INTERCAMBIO DEL ALMA

(Soul Exchange)

Por Rozefire

Traducido por Inuhanya

Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, pero no necesitan que les diga eso para que lo sepan… verdad?

Nota de Rozefire: Este es un UA porque no sigue la historia original, pero SE desarrolla en el Japón feudal con algunas circunstancias y todo - pero los personajes están en posiciones y situaciones diferentes. Definitivamente es un Inu/Kag pero algunas veces las personas se preocupan porque comienza extraño… Así que lean - y más que todo - Disfruten! Eso es por qué escribo estas cosas - para que la gente pueda disfrutarlas…

Nota de Inu: Hola, hola… es un placer traerles esta nueva historia de Rozefire, como siempre espero que les guste y que la disfruten al igual que las demás… si no las han leído, los invito para que lo hagan en la cuenta de IR-CHAN… sencillamente son geniales… Recuerden que ninguno de estos fics me pertenece, todo el crédito es de Rozefire… yo sólo me encargo de la traducción y de publicarlos para todos ustedes… Sus comentarios siempre son bienvenidos y de antemano muchísimas gracias por todo el apoyo que nos han brindado… Ahora sí… DISFRUTEN!!!

------

Capítulo 1: El Trato

------

Los arbustos rasguñaban sus desnudas pantorrillas y rasgaban su ropa mientras atravesaba los matorrales. Su respiración llegaba en cortos jadeos, medio sollozando, mientras corría por todo lo que valía. A un punto su manga se atascó en un arbusto y llevó su carrera a un tambaleante alto, pero no le prestó mucha atención mientras lanzaba su brazo hacia adelante con un grito de esfuerzo y corría, dejando atrás parte de la manga de su kimono.

No podía permitir que algo la detuviera… cada precioso segundo contaba…

Kagome gritó cuando su tobillo se tropezó con una baja rama extendida a su paso. Por reflejo, extendió sus brazos para frenar su caída, pero aún aterrizó fuertemente, golpeando sus manos y su mentón.

Ella se tragó otro grito cuando movió su tobillo y el dolor se disparó por su pierna. No importó - todo lo que importaba era encontrar el viejo árbol Goshinboku…

Kagome levantó su cabeza, a punto de levantarse y continuar, cuando se detuvo en seco. Lo había encontrado… había caído en sus raíces. Le tomó unos segundos registrar dónde estaba en relación a su villa… y llegó a la conclusión de que estaba a una buena distancia sin duda. La villa de su prima estaba rodeando la colina.

Pero no estaba buscando la villa de su prima.

Con un grito ahogado se levantó y tambaleó por el accidentado suelo para caer de rodillas ante el viejo árbol y comenzó a escarbar la tierra con sus manos. Habría sido más fácil si el suelo estuviese húmedo y enlodado pero no había llovido en días, y la tierra estaba tan seca como huesos, e igual de dura.

La tierra dejó manchas en su desgastado kimono blanco y cubrió el material azul oscuro de su delantal atado en la cintura. Había perdido sus sandalias hacía mucho… y ahora las extrañaba, pero no insistió mucho en eso.

"Vamos… vamos…" respiró ella urgentemente intentando detener los temblorosos sollozos que se levantaban en su garganta.

Las piedras en el suelo estaban cortando sus manos y dedos peor de lo que ya estaban, pero no podía encontrarla… y tenía que continuar buscando. Desesperadamente golpeó la tierra a su lado y gateó por las raíces hacia otra parte del suelo y comenzó a cavar ahí, retirando los parches de pasto del camino en orden de llegar al suelo más suave debajo.

Debió haber estado en eso por una hora y aún buscaba entre las raíces, llorando libremente con angustia… hasta que sus manos estaban tan en carne viva que no pudo cavar más. Se agachó y presionó su frente contra sus rodillas, enojada por su fracaso pero mayormente por darse por vencida. No había caso… podría pasar una semana buscando alrededor del árbol la caja de su madre y para entonces sería muy tarde… de hecho… en ese preciso momento probablemente ya era muy tarde.

"Perdóname…" susurró ella roncamente en su regazo, haciendo una mueca mientras lágrimas se formaban y brotaban sobre sus mejillas.

