¡Buenos días lectores! Aquí les traigo un pequeño one-shot ambientado en mi propio universo de los Bad End Friends, no es enteramente necesario leer mi fic de "Los amigos del mal final", pero es recomendable.
Solo quería describir un poco el desarrollo de Bipper como personaje, espero les guste.
Inspirado en la canción A sadness runs through him by The Hoosiers..
Muñecos unidos por un lazo
Hace algún tiempo, en una tierra que no estaba en ningún mapa, existía un pequeño muñeco que era como un retoño de Pino: aun siendo pequeño se notaba que algún día sería un gran árbol, fuerte y duradero.
El muñeco Pino tenía una hermana igualita a una Estrella fugaz, siempre alegre y lista para cumplir deseos, sin embargo su hermano opinaba que a veces también se estrellaba como una.
Los dos Muñecos Hermanos se querían y se apoyaban en todo, un fuerte lazo los unía, así como con otras personas que les eran importantes. Parecía que podían superar cualquier cosa.
Sin embargo, un buen día la enamoradiza Muñeca Estrella se obsesionó con un Muñeco al que acababa de conocer y dejó abandonando a su hermano cuando le había prometido que le ayudaría a resolver algo muy importante para él.
La frustración del Muñeco Pino fue tal que cometió el error de hacer un trato con un Titiritero vestido de dorado.
El pequeño Muñeco Pino creía que todo aquello iba a acabar en tragedia, no obstante, en última instancia el Titiritero le mostró cómo los otros Muñecos lo habían menospreciado y lo mucho que se beneficiarían de la compañía mutua.
Entonces el pequeño Muñeco Pino acepto y cortó todos sus lazos con los otros muñecos con la ayuda del Titiritero.
Para cuando acabaron ya no eran ni el Muñeco Pino ni el Titiritero Dorado, ya no podían separarse, ahora era el Muñeco Dorado.
Y juraron no volver a atarse a nadie.
Poco tiempo después el Muñeco Dorado se encontró con el Muñeco de un Príncipe de hielo y con el Muñeco de un Poeta convertido en Bestia, ambos perdidos y dispuestos a confiar en él.
El Muñeco Príncipe tenía una corona que le daba el poder de controlar la nieve y el hielo. Y el Muñeco Poeta tenía una linterna que era toda su vida.
El Muñeco Dorado quería ambas cosas para sí mismo, ya que le concederían poder y un par de sirvientes, así que fingió ser bueno con ellos para que bajarán la guardia.
Pronto el Muñeco Dorado aprendió que era condenadamente divertido jugar y hacer travesuras con el Muñeco Príncipe.
También se dio cuenta, después del fastidio inicial, que el Muñeco Poeta siempre se sacrificaba para mantenerlos a salvo y cómodos.
Y entonces el Muñeco Dorado comenzó a sentir cosas extrañas, cosas de las que ya casi se había olvidado, pero que seguían ahí.
Las ignoró, las apartó y las empujó al fondo de su mente sin mirarlas, porque no quería saber que eran, no quería sentirlas, intuía lo que eran y sabía que arruinarían todos sus planes.
Y fue así que llegó el día en que el Muñeco Príncipe y el Muñeco Poeta confiaron lo suficiente en el Muñeco Dorado como para dejar a su alcance sus posesiones más preciadas.
El Muñeco Dorado sonrió ampliamente tomando la corona y la linterna, sin embargo, a medio camino de ponerse la corona y apagar la linterna se detuvo; algo detenía sus brazos y de repente se dio cuenta que realmente no deseaba hacer ninguna de las dos cosas.
Se miró las muñecas y notó por primera vez unas cintas de un color rojo precioso fuertemente amarradas alrededor de ellas; cintas cuyo otro extremo terminaban en las muñecas de los otros dos Muñecos.
El Muñeco Dorado sintió lágrimas acumularse en sus ojos.
Bajó los brazos y abrazó la corona y la linterna contra su pecho mientras una pequeña sonrisa afloraba en sus labios.
Al parecer no había podido pasar mucho tiempo desatado...
Y se alegraba por ello.
**FIN**
