Hola, hola! Bueno aquí les traigo una historia que tengo en mi archivero desde hace muchos años. De hecho la publiqué en foros DZ y en foros Nipon…hace bastantes ayeres! Claro con otro nombre, así que si alguno (a) se acuerda de ella es por esto.
Hice algunas modificaciones…y de hecho no tengo toda la historia completa. Me quedé por ahí del capítulo 4. Espero que les guste. También me estoy pensando publicar otra historia que alguna vez subí a los foros que antes mencione se llamaba "me enamoré de mi hermana" en uno y en el otro "detrás de la puerta" ..y no, no es ninguna cosa bizarra o enferma, aunque podría pensarse que sí por el título pero deben de leer la historia para enterarse por completo. La estoy editando..pronto la andaré subiendo por aquí. En fin…ya basta del bla bla..a lo que acontece…
Enjoy!
Capítulo 1. Te encontré
Un auto Lincoln Navigator color negro recorría la calle apenas iluminada, donde el silencio se sometía por el frío invierno; la avenida era estrecha y pronto el camino de concreto se limitó abriendo paso a la terracería y a los árboles de arce altos, danzantes y frondosos azotados por la brisa nocturna. Las ruedas de aquel auto se detuvieron. Las puertas se azotaron y figuras tras de ellas aparecieron frente a cierta vivienda sublime.
Tenía las paredes desteñidas por el paso de los años, en cada bloque yacían lianas colgantes puesto que plantas enredadas les cubrían hasta el inicio del tejado, árboles de copas altas rodeaban la enorme mansión en medio del taciturno confín de la pequeña ciudad. Las ventanas de aquel sitio se trazaban amplias, dejando ver los vitrales rectangulares manchados por el polvo, así también el jardín inmenso y reseco trasfundía la soledad de aquella casona antigua. Muy al estilo victoriano.
Las rejas del barandal se mecían con el viento lanzando un chirrido al mismo tiempo que las cadenas sonaban tambaleándose por igual. Pasos lentos se escucharon de pronto y siluetas se trazaron en la sombra que la luna trascendía. Las cadenas se alzaron resonantes de nuevo, pero esta vez no a causa del viento, si no que unas manos gruesas las tomaron deliberadamente.
-Hemos llegado-una sonrisa de medio lado se dibujó-..este es el sitio-miró hacia la casona tomando el candado entre sus manos-..
-¡Y qué diantres esperas para abrir Pain? –renegó-..¡debemos prepararlo todo hermano!-
Pain, era un joven de veinte años, tenía la tez bronceada y cuerpo anchoa justo de un atleta de rendimiento. Él abrió la boca para recriminar pero fue interrumpido por la mujer que les acompañaba. Si bien, ella aparentemente no pasaba de los treinta y seis años, tenía el cabello rojo lacio, una esbelta figura con aire de fragilidad y contornos de musa. Colocó su mano delgada y blanca sobre el hombro de Pain buscando su calma y paciencia. El chico le miró con descontento y ella asintió. Comprendía bien que él estuviera hastiado, del viaje, de su ida a tal sitio, de su vida, de su hermano. De todo. A final de cuentas era un jovenzuelo.
-Calma..calma hijo. Tenle paciencia a tu hermano-sonó ella con condescendencia-no es necesario que te alebrestes-sus labios rosas se desplegaron en una sonrisa-
-Lo siento madre, es solo que- El muchacho acalló, le interrumpió una voz aguda y masculina-
El hombre alto, de facciones fornidas y cabellos dorados se les acercó despacio. Era un poco mayor a la mujer, aparentemente. Con su calma característica se colocó junto a la mujer. Ella le sonrió con dulzura.
