Hola! Este fanfic está dividido en 2, la razón es que quise probar con más estilos y… (mentira, ama los reviews y lo hace por eso)… ok no xD ya, la verdad es que me di cuenta que sería algo largo y pesado, así que decidí cortarlo.

Este fanfic va dedicado a Rox, una fiel lectora y amante de mis "limonadas". Gracias por tu apoyo, tus reviews tan hermosos y la interacción escritora-lectora y persona-persona que me has ofrecido.

ANTES DE LEER:

-ESTE FANFIC ES LA TERCERA PARTE DE LA SAGA DE LEMMONS LxMisa de mi autoría. Para entender mejor, recomiendo que primero lean "Querido Light" y "Ansiedad".

-Puede que contenga algunos temas un poco incómodos para algunas personas

-Contiene OoC

-Este capítulo NO contiene Lemmon, pero sí un juego previo a la relación sexual.

-Al publicar el otro capítulo, el fanfic será cambiado a categoría M

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IN FRAGANTI

Las teclas habían dejado de sonar. Ahora apretaba las piernas pegadas a su pecho con fuerza mientras delicadamente mordía su labio recubierto con rastros invisibles de merengue y chocolate.

Ignoraba en qué día de la semana estarían, pero la fecha que mostraba la computadora de escritorio decía que era 14 de julio*. Inspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás en completo silencio. De reojo pudo observar a su compañero de investigación reposando sobre su silla. Sus brazos estaban cruzados y su cabeza colgaba hasta recargar el mentón sobre su propio pecho, pero mantenía aquel porte que seguramente era la razón de su popularidad entre las chicas.

"Es normal", pensaba al verlo dormido después de una pesada jornada de trabajo de 45 horas casi ininterrumpidas. Light Yagami no estaba acostumbrado a pasar noche tras noche sin poder descansar, pero aun así lo hacía por el bien de la investigación.

Por eso, a veces Elle Lawliet se planteaba la posibilidad de llegar a considerar la idea de sentir algo de lástima por el hombre al que literalmente había atado su vida con unas esposas que lo arrastraban a donde fuera que él se dirigiera. Pero, "era inevitable" se repetía una y otra vez en su mente al recordar el momento en que había comenzado con ese castigo hacia quien a sus ojos, seguía siendo un niñato. Un niñato asesino, pero niñato aun así.

Él lo intuía. Ambos eran un par de grandísimos hipócritas, odiándose con la intensidad de dos archienemigos de historieta, disfrazados con una relación de amistad. Light no podía ser su amigo, nunca podría serlo. ¿Cómo podría considerarse amigo del asesino que buscaba? ¿Cómo ser amigo de alguien cuya novia llevaba meses buscándolo por placer sexual?

Era imposible.

"Amane Misa…" cruzó por su mente. Regresó la mirada hacia la enorme pantalla sobre él y se llevó un pulgar a la boca. Momentos antes su ordenador había mostrado que eran las 3.50 am, por lo que seguramente Misa Amane estaría dormida y conectar las cámaras con la intensión de espiarla sería una estúpida y arriesgada pérdida de tiempo.

Cerró sus ojos completamente negros por la excesiva dilatación de sus pupilas y recargó su barbilla sobre sus rodillas. Era inevitable tomarse un par de minutos de descanso cuando todo estaba en completo silencio, con los investigadores en sus respectivas habitaciones, Light en su silla y ninguna información entrante. Era inevitable dirigir una y otra vez sus pensamientos ansiosos al recuerdo del cuerpo de la modelo.

Era inevitable querer verla. Pues sus caricias le hacían sentir humano y le llenaban de sensaciones mil veces mejores que las que alguna vez había tenido en la vida. No era satisfacción psicológica ni emocional. Era satisfacción física aquella que una vez que la había sentido, su cuerpo no podía dejar de pedir y que sólo podía ser ofrecida por ella...

Una pequeña vibración en sus vaqueros lo distrajo de sus planes de repasar la información en su cabeza. Con algo de torpeza sacó su teléfono móvil entre el estrecho espacio de la bolsa de su arrugado pantalón y lo abrió con solo un par de dedos. En la pantalla de inicio podía divisar la leyenda "1 mensaje nuevo", que lo hizo arquear una ceja al instante.

