Mi último pedacito de corazón
Ya ha pasado tanto tiempo, quizás y no deba hacerlo pero tener todas esas cosas almacenadas en esa habitación me tienen intrigado realmente, no he entrado ahí desde que él ya no está, el recuerdo es doloroso pero cada cosa debe cambiar, y si quiero seguir con mi vida, deberé abrir la puerta, cuando lo hice un intenso olor a menta me inunda y algunas lágrimas necias abandonan mis ojos, tiene tanto tiempo que no me sentía tan familiarmente feliz, extrañaba esa sensación y ese delicioso aroma, extraño abrazar la almohada continua a la mía y encontrarme con esa embriagante fragancia, extraño sentirla en todos los rincones de la casa, extraño poder olerla en su cabello azabache, lo extraño… pero esos son recuerdos y cada sentimiento que me había reservado en los últimos tres años estaban saliendo a flote como una rápida ola de un mar desconocido lleno de miseria y dolor acompañados con una llovizna de remordimiento.
Contuve el aliento con ese perfume abrazador llenándome por completo los pulmones y di un paso adelante.
No había entrado a su oficina desde el día que lo vi por última vez, todo seguía igual, su escritorio ordenado y pulcro, excepto por la fina capa de polvo que lo recubría, así una sonrisa se engancho en mi rostro.
Te enojarías conmigo por no limpiarla, ¿cierto Levi?
Seguro me hubiera golpeado por abandonar este lugar por tanto tiempo, recuerdo que cuando no lo limpie por dos días seguidos me gane una semana durmiendo en el sofá de la "extremadamente sucia" habitación, no me queje ya que todas las noches que duro mi castigo el entraba ya pasada la noche cuando creía que ya estaría dormido y se acurrucaba junto a mí para antes del amanecer levantarse e irse ; eso quedo como un hermoso recuerdo, pero eso era, un recuerdo, una sombra de aquellos días de gloria donde este familiar olor lo desprendía cada parte de mi pequeño amor, sin embargo aquí estoy, admirando el lugar donde solía pasar horas que me parecían eternas, donde ambos vivíamos los mejores momentos de nuestra vida, ahora todo era diferente, todo había cambiado y nada podría arreglar mi roto corazón.
Peligrosa posesión la que ejercía sobre mí el recuerdo de ese moreno con ojos tan penetrantes y fríos como la plata.
Su ausencia delata lo solo que en realidad me sentí durante los años pasados a nuestro encuentro y resalta lo solo que volveré a sentirme mientras el ya no esté aquí, conmigo.
Lo extraño y me mata poder recordarlo, sin embrago no quiero olvidarlo.
Si lo olvido me olvido también de una parte de mí.
