Última llamada
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se habían visto? Realmente no podría ni decir alguna cantidad de días solo por decir; si cuanto llevaban apenas 4 días separados, él ya creía que habían pasado casi dos semanas. ¿Y la última vez que había escuchado su voz? Al parecer en la madrugada, si es que su mente no le estaba jugando bromas, de todos modos hablaban por teléfono cada Jueves. Y era Jueves, había oído la fecha en la radio, talves sí habían hablado ya. ¿Y cuántas veces ya había hablado con ella? Más de cinco veces, más de diez podría ser. Mierda… eso haría que fueran unos tres meses de ella fuera.
Su mente saco cálculos sin que él lo intentase, de hecho había estado evitando contar los días, ya era bastante doloroso saber que ella estaba luchando en una guerra en tierras lejanas, una guerra que podría llegar a durar quien sabe cuánto tiempo, y él ahí, en su oficina, haciendo papeleo. A "salvo" -porque sin ella no se podía sentir completamente seguro- en el Cuartel Central. Siendo asistido por un montón de idiotas que no eran de su confianza, porque ella no era la única de sus leales subordinados que había sido enviado al campo de batalla.
La maldita angustia lo carcomía, y no había nada que pudiese hacer. Más que esperar al Jueves; día que a veces parecía no llegar nunca y otras se le aparecía de improvisto, haciendo que surgieran pensamientos no muy inteligentes en su cabeza, como "Ahh… ayer fue Miércoles".
"No se supone que soy un héroe de guerra, acaso no todo el mundo sabe de mis habilidades y temen de lo que pueda hacer con ellas. Porque, entonces se me ha negado la participación a favor de mi nación. Si me usaran como el arma que, sé me consideran, el enemigo se vería gravemente disminuido y nuestra victoria se llevaría a cabo de modo más rápido." Había sido su reclamo hacia la junta de generales en Central; ni él mismo podía creer que tales palabras hayan salido de sí. Se estaba ofreciendo a manchar de sangre sus manos nuevamente, en una guerra de la que tampoco tenía claros los motivos… nuevamente. Vaya que era egoísta, asesinar a miles personas para librar a Hawkeye de la desesperación, que podía percibir en su voz cada vez que hablaban, y de enfrentar a la muerte constantemente hora tras hora, día tras día y mes tras mes.
"No nos podemos permitir enviarlo por estos momentos a la batalla. Es cierto que sus habilidades serian de gran ayuda, y que usted es prácticamente un ejército en sí mismo, sin embrago Aerugo es una nación casi tan fuerte como la nuestra, con un gran desarrollo en tecnologías, y con un gran ejercito tan capacitado como el nuestro. Nuestras tropas han realizado un excelente trabajo hasta el momento, llevando gran ventaja ante nuestro adversario, por lo que presumimos que pueden seguir con su labor por algún tiempo más antes de que tengamos la necesidad de pedir su colaboración física en este enfrentamiento. La guerra puede extenderse por mucho tiempo más, y no nos podemos arriesgar a perder a un gran recurso de guerra como lo es usted, General Mustang, además debo agregar que también lo necesitamos detrás de su escritorio, no sea injusto consigo mismo, usted es tan bueno en lo que hace tanto fuera como dentro del campo de batalla. Solo si las cosas se llegaran a salir gravemente de control, no tendríamos más remedio que enviarle. Esperamos comprenda la posición que hemos tomado en orden de asegurar la victoria de nuestra nación."
No consiguió nada. Más que exponerse ante los demás Generales; vaya, sí que sería ridiculizado, su insistencia había dejado claro que sus motivos para querer involucrarse en los terrenos en guerra eran por razones personales, si todos sabían lo cercano que era hacia sus subordinados y lo fieles que eran ellos hacia él. No quería ni recordar todas las demás cosas que había dicho en la Junta, dado que su argumento iba perdiendo cada vez más y más la objetividad.
Firmaba y redactaba documentos tal y como debería; cumplir con sus responsabilidades no era la razón para cumplir con su trabajo, sino más bien esto mantenía su mente ocupada. "He visto caer a muchos soldados de nuestro bando. Hasta el momento ninguno que conociera personalmente, pero esto no alivia mi malestar. No puedo evitar pensar en que muchos de ellos tenían una familia a la que podían abrazar a lo que finalizara la batalla. Yo no." Los recuerdos de la conversación que habían tenido ese día le hacían temblar, y una nostalgia invadía su ser. "Prométame que si me sucede algo, usted continuará haciendo lo que debe hacer. Por favor no se desvié del camino que nos ha costado tanto pavimentar." ¿Cómo le hacía prometer algo así? ¿Qué acaso no estaba en sus cabales? Debería saber que se volvería loco si la perdiese. "Espero que esté bien, no beba mucho, no es bueno para su salud. No deje que el papeleo se acumule y… no se preocupe por mí."
