-Esta es una narración de la llamada "Tragedia de Antuco" que tuvo lugar el 18 de mayo de 2005, esta basado en el programa y documental de Mega, "Efecto Mariposa", más específicamente en su tercer capitulo:"Antuco: Sueño Blanco". Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, pero la cronología, dramatización y redacción de la historia es de mi entera responsabilidad.
El miércoles 18 de mayo del año 2005, en Chile, una tormenta de viento blanco sorprendió a un batallón compuesto por alrededor de 200 conscriptos que realizaban ejercicios militares, como parte de la realización del servicio militar, mayormente compuesto por voluntarios.
Se llevó a cabo una marcha de más de 20 kilómetros para regresar del refugio de Los Barros hacia La Cortina, durante la cual se desato una abrumadora tormenta, cerca del volcán Antuco, en la cordillera de los Andes. Las bajas temperaturas de -35° ocasionaron, junto con la negligencia de los altos generales y jerarcas militares, al continuar la marcha en medio de la tormenta, que 44 de los soldados, entre 18 y 19 años que no contaban ni con la indumentaria ni la preparación adecuada, junto a un sargento segundo, perdieran la vida unos cuantos metros antes de llegar al refugio en la zona de La Cortina, debido al congelamiento.
El resultado: 45 mártires-44 conscriptos y un sargento segundo-y 77 sobrevivientes. De los fallecidos, 31 pertenecían a la Compañía Morteros y 14 a la Andina.
Se le considera la mayor tragedia del Ejército chileno en tiempos de paz.
7 de abril de 2005/Regimiento Reforzado N°17, los Ángeles, 41 días antes de la marcha
-Vamos, soldados, firmes. Vista al frente.
Realzar el servicio militar era un tema tan cotidiano como pensar en que estudiar algún día, inevitablemente venía a la mente, pero más que nada para la población masculina en cuyo caso en servicio militar era algo obligatorio luego de cumplir los dieciocho años o aproximándose a esa edad. Normalmente llegaba una carta en un sobre blanco con el nombre de un "afortunado joven", notificándole que debía presentarse en el regimiento más cercano para ser evaluado e iniciar su instrucción militar. Chile era un país, "especial", nunca habían librado una guerra extrajera, siempre habían librado pequeñas guerras en sus fronteras con sus vecinos; Perú, Bolivia y Argentina, pero pese a todo aquello sentían orgullo de sus fuerzas armadas, siempre perfectamente preparados para cualquier guerra. De hecho, lo más cerca que habían estado de una guerra había sido en 1945 cuando le habían declarado la guerra a Japón, solo unos días antes de que Estados Unidos lazara las bombas atómicas a Hiroshima y Nagasaki. Una de las virtudes del servicio militar era la opción de estudiar y especializarse; la población chilena no podía acceder con tanta facilitar a una educación avanzaba en la universidad, por lo que muchos de los jóvenes presentes en el gimnasio del regimiento, formados ante el cabo Kakashi Hatake, eran voluntarios, todos esperando obtener oportunidades para ayudar a sus familias. Observando con severidad a los jóvenes presentes, de entre dieciocho y diecinueve años, el cabo Hatake desvió la mirada hacia un conscripto que a toda velocidad se dirigía hacia él, desde la entrada del gimnasio y vestido con el tradicional uniforme militar. Aparentemente tendría otro recluta más en su compañía.
-Bien, soldado rezagado- dio la recibida el cabo Hatake en cuanto el joven se hubo detenido frente a él. -Me dice su nombre fuerte y claro si no quiere pagar de entrada- advirtió con la severa etiqueta militar de siempre.
-¡Naruto Uzumaki, mi cabo!- se presentó Naruto claro y fuerte.
Siendo el primero en la fila, frente al cabo Hatake, Sasuke desvió inmediatamente la mirada hacia el recién llegado conscripto, ¿Cómo no lo había reconocido? Habían pasado años desde la última vez en que lo había visto, cuando habían tenido doce años, Naruto había permanecido en la ciudad de Mulchén, pero el Uchiha y su familia se habían mudado a los Ángeles, por el trabajo de su padre Fugaku. Habían pasado muchos años, pero era imposible no reconocer la sonrisa de bobo que su amigo siempre tenía y tendría en el rostro. El Uchiha se sintió mejor en cuanto el Uzumaki desvió la mirada hacia él, esbozando una divertida sonrisa, casi tan incrédula como su propia expresión. Sasuke y él siempre habían sido muy unidos desde niños, incluso habían pensado, en su edad más inocente, que eran primos, si, no era ninguna broma. Pero tristemente cuando habían tenido doce años, se habían separado ya que el padre de Sasuke, el señor Fugaku, habían tenido que trasladarse a los Ángeles ante la problemática que su trabajo había tenido en una ciudad tan competitiva. Lo último que había sabido de su mejor amigo, años atrás, era que ahora vivía en aquella ciudad a la que el Uzumaki se había mudado junto a su familia por el trabajo de su padre, pero nunca había pensado que volverían a verse. Tan absortos en el increíble reencuentro que tenían tras cinco años sin verse la cara, no hubieron reparado en la mirada que el cabo Hatake les dirigía, por mucho que valorase ver una amistad tan sólida, en ese momento debían comportarse con seriedad, no como niños.