-Comprendemos tu desesperación hijo. Pero ya sabes que así se pone cuando la siente cerca –dijo el hombre dirigiéndose a Pain-y tú hijo debes ser paciente..todo a su tiempo- se dirigió esta vez al otro joven al costado de Pain-
-¡No quiero!, ¡he esperado demasiado ya padre!-expresó irritado-..he esperado siglos!-susurró mirando la luna creciente y el viento sopló en un sonido escalofriante-
-Entonces..¿que te cuesta esperar un poco más idiota?- Pain cruzó los brazo. Se quedó observando fijamente el candado entre sus manos y este se soltó cómo magicamente-..apégate al plan zoquete..¡hey..espera!-Su brazo se extendió hacia aquella figura que se alejaba a trote. Hizo ademán de salir tras él-
-Déjale Pain –ella le detuvo por los hombros-..debe ser difícil para él-
-Idiota..lo arruinará todo madre..-susurró y miró a la mujer de cabellos rojos que le sostenía-
-No lo creo-sonrió ella-..nunca es así-
Hubo silencio. El viento volvió a contonear las copas de los arboles como si quisiera partirlos en dos.
Sus ojos verdes miraban impacientemente las manecillas del reloj que tenia de frente, pareciere que estas corrían lentamente a propósito, lanzó un suspiro y dirigió sus orbes de nuevo al mostrador donde sus antebrazos se sostenían. El olor de la comida recién hecha se percibía por el lugar pues el cocinero trabajaba duro ante la clientela nocturna activa, ¡hacía un frío descomunal! Irguió su cuerpo completamente cuando la campanilla de la puerta principal resonó, dirigió sus orbes en tal dirección encontrándose con cierta silueta caminante hacia ella, un hombre con gabardina negra se acercaba a paso firme, sus mechones rubios ligeramente largos se contoneaban con cada pisada y su semblante serio se trasfundía sombrío.
Finalmente paró frente a ella mirándole fijamente y sintió como un escalofrió recorrió su espina dorsal erizándole cada poro de la piel en un estremecimiento vehemente intrínseco. Esos profundos ojos azules traspasaban su alma como cual bala llegase al corazón, como si pudiese ver el fondo de su interior; sus miradas se unían en un fuerte lazo, tan enérgicamente, tal cual dos imanes aferrados.
La conciencia se disipó ante la agonía de aquellos ojos, su mente se nubló y sus piernas quedaron rígidas en el suelo sin poder moverse; se encontraba embelesada por la figura de aquel hombre. El visitante le examinaba admirando cada recoveco de su rostro, ido ante la belleza de su temple, observando esos mechones rosados ascendentes por sus sienes, fijando su atisbar fieramente en esos labios carnosos, recorriendo el contorno de su piel nívea como un demente. Un vago hilo de razón entro en ella, trayéndole de nuevo a tierra. Tragó saliva y abrió los labios tratando de acomodar palabras, más sin embargo la voz le fallaba y dio un leve saltito al escucharle decir:
-Buenas noches-sonó ronco, deliberadamente sensual-..podría ser tan amable de proporcionarme el menú..señorita-sonrió-...
-Bu-buenas..noches-susurró ella entrando ligeramente en razón. Dificultosamente fijó sus ojos verdes en el mostrador-..aquí…tiene-temblaba-
-Veamos-sus ojos azules oscilaban en aquella papeleta que tenía entre sus manos-..creo que..será - en lentitud dejó la papeleta sobre el mostrador y su vista se fijó nuevamente en ella- ramen..definitivamente-susurró cerca del rostro de la chica, pues él se había inclinado un poco-
Nuevamente sus ojos se entrelazaron, él ladeó la cabeza como si tratase de comprender cada gesto, cada parpadeo de ella así mismo que en cada aspiración degustaba del aroma exquisito, no de los alimentos, si no de esa esencia que emanaba la joven frente a él, pues ese perfume era propio de ella. Sus recuerdos lo confirmaban.
-Ss-ssi..claro-ella desvió la mirada-..gu-gusta esperar..o..de-desea el..el servicio a domicilio-nerviosa estaba ante la mirada fija-..
-¡Oh!..¿tienen servicio a domicilio?-se llevó una mano al mentón mientras erguía su cuerpo-..creo que..haré uso de tal servicio..
