Notas de autor: Antes que nada, agradezco que te hayas tomado el tiempo de leer y darme la oportunidad de llegar hasta ti, estimado lector.
Quiero iniciar con algunas notas antes de que te sumerjas en la lectura:
1) Los personajes, en su mayoría, no me pertenecen. Son de Isayama. Sin embargo la historia es de mi completa autoria.
2) Si buscas romance fluff, besos, lemon, lemonade, celos, comedia y demás lamento informarte que en este fic esos temas no serán recurrentes ya que el género es ciencia ficción y el romance no es el género principal. Desde luego, se formarán parejas pero no serán de un capítulo para otro y si llega a haber romance será justificado y con desarrollo.
3) Este es un mundo alterno pero con paralelismos al mundo canon creado por Isayama. Dicho esto, advierto que habrá posibles spoilers del manga y lo menciono para aquellos quiénes por motivos personales no siguen el manga y lo tengan en cuenta.
4) Si te gustan las historias de ciencia ficción, teorías locas, romances lentos pero que pueden suceder, plot twist y demás... este es el fic.
5) Actualizaré cada semana, de cualquier modo puedes contactarme a través de mi facebook (Blossom Lu) donde generalmente estoy activa.
|| YOU: 2020 ||
Año 854
Mare.
A ustedes, dos mil años en el futuro.
Cero
La puerta está cerrada, al igual que todas y cada una de las ventanas que dan hacia el exterior, pero incluso así puedo observar a la lejanía que el mar se mueve trémulo. Es curioso que yo siempre quise observarlo y ahora que está frente a mí me parece el acto más monótono.
Un pájaro se acerca y parece mirarme, después se va surcando los cielos mientras que yo me quedo aquí, escuchando mis propias exhalaciones en este cuarto oscuro. Envidio al ave, pues ella tiene una libertad más auténtica de la que yo podré tener.
¿Pudimos haber cambiado algo?
No.
No estoy aquí para narrar lo que estoy viendo, en estos mis últimos años de vida. Supongo que querré quedarme aquí para siempre, hasta que finalmente alguien sea portador de un poder que quizá nunca debió corresponderme.
"Sin arrepentimientos" me dijeron, y lo creí.
Pero hoy estoy sentado escribiendo memorias de una historia que existió. Quiero llamarla "el ataque a los titanes" para que tú, dos mil años en el futuro puedas leerla.
Antes de comenzar, quiero desviarme en este capítulo al que provisionalmente he llamado cero a falta de una idea mejor que pueda describir lo que en este momento siento. No sé cuántos capítulos podré escribir, ni tampoco si lograré expresar todo lo que ha ocurrido en estos años. De hecho ni siquiera sé si mi testimonio vaya a ser confiable y que tú puedas creerme.
Primero, te hablaré del dibujo que está junto a mí. De solo verlo mi corazón duele y las lágrimas caen de mi rostro. Lo encontré en el cuerpo de un camarada, lo escondía entre su uniforme y en realidad supongo que lo mantuvo consigo desde mucho tiempo atrás.
Tomo el papel y se siente viejo, huele a pasta y a cenizas. El carbón poco a poco se difumina, parece que ha pasado una eternidad desde que él hizo este dibujo. El rostro aún puede revelarse solo para recordarme que ella nunca estará. Al menos, me consuela saber que él expresó con sumo cuidado sus ojos oscuros, tan vacíos pero a la vez tan llenos. Dibujó el rostro más cruel y tierno que en la vida podré volver a ver, y cuanto más lo miro, más detalles le encuentro. Ahora entiendo por qué él se aferró a conservar este pedazo de cielo gris incluso hasta el día de su muerte.
El dibujo de Mikasa Ackerman es perfecto en cada uno de sus sentidos, ni el tiempo pudo lograr que se deformara su belleza. Sin embargo, en la esquina inferior derecha está el testimonio de un amor que nunca fue correspondido, está plasmado el dolor de la humanidad.
Llegado a este punto, lector de dos mil años en el futuro, tal vez te preguntes cómo me encontré este dibujo y cómo sé de quién es el rostro. Seré sincero, desconocí de la existencia de esta obra de arte y así hubiera sido si no hubiese tomado el cuerpo del dueño del dibujo entre mis manos para identificarlo.
Él no pudo soportarlo y te contaré que su nombre fue Jean Kirstein, fiel amigo mío. Él murió de desesperación. No soportó perder a su amor ni a los que lo rodearon. Su vida se marchitó justo en el momento en el que ella decidió vencerse y dejarse llevar por la más cruel de las tristezas. No sé las circunstancias, ni tampoco sé lo que pasó por la mente de Jean, pero el único testimonio que tengo es este dibujo manchado de su propia sangre y una carta que puede leerse detrás de éste.
"Qué curioso que hemos alcanzado por fin la libertad. Qué curioso es que las personas que más anhelaron esa libertad ahora ya no están. Quiero creer que estarán en un lugar mejor, lejos de este tormento.