-Haber, el parcito- llamo la atención el Hatake, haciendo que ambo reclutas volvieran la vista hacía él. -Esta es la compañía Morteros, una compañía seria, no es un liceo de señoritas para que me vengan haciendo morisquetas- recordó, ya que por más que todos los conscriptos fuera casi…niños, debían madurar bajo su mando. -¿Quieren volver a sus casas?- cuestiono, conociendo la respuesta.
-¡No, mi cabo!- contestaron ambos al unísono.
-Entonces me pagan veinte inmediatamente- mando Kakashi, esperando obediencia.
-¡Si, mi cabo!- acataron ambos.
El ejército era especifico, si alguien con mayor rango daba una orden, el protocolo que debía seguirse era acatar esa orden sin dilación, fuera cual fuera, por lo que separándose de la fila que hasta entonces había conformado junto al resto de los conscriptos tras él, Sasuke y Naruto se dirigieron al centro del gimnasio, comenzando a ejecutar inmediatamente las flexiones dictadas por el cabo Hatake que se permitió sonreír con un deje de arrogancia, no por ser obedecido sino por el estoicismo de ambos jóvenes que no hubieron dudado en obedecerlo, pese a ser aun unos adolescentes, tenían el espíritu y la disponibilidad de cualquier buen soldado y eso era admirable. Sin dejar de ejecutar las flexiones ordenadas por el cabo Kakashi Hatake, Sasuke y Naruto se observaron de vez en vez, dando todo de si por no morirse de la risa, si alguien les hubiera dicho que se reencontrarían en esas condiciones…no lo hubieran creído, ¿Cómo hacerlo? Ascendiendo y descendiendo con ayuda de sus brazos, intentando no perder la concentración, Sasuke pregunto, ¿Cómo? A su amigo con la mirada, atisbando a escuchar de Naruto que el señor Minato, su padre, había renunciado a su trabajo y se habían mudado recientemente a los Ángeles, de forma permanente. Después de mucho tiempo, finalmente volvían a estar juntos, ¿No era extraño? Claro que sí, especialmente a esas alturas, pero era mejor disfrutar del presente y no hacer preguntas.
-No quiero a nadie aquí haciéndose el graciosito, ¿me escucharon?- advirtió Kakashi, centrando en los jóvenes que aun componían la fila delante de él y que parecían impenetrables ante la seriedad que conseguían mostrar.
-¡Si, mi cabo!- contestaron todos al unísono.
Contando mentalmente, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte…ambos se levantaron del suelo a toda prisa, volviendo a la fila que antes solo el Uchiha había conformado, junto al resto de los soldados. Dando un paso al frente, Sasuke dejo el espacio suficiente para que Naruto se situase tras él, golpeándose infantilmente en el hombro, sonriéndose con mofa entre si antes de volver la vista al frente, ambos mostrando tanto estoicismo y carencia de sentimientos como les era posible. Estaban en el ejército, no podían permitirse flaquear, no a esas alturas.
Viernes 6 de mayo de 2005/Regimiento Reforzado N°17, 15 día antes de la marcha
Días y noches habían pasado, todos los soldados del regimiento habían visto el pasar de los días como algún absolutamente vano, concentrados en su instrucción militar y en recibir la preparación necesaria, muchos de entre los jóvenes conscriptos que habían iniciado el servicio habían desarrollado aún más su agilidad y condición física, divirtiéndose no solo por la familiaridad y amistad que habían desarrollado entre si, sino también por el vinculo que incluso habían formado con algunos de sus cabos e instructores, no olvidando que al margen de los rangos, los instructores solo contaban con veintidós o veintitrés años, no más. Pese al estricto protocolo militar, se tenían en cuenta lo sentimientos, por lo que cada determinado tiempo, el regimiento se abría a las familias de cada uno de los conscriptos, recibiéndolas en el gimnasio y permitiendo que se vieran al menos una o dos veces por semana. Ese año en particular, el invierno se había tornado más frió que de costumbre, por lo que aun con abrigadas parcas, Mikoto y su hijo mayor temblaban a causa del frió, frotándose las manos, mientras que Fugaku más adecuado a las temperaturas en su experiencia, paleaba el frió con un grueso suéter bajo la parca. Tras lo que pareció una espera infinita, Mikoto sonrió radiantemente en cuanto vio aparecer a su hijo en la entrada del gimnasio, separándose de su esposo y su hijo mayor, corriendo hacia él y abordándolo con un inmediato abrazo que por poco le hubo quitado el aire...semanas sin verlo había sido demasiado tiempo.
-¡Hijo!- chillo Mikoto, mordiéndose el labio inferior para no parecer tan emocionada. Estrechándolo en sus brazos, intento pensar que su hijo ya no era el niño que tanto adoraba, pero era imposible, Sasuke era todo para ella. -Mi soldado- acunó el rostro de su hijo entre sus manos, rompiendo el abrazo, observándolo con infinito orgullo.
-Cuidado, mamá, harás que se avergüence- se burló Itachi, con total intención de molestar a su hermano menor.
-Tú no hables- acallo Sasuke, sin inmutarse por su infantil burla.