-Yo..yo misma entregaré su pedido- miró de soslayo mientras le extendía pluma y papel al joven-
Tomó los objetos, trazando líneas perfectas en el papel, con escritura cursiva fina anotó la dirección dónde deseaba su pedido, pronto extendió aquel papel hacia ella, quién lo tomó con un sutil vacilar.
-Le-le será entregado en..30 minutos –ella fijó su mirada en el papel sin siquiera leer, estaba nerviosa-..puede pagarme una vez que le sea entregado-
-Esta bien..le esperaré en casa entonces-susurró cercano a su rostro nuevamente-
Ella abrió los ojos completamente al escuchar tal frase, sus pupilas se dilataron tintineantes ante el eco de esa voz en su cabeza, sintió la boca seca y trago saliva. Una mano en su hombro le sacó de ese desasosiego y giró su rostro para mirar a su costado.
-¡Sakura..te he estado llamando!, ¿por qué no acudes?-regañó el hombre alzando un cucharón-
-Lo siento señor Ichiraku, es solo que, atendía al joven..ha hecho un pedido a domicilio y yo..-señaló al frente-
-¿A quién?-arqueó una ceja el hombre expectante-
-A… él-volteó, más no había nadie- ¡se ha ido!-susurró sorprendida-
-¿Y qué dirección es el supuesto pedido?-frunció el entrecejo-
-Éste-extendió el papel e Ichiraku lo tomó-
-¡Déjate de bromas niña!, ¡ese sitio ha estado abandonado desde hace muchos años!..¡anda y ordena los verdaderos pedidos!-regañó el hombre mientras se marchaba de nuevo a la cocina-
-pe-..pe-..pero..-balbuceaba mientras observaba ese espacio vació-
Las horas pasaron y por fin el reloj marcó justo el tiempo de salida, una sonrisa se dibujó en sus labios al mismo tiempo que se deshacía del amarre en el delantal. Lanzó una despedida cordial a su jefe y emprendió el andar por las calles lúgubres. Avanzó tan rápido como sus piernas le dieron oportunidad ya que después de aquel encuentro tan misterioso con él hombre de mirada intensa, sentía que era sigilosamente observada aunque ninguna alma divagaba por las calles, sólo ella.
Lanzó un suspiro aliviada al encontrarse en la entrada de su departamento, introdujo las lleves y giró la perilla. Sus pies arrojaron los zapatos en la entrada sin importar donde cayesen, se dirigía a su alcoba cuando un instinto de paranoia le hizo regresar para echar doble llave a la puerta. Cada paso subía los peldaños rumbo a su habitación, a la cual llegó finalmente tan cansada que, dejó caer su cuerpo sobre la cama.
-¿Quién sería ese extraño hombre?-susurró mirando el contoneo de las cortinas en la ventana-..seguramente alguien que ha querido gastarme una broma!-bufó molesta al recordar las palabras de su jefe- ¡Bah!, que boba has sido al creértelo todo..Sakura-se regañó a sí misma-
Su pestañar se desplegaba pesadamente, síntoma del sueño entrante y sin percatarse cayó rendida sin siquiera imaginarse que sus sospechas eran ciertas, unos ojos le observaban a distancia. El profundo sueño la envainó completamente. Al percatarse de que ella dormía, esos ojos vigilantes ya no soportaron la distancia y se abocaron a mirar por donde iniciaría intromisión ¡quería tenerla cerca, casi palparla! Una sombra se dibujó a través de la ventana con la luz tenue de la alcoba, los pies del intruso se hundían ligeramente en el suelo alfombrado hasta que pararon al borde del inmueble donde descansaba aquel cuerpo delgado y durmiente.
Los labios del intruso se arquearon en una sonrisa dulce al mirarla dormitar como ángel entre sábanas blancas, observando cómo sus cabellos rosados se hacían remolino contra la almohada. Sintió pena por aquel cuerpo diminuto y evidentemente cansado por el arduo trabajo. Él inclinó paulatinamente su torso hasta que sus labios sintieron el aliento cálido de ella.
