Aquella casa estaba sucia, no sólo eso, estaba más que sucia, sólo habían colchones como camas, o mejor dicho como sitio para estar, cada persona tenía el suyo, en el que se convertía en un consumidor, o con el tiempo en un adicto, pasaba el tiempo en ese lugar escondido de mi hermano, de John o de cualquiera que quisiera fastidiarme y les fastidiaba que yo hiciera ese tipo de cosas, ellos no entendían que sólo era un consumidor y que podía controlarlo completamente, nunca llegaría a ser un adicto, una persona como yo no caería en ese tipo de cosas, yo no la usaba como el resto de las personas, o al menos como ellos crían que lo hacía, ellos nunca han podido confiar en mí, no eran capaces de confiarme ni mi propia vida.

En ese momento realmente ya no sabía de forma exacta cuántos días llevaba ahí ni mucho menos que día era, o si era de día, ya ninguna de esas cosas resultaba importantes, ya no había nada en el mundo, en las cosas o en las personas que yo pudiera querer o pudiera obtener, el mundo se había vuelto demasiado aburrido, no había nada que llamara mi atención o que me hiciera pensar por lo menos por más de dos segundos, lo cual se volvía realmente frustrante, aunque no es como que mi situación actual sea mejor que la de un completo aburrimiento, porque de no estar aquí podría estar al menos junto con John, pero eso no pasará, no ahora, no tiene sentido, de todas formas él ahora tiene un bebé nuevo con el que jugar y al que cuidar y se ha olvidado completamente de mí, quién lo necesita.

- Sherlock – sentí como alguien susurraba mi nombre, despacio, como si quisiera que sólo yo lo escuchara – Sherlock – alzó un poco la voz y sentí una mano dándome palmadas en el rostro.

Esto sería divertido, unos segundo de diversión, sin la necesidad de abrir los ojos pude deducir que era una chica joven, su voz fue suave la primera vez que habló pero no la segunda, por lo que la primera no estaba más que fingiendo, no es de mucha paciencia porque esperaba llamar mi atención con nombrarme solo una vez, pero necesitó más, más allá de la primera se frustró por lo que dejó de intentar ser amigable y sólo se mostró como realmente es, alguien impaciente y que intenta siempre agradar al resto pero sabe que no es algo que le funcione. Aunque por mucho que lo pienso y lo analizo no logro deducir que es lo que una persona como ella estaría haciendo aquí, y mucho menos hablándome, además si su vida se basa en hacer lo que es políticamente correcto y agradar a la gente, qué hacía en un lugar como éste.

- Vamos Sherlock, no me hagas que tenga que llamar a Mycroft.

Aquello llamó mi atención, acaso ella conocía a mi hermano, ¿amiga de él?, no, él no tiene amigos, tiene que ser otra cosa, ¿Cuál es el único tipo de relación que tiene mi hermano? Simple, trabaja para él, no podría haber otra conclusión, aunque ella fuera demasiado joven para trabajar con él.

Abrí los ojos y la vi ahí, realmente era una imagen borrosa de la chica que me cree en la mente al escuchar su voz, su rostro era completamente inexpresivo, nada que en ese momento llamara mi atención o que pudiera decirme algo de ella, o quizás era que no podía pensar con claridad y no podía obtener la información necesaria. Ella suspiró al ver mi expresión, al parecer estaba aliviada, de algo, pero ¿De qué?

- Vamos, hay que sacarte de aquí.

Me negué a lo que fuera que esa chica quisiera hacer, venía de parte de mi hermano y él no podía controlarme como quisiera, mandando a mujeres para convencerme de cualquier cosa, eso nunca pasaría.

- Dile a mi hermanito que no seré parte de su juego esta vez.

Ella rio ante mi respuesta, me miró unos segundos corroborando si lo que decía era real y volvió a reír.

- Que eres divertido, sólo lo nombré porque sabía que sería la forma de llamar tu atención, eres un tanto predecible.

- No lo soy – me sentí insultado – ni un poco

- Como digas, ahora hay que salir de aquí, en casa discutiremos quien es más o menos predecible.

A esas alturas no había mucho de lo que pudiera estar seguro, pero estaba seguro de dos cosas, primero, de quien era yo y que no era predecible, y segundo, que ella realmente no lo era tanto como pensé y no es ni una persona insegura ni alguien que trata de complacer a los demás.

- ¿Quién eres?

- Eso no importa, salgamos de aquí.

Ella tenía razón en una cosa, no importaba quien era o quien no era, pero se equivocaba en otra.

- Yo no me iré de aquí – expliqué y volví a mi posición inicial – y puedes llamar y decirle lo que quieras a Mycroft, trabajes o no para él.

La sentí suspirar, aunque no se notaba frustrada, era más bien como cuando tienes la esperanza de que un trabajo sea sencillo, pero no lo es, y no importa porque de todas formas sabías que sería de esa forma, que no sería sencillo. Se acercó a mí, no había notado realmente lo distante que estaba de mí, ahora que lo pienso, lucia como si fuera o se creyera superior, se acuclilló a mis pies, intentando de estar lo más cerca de mí, tocó mis pies, y por alguna razón sonrió.

