Pesadillas y alucinaciones
Delirios
La sonrisa de Azula no dejaba nada bueno, y en el último momento, por fin, pudo comprender. El rayo salió disparado hacia Katara y Zuko, con la cara contraída, se lanzó hacía allí, intentando desviarlo. Sin embargo, el rayo le pegó directo en el estómago, sin intermediarios. Cayó al suelo, y desde allí, sólo fue capaz de oír el grito de Katara, muy lejano.
—¡Zuko!
Zuko… Zuko… despierta, debes despertar. ¡Oh, vamos!... despierta, por favor.
En sus sueños, la voz se oía lejana y extraña. Pero la podía reconocer: era la voz de Katara, suplicándole de una vez que por favor se levantara. Le dolía la cabeza y no sabía muy bien donde estaba. El paisaje era brumoso y extraño, como si los contornos no estuvieran bien delineados y todo se tambaleara. Y a Zuko le dolía la cabeza… o todo el cuerpo.
Algo acababa de pasar. Por alguna inexplicable razón —tal vez el shock que le había producido— no conseguía recordarlo. Sólo la sonrisa de su hermana Azula, una mirada hacia Katara… y después, oscuro. No había nada más en la memoria de Zuko y eso no lo dejaba pensar con claridad. ¿Dónde estaba? ¿qué estaba haciendo? Hasta hace un momento recordaba el Agni kai con su hermana. Y después… sólo oscuridad.
Zuko, debes despertar…
Aquella voz de nuevo, teñida de desesperación. Katara, era Katara. Zuko sería capaz de reconocerla en cualquier parte. ¿Qué ocurría? Intentó hacer memoria, pero le fue imposible recordar lo que le había ocurrido. ¿Por qué estaba en ese mundo lleno de contornos borrosos y imágenes que huían de él? Por más que se alejaba del principio, las imágenes más huían de él. Donde le parecía ver a su madre, no había nada en realidad, y donde estaba Katara, tampoco había nada.
Alucionaciones. La palabra sonó en su mente como si alguien se la hubiera gritado justo a la oreja. ¿Acaso esas eran sólo alucinaciones? ¿Qué le ocurría? Los murmullos de Katara cada vez eran más inentendibles y sólo se oía el sonido de su voz, desesperada, triste; entonces, oyó una voz más, más cercana y le provocó escalofríos.
¿Zusu? ¿Zusu?
Azula. Era Azula. Estaba enfrentándose a ella cuando… ¿la provocó? Tal vez, tal vez. Le había dicho algo que había provocado todo aquello, sí, pero no sabía que era. La memoria le estaba fallando. ¿Por qué no conseguía recordar presicamente eso? Todo estaba aún completamente claro en su mente… menos eso. ¿Qué había pasado después de Agni Kai?
No lo sabía, y sabía que algo se escapaba de su mente. Había distintas sombras en aquel mundo de contornos difuminados, de visiones que desaparecían conforme se acercaba a ellas y cosas que no conseguía recordar. Alucinaciones, delirios… locura.
Zuko, por favor, debes volver en ti, despierta… por favor… por favor, despierta. Hazlo por mí.
Katara. Fue entonces cuando lentamente, comenzó a recordar lo que había pasado, parte por parte. Había provocado a Azula, obligándola a lanzar un rayo. Y ella se lo había lanzado a Katara. ¿Y después?... Seguía habiendo oscuridad en su mente. Seguía sin conseguir recordar que había pasado. Entonces, sonó una voz, está vez dentro de su mente, clara.
Nunca olvides quien eres…
No iba a hacerlo. Recordaría todo, costara lo que costara. Lo necesitaba. No iba a tener jamás una oportunidad para él y para la nación del Fuego. Y aún había un largo camino por recorrer para él… aquel era sólo el principio. ¿Por qué no lo recordaba? Debía de haber alguna razón; tenía que haber alguna razón. Recordaba… a su hermana, a Katara… a… ¡diablos! No sabía que le ocurría. Y entonces…
…un rayo. Pasó como un contorno más en aquel mundo de sombras. Solamente. Pero Zuko recordó lo que había pasada; Azula le había lanzado el rayo a Katara. Él se había interpuesto, y el rayo le había dado en el estómago. Era evidente que las cosas no estaban nada bien. Si quería que algo saliera bien, debía esperar que Katara derrotase a su hermana. Más le valía hacerlo.
A Zuko no le apetecía morirse electrocutado con un rayo que su hermana le había lanzado. Ni siquiera podía morir. ¿Dónde estaba la salida de aquel sueño, aquella pesadilla que no estaba más que compuesta de delirios? Y sin embargo, estaba seguro que la voz de Katara no era sólo un delirio. Sonaba más extraña, más cercana, más real que las demás.
Despierta… despierta…
Iba a despertar, tenía que hacerlo.