Como siempre, su madre era tan efusiva que por poco y le impedía respirar, pero tal vez fuera por esto que siempre había sido tan cercano a ella. Desde niño el centro de atención de su padre había sido Itachi, no solo por ser el mayor, sino porque sus calificaciones habían sido excelentes; había podido ingresar a la universidad y se había graduado en ingeniería mecánica, y ayudaba a su padre en el negocio de la familia, un simple taller de autos pero con total seguridad el mejor en todo los Ángeles. Él por su parte contaba con buenas calificaciones, pero en lugar de gastar dinero que quizás fuera a necesitar su familia, en la educación universitaria, había optado por realizar el servicio militar, emplearía menor tiempo en especializarse en la carrera que prefiriera y ganaría experiencia necesaria en múltiples áreas, ¿había algo mejor? Al menos para él no. Pese a esto, Itachi y él siempre habían sido muy cercanos entre si y tal vez la mayor razón de todo fuera que siempre había visto a su hermano mayor como un modelo a seguir ya que Itachi inevitablemente inspiraba a otros a ser mejores, era parte de él ser así, eso lo hacía ser el mejor hermano mayor del mundo. Aunque contrario a Itachi, Sasuke había sido el único que había seguido la carrera militar como su padre había hecho en su día, tal vez ahora Fugaku fuera un militar retirado, pero Sasuke sabía muy bien que no le faltaban condecoraciones de las que jactarse.
-¿Cómo va todo, hijo?- inquirió Fugaku, con genuino interés.
-Excelente, están poniéndole fecha a la marcha de instrucción que iniciara en el refugio de los Barros- contesto Sasuke, temblando muy ligeramente al no recuperar aun su usual temperatura por la ducha fría que había tenido que tomar, -tú sabes de que hablo, papá- se abstuvo de reír ante el desconcierto en los ojos de su madre, tan inocente como siempre.
-¿Cerca del volcán?- fue todo lo que Mikoto pudo entender, temblando interinamente de pánico al temer que algo le sucediera a su niño. -Pero hijo, ¿En la nieve?- reparo en el uniforme de su hijo, le parecía demasiado delgado para temperaturas bajo los cero grados.
-Mikoto, no seas tan aprensiva- regaño Fugaku, él también temía por su hijo menor, pero sabía que Sasuke podría con una prueba así, además de que les brindarían todo lo necesario para realizar la marcha. -Les darán ropa para marchar en la nieve- él había hecho el servicio militar, sabía que era así.
-Exacto, gracias- suspiro Sasuke ante la intervención de su padre. -Escucha a papá, él sabe de qué habla- recordó, casi sintiendo vergüenza por la preocupación de su madre.
-Entre ustedes dos no tengo voto- bufo Mikoto, cruzándose de brazos y haciendo un puchero casi infantil.
-No eres la única- secundo Itachi.
Últimamente ya no era el preferido de su padre, Sasuke estaba ocupando ese lugar desde poco antes de haber decidido realizar el servicio militar obligatorio, pero como voluntario, aun si haber sido llamado. En su día, había hecho el servicio militar obligatorio, por un año, como cualquiera, pero no había sido la intención de Itachi seguir la carrera militar. Conocía parte de las costumbres militares, otras tantas las había olvidado, por lo que al igual que su madre podía considerarse ignorante de toda esa jerga y terminología, no como su padre que cada día que pasaba, tenía más en común con Sasuke. Estaba orgulloso de su hijo, por mucho tiempo no le había dado la atención necesaria y recordarlo le hacía sentir que había fallado como padre, pero últimamente al ver que Itachi ya no lo necesitaba, había podido centrar su atención en Sasuke y lo hacía sentir orgulloso la disciplina que poseía, como no necesitaba que le dijeran nada…estaba verdaderamente orgulloso de él, ¿Cuántos padres podían decirlo con total seriedad? Aunque adorase a su hijo, a su niño especia, si algo sabía Mikoto sobre el protocolo militar era el tiempo, las vistas al regimiento no podía durar mucho tiempo y mientras pasaba el tiempo se hubo dado cuenta de la llegada de dos "clases", como se les llamaba a los cabos o soldados de mayor rango que los conscriptos, y que se encontraban atestados en la entrada del gimnasio. Ya tenía que decirle adiós a su hijo, hasta pronto más bien.
-Te trajimos un regalo, te estará esperando junto a nosotros cuando hallas concluido la marcha- dio a saber Mikoto con un tinte de picardía en su voz, sonriendo con tanta ingenuidad que a Sasuke le parecía una niña. -Nosotros estaremos en el auto, esperando a que se despidan- de forma casi inmediata se abrazó a su hijo que le correspondió en el acto, disfrutando de ese abrazo como si se le fuera la vida en ello. -Cuídate mucho, hijo- pidió, rompiendo el abrazo con dolor.
-Lo haré- prometió Sasuke, besando la frente de su madre, viendo sus ojos brillantes por las lágrimas. Tan emocional como siempre. -Papá- como siempre el único gesto entre ambos hubo sido estrecharse la mano y observarse con aquella complicidad casi única que compartían.
