¡Hola a todos mis lectores! ¡Aquí Lidya!
Muy bien, aquí está el primero de los one-shots del Universo Alternativo de Compañeros de alma, una idea que me surgió viendo un viejísimo post en Tumblr y bueno quise escribir algo de ello. Me ha gustado como ha quedado, si debo ser sincera, y hasta se quedó como para hacerlo una historia más larga ummm... ya veremos. Primero haré los otros dos y ya me decidiré.
Esto está afectado en un Universo más normal, al menos para Finn y Wirt, ya saben, escuela y eso. Dipper más bien esta en el mismo Gravity Falls de siempre. Los personajes también son más grandes, de 18 en adelante.
Este primer capítulo se maneja que hay personas que tienen el sistema de color (ven a blanco y negro hasta que ven a su compañero de alma) y otras nacen con marcas (tatuajes en las muñecas que dan una pista de quien es su compañero/a y algunos afortunados que tienen tatuado un nombre).
Con eso explicado. ¡Comencemos!
Advertencias: Mucho romance, si tus niveles de azúcar están altos no recomiendo leer esto.
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Soul Mates AU: Colors and Marks
Finn siempre se había preguntado cómo sería su compañero de alma. Si era hombre o mujer, si era más alto o más bajo que él, si le gustaría las mismas cosas que a él; fantaseaba con aquella persona, unos días pensando que era rubio/a, otros que era castaño/a, aunque claro, no podía realmente imaginar esto, pues él era de las personas que había nacido con el sistema de color y por tanto nunca en su vida había visto nada a colores.
Su amiga Bonnibel le había intentado explicar cómo era eso de ver el mundo a color (ella ya había encontrado a su compañera de alma en una chica llamada Marceline), pero… ¿cómo se podía describir un color? Por más que Bonnie se esforzó el solo se sacó un dolor de cabeza.
En fin, no había prisa ¿no? Tarde o temprano encontraría a esa persona indicada, alguien que no se burlaría de su nariz larga, alguien que no se quejaría de sus manos frías, que encontraría bonitos sus grandes ojos y su alborotada cabellera.
Aquellos pensamientos le hacían sonreír y perderse en sus sueños… mala cosa cuando se estaba en un salón de clases.
Por andar en su nube se perdió la presentación del nuevo estudiante y apenas oyó un "siéntate junto a Finn" antes de que el joven caminara en su dirección.
-Un placer conocerte, soy Wirt y espero que seamos buenos compañeros- se presentó el muchacho con una sonrisa amable antes de sentarse junto a él.
-Y-Yo soy Finn M-Mertens- respondió por poco tragándose su propia lengua.
¿La razón? Podía ver a Wirt en colores. Veía con claridad que su cabello era de color caoba y que sus ojos eran de un bonito color almendra, el color de su ropa, el color de su piel, todos esos colores que nunca había visto, pero que ahora podía nombrar.
Ahora bien, cuando alguien encontraba a su compañero de alma se le decía inmediatamente ¡Y cómo no! Ya era de por sí un logro encontrar a tu persona destinada como para perder el tiempo en tonterías.
Sin embargo, él no le dijo nada a Wirt, ¿Por qué? Pues porque se suponía que ahora todo debería estar en colores, pero él solo veía a Wirt, ¿Qué quería decir eso? ¿Es que acaso Wirt no era realmente su compañero? ¿Sus ojos eran defectuosos? ¿ÉL era defectuoso?
Todas esas preguntas y más se revolvieron en su cabeza haciendo que se mareara.
-"S-Será mejor que cierre la boca hasta que resuelva esto"- se dijo aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo resolverlo.
¿Qué se hacía cuando tú propio cuerpo te odiaba?
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En los próximos meses no encontró una solución, no obstante, sí que encontró que Wirt era la persona más dulce y amable del mundo.
Era tan fácil llevarse con él que a veces le asustaba.
Nunca se había sentido así.
Le encantaba.
Y Wirt parecía sentirse igual a su alrededor; se tenían plena confianza y se contaban todo, desde las cosas más vanas hasta lo más personal, Wirt incluso le había mostrado sus marcas; una era un triángulo con un pino dentro y la otra un copo de nieve (por alguna razón el corazón se le fue a la garganta cuando vio esta última).
-Es raro que una persona tenga dos marcas- le dijo Wirt cuando se las mostró- y después de mucho investigar me entere de que quiere decir que tengo dos personas destinadas.
Aquello hizo que su respiración se detuviera un instante. Eso era, eso era: ¡Tenía dos compañeros! ¡Por eso solo veía a Wirt!
