¡Bienvenidos mis queridos lectores! Hoy les traigo un two-shot de una nueva pareja en la que me han enrolado: ¡Beast of Ice! ¡O si lo prefieren WirtxFinn!
Así pues les comparto mi primer fic con esta pareja.
Inspirado en la canción de Sarishinohara by Rib.
¥Si el Cielo y el Arcoíris se encontrarán¥
Finn siempre se había echado la culpa por lo ocurrido, después de todo, él era quien lo había animado por primera vez a mandar uno de sus trabajos a un concurso.
No se sentía culpable por eso, no tenía por qué, sabía lo importante que había sido para Wirt que lo apoyará, que le diera la confianza para dar ese paso.
No era como que Finn fuera un experto en poesía ni nada parecido, pero podía ver que en el trabajo de Wirt había mucho sentimiento ¿Y no acaso de eso se trataba la poesía?
Por eso le había insistido en cuanto había visto la convocatoria de aquel concurso, por eso lo había apoyado en cada paso.
Incluso habían puesto juntos el sobre en el buzón de correos.
Los mejores amigos y algo más, siempre había habido esa conexión entre ellos desde el momento en que se conocieron.
A Wirt no le gustaban los títulos, así que no se llamaban de una forma particular; Wirt lo amaba y Finn lo amaba a él, y eso era suficiente... solo que no fue suficiente para su padre.
Aquella fatídica tarde los atrapó besándose. Generalmente tocaba antes de entrar en el cuarto de su hijo, pero ese día iba emocionado porque los resultados del concurso decían que Wirt había ganado, así que se le había olvidado aquella sencilla cortesía.
Ahora, no era que ellos escondieran su relación ni nada por el estilo, simplemente Wirt no había encontrado las palabras para decírselo a su padre y Finn había respetado eso.
Y entonces comenzó una discusión.
O más bien, el padre de Wirt comenzó a dar razones por las cuales su hijo no debía salir con Finn, la mayoría acerca de cómo iba a afectar su imagen como escritor.
Wirt quería contestar, lo notaba en la forma que movía la boca aunque no articulaba palabras; le costaba trabajo hablar con su padre, su relación no era la mejor.
Sin embargo, antes de que Wirt pudiera decir algo, Finn le dio la razón al hombre. Le dijo que entendía, que se iría y no volvería.
Y en ese instante creía que estaba haciendo lo correcto. Si se iba Wirt podría cumplir el sueño de toda su vida, podría ser feliz.
Decidido salió, prometiendo nunca volver, aunque doliera.
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Con el paso del tiempo su resolución se hizo añicos. Quería a Wirt, lo necesitaba. Cada hora sin él era una tortura.
Pero se abstuvo.
Wirt lo estaba logrando, se estaba volviendo uno de los escritores más jóvenes y reconocidos de la nación.
Mientras él siguiera alejado todo estaría bien.
Aunque había veces, cuando veía fotos suyas en el periódico o en una revista, que le parecía detectar una profunda tristeza en sus ojos multicolor, ¿Tendría problemas? ¿No estaba durmiendo bien? ¿Sufría un bloqueo?
Quizás solo era una proyección de su propia tristeza; quería ver a Wirt triste porque él estaba triste.
Porque a veces deseaba nunca haberlo animado a entrar en aquel concurso y eso era lo que de verdad lo llenaba de culpa, ¿Cómo podía ser tan egoísta como para desear aquello?
Los años de soledad le habían enseñado que las cosas no eran como en las películas donde la gente podía ver a su persona amada irse con otro o marcharse muy lejos con una dulce sonrisa en los labios.
La gente era egoísta y posesiva. Él era egoísta y posesivo.
No quería que Wirt estuviera con nadie más, quería ver a Wirt aún si eso suponía destruir su carrera.
Por eso se hallaba allí, apunto de abrir la puerta de la librería, un letrero informaba a todos los interesados que el famoso Wirt Ebony estaba firmando libros dentro.
No sabía cuál sería la reacción del otro cuando lo viera, después de todo aquel día había huido como un cobarde, lo había abandonado.
Seguro que ya no se acordaba de él.
Aun así abrió la puerta y se encontró con aquellos ojos multicolor que tanto había extrañado.