Por mi parte, puedo decir que el aire que respiraba ahora me es tóxico. El jardín que un día cuidé ahora se ha marchitado. Lo que me mantenía firme y con la esperanza de seguir… se ha ido.
Nunca podré decirte lo mucho que significaste en mi vida. Es tarde ya. En mi defensa, podré decir que velé por ti cada noche, y que cuidé de tus sueños mientras tú dormías. Tomé tu mano pero jamás te diste cuenta. Te miré desde el fondo de mi corazón, pero tú estabas volteando hacia otro lado. Fuiste mi velero, y yo era el barco. Así que sin ti a mi lado, el barco perdió su rumbo. Hubiese estado feliz si tú hubieras visto más amaneceres, incluso si fuese lejos de mí. Pero yo mismo vi como decidiste marchitarte y abandonar toda esperanza. ¿Sabes lo terrible que se sintió? Una parte de mí murió y por fin entendí las palabras que un día Connie dijo en aquella fatídica tarde cuando Sasha murió:
—Amigo, la mitad de mí ha muerto.
No comprendí la magnitud de sus palabras. Ni toda la sabiduría ni toda mi supuesta experiencia me hicieron comprender lo que él quiso decir. Pero ahora lo sé, ahora que sostengo entre mis manos esta pluma y miro con recelo el arma que tanto he estado guardando.
No hay nadie a quién pueda llamar. Los que conocí, ya se fueron. Y los que aún viven, están condenados en alguna parte del mundo, encerrados y prisioneros. Supongo que esta es la libertad a la que él se refería. Creo que me siento realmente decepcionado.
Todo lo que luchamos. Todo lo que sobrevivimos. Todo lo que abandonamos.
¿Valió la pena?
Quizá soy solo un soldado delirante, que en sus últimos momentos de cordura se ha abandonado al pesimismo y a sus propios miedos. Al final del camino, me encuentro a mí mismo solo escribiendo sobre el único papel que me queda, sobre aquel que protegí desde que tuve 14. Te dibujé sin conocerte. Te amé sin saber de ti. Quise a la chica que imaginé en mis más profundos sueños sin saber que al final se trataba de ti.
Cuando te vi por primera vez supe que te había encontrado, pero mis palabras fueron torpes y erré en lo que dije. Simplemente mencioné que tu cabello era hermoso y tú solo respondiste "gracias". Jamás podré olvidar esa palabra, ni tampoco tu rostro. Lo llevo conmigo y lo llevaré conmigo hasta el día de mi muerte. Es curioso que lo único que conservo al final del camino sea este viejo dibujo.
Tal vez, cuando alguien lea esta carta póstuma, piensen que sea ridículo. Pero ya no me importa en lo absoluto. Quiero que al menos alguien recuerde que Jean Kirstein amó, ama y amará por siempre y para siempre a Mikasa Ackerman, la mujer que me robó todo lo que fui, soy y seré.
Todo inició con un gracias, y tal como en ese tiempo… ahora soy yo quién quiere decirte "gracias". Gracias por enseñarme que el mundo puede ser un lugar hermoso pero cruel. He dicho mucho, pero no lo suficiente. Al final del camino esto es lo único que puedo ver.
Mikasa, gracias".
Jean Kirstein se suicidó una semana después de lo ocurrido en Shiganshina. No soportó la perdida de todos a los que un día quiso. Incluyéndome. En realidad, si bien yo no estoy aún muerto estoy encerrado en una prisión y no sé cuándo volveré a salir. En realidad ya no me interesa.
Nunca podré olvidar cuando tuve que identificar su cuerpo, él se disparó al pecho, y en cuanto vi que sobresalía debajo de su camisa una hoja de papel no dudé y la tomé a escondidas de los altos mandos de Mare.
—Lo siento mucho. Yo… lo llegué a conocer.
Y entonces, ese niño me miró con lágrimas en los ojos. Su nombre es Falco Colt. Hubiese deseado hablar más tiempo con él, sin embargo los militares lo alejaron. Vi en sus ojos color miel la tristeza y la desesperación, pero también vi el nacimiento de una nueva esperanza. Los ojos que preceden a la lucha insaciable.
Él también es una víctima al final.
Todos somos víctimas y victimarios. Es nuestra cruz y nuestro destino.
Es momento de hablar sobre cómo fue que nos volvimos así. Cómo surgió el ataque a los titanes.
— Mi nombre es Armin Arlet, y esta es la historia que pocos contarán. Esta es la historia no dicha.
Año 845. Shiganshina.
Hace un siglo, la humanidad se enfrentó a un nuevo enemigo, la diferencia de poder entre el hombre y su enemigo era abrumadora hasta un punto donde el hombre casi se extinguía, los humanos que sobrevivieron construyeron tres muros: María, Rose y Sina. y gracias a eso pudieron vivir en paz por un siglo, hasta que un día la humanidad recibió un triste recordatorio, vivíamos asustados por los titanes y caímos en la deshonra de vivir en esas jaulas a las que llamábamos muros… O al menos eso creímos.