"Por qué?"

Kagome jadeó girándose y rápidamente retrocedió contra el árbol. No se había dado cuenta de que tenía compañía… y tampoco la hacía feliz. Un hombre, o lo que sonó como un hombre, estaba sentado en una enorme roca tras ella, envuelto en una piel de babuino blanco. Todo lo que podía ver del hombre era la suave y joven silueta de su quijada bajo la cabeza de un babuino, y sus manos descansando en su regazo.

"Quién eres?" Demandó Kagome temblorosa, aún sabiendo que no demostró verdadera autoridad.

"Alguien que puede ayudarte." Respondió el hombre calmado.

Kagome tragó el nudo en su garganta y levantó alto su mentón. "Con qué exactamente?"

"Por qué estabas llorando?"

La determinada expresión de Kagome titubeó y frescas lágrimas brillaron en sus ojos. "Yo… Yo…"

"Él no morirá."

"C-cómo lo sabes?" Comenzó Kagome y lo miró abiertamente. "No dije nada…"

"No necesito que me digas lo que ya sé." Dijo él simplemente y se levantó para caminar hacia ella. Kagome se presionó más contra el árbol. "Dime… cuánto lo amas…"

"Con todo mi corazón…" La respiración de Kagome se tornó en irregulares jadeos. "Lo necesito… necesito encontrar el talismán curador de mi madre… necesito curarlo antes de que muera…"

El hombre babuino no dijo nada.

"Por favor… puedes ayudarme a encontrarlo?"

"No."

"Entonces vete… estás asustándome!" Explotó Kagome y se levantó precariamente y comenzó a rodear el árbol hacia el otro lado. No llegó muy lejos cuando su paso fue bloqueado. "Déjame en paz!"

"No puedo ayudarte a encontrar el talismán… ya está muerto, sabes."

Kagome sintió que algo se destrozó dentro de ella y un dolido ahogo escapó de su boca antes de colocar una mano para cubrirla y escurrirse por el árbol hacia el suelo. Temblando con descorazonados sollozos.

"Pero puedo regresártelo… Puedo hacerlo para que puedan estar juntos para siempre… vivir juntos… para siempre…"

"Cómo podrías hacer eso?" Logró decir Kagome. "Qué eres?"

"Un espíritu…" respondió él.

Kagome intentó ver más de su rostro desde su ventajoso lugar en el suelo, pero la sombra parecía consumir el resto. "Cómo podrías regresarlo a la vida?"

"No es difícil." Le dijo el extraño. "Pero hay un precio para tal felicidad."

"Déjame adivinar… Tengo que darte mi alma…" dijo Kagome amargamente.

"Cómo lo supiste?" el tono misterioso desapareció de su voz con sorpresa. "Nos hemos conocido antes?"

Kagome lo miró. "Oh dios mío… es en serio…"

"Sí… bueno…" él se compuso de nuevo. "Naraku no anda por ahí ofreciendo un trato tan maravilloso a cada jovencita encantadora que ve."

Kagome intentó levantarse de nuevo, pero su tobillo protestó con un abrasador dolor y se hundió otra vez con un grito ahogado.

"Y como bono, también te curaré eso." Añadió él.

"Vete…"

"No lo has pensado…" El hombre se agachó ante ella, tan cerca que podía oler el mohoso hedor de la vieja piel que usaba. "Kouga está muerto, Kagome…"

Un pequeño sollozo escapó de su garganta.

"Lo sé… la muerte siempre duele… y continuará lastimando por mucho, mucho tiempo. El tiempo cura todas las heridas… pero estarás muy lisiada hasta que lo haga."

Kagome desplomó su cabeza, su cabello escondía su rostro.

"Sólo piensa en la posibilidad, si lo haces." Dijo él lentamente, en un tono profundo e hipnotizante. "Puedo revivir a tu novio… regresarlo a ti… puedo hacerlos a ambos inmortales para que puedan vivir juntos por el resto del tiempo… quieres eso, verdad?"

Kagome dio el más leve de los asentimientos.