-..Al fin te he encontrado mi amor..-susurró antes de propinarle un lánguido beso-..después de tantos años..-
Ella sintió que un fresco aroma estaba cubriéndole -precisamente el perfume que horas antes había concebido en el encuentro con "el extraño joven"- el cual propició que los vagos recuerdos le generasen estragos. Sakura entre abrió los ojos un poco sin poder enfocar perfectamente, sus ojos apreciaban una figura borrosa frente a ella, al percatarse de lo que sus orbes vislumbraban, dio un salto y se sentó sobre la cama.
Recorrió su habitación con la mirada, encontrando solamente las cortinas contoneantes. Se levantó dificultosamente dirigiéndose hacia la ventana y cerró el par de hojas colocando el cerrojo entre éstas.
-Un sueño seguramente..-susurró para sí mientras echó un vistazo a las calles-
Esta vez, procuró colocar su pijama y acurrucarse perfectamente en la cama, en cuanto su cuerpo toco las frías sabanas el sueño llegó profundo.
Imágenes de ese rostro llegaron a sus sueños, "el joven desconocido" que visitó Ichiraku ramen. Recordó ese semblante serio pero a la vez cálido y familiar, su sonrisa desinhibida con una amabilidad en sus ojos, ¡esos preciosos ojos! que eran del mismo tono del mar cuando espera tormenta.
De pronto, dicha imagen se disipó y se visualizó a sí misma en un lugar, parecía un pueblo antiguo. Tenía ceñido al cuerpo un vestido largo de color ocre que traslucía su talle tenuemente, en sus hombros ligeras telas descendían hasta posarse sobre sus brazos con finas costuras, parecía tan conocido aquello, así también sus cabellos eran largos con mechones lazados en una gruesa trenza. Sus pasos le dirigían a través de una calle empedrada y taciturna. El sitio estaba a media luz por la luna llena que se escondía y aparecía de repente por las nubes viajeras; pronto gritos coléricos se escucharon a lo lejos. Se detuvo tratando de buscar su origen.
Abrió los ojos asustaba al observar una bandada de personas alzando antorchas y garrotes que se dirigían a lo que parecía las afueras del pueblo, en cuanto uno de ellos se percató de su presencia le señaló lanzando gritos despavoridos. Las personas se visualizaban avanzando en la lejanía y por sus ropas comprendió que se trataba sin duda alguna de otra época en la historia, pareciere la época donde reinaba la Inquisición.
-¡Es ella! –soltó un hombre desesperado de la muchedumbre-..¡es la mujer que han visto con la bestia!-gritaba señalándole-
Sakura miraba extrañada y a la vez asustada sin poder moverse, como si sus pies se truncaran al suelo pesados evitando su partida; la muchedumbre se acercaba apuntándole y gritando cosas nefastas hacia su persona, en el instante que por fin sus miembros respondieron, uno de ellos le tomó por los brazos evitando que pudiera escapar.
-¡Dónde crees que vas bruja maldita?-le sostenía fuertemente del brazo-..¡pagarás por tu herejía!-
-No por favor!..no sé de qué habla..no entiendo..no se quienes son!-gritaba Sakura desesperada mientras otro hombre le tomaba por el brazo libre-
-¡Morirás en la hoguera por alta traición!-expresó quién le tomaba del brazo y la agitó un poco-
-¡No por favor suéltenme!-le obligaron a caminar siendo casi arrastrada a través de las avenidas y las personas detrás lanzaban maldiciones y piedras acogidas del suelo-
-¡No por favor, basta!..¡suéltenme!-suplicaba Sakura casi a grito-..
La gente acalló mirando de frente con los ojos sumamente abiertos. Sakura entre abrió sus ojos hinchados por los golpes y el llanto, tratando de enfocar dificultosamente una silueta que tenían de frente ese grupo de personas. Sus ojos se abrieron de sobre manera al encontrarse con una figura cubierta por un manto negro desde los pies a la cabeza, no obstante, cierta voz resonó y le pareció demasiado familiar.
