se aclaró la garganta y realizó un ademán. Seguí la dirección que indicaba su mano, finalmente fijándome en el sujeto frente a nosotras.

Llevaba un traje y aspecto formal, pero de alguna manera lucía desalineado. Emanaba una vibra ominosa similar a la de un abogado descafeinado y con insomnio. Probablemente ese fuera el motivo para que tuviera más bolsas bajo los ojos que yo.

Sin embargo, si había un abogado aquí significaba que me iría con los Servicios Sociales, ¿no?

―Aizawa Shouta ―dijo el hombre, su voz era perezosa―. A partir de ahora, seré tu tutor.

… Esperen, ¿qué?

Aizawa no era un tipo conversador. De hecho, después de los primeros segundos me di cuenta que tenemos un carácter de mierda muy parecido. Así que renuncié al hostigamiento y dejé que condujera adondequiera que sea que vayamos ahora. Saltar por la ventana siempre era una opción.

De lo poco que logré sacarle en la primera tanda de preguntas ―antes de que me mandara a cerrar la boca porque estaba siendo 'muy ruidosa'―, es que el hombre es un Héroe como Midnight y Recovery Girl. No se veía muy heroico para mí. Pero, por otro lado, si había alguien lo suficientemente racional para no hacer un fenómeno extravagante de sí mismo, al menos el mundo tenía esperanzas.

Aizawa no me dijo de qué iba todo éste rollo de ser mi tutor, así que saqué mis propias conclusiones.

Dudo que fuese por lástima, ya que hasta dónde yo sé ―aunque no es mucho―, no nos conocemos de nada y tampoco recuerdo haberlo visto alguna vez hasta el día de hoy. De los casos como el mío podía hacerse cargo el Gobierno, ¿entonces por qué un Héroe me tomaba bajo custodia? ¿Protección de Testigos? Era perder el tiempo, con mi amnesia no había mucho que me pudieran sacar. ¿O acaso tenían esperanzas de que recordara algo, igual que Naomasa?

Pft. Deberían ser un poco más realistas y rendirse.

Lo que fuese, al menos ahora no tendría que pasar por toda esta mierda yo sola. Dudo que Aizawa planeara ser una roca emocional o algo, pues es obvio que un tipo como él no se presta para esas mierdas sentimentales. Al menos creo que fui a parar con la persona correcta. No quiero la puta lástima de nadie, gracias. Me basta con tres comidas al día y un sitio para caer muerta cuando esté cansada.

―… Me estás jodiendo, ¿verdad?

Adiós a mis planes de año sabático haciendo el vago, con la excusa de no estar lista y evitar hacer frente al mundo exterior. Mi nueva casa era una Escuela. Una Escuela que de paso se había convertido en Internado recientemente. ¿Mencioné que es la mejor Escuela de Héroes del país y tiene seguridad de punta? ¿No? Pues sí. All that Jazz.

Dicen que las cosas malas les ocurren a las personas buenas. Pero con tremenda racha de mala suerte, me apuesto a que fui el Anticristo.

Aizawa parecía disfrutar de mi miseria.

―Bienvenida a tu nuevo hogar, Yamada.

Fuck you, Aizawa.


Continuará


Nota de la Autora:

Un amigo me hizo darme cuenta de que un Fic Self-Insert era la cagada que le faltaba a mi vida como escritora de Fanfictions, así que aquí estoy. Por si no saben la diferencia: un SI es diferente a un Fic con un OC como protagonista, ya que el OC se basa en algún aspecto del autor. En éste caso, la SI tiene mi personalidad, por lo que esperen crack en un futuro cercano. Además de eso, cabe señalar que no será una Mary Sue (que es derivado del Self-Insert). Tampoco será mágicamente transferida a la Clase 1-A o clase 1-B. Tampoco esperen que tenga un Quirk OP.

Sin más que agregar, nos vemos.