Cerró el celular tras leer el mensaje de texto y lo colocó en el escritorio con suma delicadeza. Su mirada se volvió una vez más al homicida a su lado y llevó su índice izquierdo hacia sus propios labios, pensando en las posibilidades que habría de que despertara pronto.

"36%" decía en su mente. Una probabilidad bastante alta para sus fines, pero baja para su ansiedad. Entonces dirigió una de sus manos grises hacia el teclado frente a él y levantándolo con sumo cuidado, recorrió la parte inferior hasta dar con la ranura donde se encontraba escondida una llave de emergencia. Esconderla en un lugar tan básico como ese era tan arriesgado y descuidado, que incluso lograba parecer buena idea.

Pero meter una llave y abrir unas esposas era un proceso tardado cuando lo que se quería era hacer la menor cantidad de ruido posible. Tras tres o quizás cinco minutos, logró liberarse de su autoimpuesto castigo y con el objeto de metal que tanto lo incomodaba, ató a Light Yagami a la silla que ahora quedaba vacía.

Devolvió la llave y se marchó del lugar con su silencioso caminar. Subió tres pisos utilizando las escaleras, pero eso no parecía importar al momento de repetir las palabras que habían aparecido momentos antes en su móvil. "Eres un grosero. ¿No vas a venir hoy? Te estoy esperando hace media hora"

Hace 40 minutos, para ser más exactos.

"Vaya, al fin llegas. ¿Sabes que es una falta de respeto hacer esperar tanto a una mujer?, baka"

Esa chillona voz había llamado su atención apenas había entrado a la habitación. Su dueña resultaba ser desesperante, pero endemoniadamente sensual, sobre todo en ese momento, que lo había recibido a luz media y cortinas cerradas. Pero la iluminación era lo de menos, lo verdaderamente sensual se encontraba en ella: Un baby doll rojo semitransparente con encaje blanco que acentuaba cada una de sus curvas y que la hacía parecer un exquisito caramelo.

"Estar atado a tu novio no es algo de lo que me pueda librar tan fácilmente, Amane Misa" mencionaba con su voz monocorde al momento en que caminaba hacia ella con lentitud, escaneándola con la mirada. Comiéndola con la mente.

"Pues tú tienes la culpa por esa tonta idea de mantener a mi Light contigo todo el tiempo" alegó cuando se vio atrapada entre la pared y el cuerpo de su amante. Tragó saliva. El hombre frente a ella ahora tenía ambos brazos a cada lado de su cabeza y se acercaba a ella con una lentitud torturadora.

"No creo que en realidad quieras discutir sobre eso ahora, ¿o sí, Amane?". Su tono de voz había cambiado, si bien era grave, la ronquez de ésta comenzaba a jugar con sus tonalidades para lograr un estilo seductor que le provocó un escalofrío a la rubia al momento de escucharlo cerca de su oreja, y el cual no pasó desapercibido por el joven detective. "Luces nerviosa"

"Ner-viosa ¿yo?…n-no" mencionó con un leve sonrojo. Sus encuentros con Ryuuzaki no eran iguales bajo ninguna circunstancia. Ambos habían acordado, sin palabras, realizar juegos y fantasías que hicieran interesante cada uno de sus momentos juntos, pero por alguna razón, ella terminaba poniéndose nerviosa cada vez.

"¿Segura?" inquirió a su oído pegando su cuerpo, un poco menos encorvado que de costumbre, al de la rubia. Luego de una nueva reacción de la chica, su cabeza fue bajando hasta encontrarse con su cuello, donde comenzó a exhalar con suavidad para que el aire caliente de su boca chocara con su tersa piel. "Eres una chica muy mentirosa, Kira"

En otras situaciones, ella sin duda alguna se indignaría. Sí, era Kira, pero eso no debía saberlo él y el simple hecho de que lo infiriera, le hacía enojar y dudar de sus capacidades de actriz. Pero ¿qué podía hacer? Sin duda alguna la idea de policía-criminal le excitaba en sobremanera. Sabía que Ryuuzaki no llegaría a los extremos de cumplir una fantasía que involucrara el golpearla, pero sí podría ser capaz de insultarla directa o indirectamente con sus suposiciones durante sus juegos preliminares.