Cuando había sido un niño, había visto a su padre como alguien inalcanzable, como si desde siempre hubiera existido algún tipo de muro invisible entre los dos, no importaba cuanto se hubiera esforzado, Itachi siempre había sido el centro de su atención…por mucho tiempo había sentido celos de su hermano, pero ahora podía mofarse de ello. No había podido ser cercano a su padre en su niñez, pero si a su madre que si bien era muy dulce, atenta y delicada, era la persona más disciplinada que pudiera existir y que él había tenido la suerte de conocer, de ella había aprendido a saber cuándo y cómo actuar, a saber que estaba bien y que no, a saber cuándo rendirse y cuando insistir y vaya que lo agradecía. Dirigiéndoles una última mirada a sus padres, especialmente a su madre que siempre parecía sentir que se le rompía el corazón al separarse de él; finalmente desvió la mirada hacia su hermano mayor que de pie frente a él y con las manos en los bolsillos de la parca que llevaba, intentaba parecer la imagen absoluta de la inocencia, pero no podía serlo ni lo seria jamás, no daba el pego para eso. Había mucho ruido en el gimnasio con motivo de todas las familias que habían acudido a ver a los conscriptos, o al menos lo suficiente para que no hubiera oído los pasos de sus padres alejarse para abandonar el regimiento, dejándolo a solas con Itachi y presas de un silencio que por poco los hizo reír.
-No me mires así, no te diré nada- regaño Itachi, fingiéndose inocente.
-Lo harás- contrario Sasuke, conociendo mejor que nadie a su hermano mayor.
-Sí, pero con el pensamiento- acepto el mayor de los Uchiha, sin ceder en su postura, como siempre. -En serio, cuídate, mi vida es demasiado aburrida sin ti- pidió con un deje de broma, pero con verdadera preocupación.
-Soy indispensable- acepto Sasuke con arrogancia.
Antes de que naciera Sasuke, había sido el centro de toda la atención, pero cuando ese inofensivo niño había llegado a su vida, no había sentido celos, ni frustración, al contrario, lo había mimado tanto como su madre, habían compartido habitación, habían pasado días y noches juntos, estudiando, bromeando…nunca había reparado en el vacío que había tenido su vida hasta que Sasuke había llegado, era una parte más de él y viceversa, si su padre y su madre estaban orgullosos de él, Itachi estaba aún más orgulloso, porque ya no necesitaba protegerlo como cuando habían sido unos niños, su hermano se había vuelto un pequeño luchador…no, ya no era un niño. Estrechándose la mano y sonriéndose, golpeándose en el hombro como solían hacer desde niños, ambos hermanos se hubieron despedido, siguiéndose con la mirada, Sasuke permaneciendo en el gimnasio e Itachi alejándose, hacia la salida como sus padres había hecho antes. Siguiendo con la mirada a su hermano mayor, hasta verlo desaparecer, Sasuke frunció ligeramente el ceño al recordar las palabras de su madre, ¿a qué regalo se había referido? Pensando en ello, volvió la mirada frente a él, sintiendo movimiento, más nada podría haberlo preparado para lo que encontró frente a él al volver la mirada...si existían las sorpresas, esa era la mejor del mundo.
-Sakura…- reconoció el Uchiha, incrédulo.
Ahí delante de él, parecía un ángel de nieve, vistiendo ceñidos jeans de mezclilla azul oscuro, botines crema, un abrigo blanco hasta la altura de los muslos, mangas ceñidas hasta las muñecas y gorro tras la nuca, con felpa crema blanquecino enmarcando los lados de su cuello, haciendo más sonrosado su tono de piel y más brillantes sus largos cabellos rosados que caían como ondas sobre sus hombros y tras su espalda, enmarcando su rostro. De inmediato, la Haruno se hubo lanzado a los brazos de su novio, teniendo casi que pararse de puntitas para envolver sus brazos alrededor de su cuello por lo alto que era, sintiendo los brazos de él alrededor de su cintura, elevándola del suelo y haciéndola chillar como una niña. Había conocido a Sakura a los doce años, cuando se había mudado a los Ángeles junto a su familia, eran vecinos, literalmente sus casas estaban una frente a la otra; primero habían sido compañeros de escuela, había estado en el mismo liceo y habían comenzado a salir a los dieciséis años, ese año de hecho habían cumplido dos años juntos e iban muy en serio en su relación. Con cuidado, la dejo seguramente sobre el suelo, despegando su rostro del costado de su cuello, percibiendo el perfume floral que siempre usaba y que iba perfectamente con su apariencia. Hacia una semana, Sakura le había dicho que viajaría junto a sus padres por la segunda luna de miel que habían planeado realizar al extranjero…volver a verla y precisamente en ese momento era un auténtico golpe de sorpresa.
-¿No se supone que irías de viaje con tus padres?- Sasuke no quería sonar tan sorprendido, pero era imposible no hacerlo.
-Casi- sonrió Sakura, divertida por su impresión, -¿A poco me quieres lejos para decir que estás soltero?- inquirió con fingidos celos.
-Nunca- el Uchiha la sintió temblar ente sus brazos, recorriéndole el costado del cuello con su respiración.
