Disclaimer: Todo pertenece a J. K. Rowling.


Jadeó. Decir que alguna vez imaginó estar en esa posición y con él, era mentir de la manera más descarada. Decir que en sus sueños más eróticos observó la posibilidad de que él la hiciera llegar al éxtasis, sería una mentira casi verdad. Sí, debía admitirlo. Eso la ponía en una situación comprometedora.

Lo sentía. En cada pequeña proporción de su cuerpo, al parecer se había convertido en un pulpo de repente. Se sentía desnuda sin ni siquiera estarlo, al menos no todavía, y sentía que el éxtasis recorría cada poro de su piel cuando él la besaba.

Mientras era embargada por el momento, escuchó el sonido que dio la tela al romperse, sintiendo un repentino frio, y dándose cuenta de que estaba sólo en ropa interior. Excelente. Ahora tendría que comprar blusa nueva y también falda. Sintió ganas de devolverle el favor, pero concretó que de nada valía, porque ni siquiera podría romper un botón. No tenía tanta fuerza. Suspiró con frustración, mientras introducía sus manos por debajo de esa estorbosa camisa que comenzaba a odiar.

Decir que sentir su piel fue lo mejor que pudo experimentar en su corta vida, sería ser completa y absolutamente sincera. Sin embargo aún mejor era sentir sus caricias en su piel. Volvió a jadear, esta vez con más fuerza.

La estaba explorando, de la manera más descarada. Sonriéndole. Y besándole. Ella sólo atinaba a gemir, jadear y suspirar. Mientras él la hacía llegar justo a la cima del placer, sólo faltaba unos minutos más de estimulación y ella se correría en sus manos.

Y justo cuando sentía el orgasmo introducirse en su cuerpo.

― ¡Despierta, Granger! ― esa arrogante voz que tanto odiaba.

¿Por qué carajo soñaba de esa forma con Malfoy? No lo entendía. ¡Lo odiaba! Odiaba cada maldito átomo que lo formaba, si fuera por ella que se incinerara o que desapareciera de su ecosistema.

― ¡Déjame, Malfoy! ― lo apartó de sí con enojo.

¿Cuándo acabaría esa maldita tortura? Claro lo olvidaba, se acabaría dentro de pocos días, afortunadamente cada vez estaba más cerca de terminarse ese maldito castigo. Odiaba esa torre, odiaba a Draco Malfoy, odiaba a Hogwarts ¡Y odiaba a Dumbledore!

Todo era culpa de Dumbledore y sus locas ideas para unir casas. ¿Qué pretendía al encerrarlos a ellos dos en una torre durante una semana? ¿Matarla de los nervios? Sí, quizás fuera eso. De seguro ese bendito hombre quería acabar con ella por, por ¿por qué? ¿qué causa tendría Dumbledore para matarla? Obviamente ninguna. Así que aún no entendía cómo es que estaba encerrada junto con Draco Malfoy y todo su ego. Quizás lo averiguara algún día, mientras tanto debía soportarlo.

Sólo esperaba que este nunca descubriera el por qué despertaba tan agitada. Y mucho menos lo que noche a noche se le presentaba en sueños.