Estaba tan feliz que tuvo que hacer un esfuerzo por no besar al más alto.
-¿W-Wirt?- llamó con voz ronca, sentía que quería llorar de felicidad y al mismo tiempo golpearse por su idiotez, tantos meses preocupándose, desperdiciando el tiempo…
-¿Sí, pasa algo, Finn?- respondió Wirt mirándolo preocupado.
-H-Hay algo que debo confesarte, y-y creo que debí habértelo dicho antes- dijo intentando controlarse- Yo- p-puedo verte… como que puedo verte realmente.
Wirt lo miró confuso un segundo antes de que captara el significado y sus ojos se abrieran como platos.
-¿Q-Quieres decir que tú- tú puedes verme a color?- le interrogó.
-Sí, pero no te lo había dicho porque eres solo tú y creía que había algo mal conmigo, pero creo que es porque yo también tengo dos compañeros, el mismo compañero que te falta a ti- explico aun un poco temeroso de su reacción.
Sus miedos eran infundados. En un instante tenía a Wirt besándolo con toda la pasión que podía estando en un lugar público, recitando pequeños versos en su oreja y haciéndole promesas de amor eterno, prometiéndole igualmente que encontrarían a su otro compañero, pasara lo que pasara.
Nunca se había sentido tan amado ni había querido hacer sentir a otra persona que lo amaba.
Y pensar que tenía otra persona que lo haría sentir así… le iba a estallar el corazón de tanto amor.
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Pronto él y su novio (esa palabra todavía le causaba emoción) se graduaron de la escuela y tomaron un viaje para celebrarlo.
Wirt había elegido el lugar: Gravity Falls, un pequeño pueblo perdido entre los bosques. Cuando le preguntó porque había elegido aquel lugar, su castaño contesto que era una corazonada, aquello le había bastado.
Resulto que Gravity Falls tenía un encanto extraño, como si fuera uno de esos lugares donde podía pasar cualquier cosa, buena o mala. El aire estaba cargado de energía, o al menos eso les parecía a ellos.
Se instalaron en un pequeño departamento y salieron a explorar. El pueblo no tenía muchas atracciones, aunque pronto descubrieron el camino que llevaba a "La cabaña del Misterio"; los pueblerinos les dijeron que no era recomendable ir ahí, pues estaba atendida por un hombre joven que tenía reputación de excéntrico y loco.
Sin importar las malas palabras hacia el lugar había querido visitarlo.
Cuando entraron lo primero que los recibió fue una voz, aunque no hablaba con ellos.
-No sé para que seguimos haciendo esto, Bill, es ridículo… No seas así Pine Tree, algún día las cosas mejoraran- ¿era su imaginación o la voz había cambiado ligeramente en la segunda frase?
Quien había hablado era un joven de cabellos castaños y un parche en el ojo izquierdo detrás de un mostrador. Su expresión era la de alguien que se está preguntando seriamente que hace en esta vida.
Por alguna razón esa visión le estaba partiendo el corazón y, por su expresión, Wirt estaba sintiendo lo mismo.
-¿Uh? ¿Clientes?- dijo el muchacho reparando en ellos.
Tuvo una sensación muy extraña cuando lo vio, como cuando uno está viendo una de esas ilusiones ópticas, pero por más que se esfuerza no ve nada. Querer ver y no poder hacerlo. Hacía que le dolieran los ojos.
Wirt tragó duro cuando su vista se posó en las muñecas del joven. En una tenía un copo de nieve igualito al que él tenía por Finn y en el otro tenía tatuada una pulsera de palabras de las cuales alcanzo a leer un par, sonaba como un poema que había escrito hace mucho. Oh, dios, ¿eso quería decir qué…?
Finn no pensaba quedarse con la duda, Wirt y él se habían comido en preocupación por su otro compañero, pensando en lo solo que se debía sentir sin ninguno de ellos dos.
Sin pensarlo se inclinó sobre el mostrador y le arrancó el parche. El muchacho estaba demasiado sorprendido para detenerlo y en un instante un ojo de un amarillo brillante y pupila felina le devolvió la mirada.
El mundo estalló en colores en un segundo y su sonrisa no podía ser más grande.
Esta vez sí que lloró de la alegría.
-¡Es él! ¡Oh, Wirt, es él!- exclamó riendo entre lágrimas- ¡Y no es uno, son dos!
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Y ahí queda. El final es tan afdhdkhdkh, no sé, me gusto.
Próximo capitulo: Colors.