Ese año en particular era diferente para el regimiento de los Ángeles, por primera vez permitirían el reclutamientos de conscriptos femeninos, por primera vez habría mujeres en las milicias de la comuna, y más precisamente en la ciudad. No se sentía insegura por eso, si se le realizaba la pregunta. Sasuke era un chico…a la antigua, demasiado serio para su edad y esto era muy atrayente, siempre se había sentido cómoda con él, debido a eso. Había salido con una amiga suya llamada Karin, pero solo habían durado un par de meses porque pese a ser muy interesante, Karin era muy inmadura. Cuando habían comenzado a salir había sido…extraño, no mal extraño sino buen extraño; habían sido amigos por tanto tiempo que cuando habían comenzado a salir, besarse había sido algo tan fuera de lo común como ponerse apodos, aunque ni aun hoy conseguían llamarse de otra forma que no fuera sus respectivos nombres, y luego de ya tres meses de comenzar a salir habían pasado su primera noche juntos, con las debidas precauciones, desde luego. Sus respectivas familias los adoraban; Mikoto no dudaba en invitarla a cenar con ellos o a pasar un fin de semana vacacional en alguna terma o una playa cercana cada vez que tenía la oportunidad, lo mismo pasaba en el caso de Sasuke, en cada oportunidad que tenían sus padres, especialmente Kizashi, insistían en tenerlo cerca, incluso una vez habían ido a pescar juntos, y no era ninguna broma. ¿Cuántas parejas tenían esa suerte?
-¿Estás bien? Estás temblando- se preocupó Sakura aferrándose a los brazos de él, casi sintiendo su piel, helada bajo la ropa.
-Intenta entrenar y ducharte con agua fría- obvio Sasuke, sin darle demasiada importancia, ya se estaba acostumbrando, aunque su cuerpo dijera lo contrario.
-Mis condolencias a tu inexistente temperatura corporal- rió la Haruno, besándole la mejilla, pegando su rostro al de él, como si así pudiera trasmitirle algo de calor. -¿Es cierto lo que oí?, ¿La marcha se hará rodeando el volcán?- el asentimiento de parte de Sasuke la hizo sentir pánico, nunca había estado en la nieve ni él tampoco, temía que le sucediera algo. -Con esta ropa…
-Nos darán ropa para la nieve y el frío- contrario Sasuke de forma inmediata, sin sonar molesto, acariciándole acompasadamente la mejilla. -Mi padre fue militar, Sakura, sabes que es así- adoraba la preocupación que le dirigía, pero estaría bien, la marcha no seria riesgosa en lo absoluto. -Empiezas a sonar como mi madre.
-De acuerdo, me callare- acepto la Haruno, alzando la mirada, no pudiendo evitar sonreír al encontrar sus ojos con los de él. -Te traje esto, no es mucho pero quería que lo tuvieras- Sasuke frunció el ceño al escucharla, centrando su total atención en una de las manos de ella que hubo extraído un pequeño rosario blanco del interior de uno de los bolsillos de su abrigo. -Mi madre me lo obsequio cuando hice mi primera comunión, y me ha traído fuerza y coraje, espero que te proteja- era un rosario muy delicado, parecía estar hecho de plata, con perlas falsas a lo largo de la estructura, muy propio de ella. -Está bendito…quería dártelo cuando iniciaste el servicio, pero creí que pensarías que era tonto- inevitablemente bajo la mirada, temiendo ser demasiado aprensiva.
-No es tonto, todo sobre ti es especial- se opuso el Uchiha, tomándola del mentón y haciéndola alzar la mirada. -No me separare de él- prometió entrelazando su mano con la de ella y sosteniendo el rosario.
Sakura era mucho más creyente que él, bueno, no es como si ella asistiera todos los domingos a la iglesia, pero siempre dedicaba un momento libre para orar y cuando pasaban cerca de una iglesia, inevitablemente quería estar un momento allí, esto era algo que él en lo personal no entendía, es decir; si, creía en Dios, pero no a ese nivel, tal vez porque no había tenido la oportunidad de probar su fe, al menos hasta entonces. Había estado lejos de ella por más de una semana, sin otra noticia que los mensajes que se enviaban por la noche para saber que estaban bien, pero sin demasiado detalles, que ahora, tenerla cerca lo estaba intoxicando por completo. Sintiendo la respiración de Sasuke contra sus labios, Sakura no hubo sido capaz de esperar ni un solo segundo más, aprovechando que él se encontraba ligeramente inclinado hacia ella, con solo efímeros centímetros separándolos, la Haruno lo besó desesperadamente. No eran el tipo de pareja que se exhibía en público, pero en ese momento Sasuke se hubo entregado por completo al beso, apegando aún más a Sakura hacia sí, manteniendo sus brazos alrededor de su cintura, subiendo la intensidad del beso con su legua y acariciando el cabello de ella con una de sus manos. Dios…ese beso perfectamente podría haber durado para siempre, más la falta de aire los hizo separarse, pegando sus frentes y observándose intensamente, con una sonrisa.
-¡Vamos, soldados!
