Nota de autora: ¡Hola! Bueno, me presento antes que nada: soy Ammy, y soy ''algo'' nueva por aquí. Después de tener una cuenta de y llevar mucho, mucho tiempo por aquí, leyendo y adorando (un poco en la sombra) muchos de los Dramiones que se publican en esta página, he decidido animarme a publicar el mío. Aviso que soy tan nueva aquí, como escribiendo fanfictions, de hecho, este es mi primero, y también, creo que la historia más larga que hasta ahora he escrito, aunque por el momento, sólo tengo tres capítulos terminados, por lo que pido un poquito de piedad x)
Es claramente un Dramione, ya que creo es mi ''pareja'' favorita de Harry Potter. ¡Siempre supe que, en algún sitio, en algún lugar, puede que no en el libro, puede que tampoco en las pelis, esos dos acabarían juntos!
En fín, os dejo con la historia. Está basada/inspirada en la película Beastly (os la recomiendo muchísimo) que, a su vez, está basada en el libro de Alex Flinn ''Bestial'' (que también os recomiendo, sin duda), y éste, a su vez está basado en el cuento ''La Bella y la Bestia''. Voy a cambiar muchas cosas, pero más o menos, el hilo de la historia será el mismo. Aviso que los capítulos serán largos y la historia se va a desarrollar muy, muy lentamente, pero creo que es algo necesario, ya que, no puedo convertir de la noche a la mañana a Draco Malfoy en un príncipe azul que no diga tacos, ni sea un pasota total, ni odie a... Los hijos de muggles. Lo mismo ocurre con Hermione, a la que no puedo hacer que mágicamente (valga la redundancia) adore al que ha estado años y años detrás de ella machacándola con insultos y burlas.
Disclaimer:la mayoría de los personajes de esta historia no me pertenecen, todos salieron de la cabecita de J.k. Rowling, excepto tres o cuatro que ha sido necesario ''inventar'' para esta historia. Yo sólo me limito a adaptar la obra ''Bestial'' de Alex Flinn al maravilloso mundo de Harry Potter.
Y, después de esto, me dejo de rollos. Enjoy! :)
Capítulo 1
Caminaba con la cabeza erguida sobre el resto del mundo. Como siempre, en realidad. A sus diecisiete años, Draco Malfoy sabía perfectamente que, si bien no era el dueño del mundo, una parte de Hogwarts estaba en su poder. Bien porque era el alumno más respetado y temido de todo Slytherin. Bien porque, su familia era una de las más ricas y poderosas de todo el mundo mágico. O quizá fuera porque era un secreto a voces que su padre, conocido mortífago, estaba al servicio del Señor Oscuro. El caso es que, su nombre siempre estaba en boca de todos.
Se dirigía al Gran Comedor, dispuesto a cenar algo (y quizá, quién sabe, molestar también a algún Gryffindor) junto con Crabble y Goyle, sus dos... Guardaespaldas, podría decirse.
No podían considerarse amigos, eran demasiado estúpidos para ello; y aunque siempre reían sonoramente a todo lo que Malfoy decía, sabía perfectamente que se limitaban a hacerlo automáticamente, sin prestar mayor atención a sus palabras. Sólo porque sabían que si no lo hacían, corrían peligro. Recorrieron pasillos atestados de alumnos más pequeños, que parecían no saber quién era él, al que no dejaban paso, y entorpecían la entrada por las puertas que daban a la sala.
-Tú, mocoso. -le escupió a un chiquillo que no debería tener más de doce años y que por error, se había puesto en su camino- Cinco puntos menos por correr por los pasillos.
El niño lo miró con cara de terror, y salió corriendo y lloriqueando. Le encantaba aprovecharse de su posición privilegiada de prefecto, más aún si era para machacar y hacerle la vida imposible a uno de esos Gryffyndors orgullosos y según decían por ahí, valientes, pero que a la hora de la verdad, solo llegaban a la categoría de patéticos lloricas. Como Potter y sus amiguitos.
-No me puedo creer que seas tan... Tan, despiadado, como para hacer llorar así a un pobre niño que no te ha echo nada. - hablando del cara rajada y sus secuaces... Ahí estaba Hermione Granger, dirigiéndose a él, atreviéndose a mirarle con desprecio, con su estridente vocecilla de rata de biblioteca.
-Déjame en paz -contestó él, sin ni siquiera mirarla. - Y no te atrevas a darme órdenes, asquerosa sangre sucia. -y sólo entonces, la miró de reojo con su acostumbrada altanería, mientras se alejaba, asesinándola con la mirada. Quería darle miedo. Aterrorizarla. Como la impura que era, debería respetarle. Estaba muy por encima de ella y su categoría... Social.
