Fueron días

.

Fueron días los que Mikoto se dedicó a visitar los cuneros, en completo silencio, para mirar a aquel pequeño recién nacido; siempre rodeada por unos padres alegres y conversaciones llenas de sueños, salpicadas de esperanzas y vertidas al futuro.

Fueron días.

Y sus ojos negros miraban con pesar a la criaturita, envuelta en sus cobijas, tan inocente… que había llegado a un mundo de crueldad en los peores momentos para la aldea. No pudo evitar tocar el vidrio con una mano y sonreír al bebé, deseando que de algún modo su cariño le llegara y se quedara en él.

—Mikoto-san…

Sus ojos negros se desviaron, posándose en una enfermera. Sonrió amablemente

—¿Pasó algo con Sasuke-kun?

La sonrisa en su rostro se sinceró al recordar a su pequeño y su cabeza negó apenas unos momentos. —Desarrolló una gran preferencia por Itachi.

La enfermera sonrió, sinceramente, y Mikoto miró de nuevo al bebé de cabellos rubios, que estaba del otro lado del vidrio, y la sonrisa desapareció, lentamente, de sus labios. Ahogó un suspiro y se aferró a su bolso, inevitablemente sus pensamientos se alejaron de ella, para concentrarse en la amistad perdida.

Kushina.

—¿Existe la posibilidad de que pueda tomar a ese niño en brazos?

La enfermera le miró y luego desvió la mirada hacia el bebé al que se refería. Inmediatamente se arrepintió, consciente de todos los problemas que rodeaban a esa criatura y a su propia familia; nerviosa, retorció la tela de su bolso al ver el gesto de la enfermera, que se acercó apenas unos pasos a ella, miró al niño y dejó salir un pesado suspiro.

—Mikoto-san, hay reglas…

—Entiendo —asintió, avergonzada.

~oOo~

Naruto sonreía en sueños y Mikoto no podía dejar de acariciarle el rostro, suavemente, con la punta de su dedo. Escondida en el cuartillo de las enfermeras, se mecía en la vieja mecedora, como sabía que le gustaba a Sasuke; las risas de su propio hijo hicieron eco en su cabeza y lamentó que ese niño no pudiera crecer con la dicha y felicidad de los padres amorosos que había perdido. Estrechó al bebé contra su pecho y cerró los ojos con fuerza, como si de ese modo fuera a transmitirle toda la ternura y el amor que necesitaría en su vida.

—No será fácil… pero todo estará bien.

Le dio un suave beso en la frente y lo entregó a la enfermera nerviosa que vigilaba los cuneros. Salió silenciosa y relajada, asegurándose que nadie estuviese mirando.

Fueron demasiados los días en los que Mikoto deseó poder hacer algo por ese niño, más allá de sus diminutas obras anónimas.


¡Hola!

¿Ya lo habían leído? Sorry. ¿No lo habían leído? Espero les haya gustado.

Espero que sepan de qué escena ha venido esto, me partió el corazón ese capítulo...

Martes, 18 de septiembre de 2018