Cuando el final es solo el principio…
"Mi padre siempre decía…que nuestro tiempo era prestado. Sobre todos cuando corríamos. Nuestro tiempo se acortaba a segundos. A reflejos. A destreza. A suerte. Mi padre le temía a la muerte. El decía haberla visto de cerca y en medio de sus borracheras que hasta hizo un trato con la muerte…o con el mismo demonio. Yo nunca le preste atención. Pero curiosamente…no podía dejar de pensar en ello…"
Era una noche clara. En medio de una carretera solitaria pobremente alumbrada, seleccionada para tales eventos clandestinos, un automóvil volcado. La marca de sus gomas era visible desde mucha distancia al igual que los pedazos de cristal y otras partes del vehiculo. Era un BMW blanco decorado con llamas de fuego azules. Preparado para correr a altas velocidades por las carreteras comunes. Un negocio arriesgado. Pero que a su vez dejaba mucho dinero. Todavía sus gomas especiales mostrando sus aros de lujo seguían rodando. El accidente había pasado hace solo unos segundos. Por el lado del conductor se encontraba este hombre joven de cabeza. Ensangrentado. Aturdido. Con rostro de dolor casi insoportable. Pero todavía más quien lograra conocerlo sabía que en su mente no sabía a ciencia cierta que había pasado. El no acostumbraba a chocar comúnmente. Tampoco creía tener enemigos que quisieran hacerle daño. Conocia a los mafiosos. La organización ilegal que veía esto como un lucrativo negocio. Pero lo del era correr no hacer preguntas. Y desde hace mucho tiempo era muy bueno en lo que hacia. Esta se supone seria su última carrera. Después de diez años de trayectoria junto a su padre, tenia toda la fama que un corredor podría soñar. Odiado por la policía. Respetado por sus adversarios. Admirado por aquellos que apostaban que ganaría. La adrenalina sin embargo ya no era razón suficiente para continuar. Estaba enamorado. Deseaba una nueva vida y ya tenia lo necesario en cuanto a dinero se refiere para montar el negocio legitimo y tranquilo fuera de las calles que su padre y el una vez soñaron. Esta seria su ultima carrera…contra su mejor amigo.
Intentaba abrir los ojos sin sentirse mareado y completamente adolorido. Quizás por haber visto muchas películas o accidentes del mismo tipo sabía que debía salir de su BMW lo más pronto posible. Algo puede causar algún tipo de combustión y mandarlo a volar en mil pedazos. Hermosa manera de retirarse. Tremendo estilo. Esta carretera que se conocia de memoria a pesar de sus curvas. Quiso hacer memoria como ocurrió todo. Mientras hacia lo posible por desabrocharse el cinturón. Una tarea que comprobó ser muy dificultosa. Nunca entendió esto de la seguridad. Cuando debía proteger y un accidente ocurría la seguridad entorpecía. Continuaba maldiciendo su suerte al caer de pronto al techo del auto golpeándose la cabeza. Si la memoria no le fallaba todo marchaba bien. Al principio iban a la par y después asumió una delantera muy prematura. Quizás extraña ahora que se detenía a pensarlo. Puesto a que su mejor amigo también era un experimentado conductor. Debía estarle haciendo el favor por su última carrera. Ellos no eran adversarios naturales. De hecho en diez años era la primera vez que competían seriamente. Alguien de boca entrometida puso la idea. De nuevo como los espectáculos de lucha libre representaba una excelente idea. Su amigo empezó a acusarlo de cobarde como para no quedar mal frente al público y el quien no quiso hacerle caso al principio, le siguió el juego poniendo la cita y la oportunidad para las apuestas.
Faltándole el aire todavía de cabeza golpeo con el brazo adolorido el cristal de fibra de vidrio. Este estaba medio desprendido pero como quiera de la forma en que se encontraba no resultaba nada fácil. Seguía haciendo memoria. De pronto le fallaron los frenos. Sencillamente el pedal se quedo tieso como si alguien lo estuviera agarrando. No era la primera vez que algo de esta índole le ocurría. Por lo que reacciono rápidamente casi sin pensar. Redujo la velocidad, pero el motor continuaba acelerando solo. Eso si era extraño. Aunque también había visto las ocasiones. Puso el freno de emergencia pero no causo ningún efecto y miro a su izquierda ya ligeramente asustado. Su mejor amigo de casi toda una vida lo observaba desde la cabina de su auto un Porche Caimán negro con llamas en anaranjado y rojo con maliciosa mirada. Quizás por la misma carrera que pensaba ganar o porque sabia lo que a el le ocurría. No tuvo tiempo de pensar en eso hasta ahora. Intento advertirle…pensando que este aceleraba junto a el en medio de curvas tan cerradas por demostrarle la habilidad. De pronto perdía toda memoria de las pocas ocasiones que le brindo una mirada a su amigo queriendo que este comprendiera lo que pasaba. Ahora lo que recordaba era el sonido de sus gomas. Barrerse para los lados y luego volcarse dando vueltas que movían todo su cuerpo y lo dejaban indefenso dentro del auto que le había hecho ganar sus últimas carreras.
