Acto de amor
Sus ojos achocolatados no podían apartarse del horizonte.
La joven de cabellos azabaches de nuevo se encontraba admirando al atardecer. Los colores que el cielo mostraba como si fuesen únicamente pinceladas, variantes desde amarillos a naranjas, la hacían emocionar; mientras que el sol de tonalidad roja, declinaba en el horizonte que ella con tanto afán observaba. Las nubes se confundían con las sombras de aquella noche que anunciaba su llegada.
A su lado, un joven de cabellos plateados contemplaba igualmente el atardecer, con la única variable que en su campo de visión, como foco principal de aquel paisaje, la figura de Kagome era la que más le interesaba admirar.
Según se lo había comentado ella misma, a Kagome siempre le había encantado mirar el cielo de ese lugar, ya que había una gran diferencia con el cielo de su época y el de la era feudal. A InuYasha se le había hecho un poco difícil adaptarse a aquella costumbre de observar los atardeceres puesto que siempre le había parecido aburrido sentarse sólo a observar el mismo cielo, hasta que aprendió que cada día era diferente; aprendió que el atardecer del día anterior no tendría el mismo sabor que el del día siguiente. Comenzó a gustarle y al poco tiempo se volvió un hábito compartido con la joven sacerdotisa.
A pesar de compartir el mismo hábito, ambos lo hacían desde lugares diferentes, considerablemente separados.
Pero justo ese día, el Hanyou había decidido por salir de la rutina y sentarse al lado de Kagome. Había una cosa en su mente desde hacía mucho tiempo que estaba deseoso por hacer, pero la timidez que tan bien tenía escondida evitaba que pudiera llegar a realizarlo; no fue sino hasta que recibió un regaño por parte de Miroku que adquirió el valor.
Miró de reojo la mano de Kagome.
Sus dedos parecían tan hermosos, si tan sólo pudiese acercarse. Un pequeño movimiento y podría sentirle más cerca. Con las mejillas sonrojadas y con el corazón latiéndole con fuerza, movió su mano hacia la suya. Una sonrisa llenaba el espacio.
Pudo sentir como la mano de su acompañante se tensaba, asustándose por ello y pensando que le había lastimado con sus garras. En una vista rápida, pudo notar cómo las mejillas de aquella joven estaban encantadoramente sonrojadas y pudo sentir cómo aquella frágil y nívea mano se movía hasta apretar la suya y moverla en una suave caricia. El ambarino volvió a sonrojarse.
Una vez, Kagome había logrado escuchar que: Un atardecer es rojo no por el color que se pinta en el cielo, sino por el tono que se mancha en los corazones ajenos. Aún no sabía a ciencia cierta qué significaban aquellas palabras.
Sí, sólo se estaban acariciando las manos el uno al otro, pero su felicidad parecía infinita comprimida en ese insignificante acto de amor. Se miraron fijamente a los ojos el uno al otro sin ninguna expresión en su cara, pero podías ver a sus ojos brillar.
Queridas lectoras y lectores míos :3
Ok, en mi país son las 0:04 am y yo estoy subiendo una historia de romance ._.
Acaban de conocer una de las extravagancias de su autora presente :DD
En fin, he vuelto con las historias de esta pareja que desde hacía un tiempo tenía abandonada TwT
¿Qué les pareció? :3 Esta pequeña historia tiene una opinión personal, ignorenla y disfruten con su lectura. :B
Mientras que yo... Veré si concilio el sueño de alguna manera. TwT
Es de los días en las que mi musa se queda en casa a trasnochar en lugar de ir a fiestas y dejándome esperando su regreso.
Maldita inspiración forastera ¬3¬
Se despide:
YCnia ;D
Comentarios, críticas, recomendaciones, felicitaciones, tomatazos o algún consejo son bien recibidos :D