El llamado de atención de parte de los "clases" a nada estuvo de hacerlo bufar, el tiempo con que contaba para sentirse libre era tremendamente escaso y en multitud de ocasiones no lo había notado, los minutos para desayudar, para almorzar…las horas libres en que había podido usar el teléfono a gusto, todo eso habían sido restricciones e interferencias menores, pero ahora que volvía a tener cerca a Sakura se daba cuenta de que literalmente su vida era una jornada laboral muy restrictiva en que o se mataba entrenando y mejorando su condición física o nada, solo eso. La primera vez que había conocido a Sasuke, se había quedado prendada de su capacidad de no demostrar miedo, podía aguantar lo que fuera, eso lo había llevado a ser el mejor de la clase en educación física, en una ocasión incluso había sido el primer lugar en una carrera a los catorce años, el mejor de todo el liceo y lo sabía porque ella había sido vigilante durante la carrera, lo había visto. No le sorprendía que estuviera tan dispuesto a ser militar, tenía todo para serlo, pero pensando a fondo en ello y en las eventualidades, sabiendo de antemano lo terco qué podía ser…un escalofrió le recorrió el cuerpo, Sasuke era muy inteligente, pero también muy terco, temía que le sucediera algo y que él se empecinara en seguir las reglas como los demás y no pensar fuera de la cerrada visión militar. Por un momento sintió que se congelaba de la nada, como si le lanzaran agua en la espalda.
-Debes tener cuidado, ¿Me oyes?- insistió Sakura, acariciándole la mejilla, no sabiendo porque pero sintiendo un temor irrefrenable de que le sucediera algo.
-¿Por qué todos me dicen eso? Siempre lo tengo- inquirió Sasuke sin intención de sonar gracioso, y es que siempre tenía cuidado, ¿Por qué no le creían? Sakura arqueo una ceja al escucharlo, claramente no le creía y tenía razón para no hacerlo. -Casi- admitió, sabiendo que nunca podría ganarle en una discusión. -Nos veremos en tres semanas- la beso por última vez, contando diez efímeros segundos mientras mantenían sus labios juntos, acariciándole la mejilla y besándole la frente antes de finalmente separarse.
Dándole la espalda a Sakura y dirigiéndose hacia la salida contraria del gimnasio como hacían otros conscriptos, Sasuke analizo con detenimiento en rosario que su novia le había regalado antes de guardarlo en el bolsillo de su chaqueta, justo por sobre su corazón. Lo llevaría consigo a todos lados porque, en el refugio de los Barros, pasarían semanas antes de que volviera a verla. Tenía miedo por él, sí, pero debía confiar en que estaría bien, no podía vivir con miedo. Siguiendo al Uchiha con la mirada, Sakura metió las manos en los bolsillos de su abrigo mientras se dirigía hacia la salida, intentando seguirlo con la vista hasta antes de abandonar el gimnasio, viéndolo desaparecer; si, debía creer que estaría bien.
En otro punto del gimnasio, el conscripto Naruto Uzumaki se despedía de su madre Kushina que tristemente le había dicho que su novia Hinata no había podido acompañarla para despedirlo, su padre Hiashi había sufrido un pre infarto el día anterior y estaba hospitalizado, y ya que todos en la familia se turnaban para cuidarlo día y noche hasta que le dieran el alta, no había tenido tiempo para verlo. La entendía muy bien, Hinata era el tipo de chica que daba todo de si por otros, y aunque su "suegro" Hiashi no le tuviera cariño precisamente, Naruto deseaba de todo corazón que se recuperara y pronto, aún era un hombre joven y tenía una esposa y dos hijas por las que vivir, ¿Cómo rendirse así? Por otro lado, su padre Minato había intentado ir a despedirlo, pero un trabajo de último minuto en su taller de mueblería se lo había impedido, y era una verdadera lástima porque el taller estaba a poco más de una calle de distancia del regimiento. Pero por ahora, ser despedido por su madre era suficiente para Naruto. Era hijo único, toda la atención de sus dos padres siempre había sido para él, más desde niño siempre había querido tener un hermano, pero con Sasuke como mejor amigo le bastaba y sobraba. Delante de él, su madre vestía unos desgastados jeas azul oscuro, un suéter de lana gris oscuro de cuello alto y redondo con detalles de color negro y sobre esta un abrigo beige, con su largo cabello rojo peinado en una coleta y adornado por un pequeño broche al costado de su rostro, manteniendo al margen un mechón ligeramente rebelde. Era la madre más bella de todo el mundo.
-Te ves como todo un soldado, mi hijito- celebro Kushina, asiéndose a sus hombros, observándolo de arriba abajo.
-Mamá…- Naruto se vio obligado a bajar la mirada, casi sonrojándose.
En un principio se había opuesto rotundamente cuando su hijo había dicho que quería hacer el servicio militar, habían pensado que no tendría porque, ella y Minato tenían contactos en las fuerzas armadas de los Ángeles, podrían evitar que tuviera que pasar por toda esa engorrosa instrucción, pero Naruto había insistido en que quería hacerlo y luego de días de platica durante la cena, ella y Minato habían dado su permiso pero a regañadientes para que se enlistara como voluntario, ahora un mes después de aquello, veía a su hijo como un joven aún más galante, casi heroico y enfundado en su informe, aún más portentoso con las duras y cortas botas por sobre la altura de los tobillos y su cabello rubio algo más corto, oculto parcialmente por la gorra militar. Era un buen niño, inocente y lleno de sueños, aún demasiado joven para saber de las preocupaciones que una madre y un padre tenían por quien había nacido de ellos. Minato y ella siempre hablaban de él por las noches antes de dormir y ahora, viéndolo, Kushina se sentía más tranquila y a la vez más preocupada. Tan abochornado por la atención que su madre siempre le dirigía, Naruto apenas y hubo conseguido mantener el equilibrio ante el repentino abrazo que hubo recibido, y es que pese a ser tan delicada, su madre tenía más fuerza que el promedio de la población femenina, por lo que correspondiendo hubo sido la única forma de Naruto para no caer al suelo.