Arrastrándose salía poco a poco queriendo levantarse. Pero no sentía dolor en sus piernas. De hecho no podía sentirlas. Sentía la húmeda brea de la carretera mirando para ambos lados esperando que alguien lo ayudara. La carretera estaba desierta. Seguramente por la hora. Le extrañaba que nadie lo hubiera venido a buscar. Escucha un sonido distante de un motor que creía conocer. Boca abajo como estaba se le ilumino una sonrisa en el rostro moviendo su cabeza en dirección al auto que se aproximaba.
Era el Porche Caimán. Cerró los ojos para luego virar su cabeza y ponerse boca arriba. Escucho cuando la puerta se abrió y cerró nuevamente. Un hombre joven alto delgado vestido con un pantalón mahón oscuro, una camisa negra y un abrigo rojo, de piel blanca ojos oscuros y pelo negro cortó. Caminaba con pasmosa calma con una peculiar sonrisa que aparentaba estar disfrutando todo lo que estaba ocurriendo. El mal herido no se percataba de nada de esto. Se sentía más tranquilo ahora que la ayuda había llegado por eso se mantenía respirando forzadamente con sus brazos extendidos boca arriba.
-No se lo que me paso. Dijo el que estaba tirado en la carretera casi susurrando. Los frenos…quería decírtelo…
-Te ves mal. Exclamo el recién llegado parándose frente a este. Se nota que no era lo que pensabas para un retiro.
-Jonathan…ayúdame…la policía puede llegar en cualquier…
-Es una lastima Samy. Una verdadera lastima. Este BMW era un excelente auto. Doble Turbo…ocho cilindros…y otros trucos sucios que te salvaron de la policía muchas veces. Todavía me acuerdo hombre eres una leyenda...y yo…¿Qué era?...
-¿De que estas hablando?.
-¡Me canse de ser tu sombra pedazo de pendejo de eso es que estoy hablando!.
El llamado Jonathan se arrodilla al lado de su amigo. Enciende un cigarrillo con toda la calma del mundo para luego seguir diciendo:
-No podías retirarte…son negocios. No es tan fácil esa idea de tu papi. Mira dizque casarte…Que clase de cabrón eres.
-Jonathan de que estas hablando…necesito tu ayuda.
-¿No te das cuenta todavía?. Voy a matarte…fui yo quien daño tus frenos.
-Eres…eres mi hermano…
-Mala suerte que siempre me trataras como uno…
Jonathan saca la pistola que llevaba guardada. Le apunto a Sam directamente al pecho.
-No te preocupes por Zulmarie Samy…yo le daré tus saludos…soy la opción obvia cuando tu faltas…
-Hijo de pu…
Se escucho una detonación que detuvo inmediatamente las palabras de Sam. Había recibido un disparo en el pecho que lo dejo por muerto y Jonathan riéndose de felicidad corriendo regreso a su Porche acelerando dejando sus gomas en el pavimento y pasándole por el lado a Sam desapareciendo del lugar. Parecía que la vida de Sam Carlinoche había llegado a su final…
"Mi padre siempre decía que nuestros segundos están contados. Que las cosas pasan por una razón. Yo nunca le prestaba atención. Había realizado mi vida. Mi retiro asegurado con suficiente dinero para empezar en algún otro negocio. Tenia una novia comprometida para matrimonio…se suponía que mi última carrera marcaba mi final. Dejaba un legado…y mi corazón latía mas lento y solo podía pensar…en el encuentro que tuvo mi padre con la muerte…Quizás yo podía hacer un trato. Como el dijo que una vez hizo…en eso fue que básicamente me concentre en mis últimos suspiros…¿pero que podía ofrecer yo que complaciera a la muerte?. La respuesta vino repentinamente…como mandada a hacer. Tal si siempre estuviera en mi mente…"