"Y todo lo que tienes que hacer es darme la propiedad de tu alma. Y qué haré con ella? No es como si pueda sacarla de tu cuerpo mientras vives. Todo lo que puedo decir, es que la poseo… pero aún estará contigo."

Kagome estaba inusualmente callada.

"Y también curaré tu inútil pie." Él esperaba que moviera el trato.

"Cuál es la trampa?" Preguntó Kagome tímida.

"No hay ninguna… además de que no puedes decir que posees tu alma legalmente…" Naraku habló suave, cerca a su oído. "Siempre será tuya… Yo no puedo usarla… acepta el trato…"

"No puedo hacerlo…"

"Sí puedes… piensa en Kouga…" le dijo seriamente. "Si no aceptas entonces nunca lo verás otra vez. Vivirás el resto de tu vida pensando en lo que podría haber sido si hubieses hecho este trato. Estaría vivo y contigo, entonces qué más quieres?"

"Yo…"

"Haz el trato… o Kouga te dejará por el más allá…"

"Yo no…"

"Hazlo… Nunca lo ofreceré otra vez…"

Kagome guardó silencio por largo rato mientras pensaba en las posibilidades en su cabeza. "Él y yo viviremos para siempre?"

"Hasta el final del tiempo."

"Estaremos juntos?"

"Sin duda." Él sonrió levemente, sabiendo que ya era suya.

"Entonces… acepto… de acuerdo…" dijo Kagome en tono desesperanzado.

Naraku se levantó rápidamente y comenzó a alejarse.

"A dónde vas?" Lo llamó Kagome, sorprendida ante su repentina retirada. Dónde estaba el trato? Dónde estaba Kouga?

"Corre a casa, niña, tu amante te espera…" Naraku desapareció en el bosque, dejando sola a Kagome.

Lentamente se levantó y miró para ver su tobillo firme y no gritó de dolor. Hubo un golpe… pero fue curado. Levantó la mirada apresurada para intentar ver al hombre de nuevo… pero se había ido. Después de eso, Kagome no desperdició tiempo y corrió de regreso a casa. Esta vez sin preocuparse por su ropa rota porque no se atrevía a desperdiciar un precioso segundo sin Kouga…

------

Lady Inu estaba sentada en su trono, intentando bloquear las voces de sus consejeros. Todos estaban hablando al mismo tiempo y rápido y no captaba una simple palabra de lo que estaban gritándole. Sólo miraba recatada sus manos cruzadas en su regazo y esperaba que terminaran pronto y la dejaran sola.

"El clan Lobo en tierra firme están posicionados para atacar - los guardias dicen que ven observadores en las orillas de la isla."

"Nadie aún ha atrapado un lobo?" Preguntó Lady Inu.

"No…"

"Entonces probablemente sólo estén viendo cosas otra vez." Dijo ella simplemente.

Otro consejero intervino con otra amenaza. "Pero el hijo mayor de su último líder está cubriendo el borde en este minuto! Tiene toda una armada bajo sus órdenes - quiere la corona ahora que su padre ha muerto."

"Él no se ATREVERÍA a poner un pie en estas tierras mientras Inuyasha esté aquí." Espetó Lady Inu en una maternal orden. "Si sabe lo que es mejor para él será feliz con la tierra que tiene."

"Sesshomaru demanda el Reino del Sur - reclama que es el heredero!" exclamó el consejero. "Si no rodeamos la tierra, la tomará por la fuerza y la unirá con su Reino del Norte."

"Y como dije - Inuyasha es el heredero - Sesshomaru no puede tomar lo que no le pertenece." Dijo Lady Inu imparcial.

"Pero se lo repetimos, mi lady…" el consejero se agachó humildemente. "Si Lord Inuyasha no toma el trono entonces no tiene derecho al Reino."

"Hm." Fue todo lo que dijo ella. "Qué más necesita mi atención?"

Los consejeros se miraron nerviosamente. "Um… el joven Lord Inuyasha…"

Ella suspiró profundamente. "Ahora cuál es el problema con él?"

"Descubrió sus intentos para casarlo con Lady Mitako…"

Lady Inu dejó caer su cabeza con pavor. "Y?"