"Yo…" comenzó al mismo ritmo que el temblor de su cuerpo, Ryuuzaki había comenzado a deslizar la yema de uno de sus dedos por su figura. "Yo no soy Kira, estúpido", y entonces un pequeño gemido escapó.

"No has negado ser una mentirosa". Mencionó antes de acariciar su cuello con excesiva suavidad. Sus labios apenas se posaban sobre éste, pero aun a la distancia lo recorría de arriba abajo. Sin pensarlo dos veces, el dedo que había recorrido el baby doll paró su tarea y dio paso al agarre que su mano completa ejerció sobre su pierna desnuda. "Además, me has ofendido"

"Y-Yo… ngh…". Ella no pudo defenderse, su cuello esta vez ya era devorado por la hábil boca de su atacante, causándole un nuevo escalofrío que bajó hasta su entrepierna, haciendo que esta se contrajera en un apretón. "Yo no miento"

"Sin embargo, le eres infiel a tu querido Light" su aliento volvía a jugar una vez más con ella. Pronto, acercó sus labios a los de la mujer frente a él y los juntó en un beso que de dulce pasó a apasionado.

Ella ahogó un gemido al sentir el juego de sus labios intercalándose con el de sus lenguas. Le parecía maravilloso hasta dónde había sido capaz de llegar con ese hombre que poco a poco la había vuelto loca a tal forma de creerlo necesario, pues él, sin chistar, había asistido a cada una de sus citas planeadas estratégicamente para realizarse antes, después y algunas veces durante** el periodo de menstruación de la modelo.

Era molesto tener que consumir pastillas o comprar preservativos que sólo le hacían sentir irritada. Era mejor así, al natural. Además, al planear cuidadosamente los días de sus encuentros, podrían tener la libertad de hacerlo donde, cuando y cuantas veces quisieran.

Definitivamente, ninguno imaginaría a su amante en aquella faceta. Él nunca expresaba emociones en voz o reacciones corporales. No, él parecía inhumano, sin embargo con ella se daba el lujo de actuar como lo que era: un hombre de casi 25 años.

Hombre. Esa era la estúpida palabra que lo resumía todo. A Misa le encantaba por ser un hombre lo suficientemente maduro para complacerla. Ryuuzaki era un hombre y Light sólo un adolescente.

"Pero esto te gusta, ¿no es así, Kira?" volvió a preguntar él buscando reconocimiento. Sin que ella se diera cuenta, la había volteado para que quedara de espaldas, oprimiéndola contra la pared como si fuera un cateo. Él comenzó a recorrer sus muslos desde abajo hasta llegar a sus firmes glúteos descubiertos. Sus dientes mordían uno de los delicados hombros de la actriz y sus cuerpos, completamente pegados entre sí, comenzaron a frotarse por iniciativa de la modelo sintiendo así, la reacción que la situación provocaba en la entrepierna del investigador.

"S…No, no me gusta. Estás abusando de mí", se mordía los labios. El calor que albergaba su cuerpo en ese momento era nada comparado con la humedad que sentía en su entrepierna. Su acusador estaba proporcionándole caricias que iban más allá de lo que podía soportar. Su piel se erizaba al contacto de aquellos dedos esqueléticos que sabían jugar bien con cada parte de su cuerpo.

"Sigues mintiendo", mencionó cerca de la oreja, haciendo que la rubia se mordiera los labios y retorciera su cuello.

"¿Y qué?" arqueó la espalda "¿me arrestarás?" ella sonrió ante la idea y una pequeña risa de diversión salió de su boca cuando se sintió dirigida hacia la cama y empujada a ésta.

L se coló entre las piernas abiertas de Misa y creó soporte con sus manos para quedar cara a cara. En ese momento ambos cometieron lo que quizá era el mayor error en su relación meramente sexual: se miraron a los ojos como rara vez lo hacían.

Se miraron y toda aquella atmósfera de deseo desapareció.

Ella se perdió en la mirada ónix del hombre: era fría, intimidante, pero subnormalmente bella; él analizó la contraria encontrándose con dos avellanas llenas de dulzura e ingenuidad. No cabía duda, si ella era Kira, estaba siendo mandada y utilizada. Alguien con una mirada como la suya no podía actuar por su propia cuenta, no podía ser una asesina por placer.