- Sherlock, el gran detective, la persona más inteligente de Londres, una persona que puede leer a quien quiera, que puede saber todo de una persona con sólo mirarla, que ve cosas donde no lo hay – amplió su sonrisa, como si algo de lo que dijo le resultara gracioso o llamativo – que puede tener todo lo que quiera, decide estar en un lugar como éste – dijo apuntando a cada parte de ese lugar – me decepcionas, ¿Y sabes lo que es peor? – se acercó más a mí – Te decepcionas a ti mismo.

- En mi defensa pu… - fui interrumpido.

- En tu defensa nada, sabes que todo lo que dije es verdad.

Sin volver a mirarme se puso de pie y caminó hacía la salida, algo llamó levemente mi atención en ese acto, y fue que nadie se fijó en ella, ni la miro, ni siquiera de reojo, como si no estuviera realmente ahí, pero rápidamente descarté la idea, de todas formas, dado el estado de las demás personas es probable que ni estén ni despiertos.

Antes de salir del lugar se dio la vuelta para poder mirarme por un momento.

- ¿Sabes que es lo mejor? – dijo y nadie se dignó a mirarla ni un segundo – tú eres quien me ha traído aquí – sonrió y finalmente dijo en un susurro que desde esa distancia no debería de haber podido oír – tú me necesitas.

Por un momento y sólo uno, creí que tenía razón, pero eso no era lo que en esos momentos estaba llamando mi atención, sino que, porque nadie más podía verla, porque nadie más la escuchaba, ¿por qué sólo yo?

Con un poco de dificultad me levanté de mi sitio, llevaba tanto tiempo en esa posición que cambiar a otra me resultaba todo un desafío, ya de pie la miré intrigado, realmente había empezado a creer que era sólo parte de mi imaginación, sino porque se explica el completo desinterés de parte del resto de personas que estaban ahí, además que ese susurro no podría haberlo escuchado, a menos de que haya salido de mi cabeza, y no haya sido algo realmente externo. Caminé de la forma más normal que pude acercándome a ella, por cada paso que daba dudaba más de su existencia, aunque no podía acepar era teoría, yo no estaba tan mal, ni había caído tan fondo como para que este alucinando, es otra cosa, tiene que ser otra cosa.

- Apresúrate – dijo impaciente mientras yo intentaba de caminar sin caer al piso.

- No voy a ir más rápido sólo porque me lo pides – comencé a caminar más lento sólo para irritarla, además que caminando de esa forma se me hacía más sencillo.

- Como quieras pequeño

Mientras más cerca me encontraba de ella más podía distinguir cada detalle, cada cosa de las que no me había podido dar cuenta antes. Su pelo era oscuro, casi tan negro como el mío, pero liso, aunque sí más corto, estatura media, delgada, y mantenía una expresión de molestia en el rostro. No vestía más que una blusa y un abrigo, además de unos pantalones delgados y zapatos.

Ya estando delante de ella y a un lado de la puerta me di cuenta de que no sólo estaba helando, sino que también la lluvia no dejaba ni pensar, cada vez entendía menos a esa chica, como podía ir sólo con esa ropa y no verse afectada por eso. Al ver la expresión que mantenía sonrió y por un segundo pensé ver que tenía el mismo paraguas que usa mi hermano, pero realmente no tenía nada que pudiera protegernos de la lluvia.

- ¿Realmente no tienes frío? – pregunté un tanto inseguro, no quería que ella notara lo inseguro que estaba acerca de su existencia, pero en esos momentos no podía hacer más, de todas formas, no podía pensar de una forma clara.

- Yo no necesito ese tipo de cosas – sonrío y dio media vuelta – vamos, es buen momento – susurró cuando la lluvia paró un segundo – estamos demasiado lejos como para llegar antes de que la lluvia vuelva, pero al menos nos dará unos segundos menos se agua en nuestra ropa – sonrió y se dio media vuelta.

Quizás sea porque ya no podía pensar más allá por el estado en el que me encontraba o porque realmente esa era la única conclusión valida. Lo principal era la ausencia de sensibilidad a la temperatura, el hecho de que no necesitaba de ropa extra y mucho menos de un paraguas para la lluvia, aunque eso también se explica con que una persona que no existe no puede sostener cosas que si existan y podían llegar a servirme, lo cual valida mi pensamiento inicial, ella sabía de mi todo lo que yo no podía saber de ella, era casi como si estuviera en mi mente, ya no había más, ella no era más que un producto de mi drogada mente.

Ella sin volver la vista a mi comenzó a caminar, con paso seguro y rápido.

Apuré el paso hasta poder caminar a su lado sin problema. A pesar de todos mis pensamientos y de mis conclusiones no podía evitar tener que decir unas últimas palabras antes de continuar.

- Tú no eres producto de mi imaginación – lo susurré lo más bajo que pude, más que querer decir algo lo que quería era convencerme a mí mismo de que lo que estaba diciendo era verdad

A pesar de que mi susurro sólo debería ser audible por mí, ella sonrió ampliamente sin mirarme, yo sabía que a pesar de que no fuera realmente posible que ella lo escuchara, así lo había hecho y por alguna razón le hacía bastante gracia.