-Mierda!- dijo en voz alta y con evidente rabia contenida, más de lo que sería sano. Se había llevado una de sus manos al rostro y en sus ojos se podía ver que la rabia estaba siendo acompañada por desesperanza. Las personas que se encontraban con él en su oficina alzaron sus vistas hacia el escritorio de su superior, empáticamente podían sentir su pena. Roy dejo su asiento, los demás volvieron a su trabajo, y él camino hacia la puerta.
Aquella era la llamada que más le había afectado, y solo ahora, apunto de girar la manilla de la puerta, se daba cuenta que Riza se había despedido de él. La última llamada. Abrió la puerta lentamente, trataba de aclarar sus pensamientos, no quería hacer suposiciones erróneas. Uno de los asistentes de Mustang se encontraba frente a él dándole un saludo militar, al que Roy respondió con algo de lentitud.
-Señor, aquí una carta desde el conflicto de Aerugo para usted.
-Gracias Sargento- Recibió la carta y el sargento se retiró. Roy algo sorprendido leyó que el remitente era Havoc y que había sido escrita tres días atrás- Veamos qué es lo que tienes para contar.
Habiendo salido del edificio, tomó asiento en una banca en las áreas verdes del Cuartel y abrió el sobre.
General Mustang:
Hasta a mi mismo me sorprende estar escribiendo esto para Ud., ya que salí del Cuartel hace tan solo un par de días. Debido a mi posición, no he podido llamarle por teléfono, algo se solo se les permite a algunos; pero es justamente sobre esto que me veo en la necesitad de informarle que dentro de algunos días, talves para cuando ésta carta esté en sus manos, el servicio telefónico desde Aerugo ha Central estará completamente restringido, y solo será restablecido en casos muy particulares. Sé que esto podría llegar a afectarle de gran manera. He visto a la teniente Hawkeye, y creo que nunca la había visto de esta manera. Podría pensar que se ve más afectada que en Ishval. Mi intención no es preocuparle, aunque estoy seguro que lo haré, pero creo que sería bueno para ustedes dos que Ud. no cortara la comunicación que han tenido hasta el momento, y le envíe cartas de vez en cuando. Ella es fuerte, mas no creo que pueda sobrellevar la situación sin estar en contacto con Ud. Ya sabe donde enviar las cartas, con su rango no creo que haya problemas.
-Teniente Segundo Havoc.
Lunes 21 de Junio.
La jornada laboral ya había acabado, y dificultosamente había terminado de hacer todo lo que debía hacer. Se encontraba de vuelta en su casa. En el velador al lado de su cama había un lapicero y un plato con una tarta de verduras a medio comer que había comprado a unas cuadras fuera del Cuartel. Sobre su cama había unos papeles en blanco, unos cuantos sobres y una caja de cigarrillos. Entró a la habitación con una taza de café, que posteriormente dejó junto al plato de comida. Se sentó en la cama y comenzó a escribir sin titubeo las palabras en las que había estado pensando todo el día.
Teniente Primera Hawkeye:
Primero que todo, me tomo el derecho de regañarla por no haberme dejado en claro que la llamada que tuvimos hoy iba a ser la última. Analizando las cosas que me dijo, usted sabia que esto sería así. No piense que por no tener teléfono se va a librar de mi; usted me debe de mantener informado de todo lo que ocurre allá, no hay persona en la que yo confíe más que en usted. Ahora, déjeme recordarle que le he dado la orden de no morir, y como ha sucedido anteriormente, espero lleve esta orden a cabo (esto va también para el Teniente Segundo Havoc, y el Sargento Fuery, que sé están en la misma cuadrilla que usted; por favor hágales saber.)
Deseándole pueda volver sana y salva lo más pronto posible
-General Roy Mustang.
Jueves 24 de Junio.
Luego de tomar el último trago de café, leyó palabras que había escrito. Estaban más vacías de sentimientos de lo que le hubiese gustado, pero tenia que ser así. Dobló la hoja de papel dispuesto a colocarla dentro del sobre... Pero entonces recordó algo que Riza le había dicho y que él no había sido capaz de responder. Decidido desdobló la carta y agregó unas palabras más.
PD: Hawkeye, usted si tiene a alguien a quien poder abrazar a su vuelta, no lo olvide.
Gracias por leer ;D!
Disculpen por si alguna parte les pareció enredada xD, espero les haya gustado de todos modos.