-Estoy orgullosa de ti- admitió Kushina, estrechándolo en sus brazos.
Había escuchado esas palabras muchas veces a lo largo de su vida; en el jardín infantil cuando su madre había trabajado allí, dando clases en el aula contigua a la suya, sentándose junto a él durante el almuerzo, cuando habían podido pasar tiempo juntos. También durante los años de escuela, cuando había sido encomendado a su mejor amigo Sasuke, cuando habían sido compañeros de curso, gracia a él había aprobado todas las asignaturas, él le había enseñado matemáticas, y lo había ayudado a no reprobar en lenguaje, química y física. Pero extrañamente, que su madre le dijera esta vez que se sentía orgullosa, sonaba diferente, y tal vez porque había seguido su propio camino al unirse al servicio militar como voluntario, contra la inicial opinión de sus padres. Contrario a su mejor amigo Sasuke, él no habían aprendido la disciplina de su madre sino más bien la insubordinación, la disciplina la estaba aprendiendo en el servicio militar, compartiendo litera con su mejor amigo que aunque no resultase creíble, estaba consiguiendo inculcarle algo de deber y protocolo, una de las virtudes de que su mejor amigo fuera hijo de un militar retirado. Finalmente y permitiéndole recuperar el aliento, su madre rompió el abrazo, pero sin dejar de aferrarse a sus brazos, era como si quisiera grabarse esa imagen de él, como si algo pudiera pasarle, y aunque Naruto quería decirle que no necesitaba preocuparse y que estaría bien, dudaba que eso aplacara los miedos de su madre.
-Debo irme- apremio Naruto ante la insistencia de los "clases".
-No sin otro abrazo- puntualizo abrazándolo de golpe, sin darle oportunidad alguna a negarse, solo a corresponder que fue lo que Naruto hizo, riendo contra el costado del cuello de su madre. -Te amo- pronuncio en un suspiro, sin saber porque pero sintiendo que debía decírselo.
-Yo también te amo, mamá- contesto Naruto, rompiendo lentamente el abrazo y peinando los rebeldes cabellos rojos de su madre con sus manos. -Despídeme de papá, sé que está ocupado- realmente hubiera deseado despedirse personalmente de su padre, más sabia que no era posible. La quebradiza mirada de su siempre imponente madre a poco estuvo de hacerlo flaquear y quedarse junto a ellas. -Mamá…estaré bien- tranquilizo, besándole la frente.
-Ya sabes como soy- contesto Kushina, golpeándole la coronilla, haciéndolo reír por su masculina forma de actuar, casi dictatorial. -Ve, nos veremos en unas semanas- permitió, besándole sonoramente la mejilla.
-Adiós, mamita- el Uzumaki le beso la frente a su madre, solo entonces aceptando separándose de ella.
Viendo como su hijo se alejaba a todo trote, Kushina sintió un vacío en su corazón, un presentimiento oscuro adueñarse de ella y que solo consiguió aplacarse cuando su hijo se detuvo en la salida del gimnasio, volteando a verla y alzando la mano en una graciosa despedida que la hizo reír antes de perderlo de vista. De la nada sintió deseos de llorar, temió sin saber porque o a qué, pero llevándose las manos al corazón inspiro aire repetidamente, calmándose, su hijo ya estaba dejando de ser un niño, no debía ser tan aprensiva, pero era una madre, ¿Cómo no sentir miedo por su único hijo, por su rayo de sol?
No, se dijo Kushina, cerrando los ojos por un momento, tengo que confiar en él.
Sábado 7 de mayo de 2005/8:00 am, Regimiento reforzado N°17, regimiento de los Ángeles
-¿Qué están haciendo, soldados?, ¡Formarse!- ordeno Kakashi ante las conversaciones que estaban adueñándose de los soldados a su cargo. -Vamos, soldados- mando, chocando sonoramente las manos.
-Vamos, el centro de madre, ¿Qué tanta conversa?- apremio el cabo Kankuro Sabaku, indicando el camión, obviando que subieran. -Uno al lado del otro, vamos- no quería perder tiempo y sinceramente esos niños llegaban a hacerlo perder la paciencia…aunque el mismo solo tuviera veintidós años.
Un día antes había sido la visita de las familias al regimiento y la siguiente no se efectuaría hasta luego de la marcha de instrucción, dentro de varias semanas, cuando volvieran del viaje que cubrirían, desde el refugio los Barros, a la Cortina, todo conformando una marcha de más de veinte kilómetros y de ahí regresarían a los Ángeles. Usualmente las marchas de instrucción se hacían en Laguna Verde, un previo mucho más cercano a los Ángeles, pero los recientes casos de Anta por causa de los ratones en los sitios colindantes los habían llevado a buscar más opciones. Seis compañías realizarían la marcha de instrucción, el jueves 5 de mayo habían partido las compañías de Cazadores e Ingenieros; el viernes 6 las compañías Andina, Plana Mayor y Logística; actualmente el sábado, Morteros era la última compañía en partir. Apresuradamente, y siguiendo las indicaciones de los cabos Hatake y Sabaku, todos los soldados hubieron procedido a subir al camión militar, situándose uno al lado del otro. No era el único camión en partir rumbo a los Barros, pero si el que iría bajo la vigilancia del cabo Kankuro Sabaku, el resto irían junto al cabo Kakashi Hatake que hasta ese punto se había encargado de su instrucción y que junto al cabo Sabaku continuaría encargándose de ellos en los Barros. De entre los presentes, los jóvenes conscriptos Sai y Shin hubieron subido al camión, observándose con complicidad entre sí, sentados uno frente al otro.
