Un ruido fuerte sonó en la calle. Daisuke se despertó molesto, solo eran las 6 de la mañana. Se giro en la cama para volver a dormirse, pero se topo con un cuerpo. Miyako estaba allí, a su lado, y Mimi un poco más lejos. Las observo con cariño. Sus cuerpos estaban completamente desnudos debajo de las sabanas, igual que el suyo, y eran realmente hermosos. En ese momento, Miyako estaba rodeando a Mimi con uno de sus brazos, era increíble lo bien que se entendían entre ellas, no necesitaban hablar para saber que estaba pensando la otra. En cuanto al moreno, el simplemente estaba agradecido de que le dejaran formar parte de aquello.
—Daisuke-kun, ¿que haces despierto tan temprano?—dijo Miyako que acababa de abrir los ojos en ese momento.
—¡Nada!—dijo mientras ocultaba su rostro sonrojado, pero cambio de idea y en el último momento decidió darle un beso rápido a Miyako.
—Hey! ¿No estaréis divirtiéndoos sin mi?—dijo Mimi de repente, al parecer ella también se había despertado.
Daisuke, todavía algo avergonzado, la beso a ella también, pero a diferencia de Miyako, ella no le dejo retirarse tan pronto. Mimi tenia ganas de jugar, así que no tardo mucho en lanzarle una mirada picara a Miyako y las dos se pusieron a toquetear y estimular el cuerpo del chico de ojos castaños.
—¡Ya estáis conspirando contra mí!—dijo éste respirando entrecortadamente.
Las chicas se rieron, Miyako se monto encima de él y comenzó a moverse suavemente. Mimi mientras tanto se centraba en juguetear con su boca en el dorso de éste, mostrando una mayor atención a sus pezones.
—¡No es justo! ¡Yo también quiero haceros disfrutar!—intento quejarse pero un gemido se colo por en medio.
—Ya lo haces, pequeño.—dijo Mimi sonriéndole—Solo relájate.
El chico iba a protestar de nuevo pero Miyako comenzó a moverse con más rapidez y no pudo pensar en nada más. Por un momento pensó que se iba a ir, pero se esforzó por aguantarse, todavía llevaban muy poco y eran dos chicas. Sin duda, demasiado para él. Mimi sabía exactamente lo que tenía que hacer o donde tocar, y eso era genial, pero hacía que se viera a si mismo como un niñito inexperto y perdido. Mimi se intercambio con Miyako y esta en vez de centrarse en su dorso como había hecho la anterior bajo mas abajo y jugueteo con sus pies.
"¡Que obsesión tiene con los pies esta chica!—pensó Daisuke—¿y quien iba pensar que seria tan tremendamente excitante una cosa así?"
Mimi comenzó a moverse encima de él como solo ella sabía y su excitación comenzó a descontrolarse, ya no le servia de nada pensar en otra cosa mientras movían las caderas en perfecta harmonía, se iba a ir y no habría nada que hacer. Por suerte Mimi llego a la cumbre de la excitación justo a la vez que él. Respiro hondo y se permitió un par de minutos para recuperarse, luego fue a por Miyako. No iba a dejar quedar la cosa así. La acerco hacia si y la recorrió con sus labios por completo, acabando su recorrido en su sexo. Comenzó a estimularla con lentitud y luego con un ritmo mas rápido. De repente, noto como Mimi introducía su sexo en su boca y comenzaba a estimularlo a él también, pero eso no le distrajo de su cometido y siguió estimulando a Miyako, sirviéndose de las manos y de la lengua en una combinación casi perfecta. Poco tiempo después, Miyako soltó un grito que bien podría haberse oído en todo el barrio, aunque detrás fue el de Daisuke que no tenía nada que envidiarle. Agotados los tres se tumbaron juntos, esta vez con Daisuke en el medio.
—¡Siempre igual!¡ Siempre os centráis más en mí de lo que puedo centrarme yo en vosotras!—se quejo de nuevo el chico.
—¡Eres nuestro pequeño Juguete!—dijeron ambas mientras se reían a carcajadas—¡así que tendrás que atenerte a las consecuencias!
—¡Que tontería!—dijo el chaval, rojo como un tomate.
Cinco minutos después se levantaron y se fueron a la ducha las dos chicas solas. A veces se duchaba con ellas pero esta vez no estaba invitado, iban a hablar de cosas de chicas y eso era territorio vetado para él. De repente, alguien llamó a la puerta.
—Chibimon, ¿eres tu?—dijo Daisuke bostezando—puedes pasar si quieres.
Chibimon entró, llevaba un peluche en la boca que era mas grande que él. El peluche estaba todo roto y iba dejando a su paso trozos del algodón que llevaba por dentro.
—¡Chibimon, te dije que no jugaras con eso!—dijo el chico mientras estiraba el brazo para coger el peluche. Después de tres intentos consiguió alcanzarlo, pero cuando lo llevaba hacía si una foto de una chica cayó de su interior.
"Hikari-chan"
Todavía su corazón se encoje de dolor cada vez que la recuerda. Es como una astilla clavada en su interior, con la que se ha adaptado a vivir pero que de vez en cuando alguna mano la agarra y la retuerce dentro de su pecho. Mimi ya lo sabe y seguramente ella se lo habría contado ya a Miyako, pero aun así, dejar la foto a las vistas seria una total falta de respeto, así que la cogió y la guardo en el cajón. Ellas le habían dado tanto. Al principio solo había sido un juego pero cuando su cariño por ellas creció quiso hablar con Mimi para cortar la relación. Sin embargo, ella lo entendió y solo le dijo que ellas conseguirían que él la olvidara, y que cuando lo hiciera estaban seguras de que un amor tan leal, sincero y intenso como el que él era capaz de sentir sería, en una relación como la que tenían los tres, un amor para siempre. Sin embargo, el no estaba seguro de que Hikari-chan se fuera alguna vez de su cabeza. Ya había pasado un año de aquello y todavía la sentía tan cerca. Quizás la recordaba con menos frecuencia pero no estaba seguro del todo.
"Si no estuvieran ellas, mi vida sería un completo infierno desde aquel día"
¿y entonces que estaba haciendo ahí tumbado? Tenía que cuidar de sus chicas, esos ángeles que le había tocado conocer tan profundamente. Se levanto de golpe, se vistió unos calzoncillos y se dirigió a la cocina, seguido por Chibimon. Enseguida se puso a preparar un exquisito desayuno para las dos chicas que estaban en la ducha.
"Al menos la cocina se me da realmente bien, a ellas se les hace la boca agua cada vez que cocino algo. Debería hacerlo más"