Ryuuzaki dejó caer su cuerpo en la cama, claramente hipnotizado por ella. Comprendía que la fantasía había quedado atrás por aquel cruce de miradas que ambos habían estado evitando desde hacía mucho tiempo y que ahora no podían terminar. Inconscientemente, dirigió una de sus manos a la mejilla de Misa y acarició su rostro con las yemas de sus dedos. Ella cerró los ojos al contacto, era recorrida con sumo cuidado, como si fuera la más costosa y perfecta creación de la historia.

Una sonrisa apareció en el rostro de la chica, los dedos del pelinegro fueron bajando por su cuello y recorrieron la tela sobre sus senos con delicadeza.

"Ryuuzaki", musitó ella con un extraño brillo en sus ojos ahora abiertos. Colocó una mano en su mejilla y lo jaló hacia ella para unir sus labios en un beso lleno de ternura. El primero y el único que se habían dado de esa forma.

Él lo correspondió. Ese simple beso, por alguna razón, le estaba produciendo escalofríos que se concentraban en la región de su corazón y que lo hacían cerrar los ojos para disfrutar del contacto. Elle acariciaba las curvas de la modelo mientras Misa hurgaba entre sus largos y oscuros cabellos.

La lentitud de sus movimientos ya no era desesperante ni torturadora y el peso del cuerpo del detective no era una molestia. Ella necesitaba sentirlo. Necesitaba abrazarlo con tanta fuerza que sus cuerpos terminaran fusionándose. Necesitaba continuar con aquello aunque eso significara confirmar que estaba cometiendo la estupidez más grande de su vida.

"Ryuuzaki", volvió a escapar de su boca en un suspiro cuando posó sus manos en la playera blanca del chico sobre ella y la jaló hacia arriba para poder quitarla. Luego, el pelinegro se deshizo de su pantalón y volvió a pegar su anatomía a la de Misa.

Sus cuerpos sintieron un retortijón en cuanto sus torsos chocaron. El contacto de sus pieles desnudas fácilmente podía compararse con la gloria. Las respiraciones entrecortadas por el beso eran cada vez más ligeras, como si sus propios movimientos y sus propias caricias, los arrullaran e invitaran a dormir toda la noche en esa posición.

¿Cómo habían pasado de la lujuria a la ternura? ¿Cómo se habían dejado llevar por solamente una mirada? Aquello que estaban haciendo no estaba permitido, ambos lo sabían, pero aun así ninguno de los dos se atrevía a detenerlo... Y no lo detenían porque sabían que no había vuelta atrás, en los ojos de Misa se observaba algo más que deseo y necesidad sexual. Se veía ansiedad, se veía placer, se veía lo prohibido…

"Hazme el amor, Ryuuzaki"

Se veía amor.

Él se detuvo un momento a analizar la situación. Si era un truco para conseguir su confianza, no le resultaría; sin embargo, el sonrojo de sus tersas mejillas le indicaban todo lo contrario. Todo era genuino, ella en realidad estaba rompiendo el trato que cualquier par de amantes tenían: no enamorarse.

Ella se incorporó apoyándose en sus manos y le dio un fugaz beso en los labios que tomó desprevenido al pelinegro. Éste, sin decir una sola palabra se abalanzó sobre la rubia una vez más y comenzó a saborear su cuello.

Giraron en la cama. Entre caricias y roces de labios, una pequeña ventisca atravesó la habitación desde la entrada. Al escuchar la puerta abrirse se giraron hacia ella. No había tiempo de cubrirse y mucho menos de despegarse. El sonido de las cadenas chocando contra el piso acompañaba a la voz que con agresividad había llamado a la única mujer del edificio y la había sobresaltado.

En la puerta, Light Yagami los estaba observando.

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*14 de julio es mi cumple nvn

**El sexo sin protección durante la menstruación es un arma de doble filo. Las ventajas son varias, entre ellas: disminuye los cólicos, incrementa (bastante) el placer producido en la mujer durante la práctica y a la hora del orgasmo y disminuye muchísimo el riesgo de embarazo; pero entre las desventajas, claro está, aumenta el riesgo de una infección o ETS. #DatoCurioso

Hasta el siguiente capítulo~