-Se anduvo urgiendo, el cabo, parece- rió Shin, aferrando el fusil a su hombro, recordando que no podía perderlo, que debía ser poco menos que su novia o esposa. -Nos van a sacar la mugre- una parte de él sentía ansias por saber lo que vendría, pero la otra una pisca de temor.
-Shin, como dijo mi cabo ahora somos partner, somos un equipo, ¿ya?- recordó Sai, ya que desde que había iniciado el servicio, todos habían entablado una amistad única sus respectivos compañeros de litera. -Lo vamos a pasar increíble, hasta el final, compañero.
-Hasta el final, compadre- secundo Shin, golpeándole hermanablemente el hombro.
Aprovechando el momento y libres de la vigilancia de alguno de los cabos, ambos amigos se irguieron de sus asientos, abrazándose como si fueran hermanos y habían aprendido a serlo, eso lo sabían Sasuke y Naruto que sentados uno al lado del otro se dirigieron una vaga mirada. La tarea de los conscriptos durante su instrucción, además de condicionarse físicamente, aprender disciplina y demás era formar un vínculo único con una persona, un partner, ya que todos dormían en literas, debían sostener una relación sumamente amena con sus respectivos compañeros de litera, debían hacerlo todo juntos, dos trotaban uno al lado del otro, dos realizaban las flexiones y ejercicios, y finalmente si uno caía su compañero lo ayudaba a levantarse, esa era la moral dentro de todo regimiento. Nadie se quedaba atrás. Despidiéndose con la mirada del cabo Hatake que subió en el otro camión que había permanecido aparcado, Kankuro se detuvo al pie del camión en que acompañaría los conscriptos, sonriendo con falsa mofa ante el abrazo que sostenían dos de los conscriptos abajo su mando, él en su día había hecho igual, su amigo Shikamaru Nara iría como cabo a cargo del entrenamiento de la compañía Ingenieros, sabía lo que era tener un partner, pero por desgracia no podía postergar el viaje por el sentimentalismo, aunque resultara enternecedor de ver.
-¿Qué tanto abrazo? esto no es año nuevo- regaño Kankuro, algo divertido por sus propias palabras, viendo a los soldados separarse y tomar sus respectivos lugares, como si nada hubiera pasado. -Arriba, ¡Nos vamos!- sin demora el Sabaku subió al camión, situándose junto a Uchiha y Uzumaki. -Cerremos el camión- murmuro para sí, mientras uno de los cabos que permanecieran en el regimiento cerraba la puerta del camión por él.
Ambos camiones, con el motor encendido, solo hubieron aguardado a que todos sus pasajeros estuvieran a bordo y que la puerta se cerrara, antes de partir y alejarse del regimiento en que por un mes habían entrenado para ser soldados. Así iniciaba su formación, la próxima vez que estuvieran en los Ángeles, ya no serían niños, se comportarían como adultos, serían adultos y enorgullecerían a sus familias, serian verdaderos soldados.
PD: Hola a todos mis queridos lectores, les confieso que tenía previsto actualizar mi fic "La Bella & La Bestia", pero mi internet ha tenido una serie de pequeños problemas, por lo que no actualizare este fic hasta dentro de cierto tiempo :3 Si pueden, les reitero que se pasen por mi historia "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura" y comenten si quieren que continué la secuela titulada "El Siglo Magnifico: El Sultan & La Sultana", que estará levemente inspirada en la serie "Medcezir" :3 durante la próxima semana actualizare el fic "El Siglo Magnifico: Mito Mei & Mikoto" y "Titanic Naruto Style":3
Además y ya que el programa "Efecto Mariposa" retrata las tragedias y crímenes más conocidos de la historia de Chile, nombrare determinados casos por si es que alguien quiere que adapte algún de ellos en un fic; "Casa 212: El Legado de un Último Vuelo", "Santa Olga: Lo Que el Fuego se Llevó", "27 de Febrero: Un País a la Deriva", "Matute Johns: ¿Crimen Perfecto?", "Tragedia del Chapecoense: Vuelo sin Retorno", "Zamudio: Cosas que Nadie Sabe de Mi", "Secta de Colliguay: La Locura del Juicio Final" y "Cárcel de San Miguel: Visita al Infierno"
Como siempre la actualización está dedicada a DULCECITO311(que siempre está cerca y a quien dedico y dedicare todas y cada una de mis historias:3) y a todos aquellos que sigan cualquier otro de mis fics :3
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron cuya secuela comenzó su rodaje, y cuyo guion-de la primera película-ya he terminado), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia") "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul"), por no hablar de las películas del universo de "el Conjuro" ("El Conjuro-Naruto Style 2: Enfield" que iniciare dentro de poco, "Sasori: La Marioneta" y "Sasori: La Creación") prometiendo iniciar estas historias a lo largo de este año. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