Hermione se quedó paralizada. Odiaba a Malfoy y sus odiosos aires de superioridad, solo porque fuera de Slytherin. Y aunque después de años y años de mofas e insultos por su parte, ya estaba habituada, todavía le caló ese ''sangre sucia'' que él le había dicho. No es que le importara, pero uno nunca acababa de acostumbrarse a esas palabras. Sus amigos la miraron comprensivamente:
-Esa estúpida comadreja... ¡Un día de estos le daré su merecido! -dijo Ron, cuya cara pecosa comenzaba a ponerse colorada por la rabia, tanto o más roja que su pelo, del color de las manzanas encantadas -Ahora mismo, le lanzaría una maldición y...
-Ya vale Ron -le interrumpió Harry, antes de que cometiera una locura. Conocía a Ron, y sabía que sería capaz de ir corriendo detrás de él hasta matarlo. Aunque, en realidad, la idea de perseguirlo no le disgustaba - Malfoy es imbécil, y lo sabemos desde hace mucho tiempo. -se dirigió a su amiga, que esperaba unos pasos adelantada, intentando no pensar en las palabras anteriores. - Lleva muchos años intentando asustarnos, pero estoy seguro de que no sabe hacer otra cosa que convertir piedras en murciélagos. Te envidia, porque eres mejor que él. -se acercó a ella, seguido por Ron, cuya cara había comenzado a recuperar su color habitual. Le pasó un brazo por los hombros - Vamos a cenar algo, creo que hoy había pudding de postre.
Y sin pensar de nuevo en el incidente ocurrido hacía pocos minutos, los tres amigos se dirigieron hacia las puertas del majestuoso Gran Comedor, donde todo Hogwarts esperaba.
En el Gran Comedor, resultaba evidente el ambiente festivo que se respiraba por doquier: Halloween, y el Baile de Honor que celebrarían este año como evento extraordinario estaban realmente cerca en el calendario, y todo el mundo hablaba sobre ello. Las chicas de la mesa de Gryffyndor hablaban animadamente sobre qué tenían pensado ponerse, mientras los chicos reían nerviosamente entre ellos cuando en sus conversaciones era nombrada la chica a la que tenían pensado invitar.
Parvati Patil y Lavender Brown habían rodeado a Hermione cuando entró en el salón junto a sus amigos, y la arrastraron a un sitio entre ellas dos.
-Oh, oh... -pensó Hermione. Cuando Parvati y Lavender te ''secuestraban'', era porque tramaban algo, y normalmente, tu solías ser el centro de ese plan malvado.
-Bueno Mioni... Dinos... ¿Quién es tu afortunada cita para el baile? -dijo Lavender con su carcaterístico tono de voz meloso, y de vez en cuando, hasta cargante. - Porque Parv y yo tenemos pensados unos peinados superideales...-Parvati también miraba emocionada, aunque no lo demostraba pegando saltitos ni chillidos estridentes como estaba haciendo Lavender en ese momento.
-Alto, alto -interrumpió Hermione, poniéndole una mano delante de la cara a su compañera de habitación, como si quisiera parar un coche muggle, o algo así. -No pienso ir al baile.
Las dos chicas se quedaron mirándola atónitas. Luego, la cara de Lavender fue cambiando progresivamente de su habitual cara de lástima, a una cara de ''conseguiré convencerte pase lo que pase'', creando unas expresiones faciales que realmente estaban divirtiendo a Hermione y a Parvati.
-Pero Hermione... -intentó convencerla Parvati, siendo interrumpida inmediatamente por la rubia.
-Eso Mioni. ¡No puedes hacernos esto! ¡Es un acontecimiento super magnífico que nadie en su vida debería perderse! -dijo, pegando saltitos y provocando que algunas miradas viajaran hacia ella. Entonces, se puso un poco más seria. -Entiendo que no tengas pareja... Es una lástima que Ro-ro ya vaya a ir conmigo, pero... ¿Con quién sino? -dijo, refiriéndose claramente a Ron. Últimamente los dos parecían lapas entre sí.
-Chicas, lo siento, pero, tengo que adelantar muchos trabajos importantes, y no... -intentó explicar Hermione.
-Pero, ¡Hermione! Vamos... ¿No puedes dejar de trabajar ni un segundo? -preguntó Parvati, que realmente tenía ganas de ayudar a su amiga a buscar vestidos, plancharle esa maraña de pelo que tenía, maquillarla... Ese tipo de ''rituales'' que hacen las chicas cuando van a una fiesta. -Además... ¡El Baile es dentro de una semana y media! Tienes tiempo de sobra.
