Disclaimer: Los personajes de The Legend of Zelda Twilight Princess no son de mi pertenencia, sólo los uso sin fines de lucro.
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El calor provocado por el caminar, le hicieron notar cierto malestar en las plantas de los pies, en sus piernas y la espalda. La armadura que portaba, comenzó a sentirse mucho más pesada que la primera vez que la usó, la espada estaba siendo arrastrada y el casco le apretaba más la cabeza.
- Sólo… unos cuantos túneles… - Hablaba – Pronto… Estaré en casa…
El simple hecho de volver a ver a sus pequeños amigos, los Kokiri, aún sin que ellos supieran quién era en verdad, era lo que le daba ánimo para seguir con el camino… Aunque la vista comenzara a verse opacada por unas cuantas lágrimas, por la sangre en su ojo izquierdo y su nula capacidad visual, por la insuficiente cantidad de aire en sus pulmones. Sólo, deseaba verlos.
Volver a ver a los hermanos Sabelotodo, al insoportable de Mido y, por más que deseara su corazón aunque ya fuese imposible, a Saria.
Había tenido muy buenas aventuras. Viajar al futuro y salvar a Hyrule de una posible tragedia gracias a una ocarina, regresar al pasado, viajar para reencontrarse con Navi sólo para obtener, la satisfacción de salvar a una pequeña ciudadela de la catastrófica caída de una luna… Y por último, al ya no poder regresar al bosque Kokiri, enlistarse como soldado de Hyrule y ser la Guardia de la Reina Zelda y, su nueva amiga.
Sin embargo, aquello no satisfago su deseo de poder enseñarle a alguien, los movimientos que había logrado obtener a lo largo de su vida. Nadie lo reconocía como el Héroe del Tiempo, como el Héroe de Termina… Sólo, como un soldado con movimientos excepcionales.
Todo su esfuerzo, la despedida de sus mejores amigos, un viaje fantástico… Nada valió.
Una guerra ocurrió, Hyrule no cayó en manos del enemigo, sin embargo, ya no podía volver a su labor, estaba cansado… Así que simplemente, huyó a su hogar y estar al lado de sus amigos lo que le restase de vida.
Con heridas en el cuerpo, una espada pesada, una armadura casi irreconocible, la inestabilidad de su ojo izquierdo, al punto de ceguera total,… Se adentró a los bosques perdidos.
Conocía a la perfección los túneles, aunque esta vez fue la excepción.
Cayó de rodillas incapaz de seguir y finalmente de boca al suelo, soltó la espada al fin, cargando con toda su incompetencia en la espalda.
- ¿Acaso…..me…..perdí? – Rió – Moriré… aquí…
Pero no estaba perdido… Arrastrándose como sus piernas le dejaban, utilizó el último túnel para llegar al prado sagrado, no era el lugar que deseaba, pero se acomodaba a lo que se acercaba. Antes de entrar al laberinto, se recargo en la pared, quitándose el casco dejando caer su cabellera levemente larga sobre los hombros.
- Malon… - Levantó la cabeza mirando al cielo – No podré… enseñarte… a cabalgar…
Sus piernas dejaron de moverse…
- Lo siento, Navi… - Suspiró – No… pude encontrarte…
Su brazo derecho al igual que el izquierdo, no pudieron levantarse hacia el cielo en un intento de tocarlo.
- Zelda…. – Dejó caer la cabeza hacia su hombro derecho – Lamento… no haber… defendido Hyrule como deseabas…
Su ojo derecho comenzó a llorar.
- Lo siento… Saria… Siempre… seremos mejores amigos…
Dio una última sonrisa... Sabiendo, que a pesar de no disculparse cara a cara con los que mencionó en su despedida… había vivido bien.