"Es suficiente decir… que no se siente especialmente deleitado con usted."

Mientras el consejero decía esto, un fuerte y retumbante boom sonó profundo en el palacio, sacudiendo las cortinas y los ornamentos sobre los manteles. Lady Inu no reaccionó mientras el trono bajo ella vibraba levemente. Cuando se desvaneció, sacudió su cabeza. "Necesita aprender cómo controlar su temperamento…"

"Perdónenos… pero ha estado así desde la partida de su líder…" el consejero le habló agachado de nuevo, aunque se veía muy ansioso de huir.

Un fuerte golpe sonó más cerca, un sonido que hizo saltar a los consejeros y mirar inquietamente las grandes puertas dobles del salón del trono. Lady Inu dirigió una mirada entre ellos antes de suspirar. "Pueden irse si lo desean… Tomaría la entrada trasera si valoran sus vidas…"

"Estará bien, mi lady?" uno de los consejeros pausó titubeante mientras los otros tres escapaban agradecidos.

"Mejor vete ahora o sufrirás su ira para siempre." Advirtió ella levemente, haciéndolo saltar hacia la pequeña puerta detrás de una cortina contra una de las paredes tras ella.

Lady Inu esperó pacientemente por unos minutos, inspeccionando sus uñas y pescando algo en sus dientes. No esperó mucho, cuando unos momentos después ambas puertas de cedro increíblemente pesadas se abrieron de golpe con la fuerza que un ogro podría expresar, pero por las puertas entró un mucho más pequeño, pero no menos lívido, hanyou.

"Ma!"

"Hola, Inuyasha!" dijo ella animada, dándole una de sus más brillantes sonrisas. "Cómo te sientes hoy? Listo para tomar el trono, espero."

"No hoy." Él se detuvo a unos metros de su trono, y desde ahí ella podía verlo apretando su mentón y puños en un masivo esfuerzo por evitar explotar. Bueno… al menos estaba haciendo un esfuerzo esta mañana.

"Dios… cuál es el problema? Luces como si te hubieses comido la sorpresa picante de Sango?" Sango era la Lady en Espera de Lady Inu - mayormente porque era la única otra humana en la isla. También era ampliamente conocida por su infame uso del picante en su cocina…

"No te creo… TÚ has caído muy bajo - justo cuando pensé que no podrías caer más bajo que el lodo!" Siseó Inuyasha venenosamente.

La leve sonrisa de Lady Inu se fue en un destello. "Espero que no beses a Lady Mitako con esa boca." Dijo ella con una leve sonrisa, intentando que captara el tono burlón en su voz.

Ante eso, el limitado control de Inuyasha estalló y pateó la antigua mesa a su lado, rompiéndola sonoramente. Lady Inu miró con los labios fruncidos, silenciosamente contenta de no mantener el mobiliario realmente costoso en el salón del trono. "Planeaste casarme con esa vaca con nariz snob del continente!"

"Pensé que tenía una bonita nariz…"

"Y NO te molestaste en DECIRME!" rugió él, mirando alrededor por otra mesa que destrozar para no dirigir su violencia hacia su madre.

Ella lo observó detenerse a un lado para patear un jarrón decorativo que había sido hecho en el siglo trece. Hizo una leve mueca antes de recordarse de no enojarse. Enojarse sólo parecía llenar a su hijo de más rabia, y eso no era lo que necesitaba.

"Inuyasha… han pasado seis meses…" dijo ella en tono paciente mientras miraba el piso ante ella. "Tu padre no ha regresado, ni regresará. El trono está disponible y si no lo reclamas entonces tu hermano lo hará."

"No puede! Porque pa aún está vivo - no puedes robar el trono del Rey cuando aún le pertenece!"

Lady Inu apretó sus puños. "Cuándo vas a meterte en tu dura cabeza que tu padre está MUERTO!" su inmaculado control también explotó. "No te creo! Seis meses! No hemos recibido noticias que puedan indicar que está vivo! Lo único que hemos recibido en su ausencia es su corona y su espada… Tessaiga…"

Ambos sabían muy bien que el padre de Inuyasha no iba a ningún lado sin su preciosa espada forjada de su propio colmillo.