-De verdad. No puedo. -contestó Hermione, mientras se acercaba a la boca una cucharada de tarta de limón.- Los exámenes están cerca, y tengo un montón de cosas que adelantar si no quiero que se me eche el tiempo encima. En serio, no conseguiréis convencerme.
Parvati la miraba apenada, pero mucho más Lavender, aunque, poco después relajó su expresión y se dio totalmente por vencida, sabiendo que Hermione era muy testaruda, y no la harían cambiar de opinión.
En realidad, no es que tuviera tantas cosas que hacer. Bien pensado, sólo un par de ejercicios de Transformaciones, una redacción para Snape de tres pergaminos, y dos tomos de lecturas voluntarias para subir nota en Adivinación. Pero no, simplemente, no quería ir porque sabía que Ron y Lavender pasarían parte de la noche con las lenguas pegadas entre sí, y Harry estaría con Ginny, por lo que ella, que ni siquiera tenía pareja, se quedaría de sujetavelas, y lo único que haría sería estorbar. ¿Quién querría, además, ir al Baile de Halloween con la mayor empoyona de todo Hogwarts? Era una estupidez.
Mientras, un par de mesas más lejos, en Slytherin, una conversación parecida tomaba lugar. Blaise Zabini discutía con un chico que tenía sentado enfrente sobre quién era la tía más buena de toda la casa, mientras Crabble y Goyle... Bueno, ellos simplemente discutían por los pasteles.
Theodore Nott le preguntó entonces a Malfoy, a propósito de la conversación de sus amigos sólo un par de asientos más lejos, a quién pensaba invitar.
-Está claro -respondió él, dejando en la mesa la copa de plata en la que estaba segundos antes bebiendo su zumo de calabaza.- Todo Hogwarts sabe que Pansy Parkinson y yo vamos a ir juntos al Baile de Halloween.
No es que Draco Malfoy tuviera cierta predilección por esa chica, ni nada por el estilo. De hecho, ese era otro de sus ''no-problemas'': las chicas. Sabía que a cualquiera que invitara, le diría que sí, además, tenía miles de líos que no rechazarían en absoluto pasar de nuevo una noche divertida con él. Pero Pansy Parkinson estaba colada por él, y esto le ofrecía ventaja en el juego. No le apetecían más quebraderos de cabeza. Algunas veces, por mucho que se murieran por acompañarlo, las chicas se hacían las difíciles, y aunque fuera fingidamente, ello no le hacía la menor gracia a Draco. Le hacía malgastar tiempo, y miles de falsos elogios que sin duda, se ahorraba con Pansy. Además, sabía que la idea agradaría a sus padres.
Zabini, que había dejado de prestar atención al grupo con el que antes hablaba, se unió a la conversación que mantenían Draco y Theodore.
-Me gusta tu elección, tío. -dijo dirigiéndose a Malfoy, que soltó una carcajada en ese mismo instante.- Sin duda, llevar a una Slytherin al Baile es la mejor elección que podrías haber echo. No como algunos... Traidores a la sangre, que parece que prefieran ensuciar sus nombres saliendo con... Sangre sucias. -escupió las últimas palabras, como si realmente le diera asco el mero hecho de pronunciarlas.
El tema de la pureza de sangre, por más que el imbécil de Dumbledore se hubiera empeñado en erradicar, era algo que estaba muy presente en la vida social de Hogwarts, especialmente entre los Slytherins. Tampoco es que fuera muy común enredarse con impuros, pero a veces ocurría. Era el caso de una chica de esta casa cuyo padre era fiel seguidor del Lord Oscuro. Hacía poco, mediante rumores posteriormente confirmados, se supo que se había enamorado de un Ravenclaw procedente de una familia no mágica. Fue repudiada y abucheada por todo Slytherin, y ahora, únicamente era mirada por los pasillos con desprecio por parte de sus compañeros de Sala Común.
Fue entonces cuando recordó su encontronazo esa misma tare con la ''comelibros mayor'', la estúpida que se había creído suficiéntemente Gryffyndor como para acercarse a él. Asquerosa Granger.
-Sin duda Blaise, me has dado que pensar... -dijo Draco pensativo de repente.- Si Pansy me rechazara... ¡Siempre podría tener el comodín Granger! -y dicho esto, toda la mesa de Slytherin estalló en carcajadas, mientras Hermione, que lo había escuchado todo, herbía de rabia y furia mientras terminaba su cena.