-Deberían soltarle-expresó con la voz ronca- o se atendrán a las consecuencias-
-¡Usted no es na-se interrumpió a sí mismo el hombre que arrastraba a Sakura. La soltó frente al gentío al visualizar cómo aquel misterioso encapuchado temblaba extrañamente-
El cuerpo del encapuchado -que les obstruía el paso- comenzó a incrementar en tamaño. Lentamente se acuclilló al suelo y después irguió ambos brazos en la tierra para poder sostenerse ante su estremecimiento; las ropas se rasgaban sin clemencia en un apresurado atajón. Se abrieron costuras del telar dejando a la vista las venas inflamadas en los brazos del hombre semi-cubierto; la piel se halaba conformando escarificaciones que después se cubrieron con espeso pelo, la luz de luna llena se filtraba por el hueco que las nubes permitían y podía verse como la figura de un hombre se empezó a remover entre polvo y humo. La figura se alzó ya que la luminiscencia quemaba su carne cómo ácido vertido en sí.
El sujeto removió el cuello en un sutil bamboleo circular resaltando sus venas punzantes por un mísero segundo, después estas se escondieron tras un pelaje denso, por igual sus manos se transformaban estrujando la piel ceñida en un concéntrico movimiento dando paso a huesos anchos y dilataciones que, trazaban lo que pareciere garras gruesas con contornos delineados en uñas filosas de punta fina.
La multitud anonadada observaba sin poder pronunciar palabra, sin embargo, el raciocinio en uno de ellos, les sacó de aquel trance al gritar al aire la huida crucial y en un barullo escandaloso iniciaron un trote ¡ horrorizados!. Las pupilas de Sakura -quién yacía en el suelo- se encontraban dilatadas ante la incredulidad de lo que podía contemplar, ambos iris de color esmeralda tiritaban expectantes del suceso inexplicable como si en realidad todo acto fuese verdad, así le sentía.
Había quedado sola frente al licántropo que, a simple vista precia rabiar deseoso por su cuerpo, o eso al menos cavilaba al ver como los colmillos se pronunciaban vastos en su hocico. Pronto, unos pasos le asecharon, unos tan gruesos que dejaban huellas profundas en la tierra, cada zarpada se posaba cautelosamente aminorando la distancia entre ambos, los brazos de Sakura se estremecieron temblorosos e intentó echar su cuerpo hacia atrás pero fue fallido escapar al sentir ese aliento cálido en un soplo delicado sobre sus pantorrillas.
Inconscientemente el estremecimiento fue disminuyendo aún que permanecía azorada ante el asombro de todo el evento, no obstante, aquel ligero contacto le provocaba una calma, como si ese ser tratara de reconfortarle de alguna manera; imágenes pasaron por su mente, imágenes de ese rostro que visualizó antes, sus ojos azules mirándole con devoción, los labios curvados ante una sonrisa cordial, todo eso venía detrás al observar cómo se le acercaba semejante monstruo. Cuando al fin la bestia estuvo cerca, su hocico se desplegó ampliamente en lo que pareciere un ataque y fue entonces que la conciencia le llamo a la realidad.
-¡Mierda!..otra vez ese sueño -respiraba agitada, con una mano en el pecho-..¿Qué diablos es esto?-miró al lado-..¿pero qué?-abrió los ojos completamente al encontrarse con la ventaba abierta de nuevo-..la cerré-susurró asustada-
Se levantó apresurada a colocar el cerrojo en medio de aquella obscuridad, y desesperada tomó una silla interponiéndola en la madera, tal como una tranca en las amplias hojas del ventanal. Estando una vez asegurado caminó de espaldas sin dejar de ver hacia la ventana, temerosa tocó el filo de la cama y subió hasta colocarse en la esquina; atrajo sus piernas hacia su pecho y se abrazó. Seguramente, esta sería una larga noche, pensó.