- Gra….cias…
Al igual que su sonrisa, dio su último respiro y finalmente, cerró el ojo sano cayendo al suelo…
El Héroe del Tiempo había fallecido…
(…)
Si había concluido sus labores como héroe y miembro más de la sociedad… ¿Por qué abría lo ojos cuándo él menos quería hacerlo? ¿Qué le obligaba? ¿Acaso realmente no estaba muerto y sólo había sido un sueño? ¿Zelda había llegado a tiempo para curar sus heridas?
El cielo estaba opacado por las ramas de altos y frondosos árboles, el pasto verde, era más oscuro y delgado, había una esencia diferente a la que recordaba y la melodía que le recordaba a su amiga, y que extrañamente se escuchaba, era en un tono muy bajo.
- ¿Dónde estoy? – Se preguntó
Intento levantarse, sintiendo su cuerpo mucho más liviano de costumbre. Se miró esperando encontrarse sin heridas, sin embargo, lo que se encontró, comenzó a asustarlo.
- ¿Q-Qué… pasa?... Mi… cuerpo….
Su torso no tenía ningún hueso que le sostuviera, simplemente se notaba una especie "humo" que fácilmente era traspasado al igual que sus brazos y sus piernas, se toco el rostro notando que éste, sí estaba conformado por un hueso único.
¿Pero qué le había ocurrido?
Su armadura había cambiado ligeramente, sujetando una espada más grande en la mano izquierda y un escudo circular en la derecha.
- ¿Por qué me pasa esto? – Comenzó a desesperarse - ¡Se supone que había muerto!
- No del todo…
Esa voz le hizo temer, comenzó a caminar siguiendo la voz y sintiendo los pies, los brazos y todo el cuerpo pesado a pesar de ser lo contrario cuando se levantó.
Horas fueron, hasta que llegó a un pequeño claro rodeado de los mismos árboles, el agua era tan clara y pareciera iluminado por alguien o algo. Una esfera de luz salió y se elevó por encima del lago haciendo notar que tenía voz.
- Bienvenido…
- ¡Usted sabe dónde estoy! ¡Respóndame!
- Tranquilo… Héroe del Tiempo…
Aquello le sorprendió bastante. ¡Alguien más lo conocía! Debía sentirse halagado, pero no lo estaba para nada.
- Responderé tus preguntas… Estás en Hyrule… Sin embargo, no es tu tiempo
- ¿Mi tiempo? – Preguntó - ¿De qué habla?
- Has dormido demasiado… - Se escuchó con tranquilidad – Has muerto, en tu tiempo has fallecido, sin embargo, no has podido descansar
- Eso me di cuenta – Bajó la cabeza - ¿Por qué no?... Ya acabé con lo que debía…
- No es del todo cierto, Héroe del tiempo… - Comenzó a explicar – No has acabado, puedo ver en tu alma como no estás satisfecho… No has podido enseñar todas tus habilidades
- Lo hice… Los soldados ya son buenos gracias a mí…
- No, joven héroe… Tu destino, es enseñarle al futuro héroe elegido por las Diosas…
- ¿El…Héroe elegido por los Diosas?
- Así es… Tu predecesor….
Aquella luz, comenzó a explicarle la razón del por qué, no descasaba en paz y que debía transmitir todos sus conocimientos. En parte, le halagaba saber su tarea, sin embargo, deseaba descansar como el héroe que fue y que al menos, fue recordado por sus conocidos.
- Supongo que el Héroe… Se sentirá halagado al ser alumno del Héroe del Tiempo – Rió a pesar de todo lo que pasaba
- Pero no debe saberlo…
De nuevo, sus palabras le sorprendieron. ¿Él no sabría lo que hizo? ¿Ese héroe no sabría quién fue?
- Supongo que ahora seré…. "El espíritu del héroe" – Sonrió - ¿Y dónde está él?
- Pronto llegará…
Y sin decir más, la luz regresó al lago dejando a Link un poco confundido de qué hacer.
- Amigos… - Miró el cielo – Me quedaré un rato más…