"Eso no significa nada… podría haberlas dejado caer…" Inuyasha frunció sus ojos.

"Y su corona también?" La madre de Inuyasha se deslizó de su trono y bajó prontamente los escalones, deteniéndose antes de alcanzar el segundo para aún poder mirar a su hijo, ya que ahora era distintivamente más baja que él. "Tal vez las tiró… pero por qué no nos envió una nota? Un mensaje? Alguna señal de que está vivo?"

"Nadie ha encontrado su cuerpo - todavía podría estar allá afuera!" Espetó Inuyasha, deteniéndose ante ella para encararla.

"En una cuneta!" gritó ella, tan orgullosa como siempre, pero un pequeño brillo o agua en la esquina de su ojo la delató. Inuyasha lo vio y se tranquilizó rápidamente, odiaba hacer llorar a su madre… se sentía como un malvado monstruo cuando lo hacía.

Lady Inu secó la solitaria lágrima y miró enojada a su hijo. "El trono es tuyo… tómalo… si no lo haces será tomado por Sesshomaru por la fuerza de una guerra. Quieres ser responsable por cientos de vidas de Inu Youkais en este reino?"

Inuyasha desvió la mirada.

Su madre tensó su quijada y bajó los dos últimos escalones de su trono y agarró su oreja para girar su cabeza. "Mírame cuando te hablo!"

Dolía un infierno, pero no iba a darle la satisfacción de gritar como un bebito. Ella continuó. "Toma el trono y gente será leal a ti!"

"Ellos no me seguirán - soy un Hanyou!"

"Es por eso?" ella soltó su oreja la cual frotó rápidamente . "Estás asustado de tomar el trono porque podrían no aceptarte?"

"No!"

"Esa no es una preocupación válida! Ellos amaban a tu padre - te amarán!" dijo su madre acalorada. "No los abandones ahora!"

Inuyasha la miró. "Pa no está muerto… él regresará… lo verás…" Él se giró y comenzó a salir del salón.

"Seis meses más, Inuyasha!" Gritó ella. "Sesshomaru no esperará más! DEBES tomar el trono para entonces y dominar a Tessaiga para nuestra protección."

"Seis meses y encontraré a Pa!" Gritó Inuyasha conciso sobre su hombro. "Me voy ahora - lo encontraré!"

La sangre de Lady Inu se congeló dando unos pasos tras él. "No… No! Si Sesshomaru se entera de tu ausencia atacará de una vez! Sólo te teme y a la espada! Vete ahora y será despiadado con el resto de nosotros!"

"Entonces no dejes que lo sepa!" Inuyasha se giró mientras alcanzaba las puertas y le apretaba un puño. TÚ pudiste dar por muerto a papá - pero yo no! Lo traeré y entonces el reino será seguro otra vez! Y NO tendré que ser obligado a esos estúpidos matrimonios!

Él se giró y desapareció de vista en un parpadeo. Lady Inu liberó un tembloroso respiro y cayó de rodillas. Esas discusiones con su hijo estaba causándole pérdidas… ahora era un hombre… no un pequeño niño protestando por la hora del baño… Era más fuerte que ella… tal vez más fuerte que su propio padre… pero no lo sabía. Y estaba siendo más y más difícil mantenerlo de esa manera… ella no quería perder una pelea con él, eso sería muy peligroso.

Pero se estaba encaminando hacia allá. Estaba desobedeciéndola, cancelando los matrimonios que arreglaba para beneficio del Reino y huyendo en momentos cuando su pueblo más lo necesitaba. Ella estaba perdiendo el control porque estaba creciendo… y estaba aferrándose a la ridícula creencia de que su padre aún estaba vivo…

Necesitaba ayuda. Había mucho que podría lograr sola. Un Reino lo podría manejar. Pero hacer de madre soltera para Inuyasha era un asunto muy diferente…

------

Continuará…

------

Nota de la autora: Vaya - hecho el primer capítulo. Sí, no quiero que Kouga se quede con Kagome… así que terminarán en el próximo capítulo. Además Inuyasha y Kagome se conocerán… Miren este espacio…

------